Dos trampas del PGB como medición: El olvido de la materialidad y el olvido de la institucionalidad

El producto geográfico bruto, la idea de medir la economía a través de ese instrumento, ha sido criticado múltiples veces. Lo más común es argüir que no da cuenta del bienestar. Sin embargo, también hay críticas que se orientan al tema de su insuficiencia en relación a su objeto: Que no mide realmente la producción de la economía, dado que deja buena parte de ella fuera (el caso más emblemático de ello siendo el trabajo doméstico).

Aquí quiero abundar en un par de problemas de la medición del PGB que me aparecieron en diversas lecturas (bueno, relecturas, son textos que ya tienen sus años) de historia económica.

El primero es una variación sobre el tema de las insuficiencias para medir la producción: la falla que implica el olvido del carácter material de la economía. Convertir la producción en su equivalente monetario, que es lo que hace el PGB, tiene -como todas las cosas- sus usos, pero resulta insuficiente.

La economía nazi durante la Segunda Guerra Mundial, tal como la describe Tooze en el magnífico The Wages of Destruction (2006) ilustra ello. Tomarse en serio el componente material implica recordar que no es cierto que la equivalencia monetaria lo es todo. Alemania una vez que conquistó, y tuvo a disposición la producción de buena parte de Europa (y recordemos, buena parte de sus zonas industrializadas) tenía ‘en papel’ una producción medida en términos de PGB bastante apreciable. Sin embargo, claramente su capacidad productiva era inferior a los de su competencia.

Ello se explica por las limitaciones del PGB. Así, en una guerra total la producción de acero resulta crucial. Para producir acero se requiere carbón (hulla). Para producir hulla se requiere, dadas las condiciones de su producción en la época, un gran esfuerzo de trabajo que, requiere a su vez una alta ingesta calórica. La producción de los alimentos necesaria para ello requería o fertilizantes o si ellos faltaban de un alto número de personas en la agricultura. Esas cosas, entonces, ponían un límite en la capacidad de producción acerera, y por lo tanto en la producción militar (porque los tanques y cañones se hacían con acero).

Lo anterior está simplificado. Lo que evitaba ‘llenar’ a los trabajadores del carbón con calorías no era solamente un tema de producción absoluta sino de cómo distribuirla (entre toda la población), y ahí existieron varios problemas políticos en juego. De todas formas la cadena productiva material operaba y tenía consecuencias. Y ella se basa en que no toda la producción es equivalente y que 100 millones en valor monetario en producción de ropa no puede sustituirse por 100 millones en producción de tanques. No al menos si uno está en medio de un conflicto bélico global y total.

El segundo olvido aborda la insuficiencia desde otra perspectiva: Que al centrarse en el PGB como forma de comparar economías se pasa por alto la estructura institucional. Y para comprender y entender una economía (digamos, para poder moverse en ella) lo institucional es relevante -afecta lo que pueden hacer los agentes económicos.

En las últimas décadas se desarrolló una discusión sobre la ‘gran divergencia’: ¿cuándo las economías europeas se convirtieron en mucho más ricas que el resto? Es un debate antiguo y la publicación el año 2000 de The Great Divergence (K. Pomeranz) abrió una nueva etapa. En ese libro, Pomeranz argumentó que en la modernidad temprana, entre el siglo XVI y el XVIII, Europa (particularmente Occidental), China y Japón podían -a grandes rasgos- verse como aproximadamente similares: economías relativamente comercializadas, prósperas para parámetros pre-industriales y estando cerca de sus límites en términos de la explotación de sus recursos. La divergencia profunda se manifiesta en el siglo XIX, no antes.

Como suele suceder con libro que plantea una tesis que renueva el discurso, las tesis fueron primero recibidas con entusiasmo. Sin embargo, posteriormente apareció una reacción. Está mostró que usando estimaciones de PGB per cápita, Europa (o al menos sus países líderes en su desarrollo capitalista, los Países Bajos e Inglaterra) ya se había despegado del resto del mundo durante la modernidad temprana. Si bien la diferencia era menor comparado con el salto del siglo XIX, ya existía y era medible (‘apreciable’ en ese sentido) durante los siglos anteriores.

