Hasta que nos dimos cuenta que las tecnologías de comunicación son, al mismo tiempo, instituciones que cambian la forma de la interacción social, que en una parte no menor, son una forma de interacción social, la importancia que al nacimiento de la escritura se le daba tradicionalmente podía parecer algo extraña. ¿Qué el nacimiento de la historia se hiciera equivalente al hecho que las cosas quedaran registradas? ¿Qué cambiaba eso en la vida? Lo que ha quedado de manifiesto en la investigación a lo largo del tiempo es precisamente que eso implicó transformaciones en campos muy diversos -desde la organización social a los hábitos mentales (no han faltado autores que han visto que la escritura, en sí, produce diversas características que después se asociarán a la modernidad o a la racionalidad).
La escritura, como todas las instituciones complejas, no nació de un momento a otro, y algún examen de su desarrollo será de interés. La capacidad de registrar en un medio con cierta permanencia cualquier mensaje expresado en un lenguaje es el resultado final de un proceso largo. Los primeros registros tienden a ser sellos. Así, con claridad en Mesopotamia -donde, debido al material usado, tenemos un buen registro del desarrollo de todo el proceso-, pero también en la civilización del Indo, donde buena parte del material al que tenemos acceso parecen ser diversos tipos de sellos. A lo largo del cuarto milenio A.C aparecen ya sellos, en otras palabras, registros, en las diversas zonas donde se está generando la civilización; y la aparición de la plena escritura (en otras palabras, de textos que podemos leer en cuanto conocemos el lenguaje en que están escritos) ocurre alrededor del 3.000 A.C. El registro es previo a la escritura.
El hecho que la escritura se desarrollara, en buena parte, a partir de sellos entrega varias pistas sobre los procesos que llevan a su desarrollo. En otras palabras, ¿qué tipo de procesos requieren que se certifiquen con sellos?
Por una parte, es claro que procesos no lo requieren: Es claro que la transmisión cultural como tal no requiere escritura. Múltiples culturas han transmitido sin mayores problemas su acervo, e incluso historias y mitos complejos, sin necesidad de escritura; e incluso en sociedades letradas, una parte no menor del trabajo de transmisión cultural se realiza sin escritura.
La certificación y el registro son requeridos por otro tipo de procesos. Los primeros sellos, en general, simplemente muestran si han sido abiertos o siguen sellados, y están asociados a ciertos bienes. Las primeras tabletas que tienen información inscrita suelen implicar información sobre número de bienes y el equivalente a una firma: Un número, un signo que dice de qué se habla (unidades de cebada, digamos), y un nombre asociado a dicha cuenta. En general, podemos decir que todos estos usos se asocian a lo que sucede con cierta propiedad. Los sellos indican si están cerrados que una transacción no se ha llevado a cabo y si están abiertos que ella ya se llevó a cabo, quien recibe un traspaso ‘sabe’, si el sello está cerrado, que ha recibido lo que ha sido enviado. Las tabletas certifican la situación de ciertos bienes, digamos son similares a ‘recibos’.
Ahora bien, el traspaso de propiedad como tal no requiere de este tipo de procedimientos. Nuevamente, el comercio, y recordemos que en buena parte el ‘comercio primitivo’ ocurre entre grupos sociales no en su interior. En una aldea o banda no comercio con mis co-habitantes, se intercambia con otros grupos. Y en esos casos el intercambio no requiere registro porque se realiza de inmediato.
Sólo cuando aparecen interacciones mediadas, cuando hay operaciones sociales donde no todos los que participan están ubicados en el mismo lugar, es que el registro aparece como relevante. Si recibo unos ciertos bienes, pero no estaba cuando ellos se enviaron, un registro me puede indicar que recibí lo que se envío. Certificar la existencia de ciertos bienes resulta indispensable si hay que dar cuenta de esas transacciones ante otros: llevar mis cuentas ante mi puede ser útil, pero sólo si se requiere presentarlas a otros es que llevar un registro resulta algo indispensable.
Lo anterior lleva a la conclusión que la escritura, el desarrollo del registro de información, resulta particularmente útil cuando aparece la administración, la organización formal. Las administraciones generan, por sí, interacciones mediadas. La organización formal ocurre, precisamente, cuando se generan instrucciones que son llevadas a cabo fuera del control inmediato de quienes las emiten; ella ocurre a través de procesos de control administrativo, que quienes realizan las órdenes puedan ser auditados. Todo ello se facilita cuando aparecen registros.
Ahora bien, una organización formal, una administración, sin escritura puede existir: todas esas certificaciones pueden realizarse oralmente. Y no estará de más recordar que, en muchas culturas, incluso cuando hay escritura, la información oral se le otorgaba mayor confianza. En Mesopotamia (y repitiendo ese mismo proceso un par de milenios después, Grecia) hay un largo proceso bajo el cual, por ejemplo, aumenta la importancia de la información escrita sobre la oral en términos legales. Lo que sucede es que la escritura facilita esos procesos -ese llevar a cabo instrucciones, ese control.
El núcleo central de la relación entre escritura y organización, que va más allá de ese facilitar, es -creo- el hecho que con la escritura el soporte de la información ya no depende de individuos: Queda objetivado (en un sentido literal: la información está en un objeto). Y el hecho esencial de la organización es, precisamente, diferenciar entre individuos y roles (entre este individuo concreto que vigila que bienes están en la bodega y el rol y posición de supervisor de la bodega). La existencia de un soporte de información distinto de cualquier individuo resulta particularmente apropiado para esa diferencia: Quienquiera que recibe esos registros tiene lo necesario para cumplir ese rol y posición: esa información objetivada es el estado de ese rol y posición. Toda la investigación sobre la existencia de elementos informales en organizaciones formales nos recuerda que esto no es la figura completa, y que lo informal (lo oral) no deja de existir; pero esa diferencia y separación es lo que produce la aparición del elemento formal.
