Un recurso inaccesible. El ‘buen sentido’ de los chilenos

Desde la perspectiva de un partidario del orden hay diversos elementos en la cultura política de la población chilena que muestra el Informe de Desarrollo Humano en Chile 2015 que debieran ser positivos. No sólo es un tema de valoración general del orden y preferencias por formas lo más pacíficas y ordenadas de realizar transformaciones. Tiene múltiples otras señales, entre las que se cuentan:

  1. Una perspectiva que frente a cualquier propuesta asume que ella tiene costos, y que por lo tanto requiere examen detallado. Plantear que un cambio no tendrá inconvenientes no resulta muy creíble -eso no implica que por ello no haya que realizar transformaciones, pero ellos requieren precaución. Al fin y al cabo, no hay soluciones totales.
  2. Una creencia que, en general, las transformaciones que se pueden esperar son de largo plazo (en el Informe se recogen incluso declaraciones que trasladan el largo plazo de los hijos a los nietos). Es por ello que se puede entender al mismo tiempo una demanda por cambios profundos, una demanda por cambios que deben esperar y al mismo tiempo una fuerte proporción que quiere cambios graduales: Lo que se desea es que se inicie el proceso, pero no se espera solución inmediata.
  3. Las anteriores disposiciones sumado al escepticismo frente a quienes intentan ponerse como líderes resulta también un elemento que frenaría los que ese mismo partidario denominaría peligro del populismo.

El sentido común de la población, podría decir el partidario, es un ‘buen sentido’: personas razonables que saben que las cosas son complejas y que no se puede esperar la utopía en la tierra. Este sería, entonces, un recurso a aprovechar.

 

Sin embargo, esas disposiciones resultan inaccesibles para el partidario del orden. Porque entre esa tierra prometida y la situación actual se yergue una barrera: la falta de credibilidad. Una cosa es que, en general, las personas asumen que las cosas no se arreglan en un sólo momento y otra cosa que te crea a tí esa afirmación: La sospecha que te estas aprovechando de mi carácter razonable para venderme como imposible lo que es posible o como necesitando más tiempo del que efectivamente requiere. Bastantes veces se me ha engañado, diría la voz ciudadana y el Informe muestra una alta proporción de la población que estima que no se cumplen las promesas de los gobiernos, y luego no confío en lo que dices.

Sin una base de confianza, sin la expectativa que ese hablante que declara razonabilidad no está más bien defendiendo sus propios intereses y no los de la ciudadanía en general, resulta imposible aprovechar -para este partidario del orden- el ‘buen sentido’ algo conservador del chileno.

Sus propias acciones, si se quiere, han hecho que no pueda aprovechar lo que más le interesaría. Ahora bien, si ello es correcto, tendríamos otro ejemplo más de consecuencias inesperadas de la acción -que es, después de todo, la base de todo buen análisis social.

La Politización desde la Ciudadanía en 7 tesis (IDH Chile 2015)

En esta entrada resumiremos el contenido de Los Tiempos de la Politización en unas pocas tesis de forma de permitir una vista rápida de su contenido. Mientras en la anterior entrada intentamos dar una formulación general que cubriera lo central del Informe, aquí intentaremos cubrir los diversos temas que se tratan en él, en particular aquellos centrados en ciudadanía.

1. Chile vive tiempos de politización.

1.1 Esto se manifiesta centralmente en la creciente discusión pública. Crecen temas y discuten más actores. Lo que parecía establecido se transforma en discutible.

1.2 Dicho proceso se despliega de forma heterogénea. En algunos aspectos y momentos es más fuerte y en otros opera con más dificultad.

1.3* Esto hace que como sociedad estemos obligados a enfrentar preguntas que no estamos en condiciones de responder.

2. Estos tiempos de politización operan sobre y transforman una fuerte demanda de cambios

2.1 Existe un fuerte consenso negativo (acuerdo en que no es este el Chile que queremos), lo cual no implica un consenso positivo (cual es el país que queremos)

2.2 Para comprender la demanda de cambios es central entender que querer cambios es mucho más extendido que el malestar con la población. No es necesario estar molesto para desear cambios profundos.

2.3 La demanda de cambios no es algo nuevo, aunque de su profundidad no sea clara.

2.3.1 Ha cambiado la fuerza de dicha demanda. Mientras antes se enfatizaba la necesidad de tomarse tiempo para cambios, en el contexto actual es más relevante la falta de disposición a la espera

2.3.2 Pero el cambio más importante es más bien el hecho que esa demanda ahora encuentra expresión en acciones. Es el hecho que esa demanda se expresa es lo que produce un cambio en la situación política -porque esa expresión obliga a los actores políticos a reaccionar y a tomar en cuenta esas demandas (no necesariamente a seguirlas)

3. La visión de la política de los chilenos se sintetiza en una doble demanda: orden y participación

3.1* La relación entre el orden y la politización no es de simple coexistencia, sino están relacionados: Es porque quieren orden que quieren participación, porque en su visión el orden se asegura cuando es el pueblo que participa

3.2 El núcleo desde el cual se entiende lo anterior es una imagen extremadamente negativa de los actores políticos y las consecuencias que de ello obtienen

3.3 Para los ciudadanos normales los políticos se definen por su alejamiento de la ciudadanía (no representan los intereses) y por el hecho que sus acciones no tienen mayor sentido (es una esfera falsa donde sólo hay pretensión pero no realidad).

