Ponencia sobre Trabajadores Independientes

Habiendo hecho una ponencia sobre la situación de trabajadores independientes para el VI Congreso de Sociología, no estaría nada de más publicarle en este blog (link aquí)

Y he aquí el resumen:

El trabajo contemporáneo se describe muchas veces como inestable, y caracterizado por la ‘des-estructuración’ de las trayectorias. La construcción de proyectos de futuro sería entonces más difícil. Los trabajadores independientes, más inestables, son un segmento interesante en este tema.

El contexto de los independientes nos permite entender las bases sobre las cuales podrían(o no) construir futuro. En primer lugar, tienen una alta diversidad, y esto implica a su vez que no todos son particularmente precarios. Su cultura económica –valorando su autonomía (no el emprendimiento) y sus resquemores frente a la inestabilidad también afecta su posibilidad de pensar el futuro.

Esto implica una relación con el futuro que no sigue la tónica supuesta: Un futuro familiar (no individual), con expectativa de trabajo continuo (sin jubilación). Su percepción del futuro se basa en la idea que si se ordenan y ahorran, algo que depende de ellos, pueden obtener un futuro positivo.

Entonces, los independientes pueden planificar el futuro: Hay incertidumbre sobre si cumplirán con la regla, pero no con la regla como tal. Perciben inestabilidad, pero no cambio estructural. Construir futuro (individual y familiar) se basa en la repetición del presente (social).

Una definición funcional y subjetiva de clase media

A propósito de que estaba leyendo una entrevista a un taxista (sobre el tema de previsión social, en el que trabajo) y hacía su declaración que ‘uno se la juega para que no sea así’ (que sus hijos sean taxistas). De ello se sigue una definición de clase media, a saber:

Es de clase media una persona que si su hijo repitiera su experiencia (trabajara en lo mismo) estaría de lo más feliz. En otras palabras, que no se la juega para que sus hijos eviten su propia vida.

Un divertimento: Un análisis cientometrico de sociólogos chilenos

Por esas cosas de la vida, baje un software que realiza diversos análisis de indices cientométricos usando la base del Google Scholar. Como todas las cosas, tiene problemas -la base del Google Scholar no es perfecta (y de hecho funciona mejor para papers que para libros, y funciona mejor si eres citado fuera de Chile en publicaciones y conferencias de ‘corriente principal’). Pero también tiene virtudes.

De todos los diversos indices, usamos el h-index que es relativamente fácil de entender. No voy a usar la definición formal, pero un h-index de 4 indica que tienes 4 escritos que han sido citados 4 veces o más. Además presentaremos el g-index que sigue la misma lógica pero pesa más los textos más citados (es el número tal que los g-top textos tienen en conjunto g2 citas).

Bueno, veamos que resultados nos arrojan para sociólogos chilenos:

  • José Joaquín Brunner = 15 (g-index 27)
  • Norbert Lechner = 13 (g-index 27)
  • M. A. Garretón = 13 (g-index 20)
  • Daniel Chernilo = 8 (g-index 13)
  • Eugenio Tironi = 7 (g-index 11)
  • Florencia Torche = 7 (g-index 11)

(También calculé para Moulián, Morandé y otros pero tenían h-index de 5 o menos)

Debido a las características de la base, esto nos mide más bien el impacto ‘global’ de los autores. Alguien que es muy discutido en Chile pero menos fuera de Chile va a aparecer con un impacto más bajo. Pero, como todos los números, ha de verse como un indicador más que otra cosa, y no como verdad absoluta.

Valores comparativos

  • Pierre Bourdieu = 89 (g-index 295)
  • N Luhmann = 38 (g-index 98)
  • Mark Granovetter = 29 (g-index 199)

La Miseria de la Sociología.

Este texto también proviene de la intención de re-redactar y de reorganizar textos antiguos. En este caso, una serie de comentarios sobre análisis realizados durante los ’90 sobre la sociedad chilena. Al revisarlos, me dí cuenta que un tema interesante en el desarrollo de la sociología en Chile había sido que si bien durante los ’90 habíamos desarrollado un diagnóstico sobre la sociedad, en los años ’00 no realizamos ninguno -y simplemente seguimos usando el diagnóstico anterior. Así que pensé que esos comentarios eran recuperables, y que haciendo una distinción entre los fundadores y los epígonos bien podía hacer una crítica del quehacer sociológico durante los últimos decenios.

