Más allá de lo Cuantitativo y lo Cualitativo

La distinción más tradicional en Metodología es la que separa entre técnicas cualitativas y técnicas cuantitativas. Es la distinción que basa la estructura de los manuales y las técnicas.

Pero esa no es la única división importante. Esa es una distinción en relación a las formas en que recogemos / producimos la información (el cómo de la recolección) Pero por ejemplo podemos distinguir además en torno a las dimensiones que recogemos del tema de nuestro interés (el qué de la recolección).

Así podemos distinguir cuando recolectamos registros, comportamientos y creencias. En el primer caso, el registro, usamos como dato algo que es producido en un proceso social existente. Por ejemplo, la práctica electoral produce votos. Si usamos los votos como base del análisis estamos usando registros. Lo mismo si usamos editoriales de periódicos. O si usamos los registros de contabilidad de empresas para analizar este tipo de prácticas. Esto es distinto de usar datos sobre comportamientos o situaciones de las personas que es producido por el investigador: una encuesta de empleo, sobre situación de pobreza, análisis de biografías, sobre uso del tiempo u otros. Y finalmente, todos ellos son distintos a su vez de cuando usamos datos sobre creencias o significados: Una encuesta de actitud o de conocimientos, las entrevistas en profundidad, los grupos de discusión o focus groups.

En la siguiente tabla mezclamos esas dos distinciones y ocupamos algunos ejemplos en cada celda.

Dimensión Cuantitativo Cualitativo
Registros Votaciones Discurso de editoriales
Comportamiento Encuesta Empleo Historia de Vida
Creencias Encuesta Actitud Grupo Discusión

Lo importante de esta distinción es darnos cuenta de las limitaciones de las aproximaciones usuales de manual, que suelen reducir esta complejidad al tema de creencias. Y así analizamos encuestas y como se diseñan cuestionarios centrados en temas relevantes para analizar actitudes (por ejemplo escalas), que de nada sirven para analizar comportamientos (¿o se resuelve mediante escalas por ejemplo cómo preguntar sobre trabajo o ingresos). Los temas metodológicos a resolver en el caso de indagaciones sobre comportamientos o registros son distintos de los que ocurren en creencias.

Además el uso de esta distinción nos sirve para ver los temas paralelos cuando analizamos la misma dimensión: La observación puede darse tanto en formas cuantitativas como cualitativas -y cada una representa desafíos diferentes-, pero en tanto observación también tienen algunos elementos en común (por ejemplo, en torno a lo que se presenta públicamente y que puede ser observado por un tercero y aquello que no).

En última instancia, la distinción sobre dimensiones nos deja patente la diversidad de aproximaciones metodológicas, y que nuestros discursos y enseñanza sobre metodología usualmente no da cuenta de esa diversidad.

Un proyecto. Manual Práctico de Metodología Cuantativa

Pensándolo bien, o quizás no tan bien, creo que tiene sentido escribir un (pequeño) texto a nombrar como ‘Manual Práctico de Metodología Cuantitativa’. Hasta ahora los capítulos que se me ocurren son los siguientes -con la idea, obvio, de empezar a escribirlos como entradas en el blog:

  1. Para tomar buenas decisiones metodológicas, lo que se necesita es saber del tema, no de metodología 
  2. Cuando mide de forma distinta un objeto, de hecho no está midiendo el mismo objeto
  3. No se preocupe de la validez, preocúpese de la fiabilidad 
  4. Las únicas mediciones con sentido son las que cuentan objetos; los índices complejos no sirven para nada
  5. El sesgo no existe, sólo los malos análisis 
  6. Los únicos resultados que pueden ser de verdad son los que salen a la primera. Los análisis complejos sólo sirven para desechar ideas, nunca para fundamentarlas 
  7. Piense en lo que las personas pueden contestar, no en lo que a usted le interesaría saber 
  8. Las preguntas de alta precisión suelen ser poco fiables 
  9. Los datos requieren interpretación y sus datos siempre serán mal interpretados

Eso es lo que hay por ahora. Mañana habría que empezar a escribir.

