El economista Angus Maddison publicó el año 2007 un libro Contours of World Economy, que culminaba una tarea absolutamente insensata: Intentar medir el PGB per cápita de diversos países a partir del año 1 de nuestra era. Una tarea gigantesca (en términos de recopilación de datos y de análisis para hacerlos comparables) que siempre produciría resultados imprecisos y discutibles (porque es difícil estar seguros de, por ejemplo, la estimación que se hace del PGB per cápita del Imperio Romano en la era de Augusto). Pero al mismo tiempo de una utilidad impresionante: Son recurrentes en historia preguntas que, al final, son preguntas de estándar de vida (que el PGB per cápita, mal que bien, mide) y de comparaciones en torno a ello (¿cómo se compara la prosperidad de China, India y Europa en el siglo XV-XVI? para recordar una bien habitual). Como muchas veces ocurre, son quienes se atreven a esas tareas insensatas que otros no los que nos permiten avanzar en nuestra comprensión del mundo.
A partir de ello se generó un proyecto de múltiples investigadores, llamado el proyecto Maddison en honor del investigador (fallecido el 2010). Ese proyecto ha publicado bases de datos para comparación histórica, y hace unos pocos meses en este 2018 publicó su actualización más reciente (ver aquí el link). Dicha base posee datos para Chile desde el año 1810 en adelante, así que esto permite una mirada de largo plazo del crecimiento económico en Chile.
Para la comparación de crecimiento a lo largo del tiempo, el proyecto recomienda usar la tabla rgdpanpc (que corresponde al PGB per cápita real en dólares del 2011, con benchmark del año 2011), y es la que usaremos para nuestros dos primeros gráficos, que intentan mostrar el crecimiento de la economía Chile en el par de siglos de nuestra historia republicana.
Ingreso per Cápita, Chile 1810-2016 (dólares de 2011)
Los datos son bastante claros en mostrar un cambio en el ritmo permanente de crecimiento a contar de alrededor de 1985-1990. El aumento en el PIB per cápita a partir de esos años experimenta un salto que claramente es muy diferente de la tendencia anterior. He ahí una discontinuidad. La frase tan manida de un Chile muy cambiado en las últimas décadas tiene un correlato muy claro en ese gráfico.
Ahora bien, alguien podría retrucar que un gráfico que muestra valores absolutos puede resultar engañoso: Un crecimiento del 5% implica un salto muy distinto cuando se tiene un ingreso de 1.000 que cuando se tienen 20.000, y es ello lo que podría aparecer en el gráfico más que un cambio de tendencia fundamental. Ello es correcto, aunque deja fuera dos elementos que son relevantes: (1) No siempre aparece ese cambio de tendencia en el gráfico absoluto (si uno hace el mismo gráfico para Argentina no encuentra ese cambio) y (2) efectivamente sí es muy distinto lo que implica un crecimiento de un cierto nivel a muy diferentes niveles de ingreso, eso es también algo a destacar.
Como de todas formas es un tema relevante, procedemos a mostrar entonces un gráfico del porcentaje de crecimiento. Ahora bien, si se realiza un gráfico anual no se encuentra ninguna tendencia que pueda describirse, pero si se realiza un gráfico de crecimiento decenal si aparece algo muy interesante.
Porcentaje de crecimiento decenal del Ingreso per cápita, Chile 1816-2016 (dólares de 2011)
Y entonces resulta claro que efectivamente hay un salto en la década de 1986 a 1996 (si se usan décadas iniciadas en otros años se desdibuja el máximo pero el fenómeno de todas formas resulta claro). El ritmo de crecimiento decenal no sólo es el más alto de toda la historia republicana, sino que supera con creces (más del doble) a cualquier otro decenio. Es claro que es ahí, y sólo ahí, donde se produce un salto. Los decenios posteriores tienen niveles que, dentro de la tendencia histórica, están en un nivel alto pero dentro de lo normal. Es cierto que tener tres décadas de crecimiento (cuatro si se considera también 1976 y 1986) con niveles de crecimiento que no son bajos para nuestra tendencia histórica es también algo excepcional -lo normal es más bien buenas décadas seguidas por décadas más bajas-, pero en términos de decenios es entre 1986 y 1996 donde se produce un salto cualitativo.