Una crítica porque la opinión seguía siendo la misma: La sociología chilena ha fallado en los últimos 20 años en realizar su tarea más básica, que es el de diagnosticar lo que sucede en Chile, y terminamos usando un diagnóstico limitado que no era mucho lo que nos permitía decir.

Hay dos características esenciales de la sociología en los últimos 20 años: Que se usa un diagnóstico común de que fue lo que sucedió en la sociedad -que nos transformamos en una sociedad de mercado. Esto se dice con retóricas, valoraciones y lenguajes muy distintos pero en lo fundamental eso es lo que se plantea. Y que se un método común para mostrar ese cambio -el ensayo impresionista, y en particular de ensayos que no argumentan demasiado. Ambas características están relacionadas entre sí. El uso del ensayo facilita el no profundizar los temas, y quedarse en lo que -finalmente- aparece como lo más obvio: la importancia del mercado y del consumo. Al quedarnos solamente en lo más obvio, además una vez dicho la obviedad no había más que decir. Y entonces sobre la sociedad después de los ’90 la sociología no ha tenido nada nuevo que plantear. Ni siquiera para discutir, en serio, si efectivamente no se habían dado cambios fundamentales.

¿Porque es relevante que la sociología en Chile en general no argumente y defienda sus posiciones? Al fin y al cabo, esto puede parecer un asunto meramente formal sin mayor relevancia frente a lo central: que es el contenido. ¿Qué importa que no argumentan si lo que plantean es tan interesante y correcto?
Porque sin argumentación con lo que único que nos quedamos es con los nombres. La única razón para tomar en cuenta lo que plantean es, simplemente, que ellos lo dicen. Sin argumentos estamos reducidos al mundo de lo que parece, de lo que a uno le suena. En un mundo sin argumentos, las afirmaciones nos parecen correctas o interesantes sólo por el prestigio del autor. No negaremos que es un mundo intelectual cómodo. sin argumentación, simplemente nos quedamos con el equivalente de una conversación de café de presunta profundidad. Y los textos, finalmente, tienen los mismos vacíos de esas conversaciones: brillantez fácil y frases sugerentes e inteligentes. Pero, nada de importancia detrás de la fachada. Como toda conversación de café, sirven para pasar una tarde y para pretender que uno no es un bruto, pero como aporte al conocimiento de la sociedad no es mucho lo que sirven. Lo extraño del asunto es la pretensión que ese tipo de disquisiciones merecían imprimirse

Para escribir los textos que hemos comentado se requiere algo de inteligencia y pensar unas cuantas tardes. No es una tarea realmente muy difícil. Sin embargo, la tarea de argumentar si es difícil. Es algo que requiere trabajo y dedicación. Al fin y al cabo, argumentar no es repetir varias veces la misma afirmación. Argumentar no es ilustrar la posición con un ejemplo Argumentar no es plantear que la propia posición es evidente. Argumentar es hilvanar: conectar frases. Para ser personas que, presuntamente, trabajan con ideas no deja de ser algo extraño que se salten la parte que efectivamente representa trabajar con ideas.

El problema central es que una consecuencia de esta ausencia de argumentación, de esfuerzo real de investigación, es que quedamos reducidos a las obviedades y al sentido común, las posiciones defendidas no son muy interesantes. La visión de la sociedad chilena que está detrás de las disquisiciones teológicas de Cousiño y Valenzuela -como por ejemplo, su discusión acerca del exódo-, de la retórica de Moulian y del equivalente a comentarios de sobremesa de Tironi es bastante sencilla: Chile se ha transformado en una sociedad dominada por el mercado. Prácticamente todos nuestros autores comparten la idea que Chile se ha transformado de una sociedad dominada por la política a una centrada en el mercado. Gran parte de nuestras actividades y relaciones está mediada por el mercado, y el consumo -especialmente, su aumento del consumo- se ha transformado en una de las actividades centrales de nuestra sociedad.