Sobre los lamentos de la situación en sociología y la construcción del saber disciplinar

La sociología es, entre tantas otras cosas, una disciplina que periódicamente se plantea a sí misma en una crisis,  o con una necesidad de renovación total, y con una sensación de no haber producido mucho de interés. Se podrían hacer muchas citas al respecto (y este pobre blog ajeno no fue a ello en sus inicios). Pero creo que todo ello está profundamente equivocado -y dado que estamos en un doctorado, defender eso sería la tarea de la tesis.

En última instancia, el único consenso alcanzado es que una parte importante de la discusión sobre temas generales en estas disciplinas –ya sea en metodología o en teoría- se caracteriza por un diagnóstico de una situación crítica de la disciplina y la necesidad de su superación por la aproximación que ese texto defiende. Al mismo tiempo la repetición de las polémicas y debates se muestra que nada se supera. En 1937 Parsons iniciaba La Estructura de la Acción Social preguntándose quién lee ahora a Spencer pensando que el utilitarismo y el evolucionismo habían desaparecido de las ciencias sociales. Nadie podría partir un texto con esa alocución ahora: bien sabemos que hay quien lee a Spencer, y el utilitarismo y el evolucionismo retornaron, y que eso es cierto de casi cualquier tradición conceptual. Los mismos debates, y casi los mismos argumentos, se tienden a repetir. No es raro que esa situación lleve a esos textos genéricos a la desesperación. Esa desesperación está, en todo caso, mal planteada.

O para decirlo de manera más preciso: mal especificada. Porque no se aplica a la sociología en general, sino a esas discusiones generales: a la teoría general y a la metodología general. En relación a ellos bien podemos plantear que efectivamente los participantes de esos debates comparten –aunque por razones muy distintas- un diagnóstico de una ciencia social, y de una sociología, que se encuentra en crisis y que en general no ha realizado grandes aportes al conocimiento social. Y en ese sentido, la labor del conocimiento general es una labor de Sísifo: los mismos debates (sobre el positivismo o sobre la relación acción-estructura) se repiten y muchos de los argumentos específicos también lo hacen.

Pero lo que es cierto en relación a esos conocimientos generales el diagnóstico de un fracaso funciona, no lo hace cuando lo aplicamos a la praxis de investigación, porque en ella si podemos encontrar adquisición de conocimiento que es valioso. Dicho de otra manera, si uno se preguntara ¿han valido la pena las ciencias sociales? ¿nos ha aportado algo todo ese esfuerzo y todos esos estudios? Si la respuesta es sobre teoría y metodología general, la respuesta es –a confesión de quienes se dedican a ello- que no mucho se ha alcanzado. Pero si respondemos sobre los estudios específicos si encontraremos conocimiento sustancioso.

El tema, ahora, no es solamente plantear que en la práctica de investigación concreta se alcanza conocimiento. No es solamente una vindicación del viejo Robert K. Merton y las teorías de alcance medio.

Es pasar más bien al siguiente paso: ¿Y si construimos nuestro saber general a partir de lo que ha funcionado? (i.e la investigación concreta). Elucidar entonces la metodología y la teoría desde la investigación, no a partir de consideraciones epistemológicas, ontológicas u otras de ese tenor –que ha sido lo habitual entre nosotros. Que además tendría la ventaja no menor de conectar la metodología y la teoría general con la investigación específica, que es de hecho la separación más relevante en sociología -y mucho mayor que la usualmente mencionada de separación de teoría y método: ambas están separadas de la investigación.

Lo cual implica, finalmente, recuperar nuestra propia tradición disciplinar. Al fin y al cabo, lo más interesante de los clásicos no ocurre en las declaraciones metodológicas o teóricas, sino en los estudios concretos. No en las Reglas del Método Sociológico, sino en la División del Trabajo Social; no en los conceptos generales de Economía y Sociedad sino en la Ética Protestante.

El trabajo, entonces, es desarrollar una propuesta de saber general a partir de la práctica de investigación.

Defender lo cuantitativo de los cuantitativistas

Después de tocarme asistir a unas cuentas clases generales de métodos cuantitativos, sólo cabe una cosa que decir: con esos amigos quién necesita enemigos.

