Ninguna muy brillante, pero las tengo hace un tiempo y dado que estoy pensando en hacer un proyecto FONDECYT basado en estas ideas, mejor que las empiece a escribir de una buena vez:
- Que a los Chilenos les disgusta, profundamente, el actual modelo económico.
- Que, producto de ese disgusto, los chilenos se refugian en sus familias (que, por cierto, entran en crisis porque nada puede resistir todo lo que los chilenos demandan de sus propias familias)
- Que producto de ese refugio, y para que las familias puedan tener mejor ‘calidad de vida’, entonces los chilenos trabajan y consumen como brutos.
Que es lo que el modelo, básicamente, demanda de ellos; que muestra que el modelo no requiere apoyo desde el mundo cultural. En otras palabras, que el modelo no requiere de refuerzo ideológico. - Que lo anterior se nota por el tipo de defensa que aparece, cuando aparece, en la opinión pública. Los viejos modelos socialistas, que fueron inculcados a punta de escuelas de cuadros, de enseñanza popular y otros -que operaban en el modo de la discusión, la conversación, el convencimiento. Para decirlo de otro modo, el modo en que operan los evangélicos, que es finalmente lo que requieren las conversiones al parecer. Pero nada de eso resulta necesario aquí.
- Que el disgusto es un disgusto moral. Cuando los chilenos miran la economía en términos morales, de justicia, no les queda otra conclusión más que plantear que el sistema refuerza hábitos perversos.
- Que el disgusto se basa en una incompatibilidad con las exigencias demandadas de la persona (de la cantidad de trabajo, de relaciones que se viven como poco humanas). Lo que el chileno desea es que lo dejen tranquilo (i.e por eso el sueño es siempre vivir en provincia, donde uno puede almorzar con tiempo). Sus deseos de independencia, finalmente, son deseos de tranquilidad, no de emprendimiento (En otras palabras, de verdad son deseos de independencia: de poder rechazar las demandas de otros).
- Que los Chilenos, en todo caso, recogen la lógica del sistema cuando hablan en términos cognitivos. Y así dirán que en tal mercado no funciona porque no hay suficiente competencia.
- Que el peso de lo cognitivo/moral varía entre ámbitos, pero hay uno que por excelencia sólo se discute en términos morales. El discurso sobre el mundo del trabajo es siempre en términos de justicia (de los salarios se habla en términos de justos/injustos, del empleo como derecho, de las condiciones laborales como dignidad).
- Que ningún chileno común y silvestre jamás se ha sentido tocado por la idea del desarrollo o por las oportunidades históricas de convertir a Chile en un país desarrollado.
Ultima acotación: Que posiblemente varias de esas tesis tengan mucha mayor aplicación que solamente Chile.
(Y ahora esperemos que efectivamente funcione lo del Fondecyt y podamos ver cuanto de lo anterior queda en pie después del contacto con los datos. Que con las ideas debiera pasar lo mismo que Clausewitz decía con respecto a los planes militares, que ninguno sobrevivía el contacto con el enemigo. Espero que no sea necesario plantear que el enemigo de las hipótesis son los datos)