Pero al no indagar realmente, entonces no sólo decimos lo que parece ser obvio, sino que además sólo decimos lo que parece evidente de eso: Ni siquiera se investigó, mucho, en que consistía exactamente ‘una sociedad de mercado’. Plantear que hay más bienes en una sociedad -mas automóviles, mas lavadoras- no nos dice mucho sobre la experiencia y las prácticas de vivir en una sociedad de mercado, que implica realmente para las personas. Plantear que las personas se endeudan no nos permite entender mucho más si no conocemos cómo se inserta el endeudamiento en las vidas de las personas, como afecta las prácticas presupuestarias. Esto puede parecer cosas nimias, pero el tema es que cuando se mira en detalle es que aparecen elementos importantes que uno no podría haber pensado cuando se queda en la mirada general y obvia. Incluso si aceptamos el diagnóstico general, y aceptamos que lo que pasó fue la instauración de la sociedad de mercado, no sabemos en que consiste ese diagnóstico a menos que vayamos más allá de lo que se puede observar en general.

En última instancia, las debilidades del discurso sociológico se fundamentan en el rol que cumple. Al fin y al cabo, la sociología, en la práctica, no es más que la transposición, algo más compleja y afectada en el decir pero igual de sencilla en las ideas, del discurso político. El consenso político se transforma en consenso en el diagnóstico; y los puntos sobre los cuales se discute en política se transforman en los puntos sobre los cuales se discute en sociología (Estado y mercado a final de cuentas).

En en el apuro por tener alguna interpretación general sobre el Chile de los ’90, la sociología olvidó hacer su trabajo. Una etapa que, por admisión del consenso estándar, representa grandes cambios en la sociedad, debiera ser un período especialmente interesante para un sociólogo. Pero en vez de realizar un trabajo serio y exhaustivo, nos quedamos en lo que es más fácil: en el ensayo y en la metáfora. Y así dejamos abandonado el trabajo porque nada más teníamos que decir

No todo el mundo tiene la oportunidad de analizar una transformación mientras esta se desarrolla. En ese sentido, los sociólogos chilenos de los últimos decenios fallaron en la tarea básica que tenían que realizar, la de entender y estudiar una sociedad en un proceso de cambio.

El ingreso de los independientes: La esperanza de los altos ingresos.

En un post anterior sobre el ingreso de los independientes comparado con los dependientes, mencionamos que la comparación de los promedios escondía el tema de las variaciones. En particular, que los independientes tenían una mayor probabilidad de obtener altos ingresos que los dependientes (a igual nivel educacional): una persona de bajo nivel educacional tenía un límite de sus ingresos como dependiente que podía superar como independiente.

Ahora, ¿por qué centrarse en los niveles más altos? (y para un análisis general de la desigualdad de los ingresos de los independientes, uno puede leer el texto en este link) Por un tema puramente subjetivo: Las personas tienden a pensar que tienen mayores capacidades que el promedio, por lo que sus esperanzas no están puestas tanto en obtener el promedio sino en obtener lo que obtienen los que les ‘va bien’ (dado que suponen que ellos se contaran en ese grupo). Y tengo la impresión que los independientes pueden ser un grupo particularmente afecto a lo anterior -necesitas un dosis no menor de confianza en ti mismo para dedicarte a un trabajo que no tiene ingreso asegurado. En este sentido, la expectativa de que existe una posibilidad mayor de obtener altos ingresos como independiente no deja de ser relevante.

En cualquier caso, ¿que nos dicen los datos?

Fuente: CASEN 2009

Los datos nos muestran que la diferencia a favor de los trabajadores independientes, a igual nivel educacional, es incluso superior en los percentiles superiores en comparación con lo que ocurría en el promedio. Hicimos la comparación con el percentil 75 (o sea, la esperanza de estar en el cuarto superior de ingresos, el ‘optimismo moderado’), y con el percentil 95 (que representa a las esperanzas de lograr triunfar).

