El lugar de la autonomía en el mundo del trabajo.

Detrás del trabajo por cuenta propia nos encontramos, por decirlo de alguna forma, con las posibilidades y limitaciones de la autonomía como espacio en el mundo laboral contemporáneo en Chile (pero no sólo en nuestro país). Tres reflexiones resultan necesarias para entender ese espacio:

La primera es que la autonomía, crucial para los cuenta propia, no es ajena a los trabajadores asalariados. Subramanian (2009) ha analizado ello en el contexto de trabajo industrial en India, donde la autonomía se construye en oposición, si se quiere, a los deseos gerenciales; Durand (2004) ha mostrado, usando el caso francés, como la búsqueda de autonomía es re-usada por las lógicas gerenciales como forma de involucrar al trabajador a prácticas de producción más intensivas y tensas; Wasser (2015) analiza cómo una marca de moda brasileña usa y promueve la propia identidad de sus trabajadores como forma de construcción de marca y las presiones que esto ejerce sobre ellos; Kalleberg (2013) divide la calidad del trabajo en elementos extrínsecos, el caso prototípico siendo el ingreso, y elementos intrínsecos, los elementos de calidad que genera el hacer el trabajo; y estos últimos son discutidos centralmente desde la dimensión de control del propio trabajo.

Ahora bien, la forma en que la autonomía juega y opera entre trabajadores asalariados no necesariamente es la misma que entre trabajadores por cuenta propia. El examen de la literatura muestra que en varias ocasiones lo que se dice de la autonomía en la situación asalariada puede no dar cuenta de lo que podría ser lo que ocurre entre cuenta propia. Así, Dubet (2009) ha planteado la autonomía como uno de los principios de la justicia, pero su análisis lo asocia a la búsqueda de auto-expresión y auto-desarrollo en el trabajo. Empero no es claro que la búsqueda de autonomía entre los cuenta propia corresponda efectivamente a esas dimensiones. Pensar la autonomía en términos de gestión de sí mismo (cómo lo hace Ramos Zincke, 2012: 188-189), y en ese sentido ligarla a las nuevas formas de gestión organizacional, tampoco es claro que de cuenta de la lógica de la autonomía, al menos tal como se plantea entre independientes. Existe una cierta ‘apropiación’ de la idea de autonomía por parte de la lógica de emprendimiento y más en general por las ideas de una sociedad post-moderna de individuos De la Garza Toledo (2011), pero eso es lo que se necesita discutir. En ambos casos, desaparece el tema de la búsqueda de dejar de ser controlado (que no necesariamente requiere auto-expresión o que no resulta necesariamente de la gestión de uno mismo, que más bien puede ser internalización de ese control, à la Elias).

Lo segundo es que la autonomía no es simplemente algo dado para estos trabajadores, y algo que funcione de forma positiva automáticamente. Es algo que exige un trabajo y un esfuerzo: La autonomía tiene sus propias dificultades. No se solucionan todos los problemas de la realización de la autonomía entregando mejoras pensadas desde la situación del asalariado, sin hacerse cargo de la generación de un espacio para la autonomía. Como ejemplo de las dificultades prácticas de la autonomía se puede observar, por ejemplo, que ella puede ‘comprarse’ en un aspecto a costa de ‘dependencia’ en otros. Así, por ejemplo, pensando en cuenta propia de escasos recursos -los recuperadores de materiales para empresas de papel en Argentina, Brasil y México, Villanova (2012) muestra una relación laboral de destajo muy dependiente con esas empresas, a pesar de la autonomía en la operación de trabajo. Ruiz y Boccardo (2014: 126-129) para el caso chileno enfatizan como muchos cuenta propia de estratos medios, debido a los encadenamientos productivos tienen pocos clientes y bajas posibilidad de moverse entre ellos. La ‘desmesura de la prueba del trabajo’ (Araujo y Martuccelli 2012, Araujo 2014) es algo que en principio aplica de manera importante también a estos trabajadores. La autonomía no es algo simplemente ‘positivo’, representa una lógica de acción que implica posibilidades, dificultades, sentidos, formas de evaluación y de pensamiento específicas.