Como a buena parte no le interesan las descripciones sin que vayan acompañadas de evaluaciones, o al menos de sus efectos para evaluaciones, entonces habrá que recordar lo siguiente: Es un hecho que, nos gusto o no, es bajo el modelo actual de desarrollo que (a) Chile experimentó su década más alta de crecimiento en toda su historia y (b) unas cuantas décadas que, también miradas de conjunto, representan el período de mayor crecimiento. Dicho de otra forma, en términos de décadas no hemos tenido una década pérdida desde los ’80 (la década 1974 a 1984 implica un crecimiento del 1,7% y es la última ocasión en que ello ocurre, justo saliendo de una recesión extremadamente fuerte). Se pueden decir muchas cosas al respecto, desde que no fue en la dictadura sino bajo la Concertación (y por lo tanto bajo un modelo que no sería igual) que se han obtenido los mejores resultados, o que no todo es crecimiento (hay desde distribución -cuantos son los que disfrutan de ese crecimiento- hasta asuntos no económicos); pero los datos resultan innegables, y sea cual sea su evaluación y postura no queda otra que aceptarlos. En términos de crecimiento, el período Buchi-Foxley es, sin comparación alguna, el mejor de nuestra historia.
Ahora, todo lo anterior fue mirando sólo a Chile. Pero claramente para evaluar el desempeño económico no basta con mirar el propio crecimiento. Al fin y al cabo, el hecho que no se observe en el caso chileno los ‘3o gloriosos’ de los países desarrollados (altos niveles de crecimiento en post-guerra) no deja de ser bastante relevante. Para observar la ‘convergencia’ (o divergencia) de Chile con los países desarrollados, observaremos el porcentaje que representa el ingreso de Chile en relación con el de Estados Unidos. Éste siempre ha sido un país rico en términos comparativos, y cercano o directamente en la línea de la frontera de productividad -o sea, del país que produce de manera más eficiente dada la tecnología en un momento dado. Pensé en comparar con el país de máximo ingreso -como equivalente de frontera de productividad-, pero en ese caso aparecían pequeños países petroleros (Qatar, los Emiratos) con cifras muy altas, que no implicaban frontera de productividad, y el ejercicio de eliminar países extraños no deja de ser subjetivo (¿incluyo Noruega, con el petróleo y sus ingresos por el fondo público de inversión?). Dado eso, mejor comparar con Estados Unidos.
Los datos para esa comparación provienen de la misma base, pero ahora de la tabla cgdppc (también el ingreso per cápita del PGB en dólares del 2011, pero aquí basado en benchmarks múltiples, que nos dicen los autores sirve para comparaciones de ingreso entre países).
Porcentaje del ingreso per cápita de Chile comparado con el de EE.UU 1810-2016
Lo que encontramos es que Chile ha experimentado convergencia con Estados Unidos en las últimas décadas. Sin embargo, todavía no alcanzamos las cifras de la segunda mitad del siglo XX, y ello no es solamente produce que se eligió Estados Unidos como comparación. Hay varios países desarrollados con los cuales la comparación en, por ejemplo, 1883 da una convergencia mayor que el 2016: Francia (ingreso chileno siendo el 65% del francés en 1883 y 55% el 2016) Alemania (66% y 46% respectivamente), Países Bajos (55% y 44%). En otros casos, como Portugal o Italia, el ingreso chileno de 1883 era más alto que el de los respectivos países en esa fecha. No siempre ocurre así (comparado con el Reino Unido, el ingreso chileno converge más ahora), pero una conclusión es clara: No es cierto que el período contemporáneo sea cuando más cerca Chile se haya encontrado de los países desarrollados.
El salto cualitativo de desarrollo que vimos anteriormente nos ha acercado a los países desarrollados, pero todavía no alcanza la situación de convergencia de mediados del siglo XIX. ¿A qué se debe ello? La respuesta es clara: Porque en los 40 años entre los 1940’s y los 1980’s Chile se alejó progresivamente de los países desarrollados. Si bien en términos de crecimiento decenal no parecen ser décadas muy diferentes a las anteriores, sucede que ese es un período de muy alto crecimiento de la economía mundial -y por lo tanto el desempeño económico de Chile fue, comparativamente, deficiente. Los años del desarrollismo, entonces, no fueron -desde el punto de vista del crecimiento económico- buenos años.
De hecho, uno puede hacer notar que las épocas en las cuales Chile ha convergido con los países desarrollados han sido épocas relativamente liberales en lo económico -finales del siglo XIX, la república parlamentaria, el modelo actual. Nuevamente, esto no quiere decir nada sobre evaluaciones (se puede retrucar al respecto que la trayectoria de convergencia alcanzó un máximo y no se avanzó más, o sea que tampoco representó un salto, que el desempeño posterior del desarrollismo se explica por los problemas que no pudo resolver el modelo anterior etc.); pero el caso es que la frase con la que se inició el párrafo no deja de ser correcta.
Más allá de todas las discusiones que pueden producir estos datos, hay algo que resulta muy claro. A todo lo largo de los 200 años de vida republicana, sólo hay un salto y cambio de tendencia en el crecimiento del ingreso (y al final, en el estándar de vida) durante todo el período. La década de 1986 a 1996 -es ahí donde se produce el cambio principal.