Suspension du «front de modernisation». Fin de l’émancipation comme seul destin possible. Est ce qui est pire: «nous» ne savons qui nous sommes, ni bien sûr où nous sommes, nous qui avons cru avoir été modernes… Fin de la modernisation. Il fout tout rependre (Latour, Enquête sur les modes d’existence, 2012, p. 22)
Latour nos recuerda unas pocas páginas antes de la cita sobre su tesis de Nunca fuimos modernos. En la Enquête (subtítulo; una antropología de los modernos) además nos menciona que, se haya sido lo que se haya sido, ya no podemos seguir siendo ello. La modernidad ni fue ni podrá ser.
En este sentido de abandono de la modernidad Latour, por cierto, no se encuentra sólo (y dado el giro de sus textos uno podría decir que Latour está en la perspectiva de algo recuperar de todo ello).
En un texto relativamente reciente sobre el pensamiento post-colonial, Julian Go nos dice:
But postcolonial theory is much more simply “bringing colonialism (or empire) in”. It is also a critique of knowledge, including social knowledge and certain strands of social theory. Related to its premise that empire is constitutive of modernity it is a recognition that empire is also constitutive of knowledge (Go, Postcolonial Thought as Social Theory en Social Theory Now (2017), p. 131)
Un poco más adelante, Go cita aprobando a Robert Young que indica que el pensamiento postcolonial es un ‘radical challenge’. Otra forma en que la modernidad (aquí imperial) debe ser abandonada y criticada.
Y sin embargo… Sucede que el gesto que se nos muestra, ese gesto de crítica radical (en el sentido de ir a la raíz), esa necesidad de partir de nuevo, dejando atrás la vieja tradición, es un gesto particularmente moderno. Sólo a los modernos se les pueden ocurrir (y proponer) esas cosas.
En estricto rigor, no sólo a los modernos. A los que quieren partir una nueva religión de salvación suelen plantear lo mismo; pero la modernidad es -y ya se ha mencionado más de una vez- secularización de cosas que aplicaban a la esfera trascendente.
El que la modernidad sigue ahí se muestra en otros momentos. El texto de Go, por ejemplo, plantea que lo que nos trae el novísimo pensamiento postcolonial es un reconocimiento del carácter situado del conocimiento (p. 149-50), un poco menos de 200 años que Marx dijera lo mismo (me imagino que ya se escribió el texto que muestra que muchas de las posturas críticas actuales son, en términos epistemológicos, equivalentes a las de Marx, sólo cambiando de sujeto).
Estas reflexiones provienen, y me refuerzan, de la idea que la modernidad, al fin, no es un conjunto de ideas, sino una forma de vida, una ‘condición’. Y que esa sigue siendo nuestra condición.