Por Ignacio Nazif
Al leer por primera vez esa nota noté rápidamente que Juan Ignacio estaba tras dos elementos que permitían, quizás de manera inadvertida reflexionar sobre una crisis política que vive actualmente Chile.
- Por una parte, destacaba y describía como un elemento valorado por los partidarios del orden, un elemento social, un ethos, que lo llama “buen sentido”. En dicho ethos se observa tres conceptos superpuestos: prudencia, gradualidad y escepticismo sano. Esto en general permite que los ciudadanos puedan comprometerse en proyectos de largo plazo. (Juan Ignacio describe esto como si aquello fuera una característica que los partidarios del orden perciben de manera positiva en la ciudadanía—pero creo que quizás esto es más profundo porque lo anterior denota también compromisos con ciertas utopías, las cuales necesitan también del largo plazo. Pero lo anterior es una digresión.) Lo importante es el “buen sentido” de compromiso de largo plazo ya que en ello descansa su propia encrucijada, hasta cuando creer, lo que nos lleva a nuestro segundo punto.
- Por otra parte, Juan Ignacio observa la falta de credibilidad, aquel momento donde los ciudadanos se dan cuenta de que el largo plazo contiene inevitablemente un elemento que no es falseable y como tal espacio para ser colonizado con promesas y utopías. Esta falta de credibilidad, que yo finalmente interpreto como falta de legitimidad en el sentido weberiano, nos lleva curiosamente a observar parte de la crisis institucional que vive Chile en la actualidad.
Veamos como esto puede ser descrito en un plano cartesiano a la sociológica. En la figura de arriba se observa que Chile estaría ubicado en la parte baja a la derecha del cuadro. Entendiendo que el ethos es algo característico de la ciudadanía y no necesariamente de la elite que la dirige, se observa el quiebre que estaría desarrollándose en nuestro país. La elite habría estado enviando señales de compromisos de largo plazo, digamos para simplificar, en los últimos años, pero estas promesas pasado el plazo no estarían siendo cumplidas. En este caso habría que ver la distribución del desencanto con respecto a la edad, y ver si los primeros cohortes que están recibiendo pensiones via AFP por ejemplo están más insatisfechos que aquellas cohortes que todavía no son sujetos de esta política. Ejemplos más transversales, es decir, sin considerar la edad, podrían explorarse respecto al uso del transporte público, y como en un plazo de 8 años se puede ver que las soluciones no necesariamente están siendo cumplidas, y comparar este grupo con aquellos que hace uso del automóvil. Finalmente está el grupo etario que corresponde a los que están saliendo de la educación superior y ver su tasa de inserción laboral y como esta puede estar presentando tensiones dado que las expectativas no necesariamente están cumplidas. Lo de la salud puede ser similar pero en este caso más que comparar sistema privado con público, sería mejor comparar sistema privado en el tiempo y ver como también el sentido de largo plazo estaría siendo vulnerado. Efectivamente como señala Juan Ignacio con esta situación el buen sentido ha perdido su valor en referencia a quien lo podía ir administrando, es decir, la elite nacional.
Finalmente Chile en esta encrucijada tiene dos salidas las cuales se podrían observar en el largo plazo, primero que Chile se vaya al cuadrante Mal sentido / Baja Credibilidad, es decir, donde el ethos del bueno sentido se pierda ya que la doctrina del corto plazo que en la práctica puso en ejecución la elite, termina siendo emulada por la ciudadanía, o bien Buen sentido /Alta Credibilidad, donde la elite en un plazo de un año es capaz de mostrar un compromiso efectivo con demandas que solo puedan tener un efecto inmediato en la ciudadanía, que a mi juicio seria tener un estado de bienestar donde educación, pensión, transporte y salud tenga un apoyo más consistente.