Por alguna razón el universo de lo cuantitativo -que en la realidad es amplio, diverso, incluye formas muy distintas entre sí, y que ha tenido que resolver problemas sin cuento- se reduce a una sola cosa: encuestas de actitud usando escalas. Porque, por algún motivo, -incluso reduciéndonos a hablar de encuestas- no preguntamos comportamientos, no preguntamos sobre conocimiento, ni hacemos cosas que nos preocupan buena parte del tiempo en un estudio.

Y eso sin contar con todas las cosas que se pueden hacer cuantitativamente sin pasar por un tema de encuestas. Como si la sociedad, en sus procesos, no dejara huellas ni registros. En particular, como si las sociedades contemporáneas no dejaran huellas ni registros. Y que todo eso puede ser estudiado mediante lo cuantitativo.

El caso es que te puedes dedicar buena parte de tu vida de investigación a lo cuantitativo y nunca toparte con escalas de actitudes. Pero toda la enseñanza de lo cuantitativo se basa en que medimos actitudes. ¿De qué sirve, por ejemplo, preguntarse por el tema de escalas y actitudes para elaborar la CASEN?

Acerca de la existencia de leyes en las ciencias sociales

La idea de establecer leyes en las ciencias sociales se ha batido en retirada de manera sistemática desde que las visiones positivistas perdieron credibilidad. Sin embargo, ambos movimientos no necesariamente debieran ir de la mano. Lo que desarrollaremos a continuación es un argumento que muestra que cada una de las críticas a la idea de leyes apuntó a criticar una forma de establecer leyes, pero que subsisten afirmaciones nomotéticas (para usar esa nomenclatura) en cada una de ellas –de hecho, usan una gran cantidad de ellas. En otras palabras, es posible una concepción no positivista de la idea de ley en ciencias sociales.

Primero veamos el argumento desde el significado: No es posible establecer leyes en las ciencias sociales porque las entidades de las que hablan estas ciencias son entidades que dependen de los significados de los actores. En un mundo social formado por significados, los significados no pueden ser entendidos por leyes causales. No podemos crear leyes cuando los conceptos son específicos a sociedades particulares (i.e no hay leyes de soberanía cuando la soberanía es un concepto específico a ciertas prácticas y sociedades).

Y sin embargo, podemos ver que esa argumentación, finalmente, usa varias afirmaciones que son nomotéticas (y universales): Al fin y al cabo, depende de la idea que los grupos sociales crean significados que están insertos en las prácticas sociales. También se usa la idea que los significados no son universales sino específicos a los grupos y prácticas. En otras palabras, dependen de una teoría de generación social de significado.

Esto implica una forma distinta de pensar en que consiste una ley social. Podemos trasladar la idea de ley desde una que aplica en los resultados de significados (por ejemplo, que usa como elementos los significados producidos en una sociedad) a una idea en que una ley trata sobre los procesos de construcción de significado (que establece las condiciones en que se produce significado, o en que el proceso es más lento o más rápido, más extenso o menos estable etc.). De esta forma, podemos establecer formulaciones de leyes que son compatibles con la afirmación que los significados sociales son constitutivos de lo social.

Segundo observemos el argumento histórico: No es posible establecer leyes en las ciencias sociales porque las entidades que hablan estas ciencias son históricamente ubicadas y específicas: las instituciones y estructuras son siempre cambiantes: no existe tal cosa como la ‘familia’, porque cambia fundamentalmente dentro de cada sociedad. No pueden existir leyes generales porque cualquier generalización que realicemos puede ser rota por el proceso social (mediante una ‘invención’). Pensemos en la defensa que hace Wallerstein de la idea de ciencias sociales históricas. Pero en el análisis aparecen, al fin y al cabo, leyes generales:

‘Conversely, a capitalist system cannot exist within any framework except that of a world economy. We shall see that a capitalist system requires a very special relationship between economic producers and the holders of political power. If the latter are too strong, as in a world-empire, their interests will override those of the economic producers, and the endless accumulation of capital will cease to be a priority’ (Wallerstein, World-Systems Analysis: An introduction, Duke University Press, 2004: 24)

