Desde, digamos, 1938 la derecha ha ganado una sola elección presidencial en Chile (Alessandri). La derecha ha gobnernado más tiempo (no sólo durante la dictadura, sino dentro de los gobiernos radicales), por cierto ha sido una fuerza electoral y política bastante poderosa. Pero no puede ganar elecciones presidenciales. En algunos casos, como lo estudió Moulian hacie tiempo, de puro bruta, como en el caso de la elección de Gonzáles Videla.
Ahora, ¿por qué la derecha no puede vencer ahora en Chile? Al fin y al cabo, no parecen estar tan lejos de estarlo (han mostrado capacidad para acercarse a un 45%-48% en elecciones presidenciales de los votos válidos, que son los únicos que importan en estos menesteres).
Respuesta número 1: Bueno, no necesitan vencer. Ya tienen suficiente poder y con los porcentajes que tienen bien pueden actuar limitando lo que hacen las fuerzas políticas en el poder. Para un sector que, presuntamente, defiende los intereses de los grupos dominantes, sería todo lo necesario. Ahora, he de reconocer que no me termina de convencer. Independiente de lo anterior, las fuerzas políticas desean ganar en el sentido de ocupar los puestos de gobierno. Y si bien es cierto que adquieren ciertos puestos (parlamentarios, comunales) los puestos del centro del Estado siguen estando fuera de su alcance. Para una colectividad política no poder tocar un ministerio en un tiempo largo ha de contar como derrota. En particular, una colectividad política que sí tiene una cantidad de votación adecuada.
Respuesta número 2: La derecha tiene un problema estructural con la opinión pública. Por cierto, cuando uno plantea dos respuestas, la segunda es la que uno prefiere, así que elaboremos y defendemos esta opinión.
En parte, la derecha tiene un discurso más bien limitado. Aparte de seguridad, ¿en qué otro tema han logrado posicionarse como mejor que el gobierno? Creo que en ninguno. Y básicamente, no basta con un tema para lograr el gobierno.
Pero creo que lo fundamental es otra cosa. Básicamente la sociedad chilena piensa que el actual modelo probablemente es la única /la mejor alternativa; que otros caminos no van a funcionar muy bien. Pero al mismo tiempo, rechaza profundamente el modelo, para decirlo más claro no le gusta para nada. En ese sentido, la Concertación que administra un modelo con el cual claramente tiene resquemores representa, casi idealmente, su propia posición. En otras palabras, reconoce el disgusto. Ese disgusto, aunque pueda no tener consecuencias prácticas, pareciera ser, en ese sentido, relevante.
En otras palabras, lo que le falta a la derecha para ganar una elección presidencial es una distancia corta. Pero, al parecer, extremadamente difícil de cruzar.