3.3.1 Los políticos son categorialmente negativos y todo lo que hagan será mal visto. Si hacen A (realizar acuerdos) se observará negativamente -están todos coludidos; si hacen anti-A (no producen acuerdos) se observará negativamente -sólo se preocupan de sus propios intereses y no del país. Es un supuesto irrefutable -no hay circunstancia concebible que permita observarlos positivamente

3.3.2 Esto se asocia a la dificultad para que las personas se sientan representadas. Dado que todo político traiciona, la desconfianza aparece cómo la única respuesta sensata. Quién quiere representarme, bajo esta idea, quiere hacerme daño.

3.3.3* Es importante destacar que desde el punto de vista de la ciudadanía, los expertos no son equivalentes a los políticos, y la visión del experto es -de hecho- más positiva. Pero esto en particular en la medida que el experto apoya pero no reemplaza a la ciudadanía.

3.4 Esta desconfianza por los políticos se une a una fuerte valoración y demanda por democracia. Las personas quieren más democracia de la que perciben en Chile. O para decirlo de otra forma, la crítica a la democracia real se hace desde la democracia ideal.

3.4.1 Lo anterior tiene como consecuencia que esta crítica tan fuerte a los políticos -que no es la primera vez que ocurre en Chile (y por cierto es anterior a la dictadura) no se transforma en una petición de líder fuerte. No es esa la forma que se explora para resolver los problemas actuales.

3.5 Los chilenos y chilenas prefieren, en vez que sea el gobierno o los políticos que resuelvan los problemas, que sean los propios ciudadanos. Existe una fuerte valoración y legitimidad de toda decisión de democracia directa.

3.5.1* Es probable que más que una valoración directa positiva de las decisiones directas, esto sea más bien resultado del rechazo a los políticos. Esto debido a que la concepción de la ciudadanía de la población enfatiza más bien los deberes que actividades de participación más intensas. La participación no se valora tanto en sí misma, pero representa algo necesario debido a que no hay otra opción.

3.5.2 Es relevante mencionar que la valoración de las decisiones directas -que la buena decisión es la que hace el pueblo- es un asunto de legitimidad, no de acción. El mismo que declara que lo que se decida a través de un plebiscito es válido y legítimo no implica que vaya a votar en dicho plebiscito.

3.5.3* Por otro lado, puede que -desde el punto de vista de la legitimidad- ello no constituya problema. Efectivamente aunque no vote sí de por válido y establecido aquello que se decide de las formas preferidas. La legitimidad procedimental es relevante, y el hecho es que al parecer el procedimiento legítimo es el que opera a través de la democracia directa.

3.6 La participación, desde el punto de vista de la población, produce orden: Los políticos producen desorden, pero el pueblo produce orden.

3.6.1 Y esto porque el pueblo está naturalmente ordenado: El pueblo está en el consenso. Para los chilenos la buena política es administración -resolución de problemas consensualmente definidos y para los cuales hay criterios consensuales de solución.

3.6.2* Esto no quiere decir que no exista una valoración del pluralismo. Pero no es un pluralismo ideológico -de las distintas visiones (porque en ellas se supone que hay consenso). Es más bien la idea que nadie tiene el monopolio de las buenas ideas, y que ellas pueden provenir de cualquier parte -y por eso hay que estar disponible a ellas (un idea que, de hecho, es bien clásica, casi ciceroniana a decir verdad)

3.7 El orden es una de las principales demandas políticas de la población: lo bueno es ordenado y el cambio es bueno sólo, entonces, en la medida que sea ordenado. Esto se manifiesta en su evaluación de las manifestaciones, las que sólo se aprueban en la medida que pueden ser observadas como ordenadas.

3.7.1 Esto tiene como consecuencia una importante valoración del hecho que se cumpla la ley. Es interesante que mientras la confianza en todas las instituciones es muy baja, la norma de cumplir con sus órdenes es más alta. No se confía en quienes detentan sus posiciones pero sí se plantea la abstracta necesidad de cumplir con la ley. Un gobierno de leyes y no de hombres -que es también una idea muy antigua.

3.7.2* La centralidad del orden puede observarse como des-politizadora. Pero ello es equivocado. Quién se moviliza y demanda cambios cree en el hecho del orden, y por eso lo que quiere e intenta lograr es cambiar ese orden por otro orden nuevo. Quien reclama por una ley convocando a hacer una nueva ley es un creyente claro en la ley. Mucho más despolitizador, y en cierto sentido mucho más corrosivo, es quien cree que no tiene mayor sentido preocuparse o cumplir con las leyes. En realidad, desde el punto de vista del así llamado ‘partido del orden’ las movilizaciones en realidad son un recurso, no un problema.

3.8 Luego, al combinar las hebras del razonamiento que hay en la cultura política chilena volvemos a nuestro punto de inicio: las personas quieren orden y participación.

4. Los chilenos se relacionan con la politización de múltiples maneras. Es una realidad heterógenea.

4.1* Por decirlo de alguna forma, hay distintas formas y maneras de dar cuenta de los elementos comunes que hemos mencionado hasta ahora. Se puede plantear que los chilenos y chilenas están buscando alguna alternativa que de cuenta de todo lo que quieran, porque todavía no la han encontrado.

4.2 Se pueden establecer diversas dimensiones de esa heterogeneidad, una de las centrales dice relación con las distintas conformaciones de involucramiento público de la población. Se distinguen seis grupos.

