Algunas observaciones sobre los fundamentos de la Economía

(Sin mucho orden ni concierto, pero bueno para que no se me olviden las cosas que se me ocurren)

  • Que los economistas suelen preocuparse sobre cómo determinada medida afecta al bienestar general, medido éste en términos de eficiencia y óptimos paretianos, pero no es claro, en su perspectiva desde donde emerge esa preocupación. ¿Por qué a un actor racinal le interesaría preocuparse del óptimo de Pareto?
  • Al final defender ello implicaría defender un proceso social determinado -en el cual los seres racionales eligen preocuparse de esos criterios; pero eso, entonces, abre espacio para (a) otros procesos o (b) otras conclusiones de los sujetos, en ambos casos no llevando a esas preocupaciones
  • En ese sentido, una circunstancia común en economía es la dificultad para los economistas de diferenciar ente lo que es racional y la propia teoría del economista sobre ello. A esto cabría observar que toda teoría de la acción racional implica plantear que los actores hacen -por lo que esta situación no tendría nada de particular: los economistas saben que sus teorías no son el objeto pero para funcionar como teorías deben plantear cosas sobre ese objeto. Ello es razonable.
  • Sin embargo, la forma en que los economistas tratan el tema da cuenta que no han inquirido en profundidad sobre lo que implica esta diferencia. Porque  ella implica que diversos actores racionales alcanzarán conclusiones diferentes -incluso si tienen la misma evidencia-, y dado que la racionalidad es sobre el proceso de alcanzar conclusiones, entonces incluso pueden usar métodos y técnicas de racionalidad distintas.
  • Incluso, pensada como técnica de la racionalidad instrumental es como podemos entender a la economía como tal. Los sujetos pueden tener interés en ser racionales, al menos algunos lo tendrán. Ahora para actuar racionalmente se requiere un conjunto de procedimientos que así lo permitan. Esas técnicas no están dadas, hay que producirlas. O al menos, incluso si hay algunas dadas, ellas no agotan todas las posibles. Ese campo de desarrollo es la tecnología de la racionalidad, y la economía puede entenderse como la investigación y desarrollo de la racionalidad instrumental.

Bajo esta perspectiva, entonces la economía no es una ciencia empírica. Pero tampoco es una ciencia a priori como lo quería von Mises. Es una tecnología. Lo cual a su vez vuelve razonable que la economía, estudio del actor individual, nunca haya observado a la sicología. Mirado desde el estudio empírico, si quiero analizar la vida social usando una perspectiva individual, lo obvio sería usar la sicología. El que la economía no lo haya hecho de esa forma nos muestra de nuevo que la economía no es ni pretende ser una ciencia empírica.

La Racionalidad y la Muerte

Perdida entre las páginas de la Ética Protestante, hay una observación de Max Weber sobre la relatividad de la racionalidad: Una vida racionalizada desde un objetivo puede juzgarse altamente irracional desde otro punto de vista. Esto puede variar entre lo más trivial -todo depende de las preferencias- hasta las perspectivas más generales para organizar y juzgar las acciones.

La relevancia de dicha observación se manifiesta cuando procedemos a observar los criterios generales de la perspectiva de la acción racional. Cuando estos teóricos, Friedman siendo el ejemplo más claro, se enfrentaron con el tema del ciclo vital no encontraron nada mejor que declarar que el objetivo de un actor racional es mantener constante su nivel de consumo, y en principio agotar en dicho consumo el total de sus ingresos a lo largo de toda su vida.

Empero, ¿por qué se dice que ese objetivo es racional? ¿Por qué un actor racional debiera intentar mantener su consumo constante? De hecho hay incluso objeciones internas a esa afirmación que uno puede aducir. Primero, que la capacidad para gozar del consumo puede variar a lo largo de la vida, y racional seria aumentar el consumo cuando esa capacidad es mayor, con lo cual el consumo constante seria irracional. Segundo, que si no sólo el consumo presente produce gozo sino el recuerdo de éste también lo genera, entonces sería racional intentar incorporar la maximización de la utilidad proveniente de dicha fuente en el cálculo, lo que induciría racionalmente a consumir más en la juventud que en la vejez.

Más importantes son las objeciones externas. Una de las regularidades más claras de la conducta humana es que los padres intentan dejar algún nivel de herencia a sus hijos. Esto puede incorporarse en la teoría que analizamos mediante el expediente de introducir algún ajuste en la función de utilidad, incorporando algún término que indique preocupación por el bienestar de los hijos. Ese ajuste nos lleva al punto central, que es además bastante obvio: Esa preocupación se traduce en herencia porque los seres humanos mueren.

Pero mirado desde la perspectiva de alguien que muere toda la perspectiva del actor racional que maximiza su utilidad pierde sentido, o al menos puede ser contradicha. Es parte de la experiencia humana el que un número no inconsiderable de personas puestas a pensar en su propia muerte empiezan a preguntarse acerca del para qué de sus acciones, y las respuestas utilitaritas, la base de la perspectiva de la acción racional, son percibidas para estas personas como insuficientes a este respecto. Para toda acción particular se puede dar por respuesta que aumenta mi bienestar, pero puestos a preguntarse porque aumentar su bienestar, porque dedicar mi finita vida a ello, muchos no aciertan a encontrarle sentido a la maximización de bienestar: Esa búsqueda no eliminaría la sensación de sinsentido, que todo da lo mismo y es inconsecuente. Por cierto, a muchos, en esta situación, sí les ha hecho sentido una respuesta utilitarista, pero acá nos baste con señalar que así no ocurre con todos.

Frente a la muerte, una posibilidad de recuperar sentido es precisamente a través de la descendencia (ya sea ésta biológica, cultural o de otro tipo). Porque siendo esa descendencia al menos potencialmente inmortal la radical amenaza al sentido que representa la muerte puede ser, al menos, obviada.

La ausencia de sentido representa irracionalidad, y tomar acciones que maximizan lo que se considera no tiene sentido es claramente algo irracional. Con lo que se vuelve al punto de partida: la racionalidad depende de la perspectiva y ante el hecho universal de la muerte la teoría de la acción racional queda muda.

El control de los medios de reproducción

Los seres humanos como especie realizaron su revolución más profunda cuando adquirieron control de sus medios de sustentación material, de su reproducción continua en tanto individuos. En otras palabras cuando inventaron la agricultura y la ganadería y pasaron a producir su propio alimento.

Si bien los seres humanos no son los únicos seres vivos que producen su alimento y ni siquiera son los únicos animales que lo hacen (algunas especies de hormigas descubrieron la horticultura y la ganadería mucho tiempo ha); si son los únicos que produjeron ellos mismos esa capacidad a través actividad (i.e se inventaron como agricultores). Este cambio de nicho ecológico de la especie ha sido fundamental en su historia posterior, en el sentido de adquirir un mayor control sobre su propio hábitat -de crear su propio hábitat (y el de muchas otras especies que son parte del ecosistema humano).