El hecho que estamos hablando de una práctica de autonomía y no sólo de una aspiración nos permite observar la diferencia posible con el trabajo asalariado: El trabajador asalariado puede tener (o no) un deseo de autonomía, y puede lograr (o no) espacios para ella dentro de su práctica de trabajo; pero en el caso del trabajador por cuenta propia el problema de la autonomía cruza toda la lógica del trabajo. De plantearse como práctica la autonomía en el trabajo asalariado se requieren otras formas de organización, ver Vieta (2010) para una discusión de autogestión en ’empresas recuperadas por sus trabajadores’ en Argentina. Y del mismo modo que entre cuenta propia, la autonomía aparece como un espacio complejo difícil de construir.

Quizás sea más adecuado plantear los problemas de estos trabajadores como problemas para la mantención de la autonomía, e incluso pensar la inseguridad desde esa óptica: ¿Qué es lo que requiero para poder mantenerme como cuenta propia? El salario y la relación contractual es una forma de solucionar la incerteza, pero no necesariamente la única. Y cuando recordamos los débitos de la relación contractual, tampoco necesariamente la mejor. Más aún, pensado de esa forma podemos recuperar todos los elementos y bases sociales necesarios para permitir un despliegue efectivo de esa autonomía, y no caer así en una mera individualización de los riesgos  (Castel 2004, Caponi 2007), ni en un olvido de los riesgos sistémicos (Beck 2013). Si el trabajo por cuenta propia no es equivalente a la relación salarial, las formas sociales para lidiar con su inseguridad no necesariamente son aquellos que fueron pensadas a partir de esa relación.

Lo tercero es que la autonomía es, en particular desde el punto de vista de las sociedades modernas, algo inherentemente positivo. Con todos sus problemas, cuando se observa algo como autónomo se lo está encomiando. No deja de ser sintomático que las palabras vernaculares para referirse a esta situación en Chile no son neutrales (como lo es cuenta propia) u observaciones desde otro paradigma (como lo es self-employed que los mira desde la perspectiva salarial), sino positivas: Independiente es algo que, en cualquier otro contexto, se observa positivamente, y nadie debe explicar porque busca su independencia. Al mismo tiempo, hablar del asalariado como ‘dependiente’ es una forma negativa de nombrarlo. Si los nombres algo dicen de las percepciones, esto ya nos indica una cierta valuación básica de las respectivas situaciones. Enfatizar la independencia (como en otros contextos referirse a ellos como trabajadores autónomos) es, de entre todo lo que se puede destacar, mostrar que lo que interesa es algo valorado, y que ello consiste en -como literalmente lo dice la palabra- en no depender de otro, en ser uno mismo el que decide sobre sí.

Esta valoración basal de la situación en cuanto tal es relevante. Para poder entenderla es necesario ubicar esas prácticas y sentidos en un proceso histórico más largo: En el relato histórico normal, el capitalismo moderno representa una expansión del empleo asalariado, frente al cual el empleo por cuenta propia (ya sea dicho como artesanos, como pequeña burguesía u otro sector) disminuye de importancia. Lo cual entonces, vuelve de interés, entonces, observar como se ubica el trabajo por cuenta propia, y la compleja práctica de la autonomía, en esa producción de la sociedad moderna.

Referencias Bibliográficas.