4.2.1 Uno de ellos son los comprometidos -que tienden a tener valores relativamente altos en todas las modalidades de participar en la politización (por ejemplo, informándose, organizándose, votando etc.)

4.2.2. También están los comprometidos individuales que se involucran en este proceso sin usar modalidades que demanden acción organizada. Cada uno se informa y discute pero no participa colectivamente.

4.2.3 Los colectivistas tienen -en comparación con otros grupos- una mayor presencia de participación organizada, que es la menos común – y algo menos de modalidades más formales (Pero en general la participación colectiva es baja, así que a pesar de tener más que los otros, no participan organizadamente más que lo que hacen otras modalidades)

4.2.4 Los observadores participan de este proceso sólo a través de su interés en informarse. Están atentos a lo que sucede, pero no hacen más que eso. Es importante no menospreciar esta forma -es a partir de esa observación que generan opiniones y respuestas, que -si recogidas mediante estudios- bien pueden terminar afectando el proceso político en general.

4.2.5 Los ritualistas se centran más bien en las modalidades más formales. Simplificando, sólo votan -ni se informan, ni observan, ni conversan ni se organizan. Creen que hay que cumplir con el deber cívico de votar, pero una vez cumplido con sus deberes no es necesario hacer nada más.

4.2.6 Finalmente están los retraídos (alrededor de un cuarto de la población) quienes prácticamente no realizan involucramiento alguno: ni preocuparse, ni conversar, ni participar, ni estar organizado, ni votar. Nada.

4.3 Cuando se observan estas variaciones queda clara la diferencia entre malestar y politización. El grupo más molesto, los retraídos, son los más alejados del proceso. Y el grupo menos molesto son los colectivistas, quienes de hecho están involucrados de manera importante. Como ya se dijo con anterioridad estar involucrado activamente requiere ciertas creencias y esperanzas -y quién está radicalmente molesto no las tiene.

4.4 Desde el punto de vista del proceso de politización, es la combinación lo importante. No es necesario para mantener el proceso que, por ejemplo, todos sean comprometidos. Pero en la medida en que todas estas modalidades se combinan pueden mantener el proceso en marcha: mientras algunos observen, otros conversen, otros marchen, otros se organicen y otros voten se pueden poner ciertos procesos en marcha. La politización no requiere movilización total.

5, Con relación a las posibilidades que abre el proceso, los ciudadanos se mueven entre el escepticismo y la esperanza.

5.1 En general, creen que realizar cambios es posible. Pero esto no implica que estimen que   los cambios que se realicen sean los que se cumplan.

5.2 Los ciudadanos piensan con facilidad múltiples problemas para que se realicen cambios. El escepticismo es una respuesta aceptada y creíble.

5.3 Sin embargo, a pesar de todos los problemas -que en principio harían razonable concluir que nada se puede hacer- en las conversaciones grupales aparece una resistencia a llegar a esa conclusión, y aparece una voluntad de dejar abierta dicha posibilidad.

5.4 La conversación se mantiene en la pregunta de si se podrá más que en una respuesta.

6. La politización es un proceso: No tiene ni trayectoria ni punto final determinado. La ciudadanía está explorando posibilidades, se contradice y no alcanza conclusiones definitivas. Todavía no es claro cuáles son las modalidades a través de las cuales se resuelven los temas que pone la politización.

7. En la actualidad, la politización nos obliga a plantearnos preguntas que no estamos en condiciones de responder. La posibilidad de responderlas es algo que se genera al interior de ese proceso.

 

NOTA 1. Los datos que subyacen a las tesis están en el propio informe.

NOTA 2. Las tesis con asterisco son tesis que se derivan de los datos, que permiten explicarlos, pero no corresponden directamente a los datos -son una interpretación (que creo sensatas).

NOTA 3. En esta entrada con ciudadanía nos referimos a quienes no son parte de las elites (o sea, quienes tienen posiciones de poder importantes) o son parte de las dirigencias de movimientos sociales (algunos de los cuales de hecho son también parte de la elite). En otras palabras, los ciudadanos de a pie.

 

Un Informe Lechneriano. El Informe de Desarrollo Humano 2015

portada-final-2015Finalmente salió el Informe de Desarrollo Humano 2015, Los Tiempos de la Politización, en el cual trabajé -siempre tiene algo de alivio que salgan las cosas que uno hace. El Informe está disponible en este link. Ahora bien, aquí aprovecho de presentar lo que de acuerdo a mi opinión son las cosas más interesantes del Informe.

Cuando me integré al equipo -el trabajo del Informe ya estaba iniciado en ese momento- una de las primeras cosas que conversamos fue que el texto de Norbert Lechner sobre la Conflictiva y nunca acabada construcción del Orden deseado (de 1984) era clave para entender la situación actual. Algo en broma, que la mejor recomendación que uno podía hacer era la de leer ese texto. La intención de esta entrada es fundamentar un poco esa impresión.

Al tratar de interpretar los resultados que se obtenían de la encuesta, de los estudios cualitativos y de el estudio de prensa, una formulación que se ensayó, y que a mí personalmente me gustaba bastante, fue la que Chile experimentaba una politización profunda pero frágil. Al final se optó por no usarla porque cuando la comunicábamos nunca se entendía bien, pero como este es mi blog y sólo tiene mis opiniones personales puedo darme ese permiso.