Al revisar de nuevo el texto de Pomeranz hace un tiempo atrás algo me llamó mucho la atención: el amplio espacio que Pomeranz le dedica a aspectos institucionales, de funcionamiento de la economía: A su nivel de comercialización, al nivel de trabas y barreras en la actividad económica, la seguridad de la propiedad y los contratos, de participación y esfuerzo laboral. Todos ellos son temas relevantes para comparar y describir economías. Para Pomeranz decir que las economías de Europa Occidental, China y Japón eran más o menos comparables no era sólo (o tanto) un tema de medir su PGB per cápita sino de mostrar sus equivalencias institucionales: Al nivel de la descripción que hice en mi resumen una ligera diferencia en PGB puede ser menos relevante que, por ejemplo, mostrar que en los tres casos había una amplia participación en una economía comercial y monetaria.

En los dos casos el PGB muestra algo que, por cierto, es común a toda medición: Que muestra ciertos aspectos de la realidad, pero no puede dar cuenta de ellos. Lo que muestra el PGB es relevante -el hecho que es durante el último par de siglos que se observa una importante curva de aumento del ingreso (frente a lo cual todos los cambios en economías preindustriales, que por cierto existieron, son más bien menores) es un hecho crucial. El tema es que no es el único hecho crucial y hay varias preguntas sobre el funcionamiento de las economías para los cuales otros hechos son más relevantes.

Las trampas a que me refiero en el título no son trampas de la medida, son trampas de nuestro uso de ella. Es nuestra obnubilación con una sola forma de observación lo que representa un problema.

El crecimiento del PGB per capita en PPP en Chile. 1980-2012

Para algo que sirvan las organizaciones del capitalismo internacional. Usando la base de datos del Banco Mundial (aquí el link) se pueden hacer varias cosas. Una de las más sencillas es simplemente analizar el crecimiento del PGB per cápita.

Esto porque circulan varias cifras, pero en muchos casos no se toma la mayor atención a cosas básicas, como por ejemplo en usar valores reales en vez de nominales (que suele producir problemas mayúsculos). Pensemos en la repetida afirmación del desarrollo como equivalente a 20.000 dólares que olvida especificar dólares de que año (la idea esa ya fue dicha a principios de este siglo, y claro 20.000 dólares del 2.000 no son iguales a los del 2.013). Y además está el asunto de usar la estimación transformando al valor del cambio del dólar o usando el método PPP.

En el análisis realizado el indicador es el siguiente: GDP per capita, PPP (constant 2005 international $). Hemos usado la serie entre 1980 y 2012 porque ese indicador sólo está disponible desde ese año, pero de todas formas son 32 años de análisis. Serán de utilidad. Los datos excel obtenidos del Banco Mundial están en el archivo Excel disponible en este link.

¿Y qué se puede decir?

(1) Chile ha crecido desde 5.639 dólares el año 1980 a 15.836 el 2012, que es un crecimiento de 181%, o sea en 32 años ha casi triplicado el per cápita.

(2) Sucede que, en comparación con otros países de América Latina, ha mejorado su posición comparativa: En 1980 tenía un ingreso inferior a Argentina, Uruguay, Brasil, México, Perú y algo superior a Colombia. El 2012 el ingreso era superior a todos ellos (Argentina al menos hasta el 2007 que es cuando la serie se interrumpe en los datos del Banco Mundial).

(3) Y sucede que se ha acercado a los países desarrollados. El año 1980 representaba el 27% del ingreso de Alemania o el 22% de Estados Unidos, y el año 2012 representaba un 46% del ingreso alemán y un 37% del ingreso norteamericano. Con todo, no alcanza los ingresos que esos países tenían el año 1980 (que era de 20.861 en el caso de Alemania y 25.510 en Estados Unidos).

(4) ¿Y pensando en la comparación con Portugal que tan común ha sido entre algunos. Cuando la comparación se hacía a principios del siglo, bueno Portugal tenía 20.000 dólares de ingreso, que todavía no alcanzamos. Si podemos decir que Chile tiene ahora un ingreso superior al de Portugal en 1980 -que era de 12.208.

Y como las cosas requieren un gráfico, he ahí uno:

 Evolución PGB per cápita en varios países de América Latina. 1980-2012
(PPP, dólar internacional constante 2005)

Grafico_evolucion_ingresos

Por lo tanto, ¿ha crecido Chile? Si, y no se puede negar que el crecimiento ha sido alto, y que se ha acercado al ingreso de un país desarrollado -aun estando todavía lejano. De ahí no faltara, es cosa de recordar algunos discursos en la actual coyuntura, quien concluya que las cosas funcionan y que se está en el buen camino. Pero no olvidemos que los promedios en países de alta desigualdad esconden muchas realidades. No es tan sólo que estemos a 5.000 dólares del ingreso de un alemán promedio del año 1980 sino que dada la distribución del ingreso el porcentaje de la población a la cual le falta bastante más que esa cifra para llegar a su equivalente alemán (percentil a percentil) no deja de ser importante. En otras palabras, incluso cuando llegáramos a ese ingreso un segmento significativo de la población tendría un ingreso inferior.