Araujo, K. (2014). La desmesura y sus sujetos: el trabajo en el caso de Chile. En A. Streher y L. Godoy (Eds.), Transformaciones del Trabajo, Subjetividad e Identidades (p. 277-298). Santiago: RIL.
Araujo, K., y Martuccelli, D. (2012). Desafíos Comunes. Santiago: LOM
Beck, U. (2013). Why ’class’ is too soft a category to capture the explosiveness of social inequality at the beginning of the twenty-first century. The British Journal of Sociology, 64(1), 63–74.
Caponi, S. (2007). Viejos y nuevos riesgos. Cadernos de Saúde Publica, 23(1), 7-15.
Castel, R. (2004). La Inseguridad social. ¿Qué es estar protegido? Buenos Aires: Manantial.
De la Garza Toledo, E. (2011). Trabajo no clásico, organización y acción colectiva. Ciudad de México: Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa.
Dubet, F. (2009). Injustice at Work. Boulder, CO: Paradigm Publishers.
Durand, J.-P. (2004). La chaîne invisible. Paris: Seuil.
Kalleberg, A. L. (2013). Good Jobs and Bad Jobs. New York: Russell Sage Foundation.
Ramos Zincke, C. (2012). El ensamblaje de ciencia social y sociedad. Santiago: Ediciones Universidad Alberto Hurtado.
Ruiz, C., y Boccardo, G. (2014). Los Chilenos bajo el Neoliberalismo. Santiago: Nodo XXI.
Subramanian, D. (2009). Work and autonomy in the assembly of printed circuit boards: An ethnographic account. Contributions to Indian Sociology, 43(2), 183-216.
Vieta, M. (2010). The Social Innovations of Autogestion in Argentina’s Worker Recuperated Enterprises. Labor Studies Journal, 35(3), 295–321.
Villanova, N. (2012). ¿Excluidos o incluidos? Recuperadores de materiales reciclables en latinoamérica. Revista Mexicana de Sociología, 74(2), 245–274.
Wasser, N. (2015). ¿Emergentes iguales o empresarios de la diferencia? El caso de una marca brasileña de moda. En M. Castillo Gallardo y C. Maldonado Graus (Eds.), Desigualdades. Tolerancia, legitimación y conflicto en las sociedades latioamericanas (p. 451-470). Santiago: RIL.

Trayectorias de Trabajadores por Cuenta Propia, Chile 1999-2008

Analizar datos es, que se le va a hacer, una de las cosas más agradables del mundo en mi humilde parecer. Y habiendo, entonces, empezado a realizar tan placentera tarea con los datos de mi tesis, no estará de más -aunque sea de forma muy preliminar- mostrar algunos de los primeros resultados.

Datos y Metodología.

El lector bien puede saltarse esta sección si quiere ir directo a los resultados. Pero hay que describir de donde salen estas cosas: La fuente de los datos es la Encuesta de Protección Social, que permite trabajar con historias laborales (en principio desde 1980). Ahora bien como las historias laborales en la EPS son recogidas por memoria, y bien sabemos que de la memoria de los entrevistados no cabe exigir demasiado, hemos pensado que 1999 (a 3 años de la primera ola, realizada el 2002) puede ser un buen punto de inicio. Se finaliza el 2008 de forma de tener una década completa -que permite que ‘sucedan’ diversas cosas en la historia laboral-, y porque es el último año del cual se tiene información completa en la EPS (la EPS 2009, la última publicada, no tiene datos de todos los casos para todos los meses 2009).

Se usaron solo casos con información completa (i.e sin brechas y que respondieran todas las olas), y se usaron -dado que nos interesan trabajadores por cuenta propia- casos de personas que tuvieran al menos una de sus situaciones laborales como trabajador de este tipo. Esto arroja un total de 3.282 casos para análisis.

El análisis realizado fue análisis de secuencias (se usó en particular el paquete TraMineR para R –aquí el manual en línea-). Las secuencias fueron generadas mediante combinación de condición laboral (trabaja, desocupado e inactivo) y de categoría laboral (empleador, cuenta propia, asalariado, otros -por ejemplo, Familiar No Remunerado). Ellas fueron simplificadas para el análisis a 4:

  1. Empleador
  2. Cuenta Propia
  3. Dependiente (incluye asalariado y otros)
  4. Sin Trabajo (desocupado e inactivo).

Otros tenía menos de 1 mes promedio por persona por lo cual en general resultaba mejor -para simplificar el análisis- reunirlo con asalariados (todos los otros eran, de una forma u otra, dependientes). Y aunque la diferencia entre desocupado e inactivos es muy importantes, para nuestros propósitos lo más crucial es sencillamente que ninguno de ellos trabaja).