El punto de partida era que en la discusión sobre los procesos en curso uno podía observar al menos dos posiciones polares. Una que minimizaba los procesos de politización -insistiendo en que la ciudadanía estaba más bien lejana y estos son temas de unos pocos y otros que la maximizaba -insistiendo en una ciudadanía empoderada. Indicios y señales para cada una de ellas no faltaban, y de hecho no faltan en el propio Informe. La idea era que ambas posiciones observaban algo, y no se equivocaban en ello, pero no observaban el conjunto del fenómeno: cada una tenía un punto ciego. Por otro lado, tampoco era una simple asunto de ‘la verdad está en el medio’, porque cada uno efectivamente observaba bien una parte. La idea era que estas posiciones se pueden combinar en el aserto de profunda y frágil.

La politización es profunda porque está en todas partes, y es ello lo que observan quienes maximizan el proceso. Durante la elaboración del Informe a veces nos decíamos que cualquier día podíamos tomar el día y observar sus señales. Y como muestra en estos días de abril: Se promulga ley de Acuerdo Civil, se discute Reforma Laboral, están las próximas recomendaciones de la Comisión Engel, la bancada AC propone reforma constitucional etc. Uno puede observar discusiones en todo nivel, y cada día de más temas y con más actores; uno puede observar la incorporación de nuevos actores; movilizaciones -que con sus flujos y reflujos de todas formas están en un piso más alto que durante el cambio de siglo por decir algo; e incluso al nivel de las conversaciones de los ciudadanos sobre los temas públicos. El hecho que la politización fuera ineludible era lo que nos referíamos con profundidad.

La politización era frágil porque, a su vez, cada uno de los actores involucrados lo hacía con problemas y trabas internas. En la ciudadanía, donde mucha crítica hay, no es claro que sus acciones estén a la altura de lo que esa crítica demanda. Una cosa es involucrarse en el sentido de estar atento a lo que sucede, de tener opinión sobre los temas públicos y otra participar activamente (desde el voto hasta la movilización). En los movimientos sociales, donde la idea que ellos representan el sentir de la ciudadanía muchas veces simplemente se asume, y la distancia y la diferencia con los ciudadanos -que de hecho existe y es relevante- no se tematiza ni trabaja. En el caso de la élite donde la reacción de temor y reticencia frente al proceso es bastante común, y precisamente por esa actitud se dificulta su rol en él (o sea, es más difícil ser élite en estos tiempos). El que todos los actores actuaban casi a tropezones era a los que nos referíamos con frágil.

En última instancia, más allá de si la formula de profunda pero frágil comunica bien la impresión que se tenía, lo relevante era la consecuencia. Porque implica que la sociedad chilena se está planteando preguntas que no está en condiciones de responder.

La tarea de construir esas condiciones es una tarea intrínsecamente política -es construir un espacio social para la labor política. En la tarea de construir esas condiciones, para volver al inicio de esta entrada, la lectura de Lechner no parece estar de más. Más allá de lo que uno opine de su obra, el caso es que una de las preguntas centrales del Chile de hoy es, precisamente, una de las preguntas centrales de Lechner: ¿Cómo hacer política?

En la presentación del informe PNUD 2012

El miércoles asistí a la presentación del Informe de desarrollo Humano 2012, Bienestar subjetivo: el desafío de repensar el desarrollo, y durante la presentación, y más aún en los comentarios aparecieron algunas cosas interesantes.

En esta entrada no nos dedicaremos a analizar el Informe como tal -para ello escribiremos algo el fin de semana.. sino a observar las reacciones. Sólo nos limitaremos a plantear uno de los resultados centrales: La coexistencia de altos niveles de satisfacción con la vida personal con altos niveles de insatisfacción en relación a la sociedad. La dificultad de esa afirmación es que por alguna extraña razón se tenderá a verla como una paradoja y se tenderá a elegir una de las dos partes (la última posibilidad fue mencionada explícitamente por Pablo González que presentó por el PNUD el Informe, y si uno observa el estado del debate público va a ser la tónica en general).

La primera comentarista fue Clarissa Hardy. Quien primero se dedicó a discutir el tema conceptual de la felicidad y de la diferencia con bienestar, y acerca de las limitaciones de la felicidad (ejemplo: feministas que después de todas sus luchas bien podrían decir que estaban satisfechas por sus vidas, pero poco probable que dijeran que son felices). Sin embargo, lo central de su intervención estuvo al final donde resueltamente decidió que a ella creía en la parte donde la gente está infeliz pero no donde está feliz. Veamos los argumentos

(1) En primer lugar, que bueno, la gente siempre miente en estas cosas: le cuesta declarar que está insatisfecha con su vida. Cierto, pero de todas formas se observa un movimiento de aumento -y dado que el sesgo es permanente, el movimiento sigue siendo válido. Pero para abundar en este argumento, insistió en que la gente siempre dice que tiene mejor situación en lo local que en lo general (‘la educación en Chile es un desastre pero el colegio de mi hijo es super bueno’). Lo cual también es cierto pero no indica que la gente esconda su opinión real, sino que efectivamente piensa ambas cosas. Uno puede declarar como analista la inconsistencia, pero que la percepción ocurre de esa forma, bueno así ocurre.