Primero, aparece afirmación de perfecto carácter de ley (a capitalist system cannot exist…) argumentada generalmente. Se podría retrucar que esa ‘ley’ no es suficientemente histórica: ¿Y si el proceso social inventara una forma de hacer compatible el capitalismo con un imperio-mundo? Entonces la afirmación ‘universal’ se mostraría como una generalización histórica. Pero eso olvidaría que ahora necesitaríamos otro argumento general, que diera cuenta de en qué circunstancias un imperio-mundo es compatible con el capitalismo

Segundo, y más fundamental, detrás de ese argumento hay toda una serie de cuestiones generales (acerca dela organización de intereses por ejemplo). Las que podrían ser respondidas por leyes generales, y que de hecho para poder ser ‘dadas por supuestas’ requieren ser generales.

En otras palabras, podemos asumir la historicidad de los procesos sociales y pensar en leyes generales, con tal que nuevamente nos centremos en procesos sociales (y no en las instituciones o situaciones concretas). El argumento histórico, además, nos hace ver que las leyes generales tienen que operar en un campo general de abstracción.

Después de examinar los argumentos contra la existencia de leyes, podemos darnos cuenta que lo que hacen más bien es criticar la existencia de leyes en niveles más concretos de la vida social. Sin embargo, en ambos casos, de hecho, requieren y usan generalizaciones y regularidades. Sólo que de otro nivel y tipo: Pasando de generalizaciones de resultados a generalizaciones de procesos podemos dar cuenta del carácter subjetivo e histórico y al mismo tiempo tener regularidades generales.

Trucos de lo Cuantitativo

Observemos el siguiente argumento:

La medición tradicional mide magnitudes (digamos, distancias). En las ciencias sociales, hay muy pocas cosas que se puede medir de esa forma. Asi que si queremos investigar, y no simplemente quedarnos detenidos, entonces tenemos que usar otro modo de medición. Aquí la idea es sencillamente poner números con reglas sistemáticas y usando nuestros queridos niveles de medición. Si a esto le sumamos la idea de medir con indicadores lo que no es evidente (los constructos latentes), bingo, podemos usar lo cuantitativo en casi cualquier cosa.

Hay varios problemas con ese argumento y me gustaría con poner atención en la idea explícita que da origen al argumento: Que hay pocas cosas que se pueden medir en ciencias sociales mediante la idea clásica de medición. Pero de hecho, existen una gran cantidad de elementos en la vida social que pueden ser contados y medidos como magnitudes: Tiempo de duración en un trabajo, horas dedicadas a ver televisión al día, número de trabajos desde inicio vida laboral, citas en artículos científicos, número de amistades. Aunque casi todas ellas descansan en comprensiones de significado (¿qué es un amigo? ¿qué se considera trabajo remunerado? etc.), en una sociedad en que esos significados están más o menos establecidos, puedo dedicarme efectivamente a contar. Y eso que no estamos contando esferas completas donde es parte del proceso social real el que se cuenten magnitudes (dinero y votos por ejemplo).

Muchas cosas se pueden contar, y muchas cosas que de hecho son relevantes para la vida social. Allí contar no representa ninguna violencia, si se quiere, hacia las características de lo que uno quiere investigar. Al fin y al cabo, mientras la relación entre un indicador y un constructo (entre la escala sobre agresión y la agresión) es siempre una de distancia (el fenómeno va más allá de la escala); no ocurre lo mismo cuando estamos hablando de cosas que se pueden medir con magnitudes: El número de horas es el número de horas.

Ahora, no todo se puede contar con ello. Pero tampoco es cierto que tengamos que ponernos de brazos cruzados. Para las otras cosas bien podemos estudiarlas cualitativamente. Y para estudiarlas cualitativamente no necesitamos inventar constructos latentes, ni nada: Los significados inscritos en las prácticas sociales son parte de esas prácticas, y en ese sentido específico son ‘manifiestas’: aparecen en las comunicaciones que son parte del proceso social.