En relación al percentil 75 encontramos que la diferencia entre independientes y asalariados se ubica entre el 70% y el 80% en general. La sola excepción ocurre en los extremos de educación, donde la diferencia es de un 30% y bastante inferior a la diferencia en la media. Esto tiene que ver con la dispersión de los ingresos en esos grupos: La diferencia en las medianas, si bien sigue siendo favorable a los independientes, es aún menor (y de hecho, uno puede observar que la media de ingreso de los independientes con educación superior completa es superior al percentil 75 lo que da cuenta de una distribución altamente desigual para ese grupo). Pero si uno piensan en el percentil 95, o sea el optimismo en mayor grado, encontramos que las diferencias son incluso más altas, y que en general son de alrededor del doble de los ingresos de los dependientes. De hecho, el percentil 95 de los independientes sin educación formal es similar (de hecho algo superior) al percentil 95 de los dependientes con educación media completa.

En otras palabras, la idea que la diferencia de las medias todavía no da cuenta de la diferencia en los niveles máximos de ingreso que se pueden alcanzar se ve reafirmada con estos datos. Y esta es una diferencia que puede ser aun más relevante para los independientes.

El Ingreso de los Trabajadores Independientes

En muchas ocasiones uno tiende a tratar a los trabajadores independientes como un grupo más bien precario, de condiciones laborales inferiores al resto de la población. Sin embargo, si bien -claro está- existen muchos trabajadores independientes que viven situaciones de precariedad, esto no se puede decir afecte de manera general al segmento. Y ni siquiera es tan claro que afecte a los independientes mucho más que a los asalariados.

De hecho, los datos -al menos los de la CASEN 2009- nos indican que el trabajo independiente es una forma de obtener mayores ingresos a cambio de inseguridad

Como podemos observar el ingreso delos trabajadores por cuenta propia es algo inferior  al de los empleados públicos, pero claramente superior al de los empleados privados -y al servicio doméstico. La diferencia ente los ingresos de los asalariados (en su conjunto) y el de los independientes supera los 130.000 pesos.

Esta diferencia se vuelve aun más interesante cuando nos damos cuenta que los independientes tienden a tener un menor nivel educacional que los trabajadores asalariados: Un 31% de quienes tienen básica incompleta trabajan como cuenta propia, pero sólo un 12% de quienes tienen educación universitaria completa (de acuerdo a la misma CASEN 2009) . Y bien sabemos la relación existente entre nivel educacional e ingresos en el país.

Entonces, ¿cuál es la diferencia entre el ingreso de independientes y asalariados cuando mantenemos el nivel educacional constante?

INGRESOS POR OCUPACIÓN PRINCIPAL (CASEN 2009)

Las diferencias son bastante importantes: En general a, nivel educacional igual, el trabajador independiente -sin contar empleadores- obtiene ingresos que son al menos un 50% superiores a los que obtienen los asalariados.  Una diferencia que, además, es particularmente importante en los niveles más altos de educación. De hecho, un trabajador independiente con educación básica incompleta obtiene un ingreso equivalente al asalariado con educación media completa.

Pero, incluso, el argumento anterior pierde algo de vista: El hecho que plausiblemente, la única manera de obtener altos ingresos para personas con baja educación sea a través del trabajo independiente (o sea, es relevante observar no sólo la media sino además medidas de dispersión). Pero eso sería tema de otro post.

Sobre acciones políticas en Sociología

A propósito de la reciente huelga de hambre de mapuches, en la lista Chilesoc aparecieron algunos requerimientos para firmar una declaración de apoyo sobre su situación. Hasta ahora, todo razonable. Ahora, se pidió que fuera una declaración de apoyo en tanto sociólogos (e inicialmente usando la palabra experto). Lo que me pareció inadecuado -porque de verdad, ¿expertos en lo social?, si un sociólogo cree de verdad que somos eso, estamos muy mal. A lo que varios replicaron diciendo que lo de experto no era importante, que lo relevante era hacer la petición. Lo cual está muy bien, pero entre medio se hicieron de nuevo algunas declaraciones que insistían en el valor especial de la opinión de los sociólogos.