(2) En segundo lugar, porque esa satisfacción con la vida personal que está centrada en la familia, y en la idea de la familia como refugio, no es compatible con los altos niveles de violencia intrafamiliar y otras cosas. Ahora, aquí el tema es que altos niveles de violencia intrafamiliar todavía pueden ser conductas relativamente poco comunes, tanto en que muchos no la experimentan como, más crucial creo, no la experimentan todos los días(*); usamos criterios distintos para evaluar cuando algo es común en actividades diferentes. Alguien que sufre una agresión en su familia puede, de todas formas, estimar que en general su casa es un lugar de refugio y un lugar que en general está bien y donde están sus seres queridos. Más aún, la idea de la familia como refugio es coherente con muchas otras evidencias: el INJUV reporta encuesta tras encuesta que los jóvenes en general encuentran que tienen buenas relaciones en sus familias, las conductas de compra y consumo muestran la centralidad de la familia, las movilizaciones estudiantiles del año pasado que fueron apoyadas en general por sus familias también pueden verse como una muestra.

De hecho, creo que lo central en torno a esta incomprensión de la felicidad personal se expresa en otra de las afirmaciones: el recuerdo que hizo Hardy de la situación del informe del 1998, como si la diferencia entre ambas situaciones es que lo que era en 1988 era soterrado ahora era abierto. Pero creo que hay más y justamente es en el tema de la vida personal. En 1998 los chilenos se retrayeron a su vida doméstica y lo que intentaron fue mejorarla. Tenían un diagnóstico de dificultades (la visión de la familia era más negativa en esa epoca como lo mostraba el informe 2002), era un esfuerzo difícil pero el caso es que, de acuerdo a su percepción, lo lograron (por ejemplo: con todo, se pudo lograr que los hijos se educaran). Y es esa experiencia de mejora y esa sensación de confianza en sus capacidades lo que fundamenta la mejor percepción subjetiva. Al mismo tiempo, la falta de esa situación en relación a la sociedad se percibe como más negativa: Si yo puedo hacer lo que a mí me corresponde, que es mejorar mi vida, ¿por qué las élites no pueden hacer lo que a ellas les corresponde, que es mejorar la sociedad? Más aún, cuando esas insuficiencias pueden amenazar los logros que yo hice (y no el modelo, contra lo que algunos piensan). En otras palabras, el malestar con la sociedad se fundamenta en la satisfacción con la vida personal. Hay una cierta necesidad del pensamiento crítico en insistir en que la gente vive mal para fundamentar la necesidad del cambio, pero en la coyuntura actual de Chile más bien es que precisamente es la satisfacción personal lo que genera y potencia el reclamo hacia la sociedad.

 

El segundo comentarista fue Eugenio Guzmán. Y hay que decir que comentarios más desordenados pocas veces he escuchado. Por cierto aprovecho de decir una gran cantidad de cosas que no venían a cuento (independiente de lo que uno piense sobre la utilidad de la sicología evolucionista, no era relevante para la discusión). Entre medio dijo algunas cosas interesantes y otras notables por lo que no dijo.

Lo interesante fue, centralmente, algunas comparaciones con las encuestas de Hamuy, y como hay cosas que se han mantenido prácticamente igual durante 40 0 50 años -como por ejemplo la falta de confianza en las personas.

Ahora, el problema es que si bien la confianza en las personas siempre ha sido baja, entonces el contraste con la caída abrupta con la confianza en las instituciones (que Guzmán reconoció en otro momento de su intervención) es aún más notable. Pero de hecho y con esto pasamos a las cosas que no dijo, la ausencia del nivel institucional fue muy clara.

Al hablar de las molestias de las personas en torno al respeto y a la dignidad, Guzmán se centró en cosas por ejemplo de ‘colarse’ en las filas y otras conductas individuales de las personas. Pero lo central es que, si bien esas cosas son parte de la sensación de falta de respeto, no son el lugar central donde se genera esa percepción: No es algo que ocurre al nivel de las relaciones interpersonales, sino algo que las personas sienten que los poderosos hacen con ellos. Pasar por alto esa dimensión no deja de ser relevante.

Y es relevante porque nos lleva a la segunda ausencia. Guzmán declaró que quizás la ausencia de un nivel político/social en las concepciones de felicidad y bienestar no era extraña, que quizás era puro sentido común. Pasaba entonces que no había demanda hacia la política. Ahora, quizás no este de más recordar que las ciencias sociales, entre las cosas que hacen, es preguntarse sobre el sentido común, preguntarse de cómo se construye lo ‘obvio’. En otras palabras, es un objeto de estudio no una categoría de análisis. No podemos nosotros decir al analizar algo, ‘ah, pero es sentido común’. Más allá de lo anterior, el caso es que la molestia hacia las instituciones hace que el nivel político no sea solamente algo que desaparece: Hay una molestia hacia ese nivel y hacia las elites. Y ese dato no puede pasarse  por alto.

De hecho, independiente de lo que suceda con las movilizaciones estudiantiles, el caso es que estamos ante una sociedad que está en proceso de recuperación del ámbito político. Puede que el nivel álgido de movilización baje, pero es difícil que se vuelva a estar en una situación como mediados de los ’90. Quizás es producto del escenario de organización institucional, pero que nadie se refiriese al tema estudiantil -cuando el día anterior a la presentación se había tenido una marcha de alguna magnitud- no deja de ser notorio.