En otras palabras, todo el esfuerzo metodológico para desarrollar escalas de medición para cosas que no se pueden medir magnitudes es parte de una operación que no toma en cuenta lo cualitativo. De hecho, esta renegación de lo cualitativo es más profunda. Porque, en principio, el modo cuantitativo bien podría haber pensado que los aspectos ‘objetivos’, medibles en sus magnitudes, eran las cosas relevantes (de hecho, es la estrategia de Durkheim: contar leyes, contar suicidios). Sin embargo se acepto el argumento conceptual de la importancia de lo subjetivo, y en vez de aceptar las limitaciones se intentó que con lo cuantitativo se cubriera todo, incluso cuando no tiene mucho sentido, ni resulta necesario.

¿Qué es lo que se puede sacar en limpio después de todo eso? Algo muy simple.

Si quieres analizar magnitudes de cosas, bien puedo usar lo cuantitativo. Y vuelvo a decir, esas magnitudes son relevantes: Uno puede contar actividades (o sus registros), medir duraciones, o contar cuando la sociedad es la que transforma en magnitud -dinero y votos. El hecho que, por poner un ejemplo, dediquemos 4 horas a ver televisión es un hecho relevante para entender las sociedades contemporáneas (como es un hecho relevante si eso disminuye o no). De hecho, mejor ser cuantitativo cuando lo cuantitativo se acomoda a lo que quiero investigar.

Si quiero analizar significados y subjetividades, entonces en vez de inventar constructos latentes y actitudes (y en vez de crear escalas que por definición nunca dan cuenta del concepto), me dedico a usar herramientas que dan cuenta de la naturaleza de los significados y las subjetividades. O sea, herramientas cualitativas.

Uno siempre puede usar una herramienta para todo (la vieja idea de cuando uno tiene un martillo todo parecen clavos), es claro que hay herramientas que son mejores que otras para una situación dada. Y toda le medición de escalas de actitudes es un esfuerzo de aplicar una herramienta donde no corresponde.

Ponencia sobre Metodología

Y habiendo, al mismo tiempo, hecho una ponencia en el mismo congreso sobre Metodología (basado pero modificando, las ideas expresadas en la serie sobre las reglas del análisis sociológico), también haremos lo mismo. O sea, publicarla (link aquí)

Y he aquí el resumen:

La metodología en ciencias sociales muchas veces opera en un vacío, separada del resto de la disciplina. Esto representa un problema para el desarrollo de las ciencias sociales. La metodología debiera basarse en el saber disciplinar: Las formas que pueden resultar útiles para investigar lo social, dependen de sus características.

En esta ponencia se proponen algunas reglas para el análisis sociológico. La primera es que las acciones de los actores tienen sentido para ellos (pero que esto no opera para los entramados que los actores construyen). Lo segundo es que no hay actores especiales, y sus diferencias han de explicarse. La tercera es que todas las acciones tienen consecuencias. Lo cuarto es que la pregunta relevante es sobre la vida social ,y no sólo sobre lo que la sociedad influencia.

Las reglas del análisis sociológico

En realidad, esto no es más que un refrito. Originalmente había organizado, editado y aumentado diversos posts sobre metodología que habíamos hecho en este blog en una serie de posts sobre las reglas analíticas del método en ciencias sociales. Y una vez posteadas esas, seguimos organizado, editando y aumentando el texto.

Con lo que finalmente produjimos un pequeño articulo que esta en Scribd y que ahora se llama Las reglas del análisis sociológico (en donde, por un motivo que todavía no logro desentrañar, el texto aparece centrado en vez de justificado, pero en fin, no me voy a poner a reclamar por un servicio que me permite subir artículos gratis para difundirlos como se me de la gana). Ahora, lo de finalmente de todas formas es una trampa. Evidentemente seguiré editando el texto. Siempre es un placer escribir las ideas que uno tenga, por más menores que sean.

¿Tiene mucho sentido? Ni la menor idea. Nunca he sabido si escribir textos sirve de mucho para el lector, pero para quien lo escribe siempre tienen utilidad. Es lo mismo que las clases: el que más aprende siempre es el profesor.

Lo cualitativo es generalizable.