En ese sentido, me interesaría que el lector se fijara en otra línea del gráfico: Uruguay tiene un ingreso promedio inferior, pero la distancia no es tan alta, de hecho ha tenido en la última década un mayor crecimiento que Chile, y al mismo tiempo tiene una desigualdad bastante menor que Chile. Lo cual lleva a la pregunta de si comparamos percentil a percentil de la distribución de ingresos, ¿cuantos chilenos viven peor que un uruguayo equivalente? Los datos directos para ello no existen pero uno puede hacer una aproximación: Sabemos el ingreso medio (los datos del Banco Mundial que ya vimos) y conocemos la distribución del ingreso por decil (a través de la CEPAL, el link al cruce aquí), eso nos permite estimar el ingreso de cada decil. Y eso nos da, para el año 2011, la siguiente tabla:

Ingreso per capita por decil de Ingreso para el año 2011, Chile y Uruguay
(con dólares internacionales del año 2005, PPP)

Decil Chile Uruguay Diferencia
1 2.421 2.936 -515
2 4.236 4.804 -568
3 5.446 6.138 -692
4 6.657 7.740 -1.083
5 8.170 9.074 -904
6 9.683 10.942 -1.260
7 12.103 13.078 -974
8 15.734 16.280 -546
9 22.996 21.351 1.645
10 63.845 40.834 23.011

Esto es sólo un ejercicio porque asume que los deciles son de igual tamaño en población, pero de hecho son deciles de hogares no de personas. Y los hogares de menores ingresos tienden a ser un poco más altos, por lo cual el promedio de ingreso es probablemente menor que el puesto en los deciles menores. Y dado que el tamaño del hogar en Chile y en Uruguay no es el mismo eso también afecta un poco la comparación. Pero sirve como una primera aproximación.

Y nos muestra lo que ya indicábamos, y que un reportaje de Ciper había señalado con anterioridad: que siendo el crecimiento muy alto, eso no quiere decir que la mayoría de los chilenos tenga mayores ingresos que en otros países de América Latina. El 80% de la población tendría mayores ingresos en Uruguay, pero de hecho las diferencias no son tan sustanciales en el 90% de la población: Todo el crecimiento y el mayor per capita solo lleva al final a que el 10% de la población tenga mayores ingresos que Uruguay. Y no olvidemos que, de hecho, Uruguay ha crecido más que Chile desde el 2003 en adelante.

No se puede confiar en los periodistas: ¿El PIB Chileno se dobló en 6 años?

El titular de La Tercera de hoy 20 de Marzo es : ‘Tamaño de economía chilena se acerca a US$ 250 mil millones y se duplica en 6 años’ (click aquí para la noticia). Y lo primero que uno se dice es ¿cómo los periodistas no se fijan en lo que escriben? En la misma nota se nos dice que Chile creció al 4,8% en esos años. Ahora, no hay forma que un crecimiento de ese  nivel duplique la economía en 6 años (de hecho, podríamos duplicar el crecimiento y no duplicaríamos el tamaño de la economía en ese período).

¿Qué pasó? Que los periodistas, y en particular el periodista del titular, tiene problemas para leer datos. Los datos originales provienen del Informe de Cuentas Nacionales Banco Central (el informe aquí). Ahora, los datos originales son los siguientes:

La Tercera entonces nos dice que el año 2003 el PIB era de 123.445 miles de dólares y el año 2011 de 248.593 miles, así que la economía se dobló. Pero hay algo que La Tercera no se fija: los datos son claramente nominales (dólares corrientes), no son dólares reales. En otras palabras, entre medio hay cosas como inflación y variaciones en el tipo de cambio. De hecho, sino habría otro dato que es incluso más impactante: que el PIB per capita prácticamente se triplico entre el 2003 y el 2011, y eso claramente no ha sucedido.

Si a alguien pensara que La Tercera no se equivocó, es cosa de aplicar las tasas de crecimiento a partir del año 2005 en adelante. Use base 100 para el 2005, aplique la tasa de crecimiento que plantea el Banco Central (de hecho, aplique para todos los años la tasa de crecimiento del 2005 -6.2- que es la tasa más alta del período), use una tabla Excel si quiere (no se complique la vida tampoco). Y vea si es posible que la economía se duplicara.

Una cosa es no saber leer datos, nadie sabe todo en la vida. Pero ¿a nadie le saltó en La Tercera que el dato era raro y realizó algunas consultas? En fin.