Para generar segmentos -que es uno de los usos comunes de este tipo de análisis- se usó como medida de distancia Optimal Matching (hay otras alternativas, pero OM tiene más tiempo y algo mejor lo conozco, aún cuando se ha discutido bastante sus limitaciones en la literatura), y los grupos fueron generados mediante un cluster jerárquico (usando Ward como mecanismos de aglutinación).

Y ahora a los datos.

 

Resultados Generales.

Antes de describir los segmentos, resulta de interés -en todo caso- determinar algunas características generales de las historias: ¿Cuanto tiempo pasan nuestras personas en cada estado? ¿Por cuantas situaciones laborales pasan las personas? ¿Que tipo de secuencias de estados son las más comunes?

Los resultados de todas estas preguntas llevan a una conclusión clara: los trabajadores por cuenta propia no son, finalmente, un conjunto de personas aparte y claramente separado del resto.

En primer lugar, porque entre quienes han tenido esa experiencia, el porcentaje de tiempo (en una década completa) que están como trabajadores por cuenta propia es menos del 50%. Específicamente, un 46,2%.

Tabla 1. Tiempos Medios por Estado.

Variable Empresario Cuenta Propia Dependiente Sin Trabajo
N° Meses (en 10 años) 5,5 55,4 29,8 29,3
Porcentaje 4,6% 46,2% 24,8% 24,4%

En segundo lugar, y claramente asociado a lo anterior, porque sólo tener como experiencia ser cuenta propia es algo relativamente escaso entre estos trabajadores: Sólo un 11% de las trayectorias son de trayectorias de personas que sólo han sido trabajadores por cuenta propia. El gráfico muestra además que en nuestros datos existe una gran variedad de secuencias (las 10 primeras suman sólo un 44.2% de ellas)

Gráfico 1. 10 Tipos de Secuencias más Frecuentes (en Porcentaje)

Gr+ífico_1_-Secuencias_m+ís_frecuentes

Esta diversidad de secuencias (y estamos observando sólo en términos de pasos en ellas, no tomando en cuenta la duración) hace entonces preguntarse también, ¿cuantas situaciones pasa alguien que ha sido trabajador por cuenta propia en una década? Los números al respecto son bastante claros, en promedio son 3,98 situaciones (o sea, la duración por situación es de alrededor 2,5 años en promedio). La mediana es 3, y el cuartil 1 ocurre en 2 situaciones y el cuartil 3 tiene 5 situaciones (o sea, el 50% de los casos tiene entre 2 y 5 situaciones distintas en 10 años). El máximo en la muestra es de 28 situaciones distintas (que es casi 3 por año). Si tomamos en cuenta que la medida de cambio de situación es sólo el cambio de categoría laboral y no incluye, por ejemplo, cambiar de trabajo siendo en ambos asalariado, podemos observar la inestabilidad de estas trayectorias.

La diversidad de trayectorias envía de inmediato a la siguiente pregunta: ¿Qué tipos de trayectorias existen?

3 tipos de trayectorias entre trabajadores por cuenta propia.

Una clasificación jerárquica tiene la ventaja que permite, al observar el dendrograma completo, determinar visualmente el mejor número de grupos, y además permite establecer cómo ellos se relacionan entre sí. El dendrograma generado para este análisis muestra que 3 es el número más adecuado para clasificar (como lo muestra con claridad el gráfico 2). De hecho, realice algunos análisis con otro número de grupos (6 que correspondía el punto en que cada uno de los principales se dividía), pero no arrojaba mayores diferencias. También nos muestra el dendrograma que dentro de estos 3 grupos centrales hay dos que están más cercanos entre sí (el grupo de la derecha es el primero que se diferencia). En los gráficos y tablas que se presentan a continuación entonces los Grupos 1 y 3 son más cercanos entre sí que lo que lo son en relación al Grupo 2.

Gráfico 2. Dendrograma de Historias Laborales de Categoría.