Entre las innumerables premisas del discurso sociológico vulgar (lo cual de inmediato me ha hecho pensar que debiera escribir un texto sobre eso) está la idea que las técnicas cualitativas no permiten generalizar. Que dicho por quienes se dedican a lo cuantitativo suena a ataque (‘vieron, lo cualitativo es limitado porque no permite generalizar’), y que dicho por quienes se dedican a lo cualitativo suena a excusa (‘pero bueno, no se trataba de eso; jamás lo ofrecimos’). Ahora, esa idea es profundamente errada.

Porque si se puede generalizar con lo cualitativo. Para entender la anterior afirmación primero hay que determinar que implica ‘generalizar’. Dado que obviamente en una investigación cualitativa o cuantitativa normal no estamos hablando ante pretensiones de leyes universales, estamos diciendo simplemente si nuestros resultados son aplicables a una población concreta.

Ahora, en la investigación cuantitativa muchas veces, y de manera muy automática, generalizamos a una población aún cuando no estén dadas las condiciones técnicas para ello: Todos sabemos que, en principio, no hay que generalizar una muestra por cuotas, pero regularmente lo hacemos. Por lo tanto, en principio si se aceptan los mismos pecados para lo cualitativo que para lo cuantitativo, entonces bien se pudiera generalizar desde lo cualitativo.

Pero lo anterior es débil, y bien pudiera plantearse que eso sólo debiera reafirmarnos en la convicción que la única manera de generalizar es mediante su buena muestra aleatoria. Lo que, por supuesto, no tiene sentido. Si vamos a usar una técnica cualitativa es porque nos interesan los significados. Y una razón muy sustancial por la cual los significado son relevantes es porque ellos están insertos en las prácticas de las personas -y que en un sentido muy básico, las conforman: las prácticas son inseparables de las distinciones que las estructuran. Y esto implica que esos significados son conocidos por los participantes, de otra forma la práctica no funcionaría.

Lo anterior tiene una consecuencia muy clara: Que los participantes de una práctica conocen los significados y distinciones que componen una práctica. Lo que implica que la indagación de los significados y distinciones de esos participantes es generalizable a la práctica. Puede que un participante no sea un informante válido, pero con sólo algunos debiéramos ser capaces de eliminar los sesgos provenientes de temas personales y adquirir los significados y distinciones de esa práctica. Pero lo cualitativo es generalizable: El resultado es válido para todos aquellos que participan de esa práctica

Y ahora vienen los caveat correspondientes: El argumento precedente se aplica a los significados y distinciones que componen una práctica: digamos, que todo aquél que juega al fútbol puede hacer la distinción arquero / otros jugadores y cuáles son las acciones que el arquero puede realizar. No se aplica a otros elementos necesariamente, como las valoraciones, a menos que estas sean parte de la práctica como tal. Y requiere personas que sean parte de la práctica, no digamos ‘aprendices’ de una práctica (quién está recién empezando a jugar ajedrez). Hay que tener cuidado también con los límites de la práctica -las reglas del fútbol no se aplican al futbolito. Pero bueno, todo siempre tiene sus precauciones, y las afirmaciones no pueden ser usadas más allá de donde pueden ser usadas.

Nada de eso quita que para el tipo de información que supuestamente buscamos cuando decidimos usar técnicas cualitativas, efectivamente se puede generalizar lo cualitativo.

Las reglas analíticas del Método en Ciencias Sociales (VII) Epílogo. La posibilidad de una ciencia naturalista de lo social

El argumento que hemos desarrollado durante estas páginas se basa en el supuesto que las ciencias sociales son, pueden ser, efectivamente una ciencia. Para ser más precisos, que el proyecto de realizar una descripción y una explicación racional de la realidad social es posible y válido. En otras palabras, que resulta posible una aproximación naturalista a lo social: la vida social es una realidad como cualquier otra, y por lo tanto puede ser analizada con una aproximación empírica, sistemática, y que intente explicar y no sólo describir.

Una afirmación como lo anterior será altamente criticada dado que olvidaría características esenciales de la vida social que hacen inviable usar la aproximación anterior: la vida social claramente no es una realidad como otras y requiere una aproximación específica y muy distinta a la de las ciencias naturales[1].

