La impresión que el estoicismo tiene subyacente una visión que no deja de ser bien egoísta (bueno, egocéntrica) y en más de un sentido inhumana me apareció en ocasiones leyendo a Epicteto o Marco Aurelio. La impresión se reforzó al leer algunos de los ensayos de Séneca.
But your sorrow -granting that there is any reason in it- tell me, does it have in view your own ills or the ills of him who is gone? In the loss of your son are you stirred by the thought that you have received no pleasures from him, or is it that you might have experienced greater pleasures if he had lived longer (Ad Marciam. De Consolationem, 12).
Aquí Séneca plantea dos posibles fuentes de dolor para la madre ante la muerte de su hijo. Una pensada egocéntricamente, el dolor que sientes por la falta de placer producto de dicha muerte. La otra es el dolor que uno siente por los problemas del otro. Ahora, el texto se centra -latamente- en los primeros: que la fuente del dolor es la ausencia de placeres por parte de quien está doliente. De los segundos, los pasa más bien rápidamente, y se concentra en el lugar común estoico que la vida es un desastre, luego la muerte no está mal.
Lo que desaparece es la perspectiva individual que valora la vida del otro y se duele simplemente que el otro ya no esté vivo. En otro momento, Séneca nos dice frente a ello que ‘let us consider that the dead are merely absent, and let us deceive ourselves’ (19). Frente a ese tipo de dolor, se nos propone volver a la perspectiva egocéntrica.
Se podrá decir, y no faltaría en ello razón, que estamos ante una consolación, y que claramente tiene un objetivo práctico (el que la persona salga de su dolor), que esta visión egocéntrica, por lo tanto, no dice tanto del estoicismo, como del género. No creo que ello sea suficiente.
All these fortuitous things, Marcia, that glitter about us -children, honours, wealth, specious halls and vestibules packed with a throng of unadmitted clients, a famous name, a high-born or beatiful wife, and all else that depends upon uncertain and fickle chance- these are not our own but borrowed trappings; not one of them is given to us outright (Ad Marciam. De Consolationem, 10)
Podemos observar entonces que la perspectiva central trata a todas las cosas y a todas las personas como iguales -en tanto son cosas externas, sujetas a la fortuna). Eso si es muy estoico y constituye la base esencial de su egoísmo: Por más que el estoicismo comande a tratar bien a los otros, eso no nace de un sentimiento de preocupación por el otro, sino sólo de un deber. Los hijos o las parejas son del mismo orden que la riqueza y los honores. Sólo hay un sujeto en realidad del cual preocuparse.
La severa virtud que recomiendan los estoicos, y aquí hay una cierta conexión con el muy posterior Kant, sólo quiere basarse en ella misma. Y esto nos permite pasar a nuestro segundo punto: el carácter más bien inhumano de esa tradición.
Eve the joy that springs from virtue, although it is a good, is not nevertheless a part of the absolute good, any more than are cheerfulness and tranquility, although they spring form the noblest origins; for goods they are, yet they only attend on the highest good but do not consummate it. But whoever forms an alliance between virtue and pleasure -and that too, not an equal one- by the frailty of one good dulls whatever power the other may have, ad sends beneath the yoke that liberty wich remains unconquered only so long as it finds nothing more precious than itself (De Vita Beata, 15)
Lo que resulta normal -que del amor al bien resulte un sentimiento de agrado cuando se hace el bien- es algo más bien preocupante. No es tan sólo que se rechace que ello sea parte del bien absoluto, sino que esa alianza (societatem) más bien puede debilitar la virtud.
Lo que está detrás es, finalmente, un rechazo a verse conmovido por el mundo y por los otros. Es una virtud solitaria. Así:
Yet it is better to accept calmly the ways of the public and the vices of man, and be thrown neither either laughter nor into tears; for it is unending misery to be worried about the misfortunes of others, just as it is a useless show of humanity to weep and pull a long face because someone is burying a son (De Tranquillitate Animi, 15)
La empatía es algo a abandonar. Este rechazo a la compasión, que se traduce finalmente en esta apología al no preocuparse mayormente del otro, está asociada a una imagen muy negativa de la vida humana. Al inicio del capítulo que citamos, Séneca nos plantea que ‘for one is sometimes seized by hatred of the whole human race’ (15); aunque Séneca rechaza ello, y dirá que frente a los problemas de la humanidad mejor la risa (que los vicios humanos son más bien ridículos que otra cosa), no es raro que esa sea la conclusión de toda una visión que rechaza el contacto con otros y verse afectado por ellos.
La frialdad es raíz de muchos males. Y el estoicismo es una doctrina fría.
NOTA. Uso la edición de Loeb (Moral Essays II, LCL 254, traducción de John W. Basore)