Un proceso evolutivo común es aquel en el cual un elemento producido por cierto proceso, es prontamente usado por otros procesos, lo cual a su vez genera nuevos cambios. Si las necesidades administrativas de registro facilitan el inicio del desarrollo de la escritura, el potencial que genera el registro hace que sus usos se expandan. El registro administrativo inicial no requiere plena escritura (en el sentido que mencionamos previamente, un sistema de registro que permite indicar cualquier mensaje de ese lenguaje). La utilidad de requerir cada vez menos información contextual (o sea, que cualquiera que conozca el sistema de signos pueda entender el lenguaje) y la necesidad, si se quiere darle nuevos usos, de pasar nuevos elementos bajo registro, hace que los sistemas de registro más bien limitados se expandan progresivamente hasta alcanzar el estado de escritura completa. Entonces así se despliega el potencial de esos sistemas para comunicar cualquier tipo de mensajes, y es así que pueden pasar a escritura himnos religiosos, instrucciones más completas etc.
Y además se empiezan a generar textos que se generan sólo con la escritura. Aparecen cartas e inscripciones monumentales: géneros que tienen una contraparte oral (la conversación, el discurso protocolar etc.), pero que al pasar a la escritura adquieren características propias. Lo mismo puede decirse de los textos literarios y ‘filosóficos’.
El ejemplo de la carta resulta de interés. La carta permite comunicar un mensaje personal (lo que distingue las cartas es que se dirigen a alguien en concreto y son emitidas por alguien en concreto) a través del tiempo y del espacio. Han sido usadas, desde su aparición, para permitir el manejo de múltiples actividades: Así, con las comerciales, lo que conocemos acerca de firmas comerciales asirias en Anatolia o sumerias en el Golfo Pérsico es muchas veces a través de cartas en que se envían instrucciones, se cuentan resultados o se hacen reclamos. También para comunicaciones personales, familiares y para dar instrucciones administrativas. Ahora bien, la carta puede ser equivalente a una conversación a distancia, pero el hecho que se realice a través de la escritura, que quede registrada, modifica la situación. Nada deja eso más en claro que el desarrollo de las cartas diplomáticas (el archivo de Tell el-Amarna en Egipto, siglo XIV A.C es una de nuestras mejores muestras): la capacidad que adquieren los reyes de comunicarse entre sí sin necesidad de movimiento físico amplía, de hecho, las posibilidades de comunicación. El ‘club de los grandes poderes’ que se desarrolla al fin de la Edad del Bronce se hace posible por este tipo de comunicación en última instancia.
También aparecen textos que sólo tienen sentido como mensajes escritos: La aparición de listas de palabras, que ya son una forma de ordenar y categorizar el mundo. La aparición de textos bilingües, destinados en varios casos a aprender otros lenguajes, y aquí aparece algo que será una característica de varias culturas escritas: la aparición de un lenguaje ‘muerto’ que se destina a fines culturales y que existe centralmente a través del medio de la escritura. Toda esta expansión de tipos de mensajes, y de creación de nuevos géneros de inscribir información, implican nuevas capacidades para la acción y el pensamiento.
Como ejemplo de ello, hay algunas tabletas administrativas de la III dinastía de Ur (aproximadamente 2.100 AC) que resultan de particular interés.
‘For every year documented in the text, the exact number of animals is given according to the age categories listed above [menores a un 1 año, 1 año, 2 años, 3 años, adultos]. The calculation of the expected delivery of dairy products for each basis on the basis of the number of animals in the preceding year is then recorded: for each adult cow 5 sìla of 2 dairy fat’ and 7 1/2 sìla of cheese was to be delivered’
‘The annual reproduction of cattle was fixed as a rule at an average rate of one newborn calf for every two adult cows. The gender distribution of the calves was also theoretical: the text exhibits a strict adherence to the sequence male-female, and so on. For years in which adult cows were registered in odd numbers, calving success was recorded by dividing this number by two and rounding the result to the next lower number’ (Archaic Bookkeeping, Nissen, Damerow y Englund, Chicago University Press, 1993: 100)
Es un texto extraño, inusual para la época nos mencionan los autores, pero ilustran algunas tendencias de interés. Lo que hay aquí es un ejercicio conceptual de pensar la evolución futura del ganado; claramente esos cálculos no corresponden a la evolución de ninguna manada particular. Es un ejercicio que, desde el punto de vista actual, tiene deficiencias en su instrumental técnico (nosotros no haríamos ese cálculo de esa forma) pero cuya intención es clara: Esto permite planificar el manejo del ganado (y calcular la producción esperada de ciertos productos), a través de un ejercicio sistemático, usando reglas claras y precisos. Es un ejercicio que solamente puede realizarse con la escritura -es ella la que permite que sea un ‘ejercicio sistemático, usando reglas claras y precisas’. Esa racionalización, particularmente útil para la burocracia administrativa (que pueden entender planificar ciertas acciones) es algo que la escritura permite.
La escritura se co-posibilita con el desarrollo de la organización, de la vida administrativa; y a su vez es una condición de posibilidad de diversas interacciones sociales y de diversas maneras de pensar. Constituye, así, una de las principales ‘invenciones’ sociales a lo largo del desarrollo de la humanidad.