A pesar de lo anterior, es importante hacer notar que hay elementos de ese proyecto naturalista que sí son parte del consenso en ciencias sociales. En las ciencias naturales una aproximación naturalista implicaba mantener que uno puede describir la realidad sin necesidad de factores extra-naturales, que no pudieran observarse (o que no tuvieran consecuencias sobre lo que se puede observar): Digamos, que se puede explicar la naturaleza a partir de la naturaleza, sin necesidad de usar elementos extraños: No se explica la lluvia a partir del dios de la lluvia. En ciencias sociales hay una situación análoga, no con seres sobrenaturales, pero sí con ‘personas’ sobrenaturales: la explicación de los grandes hombres, ya sea la explicación del nacimiento de la agricultura, el descubrimiento del fuego a partir de los grandes héroes civilizatorios, o la explicación de procesos sociales a partir de las acciones de personas específicas y especiales. La idea de la ciencia social es que los procesos sociales se pueden explicar a partir de regularidades en esos procesos, no requiriendo fuerzas especiales. Esto no es negar la importancia de los actores individuales, pero sí que sus acciones se dan dentro de un entramado social. Esta convicción es parte esencial de lo que representa una aproximación naturalista, y es de hecho una convicción antigua, previa al desarrollo de las ciencias sociales modernas: Cuando Polibio intentaba explicar por qué la república romana había sido capaz de conquistar todo la cuenca mediterránea, su explicación (en el libro VI de su historia) se basa en la idea que es en las características de la estructura política romana que debemos buscar la explicación. En lo que concierne al rechazo a la explicación por grandes hombres y a la idea que necesitamos centrarnos en el proceso social, el proyecto naturalista puede plantearse es común a estas disciplinas.

Sin embargo, más allá de lo anterior, es un proyecto altamente criticado. Es posible argumentar que una ciencia social del modo antes indicado no es más que una imitación de la física. Una imitación aún más inadecuada dado que se basaría en modelos de ciencia que la sociología de la ciencia ha mostrado no corresponden a la realidad de la ciencia. Se puede plantear también que todo proyecto en ciencias sociales que intente una aproximación naturalizante es imposible porque olvidaría el hecho que los sujetos sociales son reflexivos y, en general, dado que las ciencias sociales son parte de la realidad social, es sociedad estudiando la sociedad, entonces no se pueden aplicar métodos generalistas o de índole explicativa: No se puede realizar una teoría general del matrimonio dado que el concepto de matrimonio es algo que generan los propios actores sociales, y toda afirmación al respecto depende de los conceptos del actor –es el argumento de Giddens por ejemplo. Más aún, se puede plantear que toda aproximación naturalista es una forma de evitar una aproximación crítica, haciendo que el status quo aparezca como lo natural y lo necesario. La ‘naturalización de lo social’ implicaría un olvido de las características básicas de la vida social: los seres humanos construyen el orden social mediante sus acciones.

La crítica que una aproximación naturalizante implica imitar a la física, lo que no se puede realizar en ciencias sociales resulta inválida: Hay muchas disciplinas de las ciencias naturales que no imitan a la física y no por ello dejan de realizar una aproximación naturalista a los fenómenos. ¿Qué no podemos realizar métodos experimentales? Hay muchas disciplinas que se basan más bien en la observación. ¿Qué no podemos realizar una descripción matemática? La biología durante mucho tiempo trabajo sin esas herramientas sin dejar de ser una ciencia natural. ¿Qué no podemos desarrollar leyes universales formales? La química tampoco trabaja en el modo de creación de leyes universales. Ninguna de esas características define la aproximación naturalista. Lo que la define es sencillamente la creencia que podemos describir una realidad claramente, de manera sistemática y ordenada, obteniendo resultados replicables[2].