 

dendograma_4_condcat

Una primera forma de determinar en qué consisten estos segmentos consiste en observar la evolución de los estados a lo largo del tiempo, que es lo que muestra el siguiente gráfico (la escala es mes, por lo que y229 se refiere al mes 229 desde el inicio del período de la EPS, que es Enero de 1980, para publicación serán corregidos estos problemas)

 Gráfico 3. Evolución de Estados Laborales entre Segmentos

 

seqdplot_4_condcat_3_grupos

Los resultados nos muestran que:

  • El G1 (40,2% de la población) es claramente un grupo de alta predominancia de trabajadores por cuenta propia (aun cuando esta es algo más baja posteriormente)
  • El G2 (36,1%) es un grupo de trabajadores asalariados que convive con períodos de independencia (y de estar sin trabajo)
  • Y finalmente el G3 (23,7) es un segmento de personas que no tienen trabajo pero que cuando lo hacen son trabajadores por cuenta propia.

Uno de los segmentos que aparecía en el análisis con 6 grupos era uno que combinaba ser empleador y luego pasaba a ser trabajador por cuenta propia (y era el único que tenía una personalidad propia al desglosarse en mayor detalle los grupos), este grupo queda subsumido en el G1 en la actual clasificación.

Estos resultados se muestran también con claridad cuando se examina el tiempo promedio de cada grupo en cada uno de los estados como se hace en la siguiente tabla:

Tabla 2. Tiempos Medios por Estado en cada Segmento (Porcentaje)

Estado G1 G2 G3
Empresario 7,7% 3,1% 1,7%
Cuenta Propia 76,5% 24,6% 27,7%
Dependiente 6,4% 57,1% 6,8%
Sin trabajo 9,3% 15,2% 63,8%

Efectivamente el G1 es un grupo centralmente de trabajadores por cuenta propia. Ahora bien, ni siquiera en ellos la mayoría sólo ha sido trabajador por cuenta propia: un 27% del segmento tiene ese tipo de trayectoria. Es además el grupo que tiene mayor presencia de situaciones empresariales (de hecho es tan común como ser dependiente para ellos).

El G2 es un grupo de asalariados que además tiene experiencias de cuenta propia: 57% del tiempo como asalariado y 25% como cuenta propia. Es interesante que este grupo tiene mayor permanencia sin trabajo que el G1 (15,2% contra 9.3%). Es además un grupo muy diverso en sus tipos de trayectorias: las 10 más comunes suman un 35,8% del total del grupo.

El G3 se define por el hecho de ser inactivo (64%), y que cuando trabaja tiende a ser cuenta propia (28%), más que dependiente. De hecho, las 4 secuencias más comunes del grupo son solo movimientos entre ser cuenta propia y estar sin trabajo.

Las referencias a la diversidad de trayectorias también nos hace preguntarnos sobre el número de situaciones laborales. Es relevante mencionar que sólo en el G1 es posible tener un solo estado (i.e el estado de ser sólo cuenta propia quedo en ese grupo, y dado que el universo tiene esa condición no es posible un sólo estado en los otros grupos). Los gráficos de Boxplot que se muestran  a continuación son una indicación, en todo caso, de la diferencia que existe entre los grupos a este respecto:

Gráfico 4. Boxplot de Número de Situaciones Laborales por Segmento

boxplot_4_condcat_3_groups

 

Los resultados nos muestran que claramente el grupo 2 es el de mayor dispersión (el único donde el rango intercuartil supera las 5 situaciones, y donde más se extiende la dispersión hacia arriba -aún cuando es el G3 el que tiene la mayor dispersión absoluta, producto de algunos outliers. Por otra parte, el G1 tiene una dispersión bastante más baja -el Cuartil 3 se ubica al nivel o debajo del nivel de Cuartil 1 de los otros segmentos. En otras palabras, a pesar que ser cuenta propia es un estado relativamente inestable, y que se tiende a combinar con otras alternativas, quienes se concentran en ser trabajadores por cuenta propia tienen mayor estabilidad (y por lo tanto menos cambios de estado).

Entre la inestabilidad y la estabilidad, la diversidad y las combinaciones de estado hay mucho que decir. Y eso que no hemos tomado en cuenta hasta ahora nada de su ubicación social (no hemos dicho quienes son), ni tampoco de sus otras características laborales (por ejemplo, que tipo de oficios o en que sectores de la economía trabajan). Pero todas esas cosas son para otras entradas sobre el tema.