En la actualidad los seres humanos están en proceso de realizar una revolución igual de radical, profundizando el control que adquieren sobre el mundo. Me refiero al control sobre los medios de reproducción como especie: de la reproducción biológica. Desde los más sencillos (control de natalidad) a medios más complejos (inseminación artificial) a presentes y futuros desarrollos (ingeniería genética o clonación, que cada día están más técnicamente cercanos) la reproducción dejó de ser un proceso puramente ‘biológico’, en que se sigue a la naturaleza humana, a ser un proceso bajo control, en que se cambia y crea dicha naturaleza. En alguna medida, un control sobre la reproducción siempre ha existido en las sociedades, y las mujeres han sido objeto de dicho control; pero éste control siempre ha actuado sobre las premisas biológicas de la reproducción, pero es la modificación de esas premisas la que está en juego en la actualidad. Hasta ahora, dado que la biología de la especie era algo dado, la naturaleza humana era un supuesto de la acción. Pero ya no lo es.

El control de los medios de reproducción, entonces, puede producir transformaciones tan radicales como lo hizo el control de los medios de sustentación. Por cierto, bajo control no se pretende decir transformaciones esperadas o conocidas, ni menos nos referimos a una disminución o control de los riesgos; más bien es precisamente porque está bajo el control de actores que lo inesperado y el riesgo resultan incluso mayores. Pero el que una especie decida sobre su propia naturaleza y reproducción es algo nuevo, y como la analogía con la agricultura lo muestra, implica una transformación radical.

Exploremos sólo una de estas dinámicas. La clonación es sólo una forma de reproducción asexual. Ahora, una especie que se reproduce asexualmente no requiere varones, cuya única utilidad es la de ser parte de la reproducción sexual (en principio, el sexo basal es el femenino). En la naturaleza, en general, las especies clonadas -en particular, las especies multicelulares clonadas- son relativamente escasas (y relativamente jóvenes, indicando una duración no muy extensa); y esto porque la uniformidad genética que produce tiende, finalmente, a ser contraproducente para el éxito de una especie. Pero una especie que adquiere el control de los medios de su propia reproducción bien podría generar una forma de producir variedad genética, de intercambio genético, sin reproducción sexual. Y por lo tanto, en ella la reproducción asexual podría funcionar sin sus problemas asociados sin necesidad de requerir dos sexos. Por lo tanto, la existencia de varones pasaría a ser una elección en vez de una necesidad de la especie. Los efectos de dicha circunstancia en las sociedades podrían ser, digamos, interesante.

NOTA: Esta reflexión nace de una conversación con un compañero de doctorado que está trabajando estos temas, y en particular la clonación, que ahora -porque está prohibida- parece tema esotérico pero que en realidad -porque su factibilidad técnica es muy cercana- no deja de estar entre las cosas que pueden cambiar radicalmente la sociedad, y con ella el estudio de lo social.

Burawoy y la mercantilización del Conocimiento

Continuemos entonces con presentar y discutir las conferencias de Burawoy (revisar la entrada de ayer sobre la primera conferencia). Después de discutir los cambios en el mundo, el 25 la conferencia fue sobre los cambios en las ciencias sociales. Y en particular, sobre la mercantilización del conocimiento, y como este es la nueva mercancía ficticia que está en juego en el actual proceso de avance del mercado (mercancia ficticia, recordemos, siendo aquella que si se mercantiliza sin límites empieza a perder su carácter y utilidad).

El análisis estuvo muy centrado en la mercantilización de la Universidad, y a partir de allí comprender estas dinámicas.

El punto de partida fue que, aunque en principio compañías vendiendo conocimiento es algo que ha sucedido anteriormente, los cambios fundamentales ocurren a partir de la década de los ’80. En Estados Unidos, cambios legales permiten que el conocimiento generado en la Universidad pueda ser vendido. Al mismo tiempo, Tatcher introduce mecanismos de control en las universidades británicas, research assessment exercises, produciendo la paradoja que una defensora del libre mercado introduzca un mecanismo de planificación en la Universidad. Estos son elementos cruciales porque empiezan a generar cambios en como la Universidad se organiza y se relaciona con el conocimiento.

Los cambios en concreto del proceso de comodificación son los siguientes:

  1. Un movimiento de privatización, y en particular hacia el auto-financiamiento (si aun siguen siendo públicas)
  2. Esto implica reducción de costos: precarización e informalización de la fuerza de trabajo (los profesores), outsourcing y aprendizaje a distancia.
  3. Y esto implica un aumento de los ingresos: Mayores aranceles, inversión privada de las empresas en las Universidades (aprovechando que es una fuerza de trabajo barata, un estudiante de doctorado en biociencias bien paga por participar en investigación que produce beneficios para las farmacéuticas), y un aumento de las desigualdades entre las disciplinas (dado que hay algunas que tienen mayores posibilidades de generar ingresos que otras).

Burawoy, para ilustrar las cosas que generan estos procesos, contó de una situación en India: Algunos políticos se las arreglan para poder fundar centros de educación superior; luego se contactan con alumnos que tienen subsidios del gobierno; consiguen que se matriculen en sus instituciones, diciendoles que con tal que vayan unas 3 o 5 veces al centro en el año obtienen su credencial. Y así todos felices: los estudiantes tienen sus títulos, los políticos dinero y clientela, y las Universidades reciben algo de fondos.

Al mismo tiempo, y en parte asociadas a las anteriores dinámicas, tenemos procesos de racionalización:

  1. Racionalización como branding: La constitución de la Universidad como corporación (como un negocio en última instancia), y toda la preocupación por la ubicación en rankings (del nivel que sean).
  2. Racionalización como globalización: El hecho que toda el prestigio académico se juegue en la publicación en revistas internacionales, una mayor jerarquía, distinción y polarización. Y por cierto una falsa universalidad, con lo particular de Estados Unidos pasando por universal.

He ahí entonces los problemas asociados al conocimiento en esta ola de mercantilización de acuerdo a Burawoy.

Y al igual que ayer, algunos comentarios:

El análisis de Burawoy está centrado en la Universidad. Y claro siendo el lugar en que se (a) se genera buena parte del conocimiento y (b) se reproduce a quienes crean conocimiento, tiene sentido darle importancia. Pero el tema del conocimiento y su mercantilización no sólo tienen que ver con la Universidad y lo que sucede con ella. Los temas de patentes, copyrights y todo el régimen de propiedad intelectual (que es lo que permite comprar y vender conocimiento) afectan más allá de la Universidad. ¿Qué pasa con la mercantilización del conocimiento tradicional, digamos en lo relativo a plantas y medicina?