En general, la marca de la intervención de Guzmán fue reconocer los datos pero quitarles importancia: Hay cosas que son de siempre, la insatisfacción colectiva se entiende como cosas de relaciones interpersonales, algunas de estas cosas son puro sentido común etc. Por ejemplo, al hablar de las concepciones de felicidad nos dice que, bueno, muchas de ellas son antiguas, y ciertamente no tienen que ver con un post-materialismo. Pero eso olvida que independiente de ello, no es lo mismo una sociedad que piensa la felicidad como disfrutar de los placeres de la vida a una que la piensa como vivir tranquilo (y en segundo lugar que la gente que uno quiere esté bien). Ambos podrán ser materialistas, pero un sentido hedonista no es lo mismo que una preferencia por la vida burguesa (que fue como caracterizó a la tranquilidad Guzmán). Al hacer todas las respuestas iguales, entonces lo que nos dice es que un poco da lo mismo cual sea la concepción.

Negar la relevancia de la información es, finalmente, negar que hay algo problemático o complejo en la coexistencia de satisfacción personal e insatisfacción hacia la sociedad. En última instancia, es una forma de negar las insuficiencias de la élite en nuestra sociedad.

 

En cualquier caso, las reacciones de los comentaristas nos plantea las dificultades del mensaje del informe en la discusión pública. Lo que no deja de ser penoso, porque no es un mensaje que esencialmente sea tan complejo.

De la sociedad como coerción, o una vuelta de Durkheim

Una de las características que los informes del PNUD han reflejado, creo, en todos sus informes es la idea de la falta de opciones de las acciones personales, debido a que -bueno- la ‘sociedad’, ‘el sistema’ (lo que sea) decía que había que ir en cierta dirección, y no quedaba más que seguir esa dirección.

Ahora, lo que pensé fue el hecho que si la sociedad está conformada por múltiples agentes autónomos (o al menos, ajenos a mi control), entonces subjetivamente siempre voy a experimentar la sociedad como imposición. Esto porque todas las consecuencias de las acciones de los otros producen un marco, una situación social que no he creado y que se imponen -como antecedentes- a la propia acción. Al momento de decidir tengo que enfrentar una situación social que ha sido creada por múltiples decisiones de múltiples actores.

La única forma de evitar eso sería o que los otros actores no fueran autónomos (fueran controlables por el actor) o las acciones no tuvieran consecuencias (de tal modo que hicieran lo que hicieran los otros, no afectaría mis posibilidades de acción). Ahora, por una parte, lo segundo es imposible. Las acciones tienen consecuencias, es por eso que las tomamos (que elegimos cierta opción en vez de la otra). Y en lo que concierne a lo primero, todo control siempre será parcial, en tanto haya decisiones que tomen los otros, no habrá forma de control total; y la capacidad de un actor para tomar todas las decisiones es bien limitada finalmente.

En otras palabras, la situación es insoslayable. Ni siquiera la creación de un actor colectivo que tome las decisiones por todos soluciona el tema. A un sistema con tres actores: Pedrito, Pablito y Danielito la creación de un actor colectivo lo que hace es agregar un nuevo actor, así que tendríamos ahora un sistema con cuatro actores: Pedrito, Pablito, Danielito y (Pedrito+Pablito+Danielito). Cada uno, nuevamente, autónomo y realizando cada uno acciones cuyas consecuencias serían subjetivamente, para cada actor, externas, una imposición.

Ahora, toda esta larga digresión sobre que un sistema creado por agentes autónomos se experimenta subjetivamente como imposición, nos hace ver que, al fin y al cabo, el bueno de Durkheim no estaba tan equivocado. También muestra que, en realidad, su idea que la sociedad se nos muestra como algo que se resiste a nuestras acciones no implica menoscabar las capacidades de los actores (de hecho, el argumento de este post es que precisamente ese resultado se basa en las capacidades de los actores sociales para, precisamente, actuar)

Las nuevas tecnologías: Un salto al futuro

Bueno, como el ultimo informe de desarrollo humano ya salió, ya tengo una copia (gracias Rodrigo), toca el tiempo de hacer comentarios. Y (sorry Rodrigo), pero me parece que no salió tan bien. Tres, creo, son los principales problemas:

