Hierarchical Market Economies and Varieties of Capitalism in Latin America. Ben Ross Schneider. Journal of Latin American Studies 41, 553–575. 2009. (link al artículo)
Quizás no sea mala idea comentar algunas cosas que uno lee. En los últimos años ha crecido la importancia de analizar las distintas formas que adquiere el capitalismo (variedades del capitalismo es el nombre usual). De hecho, eso no es más que una preocupación más general por las variedades que toman los fenómenos: Esping-Andersen hace lo mismo en relación a los distintos régimenes de bienestar, y algo similar ha ocurrido en general para abordar el tema de la modernidad. O sea, más o menos nos hemos -quizás algo más tarde de lo debido- dado cuenta que los procesos no ocurren de una sola forma (y que, por otro lado, esas diferencias no implican que no sean procesos comparables).
Dentro de esa literatura, hay también algunos estudios en torno a donde ubicar a América Latina. Así en lo relativo a regímenes de bienestar, Mario Marcel y Elizabeth Rivera tienen un estudio en el volumen de Redes, Estado, y Mercado: soportes de la cohesión social Latinoamericana que editó Tironi el 2008. Y en lo que concierne a variedades del capitalismo, está el artículo que citamos -que si bien no es tan reciente, es del 2009, nosotros lo leímos recién ahora.
El artículo se basa en mostrarnos que la literatura ha distinguido al menos dos modelos de capitalismo: El LME (liberal market economies) para los países anglosajones y el CME (coordinated market economies) que caracteriza especialmente de Alemania, Japón y otros países europeos. Las diferencias ocurren, uno puede plantear, en torno a los mecanismos de inter-relación intra e inter firmas. En el caso de los CME, la negociación entre actores (por ejemplo, trabajadores y empleadores) es un mecanismo ampliamente usado -desde como se establecen los sueldos hasta cómo se realiza la capacitación. En los LME el mercado manda. Y en ¿América Latina? La propuesta de Schneider es que la lógica de la jerarquía es la que organiza la relacion entre empleadores y trabajadores, pero también la relación entre empresas (por ejemplo, entre supermercados y proveedores). La jerarquía organiza y además se refuerza como mecanismo institucional: ‘hierarchy is the default preference, especially for state and business elites, who have greater influence in initial institutional formation. Longer-term complementarities and path dependence arise from the fact that hierarchies impede movement to either coordination or markets’ (569).
Esto se observa con mayor profundidad cuando observamos los cuatro pilares que caracterizan este modo de capitalismo: ‘diversified business groups, MNCs, atomistic labour and employee relations, and low-skilled labour’ (557).
Los dos primeros dicen relación al mismo problema: la organización de las empresas. Los grupos económicos -caracterizados tanto por su carácter familiar y por su alta diversidad en términos de sectores económicos que cubren- y las multinacionales operan como los lugares centrales que organizan la vida económica, y que de hecho producen una relación jerárquica. Así por ejemplo, los grupos tienen relaciones jerárquicas en torno a las empresas que las constituyen (y con relaciones jerárquicas en torno a la familia que la organiza), pero también con las empresas con las que se relacionan. La combinación de ambos tipos es algo que caracteriza a América Latina -y lo distingue de, por ejemplo, los países de Asia del Este, donde los grupos eran importantes pero las multinacionales no lo eran tanto. Esto les permitió a los grupos ingresar al sector manufacturero, uno donde los grupos latinoamericanos en general no han entrado.
Las relaciones laborales, caracterizadas como atomizadas, se ordenan en torno a una baja tasa de sindicalización, una muy alta rotación laboral y una alta informalidad. Al mismo tiempo, las regulaciones laborales pueden ser más estrictas pero no siempre son seguidas -y además son segmentadas. De hecho, aunque el autor postula que esa alta regulación es paradójica, en realidad no lo es tanto: Esa alta regulación sólo opera para algunos, y precisamente por ser alta ’empuja’ a la informalización -y a la rotación- al resto de los trabajadores.
Lo anterior también está relacionado con el bajo nivel de habilidades (skills) de los trabajadores. Bajos niveles educacionales y bajos niveles de capacitación. Y está relacionado porque en situaciones de alta rotación el riesgo de la capacitación (desde el punto de vista del empleador) aumenta: es muy fácil que ese trabajador se vaya a la competencia. Incluso, como el autor lo señala, en circunstancias donde la rotación es muy alta entre sectores, no sólo la adquisición de habilidades específicas a la firma es difícil, sino incluso para el sector.
Esta última discusión nos envía a uno de los puntos que más enfatiza el autor: El sistema descrito establece un modo específico de capitalismo y no sólo un sistema ‘mixto’ (entre el LME y el CME) porque las características mencionadas se refuerzan entre sí. ‘Some of the core features, as well as other background factors, reinforce one another in ways that sustain many institutional aspects of HMEs in Latin America and impede convergence towards either LMEs or CMEs’ (564-565). Es por ello que propiamente representa una variante específica, y que podemos ver una misma lógica común. No son sólo cuatro características que se dieron al mismo tiempo en estos países, sino que representan un conjunto de características que se refuerzan entre ellas. En última instancia, todas ellas son expresiones de esta lógica jerárquica que Schneider establece.
Además del link que aparece al inicio del post (que envía a la página del journal), otra versión del paper está disponible en este link.