Y lo central es, creo, que se hace necesario pensar en lo que implica una mercancía ficticia. La comercialización del conocimiento (hacíamos la reflexión en otra entrada) afecta la producción del conocimiento. Un régimen donde el conocimiento está afecto a patentes y limitado por propiedad intelectual, es uno donde se dificulta la diseminación de éste -y la diseminación es crucial para su producción. En la medida en que estamos en un capitalismo de la información, entonces este es una de sus contradicciones básicas: Requiere poder comercializarlo, porque es una de las fuentes de valor; pero al mismo tiempo ese proceso afecta a su producción continua. En ese sentido, no es un tema de ‘rechazar’ la mercantilización como una forma de rechazo del capitalismo, es una dinámica que es compleja para la operación del propio sistema. Ahora, los procesos de contra-mercantilización han sido formas en que estas contradicciones se han ‘solucionado’, y en torno a cómo los diversos actores reaccionan y desarrollan estrategias en torno a esta situación será algo interesante de analizar en el futuro.

Burawoy sobre movimientos sociales y la contra-mercantilización.

Ayer 23 de Julio fui a una conferencia en la Facultad de Ciencias Sociales de la U. de Chile en la que Michael Burawoy habló de ‘Facing an Unequal World’. Bien interesante. Así que ahora procedemos a resumir lo que más me pareció relevante de la conferencia y a hacer algunos comentarios.

La idea fundamental es que para poder entender, básicamente, los movimientos sociales de los últimos años es el contexto del avance del neoliberalismo en el mundo. Y ello se entiende mejor si se lo analiza a partir de de las ideas clásicas de Polanyi en La Gran Transformación. Polanyi hablando del proceso de mercantilización en el siglo XIX lo que propone es que, en ultima instancia, el avance del mercado lo que produce es un contra-movimiento, el mercado autorregulado no es sustentable finalmente: termina amenazando la continuación de la sociedad y por ello la sociedad procede a regularlo. Por lo tanto, los movimientos sociales han de entenderse en general como formas de contra-mercantilizar

Lo que hace Burawoy es plantear que uno tiene que complejizar esta idea básica. Lo fundamental es que lo que Polanyi había visto como un sólo movimiento -que habría probado de una vez por todas que el mercado autorregulado no funciona- en
realidad es más bien tres olas distintas. Y cada una de estas olas no es solamente una repetición de un movimiento hacia y desde la mercantilización sino que tiene características distintas. Para ello Burawoy recupera la idea de Polanyi de una mercancia ficticia: un bien que si se mercantiliza por completo ve amenazado su valor de uso (y deja de funcionar). Además varían los actores involucrados en el contra-movimiento.

En un esquema:

Ola Cronología Mercancía Ficticia Actor Teoría
Primera Ola 1795-1914 Trabajo Comunidad Local Espontaneidad
Segunda Ola 1914-1974 Dinero (+T) Estado Nacional Emancipación
Tercera Ola 1974- Naturaleza (+D + T) Sociedad Global Protección

Uno puede observar, entonces, como los movimientos sociales de los últimos años se ubican como formas de protegerse frente al mercado en relación a estas mercancías ficticias: Frente a la mercantilización de la naturaleza, y en particular del acceso a la tierra (y como muchos son excluidos de ella), frente a la mercantilización total del dinero, expresado en el
capital financiero sin límites y en disputas sobre endeudamiento, y frente a la mercantilización del trabajo, expresado en la ola actual como precarización.

Parte de las conclusiones de Burawoy se detuvieron en la relación con el Estado de los movimientos sociales actuales. En parte enfatizó que existe una desconfianza hacia el Estado, visto éste como algo coludido con el capital; y que existe en general una emergente, pero todavía no establecida, visión de una democracia participativa. Además ¿cuál es el actor encargado del contra-movimiento de esta tercera ola? Porque el Estado habría sido el actor de la segunda, pero ya no correspondería a una ola que ocurre a un nivel global. De hecho, en ese sentido, Burawoy enfatizó la posibilidad que no existiera un contra-movimiento en esta tercera ola. La sociedad no funcionaría como un sistema auto-regulado con mecanismos de retro-alimentación que garanticen la existencia de correcciones.

Hasta aquí Burawoy. Ahora los comentarios

  1. Lo primero es en relación al carácter de esos contra-movimientos. Recordemos, Wallerstein dixit, que el capitalismo es una máquina que se basa en el crecimiento. Ahora, en cada ola lo que ha pasado es que la mercancía ficticia en cuestión es una cuya reproducción y uso se encontraría amenazado y que resulta crucial para la reproducción y el crecimiento del capitalismo. Pensemos en el caso del trabajo: Los resguardos al trabajador lo que permiten es que los trabajadores se reproduzcan y además promover su productividad (i.e a través de educación por ejemplo). Las crisis financieras terminan afectando la posibilidad del uso como medio del intercambio y del funcionamiento de los mecanismos de crédito -que son cruciales para el crecimiento. En ese sentido, podemos explicar porque se han dado estas olas: En cada situación el capitalismo se enfrenta a una crisis de un recurso que se mercantiliza por su expansión pero que su pura mercantilización puede afectar el crecimiento posterior del capitalismo. Por decirlo de alguna forma, las razones del contra-movimiento no son puramente anti-capitalistas o productos de movimientos sociales que se enfrentan a la mercantilización.
  2. Con lo que pasamos al segundo tema que es el carácter del Estado. Una cosa importante de recordar es que el Estado ha sido un actor crucial en cada ola de mercantilización: Una de las cosas que Polanyi enfatizaba es que mercantilizar a la sociedad requiere de una fuerte intervención estatal. Y al mismo tiempo ha sido un actor crucial para cada contra-movimiento. Puede que el actor que genera el contra-movimiento no sea el Estado, como por ejemplo en la primera ola, pero es el Estado el que ejecuta las medidas que lo permiten. En este sentido, y pensando en el primer punto, usando el marco del propio Burawoy, el Estado sí parece funcionar como el comité ejecutivo de la burguesía, al menos de cuando en cuando, y es allí donde se juegan los procesos de ‘corrección’.

Más en general, de alguna forma, nos hemos olvidado que los Estados tienen poder -al fin y al cabo, siguen manteniendo control de medios de violencia- y que hay una razón por la cual, siguiendo el razonamiento de Burawoy, los Estados son cooptados: porque su cooptación es relevante porque efectivamente manejan recursos. Pensar el Estado como un agente sin poder ha sido uno de los trucos más ingeniosos de la ideología de la mercantilización.

La dicotomía elección y obligación en la teoría social

Duesenberry planteaba, hace tiempo, que la economía era la ciencia de como las personas tomaban decisiones; y la sociología era la ciencia de cómo las personas no tenían decisiones que tomar. La dicotomía entre el actor libre y la coacción social es una antigua en las ciencias sociales. Varias de las discusiones en ciencias sociales dicen relación con cómo nos ubicamos frente a ella. Y así tenemos a quienes, dado que siempre existe de algún modo alguna alternativa, plantean que no existe finalmente la decisión forzada o la dominación (i.e nadie me puede obligar dado que siempre tengo alternativa), que todas las decisiones son libres y tomadas por el actor; y a quienes, dado que siempre existen condicionantes y contexto, el actor no es libre (i.e el actor nunca puede haber sencillamente lo que quiere).