  1. De la demanda de regulación. El problema es que, de verdad, no la hay. Los datos de la encuesta muestran que cerca de un 20% cree que cada quien debiera hacer lo que quiere y que un 30% creen que debieran haber regulaciones legales. El resto (casi la mitad) sigue la opción que, bueno, cada familia regulará a su modo. Ahora, reunir la regulación legal (colectiva) con la familiar, en realidad no tiene mucho sentido, y esconde el hecho principal: no hay gran demanda de acción colectiva o pública. El asunto sigue estando en el ámbito privado -del cual la familia es parte. Ahora, esto se debe a que -como el Informe bien dice- la demanda se piensa en términos de regulación moral (un poco como se piensa la regulación de televisión) y eso se asume es parte de lo que concierne a la familia. Ahora, en la preocupación por defender una demanda media inexistente de regulación, uno de los temas interesantes sobre regulación fue abandonado: El hecho que la regulación que piensan los chilenos sobre Internet tiene que ver con materias morales (¿que contenidos pueden ver los niños? digamos para ponerlo en términos muy concretos; que es el mismo tipo de discusión que se hace sobre televisión). Y si algo debiera estar claro es que los temas de regulación en Internet superan con mucho lo anterior. Entonces, la concentración moral de la discusión de la opinión pública en Chile es un dato interesante, y por cierto, medio abandonado en el informe (*)
  2. De la ambivalencia de la opinión. Hay que tener cuidado cuando uno analiza datos cualitativos que indican ambivalencia sobre un fenómeno. Esto porque nadie quiere aparecer como tan iluso como para pretender que todo está bien o como tan pesimista que no reconoce nada. Casi siempre, al menos en Chile, los datos de grupos indicarán que hay una ambivalencia, pero eso es más bien una característica general de cómo hablan los chilenos más que algo que nos de información sobre el tema. Y la encuesta nos dice que, básicamente, hay dos tipos de preguntas: Donde no hay opinión común, y donde hay opinión común positiva: 69% estima que las nuevas tecnologías van a acercar a Chile a los países desarrollados, 69% que es una herramienta fundamental para el desarrollo, 61% que las tecnologías entregan más oportunidades que amenazas. Y la población se divide más o menos por la mitad en si se controlan solas o la sociedad las maneja, si tendrán más poder las personas comunes o los técnicos y científicos, si serán más dependientes o libres. Ahora, eso indicaría que -ambivalencia y todo- hay una base positiva de opinión. Ahora, el hecho que esto no sea trabajado tiene que ver, creo, con el tercer punto:
  3. De las tecnologías más allá del desarrollo económico. Todas las opiniones claramente positivas sobre la tecnología son, finalmente, en relación a su aporte para el desarrollo económico. Y como el leit-motiv del informe es que hay que evaluar el tema más allá de eso, sino desde la perspectiva de las capacidades, del desarrollo humano etc. es claro que ese dato no sirve. Ahora, en eso hay una relación poco lograda, por decir lo menos, entre la parte propositiva, ideológica del informe (lo que el PNUD desea que Chile sea) de la parte descriptiva del informe (lo que el PNUD descubre lo que Chile es). Porque bien uno puede desear, opinar y defender que las tecnologías debieran verse como más allá del PGB, pero el caso es que una de las opiniones claras de la población es que sirven para eso. Sobre el resto, en realidad no hay opinión clara de la población (**)

Hay un cuarto tema que no me termina de convencer, pero siendo de índole más teórica mejor separarlo de lo anterior (que son problemas e insuficiencias de análisis). Y tiene que ver con el tema de ‘naturalización’. Básicamente, el informe opera con una oposición entre procesos que son vistos como naturales y procesos que son producto de deliberaciones colectivas. Cuando la sociedad maneja su destino es cuando hay discusión política y decisión colectiva. Otra cosa es ver los procesos como si fueran procesos naturales.

Ahora, creo que en eso hay una trampa. Todo sociólogo estaría inmediatamente de acuerdo con: ‘La evolución de las tecnologías no es un producto de la evolución natural. Es un acontecimiento histórico, condicionado por hechos culturales, políticos y económicos específicos, movilizado por actores con intereses particulares y que tienen imágenes determinadas acerca de la sociedad‘ (página 209) (***). Y estaría de acuerdo, digamos nuestro sociólogo medio, con la afirmación por motivos empíricos, porque sería sencillamente falso que el desarrollo tecnológico sea producto de una evolución natural.

Pero de ahí no se sigue que se tenga que realizar acción colectiva reflexiva (para que la sociedad ‘reine’ sobre estos procesos). Los procesos sociales que no siguen la lógica de acción colectiva conjunta siguen siendo procesos sociales. El lenguaje no se desarrolla a punta de grandes decisiones colectivas (sino más bien con múltiples decisiones separadas de múltiples agentes), y sigue siendo claramente un producto social -condicionado por hechos culturales, políticos y económicos específicos (y aquí puede seguir toda la cita del informe). O sea, de la falsedad que el proceso sea natural no se sigue per se la defensa de la acción reflexiva colectiva.

Por decirlo de algún modo, la oposición entre ‘la sociedad controla’ y ‘las tecnologías se manejan solas’ es una falsa oposición, porque los procesos de desarrollo tecnológico son procesos sociales (son parte de ‘la sociedad’). Que no sigan el proceso de deliberación colectiva pública es otra cosa. Pero al asumir una distinción doble (al reunir la distinción natural / social con el tema de la reflexividad colectiva de las decisiones), el Informe sencillamente no discute todas las posibilidades.

(*) Ahora, tampoco resulta tan extraño que el Informe no aborde ese tipo de posibilidades. Porque las proposiciones de regulación del Informe también tienen el defecto de provenir de una mirada muy restringida de las regulaciones sobre Internet. La condición tercera (promover regulaciones que resguarden los derechos de las personas) se transforma inmediatamente en una regulación para protegernos de los peligros de Internet: ‘Algunos derechos de las personas pueden verse vulnerados por la expansión de las NTIC y algunos de sus usos pueden tener efectos nocivos. Estos riesgos se despliegan en dos niveles, que están relacionados. El primero se refiere a los riesgos para la subjetividad individual que resultan de algunos usos nocivos de las nuevas tecnologías, derivados de la dependencia y del aislamiento. El segundo alude a las amenazas para ciertos derechos en el mundo de las redes, como la violación de la privacidad y las posibilidades de control casi permanente de las personas‘ (página 204). Ahora, lo que desaparece de esta discusión es las propias NTIC como espacio para ejercer derechos y la defensa de algunos derechos que existen actualmente con respecto a las NTIC que pudieran verse vulnerados. Se habla que las regulaciones deben ser compatibles con la libertad de las personas, pero esto tiene que ver con los límites de la regulación, no con el hecho que -en torno a los temas de regulación legal- quizás las NTIC fueran no solamente un riesgo.