A continuación escribo la replica completa que hice al respecto:

Siempre es extraño cuando se niega y afirma lo mismo en un sólo párrafo. Se niega que se quiera (o la importancia) hablar como experto,y a renglón seguido se insiste en que el habla de los sociólogos es especial. Se nos dice que no es hablar como expertos, sino como profesionales; pero -entre otras cosas- un profesional se define por que tiene acceso a un conocimiento específico (o sea, es un experto). Se nos dice que no es hablar como expertos, pero que ‘debemos aportar con una mirada más amplia a la realidad social’ que sigue siendo una forma de plantear que nuestra habla es especial. O se plantea que, dado que esto es un tema político, entonces lo de ser experto no es relevante; pero ¿desde cuando decir que uno es experto o tiene una mirada especial en un tema no es un acto político de legitimidad del habla? El efecto político deseado se basa precisamente en la pretensión de tener un habla especial. Al fin y al cabo, si no se tuviera esa pretensión entonces no se insistiría en mostrar las credenciales al momento de la firma.

Al fin y al cabo, para hablar públicamente se habla como ciudadanos preocupados. Otro titulo para hablar no se requiere. Otro titulo no se tiene.

Y finalmente, si lo que se quiere es ayudar a los mapuches entonces háganse actos de verdad: Proteste, organice una marcha, súmese a la huelga de hambre. Pero armar una declaración basado en un presunto aporte especial por el carácter de profesionales de lo social, cuando ese aporte no es reconocido en la sociedad es del tipo de cosas que parece útil y parece importante y parece consciente, pero en realidad sólo sirve para que uno quede tranquilo con su consciencia en vez de aportar políticamente de manera efectiva.

Si, creo que salió un poco agresivo -en particular, la última parte, pero en fin, no siempre uno está en el ánimo más ecuánime.

A propósito de matrimonio entre homosexuales y lo preparado de la sociedad

Algunos, a quienes preferimos no mencionar, han declarado que -independiente de los méritos y deméritos del caso- la sociedad chilena no se encuentra preparada para el matrimonio entre homosexuales. Y, por lo tanto, entonces no conviene legislar.

Lo que el argumento olvida es que, de hecho, muchas veces es precisamente el hecho de legislar lo que hace que una sociedad se prepare. Al fin y al cabo, la sociedad chilena tampoco estaba preparada, y también era un tema de minorías, para el matrimonio civil, o para los cementerios civiles. Provocaron escándalo y crítica. Y sin embargo, años después, se convirtieron en cosas perfectamente razonables, ante las cuales la sociedad se encontraba plenamente preparada.

El caso es que las sociedades no se ‘preparan’ sin que haya acciones concretas realizadas por personas para que se preparen. El presentar una reforma a la ley que permita a los homosexuales casarse, es precisamente el tipo de acciones que hace que una sociedad se encuentre preparada.

A propósito de la CASEN y la evolución de la pobreza

Entre toda la discusión sobre el aumento de la pobreza, hay un tema que es interesante destacar. En la medición anterior (2006) la discusión fue sobre que había disminuido demasiado la pobreza (5 puntos, algo que no había sucedido durante un tiempo largo). Ahora, si uno compara la pobreza 2003 con la 2009 se da cuenta que la cifra 2009 está dentro de la linea de tendencia, si se quiere: En 6 años la pobreza habría disminuido 3,6 puntos, lo que es algo inferior pero comparable con lo sucedido anteriormente (de 1998 a 2003 había disminuido 3 puntos). La cifra extraña sigue siendo la del 2006.

El gráfico de la presentación (disponible aquí) es bastante claro, creo:

casen_pobreza_2009

 

Mundiales, medios y esas cosas

Finalmente hemos decidido volver a escribir algo en este blog, y algo que es incluso algo sociológico -aunque sea de fútbol. Por alguna razón, sólo sigo el fútbol cada 4 años y durante un mes, y como el otro día me pidieron algunas notas sobre mundiales y medios -que al final no fueron usadas, bien puedo ponerlas acá

Una cosa que no deja de ser es que, al fin y al cabo, el fútbol es importante para los medios. O sea, el Mundial del ’62 y su importancia para desarrollo de la televisión en nuestro país son conocidos. La expansión de la televisión por cable (y satelital) no ha sido ajena al tema de la transmisión de los partidos, y más de una compañía ha iniciado su proceso de expansión al llevarse la licencia de transmisión. Cambiamos nuestros aparatos de TV para ver el mundial. Y lo vemos para el fútbol: Normalmente los programas de mayor audiencia son los partidos de la selección. En momentos en que se habla de fragmentación de las audiencias, es importante recordar que el fútbol –y en particular, la selección chilena en los mundiales- es un momento de unificación.