Planteado a ese nivel la dicotomía no parece tener mucho sentido: Uno bien estaría tentado de decir que es claro que es cierto a la vez que siempre hay alternativas y que siempre hay un contexto para ellas (que establece las alternativas, sus requerimientos y sus consecuencias), y dado que estas dos aseveraciones no se contradicen y son verdaderas al mismo tiempo, la contraposición de ambos elementos no es más que un error.

Y sin embargo, bien podríamos decir que en nuestra experiencia cotidiana si sentimos esa diferencia. ¿Podemos explicarla, reconociendo al mismo tiempo la validez de lo dicho en el párrafo anterior?

Una posibilidad sería decir que la diferencia tendria que ver con el número de alternativas. Cuando existen muchas alternativas sentimos que nuestra decisión es libre, y cuando son pocas sentimos que es obligada. Pero en realidad eso no da cuenta de la experiencia: si tenemos varias alternativas y todas ellas son malas, no sentimos por ello que nuestra decisión sea más libre.

Otra posibilidad sería decir que la diferencia tiene que ver con el carácter de esas alternativas: Cuando se podría haber tomado otra decisión, cuando no es evidente la alternativa a tomar. Así por ejemplo si nos dan a elegir entre ser asesinados y entregar nuestros bienes, si existen una alternativa (y algunos incluso lo tomarían) pero en general es tan evidente que una alternativa es superior a la otra que nuestra decisión sería forzada. Pero en realidad eso tampoco da cuenta de la experiencia: cuando elegimos una opción, una de ellas puede ser para nosotros tan evidentemente superior a la otra que no cabría para nosotros tomar las otras alternativas, y todavía la decisión podría ser libre: Nadie me obligó a ser sociólogo, y en ese sentido la decisión fue libre, aunque para mí claramente no existía ninguna otra alternativa que se acercara a ello.

Yo diría que las diferencias vienen por otro lado. Decimos que una decisión es libre cuando el sentido de la obligación es ‘personal’ (el individuo X no podría haber tomado otra decisión, pero eso es algo de él). Reconocemos la acción como libre porque la necesidad que está en juego solamente involucra al actor que tomna la decisión. Decimos que una decisión es necesaria cuando el sentido de la obligación es común (cualquier individuo hubiera tomado esa decisión). Aquí no está en juego el carácter particular del actor, sino que la necesidad expresa lo que todo actor haría.

Al mismo tiempo, sentimos que nuestra decisión es libre cuando además una de las alternativas no sólo es superior a las otras, que es un dado porque fue elegida, sino que la considero una consecuencia positiva, beneficiosa: No sólo he elegido un mal menor sino que ha mejorado mi situación. Sentimos que una decisión es obligada cuando la alternativa elegida, en realidad, es sólo un mal menor, y sólo la elegí porque no había nada mejor, pero no porque hubiera sido algo que alguna vez hubiera deseado.

Si combinamos lo anterior entonces tenemos varias situaciones. La situación paradigmáticamente libre es cuando lo que elijo es algo que considero beneficioso, y además ese carácter de beneficioso es algo idiosincrático, personal. La situación paradigmáticamente obligada es cuando elijo algo que es un mal menor, y esa elección es además la que cualquiera hubiera tomado. En la bolsa o la vida, elegir la vida es sólo elegir un mal menor (de hecho estoy peor que si jamás se hubiera planteado la disyuntiva, y todos hubieran tomado esa decisión). Entre ambas se dan situaciones cuando los criterios no están en sintonía: Tomo una elección que me beneficia, pero no se podría haber hecho otra cosa, era una decisión necesaria. O tomo una decisión que sólo es un mal menor, pero es una decisión idiosincrática, otros podrían haber tomado otras decisiones, así que no era necesaria en ese sentido. Pero en ambos casos puede sentir que estaba hablando de una elección limitada, y en ninguno de los casos he terminado de expresarme a mí mismo en esa decisión.

Para usar un caso específico para ilustrar la anterior discusión, que me es caro porque es el tema de mi tesis de doctorado: Algunos sujetos piensan que su decisión de ser independientes fue su decisión, fue libre; otros que fue una obligación. Esta sensación se puede dar incluso cuando los sujetos dan la misma razón (compatibilidad con la vida familiar) o se encuentran en la misma situación (dificultad para encontrar empleo asalariado). La diferencia no es una en que el sujeto libre estima que tiene varias alternativas que eran posibles y que el sujeto obligado piensa que no (aunque así lo puedan plantear). El sujeto que siente que decide muchas veces tiene una opinión tan negativa del trabajo asalariado que claramente ninguna otra decisión era posible. Por otra parte, el sujeto que se siente obligado de hecho tiene alternativas -podría quedarse fuera del mercado laboral- pero claramente para él esas otras alternativas son tan inferiores y tan inviables que no vale la pena siquiera pensarlas. En ambos casos entonces puede suceder que una alternativa es claramente superior a las otras, pero en un caso el sujeto se siente libre y en otro forzado.

La diferencia tiene que ver con los temas que hemos enunciado. El sujeto que se siente libre al tomar esa decisión lo hace porque para él esa elección tiene una valencia positiva (es algo bueno) y además siendo una preferencia específica de ese actor -no todos tienen esos problemas con el trabajo asalariado- le reconocemos su carácter de libre. El sujeto que se siente forzado tiene esa sensación porque para él esa elección tiene una valencia negativa (es algo menos malo que otras cosas) y además siendo una preferencia general para todos -todos preferirían estar trabajando a no estarlo, en particular si son jefes de hogar pensemos- claramente la pensamos como obligada, bajo el signo de la necesidad.

Las afirmaciones que hemos establecido bien pueden estar equivocadas, pero creemos que es en ese tipo de distinciones que podemos escapar de las distinciones iniciales que planteábamos: Escapar de la afirmación -que aparece muchas veces entre economistas- que como siempre hay alternativas, entonces no existe tal cosa como la obligación; o del juicio -común entre sociólogos- que en toda situación en que el actor no se le planta su alternativa preferida no es libre, porque está obligado a elegir otra cosa. Y también escapar de la afirmación, algo trivial, que en toda acción hay elementos libres y coaccionados. Los criterios que hemos planteado permiten un juego más interesante entre esas alternativas.

Cooperación y Competencia

La discusión sobre los orígenes y condiciones de la cooperación es una de larga data en ciencias sociales. La comparación con estrategias de competencia también lo es. Ahora, esta es una discusión que no se reduce a estas ciencias. Análisis basados en esta dicotomía de estrategias se han usado también en biología, y esto en diversos niveles -desde relación entre especies a incluso el nivel celular.

Pensando en todo caso en el nivel que usualmente interesa a las ciencias sociales -el de las interacciones entre miembros de la misma especie- podemos observar estas dinámicas en otras especies que comparten con los seres humanos el de tener sociedades altamente elaboradas pero bajo condiciones muy distintas: a saber. las hormigas.