(**) Lo que por cierto bien nos puede hacer concluir que si la sociedad está dividida sobre todos los temas d tecnología con la sola excepción de que sirven para el desarrollo económico, una mirada del Estado que enfatice el desarrollo económico es la única que refleja lo que hay de consenso en la sociedad. Pero dejemos la disgresión aquí. Lo relevante es que hay un punto de datos que no fue analizado con toda propiedad, y que afecta las conclusiones descriptivas.

(***) Corto ahí la cita porque el ejemplo que da el PNUD no es de lo más afortunado. Nos plantea que mucho de cómo era inicialmente Internet se debe a los intereses militares de defensa. Pero el hecho es que, aparte de la búsqueda de una red que fuera robusta frente a ataques, no hay muchas características iniciales de Internet que uno pueda pensar fueron diseñados desde la defensa. De hecho, inicialmente Internet era fuertemente académica (la web fue inventada en el CERN al fin y al cabo) y muchos de sus características estaban ordenadas en torno a los intereses de la comunicación académica: descentralización de los procesos decisionales (cada nodo decide sobre sus servicios), apertura de contenidos (cada nodo agrega contenidos a su gusto, sin control exterior). Parte no despreciable de la vulnerabilidad que da Internet a quien se conecta se basa en que en una red académica había pocas razones para limitar la conectividad, y por tanto el comportamiento default era la apertura de la conexión. Ahora, no es el tipo de cosas que uno asocie muy claramente a los militares.

Una nota sobre la proyección de los grupos bajos

Se me hizo notar el otro día que había un problema con mi comentario sobre el PNUD y su olvido de la vocación proyectiva de los sectores bajos: Que el proyecto de los grupos bajos (educar a sus hijos) no parece tan ‘proyecto’. Al fin y al cabo, los sectores medios también lo hacen. Y si es por ‘subjetividad’. ¿no sería el proyecto de los indigentes el conseguir dinero para el día? Básicamente, que el argumento usado lo que hace es quitar a la idea de proyecto toda utilidad.

Ahora, creo que el argumento no es suficiente. Porque el tema es que para los grupos bajos el educar a sus hijos (el darles la mejor educación) es un proyecto porque es algo difícil, que requiere planificar y programarse, que si no se planifica lo más probable es que no resulte. O sea, es algo posible que requiere esfuerzo. Para los sectores medios, la educación de los hijos no es proyecto porque, finalmente, no es un tema, no es algo que se ponga en duda. Por algo en los grupos medios, al preguntarsele por proyectos el tema de educación no aparece. Lo que constituye proyecto (algo complejo que depende de una buena organización para que pueda suceder) depende de las circunstancias. Para mí varias cosas son proyectos que para alguien en una situación económica más acomodada (digamos Piñera) no requiere de proyecto, es algo cuya factibilidad sería obvia.

Y esa es la diferencia entre los grupos bajos y medios. Los sectores medios se moverían entre lo que se da por descontado y lo imposible. No hay lugar para un proyecto, y menos para proyectos que logren orientar la propia vida. Los grupos bajos tienen, aparte de lo que se da por descontado (i.e que no se morirán de hambre) y lo imposible, el espacio de los proyectos: lo que s es posible de lograr si uno se planifica para ello. Y eso sería lo que habría olvidado el PNUD.

A propósito de los proyectos y ese tipo de cosas, o del informe PNUD del 2004

A propósito de una conversación del otro día -en la que la perdida de mi tradición personal de criticar los informes del PNUD fue hecha notar- procederé a hacer su continuación.

Y de hecho a discutir que el informe del poder del PNUD no hace uso (o no hace uso suficiente, seamos más sensatos en la crítica) de uno de los hallazgos más interesantes. Parte de los estudios de base del informe fue, como siempre, un estudio de grupos de discusión (realizados por la Universidad de Chile, bajo la dirección de Manuel Canales, estudio en el que participé).

Ahora, uno de los temas más interesantes decía relación con la postura de los diferentes grupos sociales con respecto al tema de sus proyectos. Porque el caso es que el grupo más ‘proyectado’ eran los pobres. Los únicos que además de sueños e ideas tenían un proyecto. Un proyecto que funcionaba como proyecto tanto en el sentido de:

  1. No ser solamente una expresión de deseo (‘me gustaría hacer esto’) sino implicando planificación y acciones específicas (‘estoy es lo que hay que hacer’)
  2. Basarse en un fuerte sentido ‘realista’ de las limitaciones y posibilidades. El proyecto se asume como difícil, con diversos peligros a la mano, pero en esencia realizable.

En ese sentido, los pobres estaban plenamente en el mundo del proyecto, en el mundo de lo posible. Los grupos medios, a lo más, estaban en el mundo del deseo (‘sería tan bueno hacer esto’) pero nunca con la capacidad de ordenar la propia vida que implica tener un proyecto.

Por cierto, el proyecto de los grupos pobres era bien claro y universal: la educación de sus hijos. He ahí lo que funciona como principio ordenador de sus actividades.

Pero el informe, aunque algo reconoce de lo anterior, no lo destaca lo suficiente, prefiriéndose centrarse, en mi impresión, a las dificultades de proyección de los grupos bajos. O sea, a decir -nuevamente- que los grupos de menores ingresos están en una posición compleja y vulnerable. Pero eso lo sabemos, lo interesante era destacar lo otro.

En cualquier caso, el mundo está lleno de oportunidades desaprovechadas. Una más no cambiará profundamente las cosas.