Por lo tanto, entre medios y fútbol -y particular con mundiales hay una relación interesante. Y creo que parte de esa relación se da por la posición que ocupa el fútbol, el Mundial y la selección en la vida social -algo de sociológico tenía que tener el comentario.

Lo más claro es que del Mundial se habla, y que ver la selección es un momento colectivo. Lo que no deja de ser raro, dado que en general cada día preferimos nuestras experiencias mediales más individualizadas (televisores en las piezas existe desde hace mucho tiempo e Internet es en general algo que se individualizado). Pero el Mundial y la selección se ve en grupo. Ya sea en la casa, en la oficina o lisa y llanamente en la calle.

Lo anterior hace más interesante que este Mundial ocurra en condiciones de alta penetración de Internet y de banda ancha. Porque de hecho, si uno tiene banda ancha puede ver el Mundial -de hecho es posible ver todos los partidos y ahorrarse toda la polémica sobre los derechos de transmisión. Y claro está, Internet es una tecnología profundamente individual.

¿Qué le sucede a la experiencia de Internet cuando ocurre en un evento que es tan profundamente no individual como lo es el Mundial? Lo que ocurre es que esta experiencia tiende a moverse hacia lo colectivo. Por ejemplo, y todo ello se refiere a cosas que pude observar, si en una oficina alguien estaba viendo un partido vía Internet, el partido tendía a comentarse o mostrarse en las jugadas importantes -la experiencia de visionado individual no se quedaba en el individuo. O se puede usar para ‘mejorar’ la experiencia de ver el partido en televisión. En el caso de Chile-España supe de ambientes en que mientras se veía el partido alguien estaba además viendo que pasaba en Twitter o alguien tenía en su computador Suiza-Honduras para saber que pasaba en ese partido. Sin embargo, y esto es lo crucial, cuando realmente se requiere colectividad -como es el caso de los partidos de la selección- entonces Internet resulta insuficiente, y se vuelve a medios que pueden ser más colectivos.

De hecho, si pensamos en más allá del visionado del partido, entonces el aporte de Internet a la experiencia colectiva no deja de ser interesante. Normalmente, la conversación sobre el Mundial la realizaban las personas de manera privada y en los medios masivos –en programas de televisión- de manera pública. Pero el desarrollo de Internet, pensemos en el ejemplo de Twitter, permite una conversación entre personas privadas de manera pública: El partido no sólo es comentado públicamente por aquellos que tienen el rol asignado en los medios, sino también por cualquier persona. En cierto sentido, digamos, la constitución de una esfera pública amplia. Que sea sobre fútbol y no sobre otros temas dice sobre nuestros intereses como sociedad, pero sigue siendo una esfera pública.

Entonces, el tema es que los Mundiales, la selección en particular, son una experiencia colectiva. Los medios se adaptan a esa característica. Y por lo tanto, al final el tema es ¿por qué son una experiencia colectiva?

En última instancia, los Mundiales han sido –y seguirán siendo- importantes para el desarrollo de los medios porque han sido importantes para la sociedad. Y lo han sido porque las sociedades necesitan de momentos para encontrarse a ellas mismas, en que las personas vivan la experiencia de pertenecer todas ellas a algo común, de vivir la emoción de lo comunitario. En sociedades cada vez más diferencias e individualizadas, este tipo de experiencias –cada día más escasas- adquiere aún más relevancia. En otras palabras, la selección permite construir una práctica ritual de construcción de un nosotros: Todos saben que cuando se deprimen o sienten euforia lo están sintiendo al mismo momento, y por la misma razón, que ‘todos’. Digamos entonces que el Mundial provee de las mismas experiencias colectivas que el viejo Durkheim pensaba que la religión proveía, y que era la razón de ser de la religión. Así que sí, el fútbol no deja de ser importante.