Entre ellas podemos observar que -en general y por ahora sólo queremos limitarnos a observaciones generales- el campo de estas interacciones es claramente distinto: Se coopera con el mismo nido (i.e entre los descendientes de la misma reina) y se compite -y usualmente de la forma más violenta de competencia, con eliminación del adversario- con otros nidos.

La misma dinámica (cooperación intra-grupo y competencia inter-grupos) se puede decir ocurre en seres humanos, y uno puede empezar a elaborar diversos modelos de como la distancia afecta a la elección de estrategia; y pensar que la diferencia intra- e inter-grupos es una dinámica basal de toda socialidad.

Sin embargo, lo que nos interesa aquí es otra observación: El hecho que en interacciones entre seres humanos si bien esta dinámica se da, lo interesante es que la diferencia no es tan abrupta: En interacciones intra-grupos también se da competencia (pensemos en cualquier grupo, por más cohesivo que éste sea, y los intereses no serán idénticos) y existe cooperación inter-grupos. Ahora, uno podría reducir esto a la idea que lo que es regla pasa a ser tendencia en humanos, e insistir en cómo esto muestra diferencias naturaleza-cultura.

No es esto lo que nos interesa desarrollar sino más bien otra idea: El hecho que exista competencia y cooperación a todo nivel se debe más bien al hecho que la diferencia intra- e inter-grupos es menos marcada en seres humanos: Ellos se sienten pertenecientes a diversos grupos, cada uno con sus propias membrecías, y puede ser más o menos distante con cada uno de ellos. La interacción X pude ser intra-grupo en relación a cierto criterio, e inter-grupos en relación a otros criterios. Luego, en la medida en que se enfatice la dimensión intra-grupo la cooperación tendrá más posibilidades de surgir; y lo contrario en la medida en que se enfatice la dimensión inter-grupos.

Por lo tanto, lo que permite que las interacciones humanas no tengan una división abrupta entre relaciones cooperativas y competitivas es debido a la naturaleza múltiple de la pertenencia a grupos en los seres humanos.

Esta idea tiene algunas consecuencias empíricas que bien pueden revisarse. Por ejemplo, indica que en la medida en que una multiplicidad de identidades existe menos cortes abruptos entre interacciones cooperativas y competitivas debieran existir. Y, por lo contrario, en la medida en que una identidad aparece como crucial entonces debieran separarse aún más las instancias cooperativas y competitivas.

Aquí podemos recordar una idea de una entrada anterior que planteaba que el nacionalismo era precisamente eso -el reemplazo de identidades múltiples, que ocupaban todo el rango desde lo local hasta lo global- por una sola identidad pre-eminente. El hecho que el surgimiento del nacionalismo en Europa haya ido aparejado de conflictos militares a mayor escala y de menor intensidad que los anteriores (y por cierto, con la eliminación en la práctica en Europa de anteriores reglas que limitaban el daño a civiles) puede verse como, al menos, compatible con la argumentación.

Si las identidades múltiples son concéntricas (i.e van desde grupos menores a más globales, pero cada grupo menor dentro de un sólo grupo mayor) o cruzadas (i.e entre dos grupos pueden darse intersecciones pero no necesariamente uniones) también debieran afectar la forma en que se da la relación cooperación-competencia.

Por ejemplo, en el caso concéntrico tendríamos una jerarquía de conflictos y cooperaciones (i.e al nivel local tengo mi endogrupo y otros exogrupos, al siguiente nivel esos exogrupos pasan a ser parte del endogrupo y aparece un nuevo exogrupo de mayor alcance y así sucesivamente). Luego, la posibilidad de la cooperación- está altamente asociada al nivel del grupo: Mientras más local, más identidades comunes que facilitan la cooperación. El nivel de los conflictos debiera estar asociado a la identidad en juego (dos identidades locales que son parte de la misma identidad regional debieran mantener el nivel de conflicto local; dos identidades locales que son parte de identidades regionales tienen la posibilidad es escalar el conflicto a nivel regional).

En el caso cruzado debiéramos encontrar dinámicas distintas. Lo característico de este caso es que en las relaciones entre dos identidades debiéramos encontrar tres grupos: Personas que sólo comparten mi identidad de endogrupo, personas que sólo comparten la identidad del exogrupo y personas que tienen ambas. Esto permite posibilidades de cambios de estado de relación dependiendo de cómo se jueguen esas identidades (i,e personas del tercer grupo pueden pasar de cooperación a conflicto fácilmente) y resulta difícil estimar la posible escala del conflicto o cooperación, dada la forma en que pueden ir activándose ellas (y las personas que quedan incorporadas). En cualquier caso, las posibilidades de lealtades cruzadas puede permitir un nivel permanente más alto de conflicto (o de cooperación) pero posiblemente limitar su alcance a gran escala.

Una Nota sobre el Concepto de Sociedad. La Sociedad es siempre Plural.

Los hábitos más triviales suelen ser muy informativos. Los sociólogos, pero no sólo nosotros, tendemos a hablar de la sociedad -como si fuera algo singular. Este hábito tiene consecuencias, o refleja esas consecuencias: Tendemos fácilmente a pensar en la sociedad (o en cualquier grupo en realidad) como si fuera un individuo.

Dos ilustraciones de esto.

La primera es en una entrada ¿Es la Sociedad real o una invención? del Blog Tribulaciones de la Clase Ociosa, porque muestra un argumento que es relativamente común.

Es por todo ello que la sociedad no es real en el sentido de externa y objetiva. Está abierta al conflicto, al cambio, a la renegociación, y precisamente porque esas luchas han sido distintas según los lugares, las identidades, culturas y países se han ido configurando de modo muy distinto a lo largo del tiempo y espacio.

El mundo social emerge de las interacciones entre personas. que forman un consenso intersubjetivo. Eso es parte de las personas. Aparte están las estructuras, que son lo que queda de las interacciones anteriores, que condicionan la forma en que podemos interactuar y entender el mundo.

La segunda es más general y dice relación con la argumentación de Margaret Archer. En ella tenemos que la vida social es dual, aunque las dimensiones están intrínsecamente relacionadas: Tenemos el mundo de la acción presente y el mundo de la estructura, que nuevamente es el efecto de las interacciones pasadas. Es por ello que, aunque relacionadas, no pueden reducirse a lo mismo (porque eso sería un error, conflación en las palabras de Archer).

¿Por qué digo que esto implica pensar que la sociedad es algo singular? Porque en ambos ejemplos el mundo de la acción y de las personas ocupa todo el presente y la estructura es el pasado. Pero eso implica olvidar lo siguiente: Que hay estructura en el presente. Todas las múltiples interacciones y acciones realizadas por otros con los cuales no estoy contactado funcionan como estructura, produciendo resultados que no puedo obviar; y que son claramente, en ese sentido, algo externo y real.