La crítica que una aproximación naturalista demanda el uso de afirmaciones generales que olvida el carácter reflexivo de la vida social es inadecuada en términos de su amplitud. Además, que el hecho que la sociología sea sociedad estudiando sociedad no implica nada especial: La física es materia investigando materia, la biología vida investigando vida. Ninguna de esas cosas ha sido óbice para desarrollar esas ciencias, no veo porque debiera ser especial en el caso de la sociología. El hecho que sea cierto que lo que sucede en la sociedad dependa de los conceptos de los sujetos o que los actores sean, finalmente, también teóricos sobre lo social, y que sus teorías constituyen lo social no cambia la situación. Uno puede seguir desarrollando una ciencia explicativa y generalizante. La teoría de Giddens, tan crítico a esa idea, está llena de argumentos explicativos y generalizantes: La idea que la seguridad ontológica es esencial para construir orden social (Giddens, 1984) no depende para su validez del conocimiento de los actores ni la pierde si los actores la conocen. Si los actores lo conocieran cambiarían sus acciones, pero usarían esa afirmación como fundamento de ello. Lo mismo es válido para la idea del teorema de la dualidad de la estructura cuya validez es independiente de los sujetos. Incluso, seguiría siendo válido si los sujetos lo dieran por verdadero y lo usaran en su vida. En otras palabras, puedo construir un conjunto de afirmaciones válidas para todos los sujetos reflexivos como los describe Giddens.

En relación a la posibilidad de la crítica y a evitar la ‘naturalización de lo social’ tampoco aparece como muy fuerte. De partida, describir una realidad de determinado modo no implica evaluarla de un modo determinado, con Hume uno puede recordar que no hay forma de pasar del ‘ser’ al ‘deber ser’. Las convicciones críticas no tienen por qué verse afectadas por el hecho de mantener un conocimiento general naturalista. Se puede observar que el problema no es lo anterior sino el hecho que pensar en una realidad social como algo dado, algo que no se puede modificar, evita el pensar el cambio como posible: Si la realidad es así, entonces quizás podamos mantener que es una realidad criticable, pero no podríamos demandar su modificación. Sin embargo, Una aproximación naturalista no implica plantear una ‘naturalización de lo social’ o establecer que la forma que en la actualidad toma la vida social es la única forma posible -de hecho, el darse cuenta que han existido múltiples formas de estructurar la vida social es uno de los hechos básicos que estas disciplinas analizan. Lo que sí plantea es que no toda combinación de características es posible. Y en ciencias naturales el conocimiento de esas imposibuilidades ha aumentado nuestra capacidad para hacer cosas: Precisamente porque no todo es posible es que se pueden construir herramientas para el cambio. Del mismo modo, uno podría plantear que conocer reglas universales en el mundo social (por ejemplo la necesidad de seguridad ontológica) nos permitiría aumentar nuestras capacidades para generar cambios (sabiendo que si queremos hacer tal cambio debemos mantener la seguridad ontológica, de otro modo no funcionará). El conocer que no todo es posible nos permite aumentar el campo de lo posible.

Más allá de las críticas específicas que hemos enunciado, podemos mostrar que las reglas del método que hemos delineado en este texto nos permiten mostrar que resulta posible el proyecto de una ciencia naturalista de lo social que reconoce las características específicas del mundo social. Las reglas enunciadas –los actores tienen iguales capacidades, las acciones tienen sentido, las acciones tienen consecuencias, lo que nos interesa estudiar son los entramados que generan las interacciones sociales- son a la vez reglas que nacen de características específicas del mundo social y que nos permiten generar una ciencia que intente explicar el mundo social.


[1] El tema no es que las ciencias sociales no requieran métodos de análisis y técnicas específicas. Al fin y al cabo, toda disciplina lo hace, y no se usan los mismas aproximaciones de análisis en biología que en física (o que en química). El tema es si estas diferencias ameritan una aproximación radicalmente diferente, que no puede equipararse al uso de herramientas específicas.
[2] Por otro lado, es común en ciencias sociales plantear que los descubrimientos de la sociología de la ciencia muestran que las ciencias naturales, y en particular la física, no son tan objetivas, rigurosas ni ‘verdaderas’, sino que ellas mismas están afectadas por factores sociales. La física no cumple con los supuestos requisitos de cientificidad y, en el fondo, opera del mismo modo que las ciencias sociales. Esto es una característica antigua, es cosa de recordar algunas reacciones a la noción de paradigma de Kuhn en ciencias sociales.