Archer, por ejemplo, rechaza explícitamente y en varias ocasiones toda idea de pensar la estructura solamente como algo presente. Y parte de este rechazo se debe a la idea que si fuera sólo presente entonces la sociedad sería algo que podríamos cambiar a nuestro antojo. Como podemos observar este rechazo entonces olvida, o le quita importancia, el hecho que el conjunto de las interacciones presentes no es siquiera conocida por un actor.

Y es por ello que es importante recordar que la sociedad en su conjunto no es equivalente ni se la puede pensar en un actor individual, es equivalente a una pluralidad de actores. En última instancia, es el hecho que los otros son actores es lo que evita que podamos pensar a toda la sociedad como si fuera un sólo actor. Los otros son irreductiblemente otros, y la sociedad es siempre plural.

De las limitaciones de la modelación formal en Ciencias Sociales

En años recientes se ha extendido el uso de modelos relativamente formales en ciencias sociales. El modelamiento de agentes se ha hecho en particular algo popular. Y en particular, los modelos computacionales han aumentado de importancia en los últimos años.

En principio, el formalismo tiene algunas ventajas. Evita en buena parte la imprecisión y vaguedad de las ideas e hipótesis en ciencias sociales. Obliga a establecer los argumentos con claridad, y a obtener las consecuencias de las afirmaciones con mayor seguridad. Y en particular el modelamiento de agentes permite analizar la complejidad de la vida social de forma más ‘natural’ (a partir de agentes con reglas simples, los comportamientos complejos del conjunto emergen del proceso de interacción).
Sin embargo, los formalismos tienen limitaciones para ser aceptados como explicaciones finales en ciencias sociales.

En primer lugar, examinaremos lo que sucede con los modelos de agentes y los modelos computacionales.  La literatura que intenta formalizar agentes e interacciones usan una situación en que existen ciertas reglas del juego y capacidades establecidas (i.e por ejemplo, los agentes están distribuidos en una cuadrícula; o cambian sus comportamientos bajo tales circunstancias; o tales son las alternativas de comportamiento que tienen). En general, podemos observar que el formalismo exige un mundo cerrado. Y en particular, los modelos computacionales terminan demandando una especificación de todas las posibilidades.

El problema es que esa especificación resulta imposible en el mundo social que crean los actores. Porque una de las características de los agentes es precisamente su apertura: posibilidades siempre existentes de nuevas distinciones, nuevos aprendizajes, nuevas comunicaciones, nuevas preferencias, nuevas reglas del juego etc. Así entonces un modelo que se basa en que los agentes aprenden de determinada forma no puede dar cuenta del hecho que los actores aprenden sobre el aprender y luego pueden cambiar esas formas. Si un modelo se basa en que los actores usan determinadas reglas, no toma en cuenta que los actores pueden cambiar esas reglas. En este último caso, la teoría de juegos opera con una distinción central, que cambia todas las herramientas de análisis, entre juegos cooperativos (donde existe la posibilidad de decisiones vinculantes) y juegos no cooperativos (donde ésta no existe). Y entonces se dedica a establecer cuál es la estrategia racional en cada situación. Pero como el conjunto de estrategias del sujeto incluye también el cambiar las reglas, entonces una posibilidad es que, por ejemplo, lo racional en un determinado juego sea intentar pasar de un tipo a otro (creando o prohibiendo interacciones vinculantes entre actores). Pero eso queda fuera del modelo.

Una forma de resolver lo anterior es intentar incluir alguna modalidad de posibilidad de cambio al interior del modelo. Jürgen Klüver (1998, Modelling Science as an adaptive and self-organising social system en Computer Simulations in Science and Technology Studies (páginas 25 et passim) ha sido uno de los pocos que ha intentado superar esos problemas. Para ello ha combinado explícitamente autómatas celulares (para aprendizaje dentro de las reglas) con algoritmos genéticos (para el meta-juego de cambio de reglas). Representa un considerable avance pero sigue siendo insuficiente, aun cuando siempre hay que recordar que para reemplazar a una herramienta no basta con su crítica sino tener una mejor. No entraremos en las críticas específicas, que dicen relación con el tema de la adaptabilidad, sino volveremos al punto de inicio. El problema es que el conjunto total de alternativas no es definible. No podemos establecer, por ejemplo, la mejor estrategia porque el conjunto total de estrategias no sólo es infinito sino además, de hecho, no está bien definido. Una de las capacidades de los actores es generar distinciones para relacionarse con el mundo, siempre es posible que se cree una nueva estrategia porque es posible que los agentes generen una nueva distinción que la hace posible (y que no era posible antes que apareciera esa distinción). Y por ello todo modelo formal, que finalmente asume un mundo bien definido no funciona.

En ese sentido, estamos ante actores que son inherentemente capaces de apertura frente al mundo, y se relacionan con él a través de distinciones que ellos mismos generan. Eso es lo que limita las capacidades de un modelamiento formal.

Al mismo tiempo, nos muestra su gran utilidad. Si lo que evita que los modelamientos formales representen una explicación final adecuada es la apertura que tienen los actores, entonces en los medios en que esa apertura está limitada (o la capacidad de generar nuevos elementos es más difícil) entonces ese modelamiento será más adecuado. En otras palabras, si bien no puede dar cuenta del carácter fundamental de los actores, sí puede ser muy adecuado para analizar medios sociales específicos.

El problema que hemos observado también aparece en otra forma de análisis formal que es muy popular (particularmente en economía): modelos de equilibrio. El atractivo de un modelo de equilibrio es claro de observar: Más allá de las perturbaciones de largo plazo si podemos entender que posición ocuparía un sistema en equilibrio podemos tener una estimación de su comportamiento a largo plazo (i.e se moverá hacia el equilibrio).

Ahora, si nos tomamos en serio el tema que estamos ante actores que generan nuevos elementos entonces podemos observar una limitación que emerge de dicha característica: El movimiento hacia el equilibrio se puede romper en cualquier momento porque es posible que los actores creen un nuevo elemento que cambia el atractivo de un comportamiento. Si el ajuste hacia el equilibrio es lento, de hecho uno podría plantear que las probabilidades que sea alcanzado son bajas en la medida que aumenta la probabilidad que aparezca este nuevo elemento. Pero si suponemos que el ajuste es rápido, lo que es razonable suponer en el caso de interacciones repetidas sobre prácticas cotidianas, entonces lo que tenemos es equilibrio en el corto plazo (producto del ajuste), combinado por desequilibrio en el largo plazo (producto de la generación de nuevos elementos). En otras palabras, en actores que pueden generar nuevos elementos, el equilibrio a lo más es una situación de corto plazo, y al largo plazo no se puede obtener.

Un análisis basado en el equilibrio sigue teniendo sentido en muchas situaciones, pero reaparecer la situación que no puede representar una respuesta fundamental a las dinámicas sociales.

En ese sentido, los límites más importantes a los métodos formales en ciencias sociales no están dados tanto quizás por las temáticas asociadas al significado; sino al carácter de los agentes que tratamos. La relación de los agentes con el mundo es abierta, y una ciencia social básica debiera construirse sobre esa situación.

La Física de lo Social

Una característica relevante de la producción sobre la vida social en la última década es el creciente interés que han tenido los físicos en estos temas.

Un breve ejercicio de cuantificación

Para examinar esta idea podemos hacer breves revisiones de la cantidad de literatura escrita desde las ciencias físicas sobre temas de ciencia social. A continuación presentamos los resultados de dos de ellas.

Primero buscaremos en Arxiv.org, un repositorio online de papers que se ha convertido en un espacio de alta importancia para diseminar investigación antes de ser publicada, y que es muy usada por esta comunidad.

Presencia de Papers en temáticas sociales en Arxiv.org 2011-2013

Palabras claves Número de papers usando palabras claves en el Título Número de papers usando palabras claves en el Abstract
Social

553

(más de 1.000)

Social Networks

281

961

Social Dynamics

58

400

Social Analysis

25

380

Sociology

6

61

Una segunda exploración es en lo relativo a publicación de papers en revistas. Para ello usaremos datos de Thomson Reuters (Web of Science) para artículos usando las mismas búsquedas de la tabla anterior lo que nos permite encontrarnos con los siguientes datos. Aprovechamos además que este recurso nos permite observar el número de citas que estos artículos han producido.

Presencia de Papers en temáticas sociales en revistas de física 2011-2013

Palabras claves

Número de papers para ese topic

Número de citas

Social

590

1.089

Social Networks

406

821

Social Dynamics

325

654

Social Analysis

138

218

Sociology

10

15

Las búsqueda tuvieron la siguiente estructura:  ((TS=social AND TS=networks AND SU=PHYSICS)) AND Document Types=(Article) . Timespan=2011-01-01 – 2013-05-15. Databases=SCI-EXPANDED.

Esta revisión claramente ha sólo sido una exploración preliminar, pero creemos que muestra que efectivamente estamos ante una literatura emergente y que en algunas temáticas –redes sociales y dinámicas sociales- ha adquirido mayor importancia (en términos de publicaciones y citas).

Esta irrupción se ha desarrollado por más tiempo en redes sociales, por lo que puede ser de interés observar la dinámica que se observó en ella. Freeman, al revisar este proceso, (2011) plantea los siguientes hechos básicos: Primero, que los físicos se incorporaron al tema sin conexión con la literatura sociológica, ‘reinventando’ la rueda en varios casos. Segundo, que a pesar de lo anterior efectivamente su ingreso trajo una revolución, tanto en el sentido cuantitativo sino en muchos aportes que eran genuinamente nuevos. Tercero, que la reacción inicial de la sociología fue de rechazo al hecho que los físicos se incorporaran al tema sin tomar en cuenta los aportes de la ciencia social, algo que también hizo notar Bonacich al revisar esa literatura (Bonacich, 2004). Cuarto, que posteriormente al rechazo e incomprensión inicial, se ha dado un proceso de rapprochement entre ambos campos –con invitaciones a Conferencias de la otra disciplina y publicaciones cruzadas; o revisiones de esa literatura para beneficio de sociólogos (Crossley, 2008).

Si bien algunos de los elementos de conflicto son, quizás, de no demasiada importancia –reclamar porque otras disciplinas entran en el propio campo es natural como primera reacción- hay otros elementos que son más relevantes. Al fin y al cabo, que en un área donde existían puntos de contacto, y donde ya existía una cierta relevancia del formalismo matemático, ocurriera que la incorporación de los físicos trajera cambios importantes al campo es indicativo. Sus preocupaciones y modos de análisis son lo suficientemente distintos que, incluso tras decenas de años de trabajo en las ciencias sociales sobre un tema en particular, como el del mundo pequeño, la primera incorporación de físicos al tema (Watts & Strogatz, 1998) implicara un aporte importante.

La lógica de la investigación física al abordar el mundo social

Por lo tanto, más allá de la irrupción cuantitativa, es interesante observar las características (y diferencias) que ocurren cuando la comunidad física se introduce en estas temáticas.

Un examen más atento de los primeros textos de incorporación –el modelo de Watts del mundo pequeño (Watts, 1999; Watts & Strogatz, 1998) y la idea de Barabási  (2002) sobre redes libres de escala (scale-free networks)- puede ser de interés. Ambos textos, contra Freeman (2011), de hecho en sus antecedentes presentan literatura de ciencias sociales (Watts, 1999, p 12-23; Barabási, 2002, p 25-44). En ambos casos, y esto se repite en otros textos de física, el análisis está más centrado en textos clásicos –el experimento de Millgram sobre los seis grados de separación y el artículo de Granovetter sobre The Strength of Weak Ties– que en más recientes, pero de hecho al menos Watts no reduce sus citas a esos textos y el libro de Barabási es más de divulgación y menos técnico.

Sin embargo, más allá de ese reconocimiento, es cierto que sus marcos conceptuales y analíticos poco deben a las ciencias sociales. En ambos casos uno puede plantear que los textos observan que la sociología ha descubierto quizás un tema interesante (por ejemplo, puentes entre grupos en Granovetter) pero no una teoría o modelos que permita comprender ese tema. Así, por ejemplo, ¿cómo se generan este tipo de estructuras de red? ¿Qué consecuencias tienen esas estructuras para entender diversas dinámicas? Que son precisamente a lo que ambos textos se abocan: generar modelos formales para describir y explicar estas estructuras y exploraciones de sus consecuencias (por ejemplo como estas ideas afectan nuestra comprensión de las dinámicas de dispersión de enfermedades Watts, 1999, p 165-180; Barabási, 2002, p 131-142). Es esta preocupación por las dinámicas lo que plantea la revolución que Freeman (2011) indicaba, y algo manifiestamente ausente en el manual de análisis de redes sociales más clásico, el de Wasserman y Faust (1994).

En algunas reseñas más recientes de la literatura física sobre la vida social se sigue observando esta misma tendencia. Un texto de Castellano y otros (2009) que revisa la literatura de física estadística sobre dinámicas sociales plantea que:

In social phenomena the basic constituents are not particles but humans and every individual interacts with a limited number of peers, usually negligible compared to the total number of people in the system. In spite of that, human societies are characterized by stunning global regularities. There are transitions from disorder to order, like the spontaneous formation of a common language/culture or the emergence of consensus about a specific issue. There are examples of scaling and universality. These macroscopic phenomena naturally call for a statistical physics approach to social behavior, i.e., the attempt to understand regularities at large scale as collective effects of the interaction among single individuals, considered as relatively simple entities (Castellano et al., 2009, p. 591)

La idea general entonces es establecer algunas variables que sinteticen el comportamiento de un sistema, cuyas dinámicas dependen de interacciones sociales. Los modelos simplifican y abstraen, y en ello pierden realismo, pero ganan en universalidad (y de hecho varios modelos pueden aplicarse a redes biológicas o de otro tipo) y buscando que los sistemas modelados al menos den cuenta de algunos atributos básicos.

Al mismo tiempo la relación entre modelos y datos es central. Aquí uno puede observar un manifiesto al respecto, publicado de manera significativa en la revista Science y elaborado por sociólogos, físicos y otros investigadores, titulado Life in the Nework: the coming age of computational social science (Lazer et al., 2009) que plantea todos los posibles beneficios que la recolección de una gran cantidad de datos (sobre uso de redes sociales en Internet, sobre uso de teléfonos celulares y otros) para las ciencias sociales. De hecho, la disponibilidad de datos es algo que esta literatura observa como diferenciadora y específica a sí misma en relación a otras aproximaciones sobre sistemas complejos: This data inspired methodology is an important shift compared with earlier takes on complex systems. Indeed, in a survey of the ten most influential papers in complexity, it will be difficult to find one that builds directly on experimental data. In contrast, among the ten most cited papers in network theory, you will be hard pressed to find one that does not directly rely on empirical evidence’ (Barabási, 2012, p. 15).  Más aún, se observa que es la primera vez que se puede tener una aproximación científica sobre estas dinámicas porque por primera vez tendríamos una gran cantidad de datos sobre esas dinámicas (los datos de llamados telefónicos son datos de comportamiento real de interacción en última instancia).

La formalización de la dinámica de las interacciones es el eje de toda esta literatura. Y estas aproximaciones se usan incluso en ámbitos que un sociólogo pudiera pensar requieren metodologías puramente cualitativas –como por ejemplo, dinámicas de lenguaje o de cambio cultural.

¿Cuál es la relevancia de esta incorporación de la física?

Así podemos observar que cuando las ciencias físicas se empiezan a preguntar por lo social lo hacen usando su propia lógica y costumbres, muy alejadas de las de las ciencias sociales. La física ha realizado muchos cambios internos, pero la idea que se entiende un fenómeno cuando logro tener un modelo dinámico formal, que las pérdidas de ese modelamiento son inferiores a la ganancia en comprensión producto de esa modelación, que trabajar en términos de que interacciones hay entre los elementos y de ahí construir los resultados del sistema es una forma adecuada de investigar, siguen siendo centrales. Es una comunidad que sigue manteniendo que para analizar cómo las dinámicas generales se van construyendo lo que tengo que hacer es partir de las dinámicas de los componentes del sistema sigue siendo el principio operador.

Plantear que los temas asociados con la emergencia o la complejidad implica un nuevo paradigma en las ciencias que supera la vieja visión de las ciencias, o que una aproximación centrada en las redes y relaciones también abandona pretensiones de una ciencia explicativa (ver el resumen de Orchard, 2011, al respecto) no deja de ser extraño para una comunidad cuyas herramientas concretas para trabajar estos temas no ha implicado esos cambios.

En última instancia, uno podría plantear que los físicos nunca han estado muy alejados de lo que decía Ernest Rutheford, ‘all science is either physics or stamp collecting’. El hecho que los físicos se estén introduciendo a estudiar procesos sociales implica un reconocimiento que los procesos sociales pueden estudiarse científicamente, y al mismo tiempo plantear que ese conocimiento no existe en la actualidad (o a lo más sería filatelia). Lo cual implica, a su vez, pensar que los ‘problemas’ con las ciencias sociales no están en su objeto de estudio, sino entre quienes lo estudian.

La anterior coyuntura representa un desafío relevante para la sociología: La aparición del interés de una disciplina, que tradicionalmente se percibe a sí misma como la reina de las ciencias y que claramente tiene mayor seguridad en sí misma y mayor prestigio general, en los temas de la sociología –que no evalúa positivamente el esfuerzo intelectual del campo-,  no deja de ser relevante en términos de los usos y relevancia intelectual del campo.

Cómo la sociología se relaciona con esta mirada afectará de manera relevante las dinámicas del campo en el futuro. Lo que habría que evitar es la reacción simplemente defensiva o la de no tomar en cuenta estos cambios.

Ahora bien, una falta de respuesta de la Sociología frente a estos desafíos probablemente no tenga muchas consecuencias para la práctica y operación de la disciplina, para la profesión de sociólogo. Sigue siendo cierto que las ciencias sociales son parte intrínseca del funcionamiento de las prácticas de las sociedades modernas (Ramos Zincke, 2012). Pase lo que pase, probablemente siga siendo útil realizar por ejemplo encuestas de opinión pública sobre política, o encuestas de empleo. En algún sentido, todo seguiría de manera normal.

No responder a ese desafío más bien puede tener consecuencias en términos de la sociología como labor intelectual. Los estudios realizados por los sociólogos pueden que sigan teniendo sentido o al menos sigan realizándose como parte de la rutina operacional de diversas organizaciones; pero la sociología como un campo que intenta comprender la vida social, y tiene tradiciones de pensamiento específicas si puede encontrarse en peligro. La relevancia intelectual de la sociología es lo que finalmente está en juego; y la sociología bien podría reducirse a un saber útil y práctico, una técnica de administración, pero desprovisto de cualquier interés para una comprensión de la realidad.

La falta de respuesta a la física de lo social bien podría condenar a la sociología a ser una contabilidad social.

 

En la elaboración de esta entrada se tuvieron en cuenta los siguientes textos

Referencias Bibliográficas

 

Barabási, A.-L. (2002). Linked. Cambridge, Mass: Perseus.

Barabási, A.-L. (2012). The network takeover. Nature Physics, 8(1), 14–16.

Bonacich, P. (2004). The Invasion of Physicists. Social Networks, 26, 285–288.

Castellano, C., Fortunato, S., & Loreto, V. (2009). Statistical physics of social dynamics. Reviews of Modern Physics, 81(2), 591–646.

Crossley, N. (2008). Small-World Networks, Complex Systems and Sociology. Sociology, 42(2), 261–277.

Freeman, L. (2004). The Development of Social Network Analysis: A Study in the Sociology of Science. Vancouver: Empirical Press.

Freeman, L. (2011). The Development of Social Network Analysis -with an Emphasis on Recent Events. In J. Scott & P. Carrington (Eds.), The SAGE Handbook of Social Network Analysis (pp. 26–39). Londres: Sage.

Lazer, D., Pentland, A., Adamic, L., Sinan, A., Barabási, A.-L., Brewer, D., Christakis, N., et al. (2009). Life in the Network: The coming age of Computational Social Science. Science, 323(5915), 721–723.

Orchard, M. (2011). El “movimiento descriptivo” en la sociología. VI Congreso Chileno de Sociología. Valparaíso.

Ramos Zincke, C. (2012) El ensamblaje de Ciencia Social y Sociedad. Santiago: Ediciones Universidad Alberto Hurtado

Wasserman, S., & Faust, K. (1994). Social Network Analysis. Methods and Applications. Cambridge: Cambridge University Press.

Watts, D. J. (1999). Small Worlds. Princeton, NJ: Princeton University Press.

Watts, D. J., & Strogatz, S. (1998). Collective dynamics of “small-world” networks. Nature, 393, 440–442.