Las asociaciones de las visiones sobre Educación

La anterior entrada mostraba la existencia de algunas visiones sobre educación (ver aquí) y finalizaba planteando que en una siguiente entrada se analizarían cruces de esas visiones. Bueno, esta es la entrada dedicada a ello.

El análisis de la entrada anterior se estructuraba en dos partes. En primer lugar, se analizaba cada una de las escalas construidas por separado (la escala pro-reforma y la escala anti-reforma). Luego, para disminuir complejidad se realizaron algunas clasificaciones. Seguiremos aquí ese esquema.

Las relaciones de las escalas.

En primer lugar analizaremos las relaciones de las escalas con otras preguntas. Para hacer más compacta la presentación del cruce, los dos cruces paralelos se han mostrado en una sola tabla (i.e el cruce de la escala pro-reforma y el cruce de la escala anti-reforma con la variable en cuestión), y para simplificar la presentación se ha usado sólo una respuesta de la variable en cuestión (la que mejor ilustre la relación en cuestión). Los porcentajes son siempre porcentajes de fila. Cuando la relación es significativa está marcado en negrita.

A igual costo de matrícula y similar distancia, ¿Ud. preferiría una escuela o liceo municipal o un colegio particular subvencionado? (% que responde Escuela o Liceo Municipal)

Valor Escala Pro-Reforma Escala Anti-Reforma
0 25 53
1 31 40
2 29 29
3 44 30
4 60 21
Total 35 35

Si recordamos que la escala pro-reforma cuenta el número de ocasiones en que la persona respondió la la alternativa a favor de la reforma, y que la escala anti-reforma cuenta el número de ocasiones en que la persona respondió la alternativa en contra de ella, podemos decir lo siguiente en relación a la preferencia por liceos municipales. Las personas que tienden a manifestarse a favor de la reforma prefieren más los liceos municipales (60% de quienes respondieron en las 4 ocasiones por la reforma así lo hicieron contra un 25% de quienes no respondieron en ocasión alguna por la reforma). Al mismo tiempo, lo contrario ocurre en la escala anti-reforma (donde pasa de un 53% de preferencia por liceo municipal entre quienes nunca rechazaron a un 21% entre quienes rechazaron siempre la reforma). Las dos relaciones son importantes y además son las esperables: La preferencia por la educación pública está asociada a preferir la reforma.

¿Que su hijo/a vaya a una la escuela básica, liceo municipal o colegio donde los alumnos tengan un nivel socioeconómico parejo y parecido al suyo o que su hijo/a vaya a una escuela básica, liceo municipal o colegio donde los alumnos tengan niveles socioeconómicos distintos

Valor Escala Pro-Reforma (% que responde bien diverso) Escala Anti-Reforma (% que responde parejo)
0 21 57
1 30 59
2 31 63
3 37 64
4 33 70
Total 30 63

Cuando pasamos a la discutida pregunta por segregación nos encontramos también con las direcciones esperadas, y de un carácter relevante. En todo caso, la alternativa que mejor ilustra el carácter de la relación varía entre las escalas: Para la escala pro-reforma es la preferencia por diversidad la más clara: Que pasa de un 21% a un 33% al moverse desde quienes nunca aceptan la reforma a quienes siempre la aceptan. Para la escala anti-reforma es la preferencia por niveles parejos la que mejor muestra (que pasa de un 59% a un 70%). En todo caso, asociación o no, no hay grupo donde exista una preferencia clara por diversidad -el grupo que siempre acepta la reforma sólo tiene esa preferencia en un 33%.

¿Cuál de estas dos afirmaciones se acerca más a lo que ud. piensa? Preferencia por educación sólo entregada por estado o que hayan muchos colegios para que la gente elija (% que prefiere educación sólo estatal)

Valor Escala Pro-Reforma Escala Anti-Reforma
0 21 58
1 35 49
2 40 39
3 56 33
4 73 24
Total 41 41

Una de las afirmaciones más claras donde se puede diferenciar las visiones sobre la educación es en términos de la preferencia por sólo educación estatal o por tener muchos colegios para poder elegir. Aunque no son afirmaciones que estrictamente sean contrarias, si muestran las concepciones que aparecen en la discusión pública de manera muy clara y fuerzan a una elección. Ahora bien, encontramos también que es una pregunta que tiene una relación muy evidente con las escalas: Quienes tienen una alta preferencia por la reforma tienden claramente a elegir educación sólo estatal (71% de quienes siempre respondieron a favor de la reforma eligen sólo educación estatal), mientras quienes rechazan claramente la reforma no eligen esa alternativa (un 24% de quienes siempre rechazan la reforma elige sólo educación estatal). La educación estatal (pública) está asociada a la reforma.

En todas las preguntas sobre educación podemos observar que se dan relaciones relevantes con las escalas, y además en las direcciones esperadas. Lo cual nos da una conclusión sobre la validez de la preguntas: Aunque las preguntas sean sesgadas, muestran una realidad subyacente. Aunque los porcentajes estén sesgados hacia la contra-reforma, las respuestas arman un conjunto coherente. Lo que viene, finalmente, a refrendar la idea que si bien la encuesta es sesgada, es usable (que era el punto de la primera entrada sobre este tema).

 

Ahora bien, para finalizar los cruces sobre educación, y para mostrar ahora que hay cosas no esperables, ¿cuál es la relación entre nuestras escalas y el hecho de tener o no tener hijos en edad escolar?

¿Tiene Ud. hijos en edad escolar, esto es, hijo/s que están actualmente en un establecimiento educacional? (% que responde sí)

Valor Escala Pro-Reforma Escala Anti-Reforma
0 40 35
1 39 37
2 36 34
3 40 43
4 41 48
Total 39 39

Y aquí encontramos que si bien el apoyo a la reforma no se ve afectada por el hecho de tener o no hijos en edad escolar (en todos los niveles de apoyo el porcentaje es cercano al 39% de toda la población); pero el rechazo a la reforma sí está afectado por ello: Un 48% de quienes eligieron la afirmación contra-reforma en todas las preguntas sí tiene hijos contra un 35% de quienes nunca eligieron la afirmación contra-reforma. El tener hijos impacta en rechazar, pero no en el aceptar, la reforma. Esta diferencia nos hace ver, por un lado, la relevancia de haber diferenciado las dos escalas y, por otro lado, que la intensidad del rechazo está más concentrado en ciertos grupos (mientras que la aceptación está más diluida).

Lo anterior -que la escala de aceptación no está asociada, pero sí la de rechazo- sucede en otras ocasiones: Quienes rechazan la reforma tienden a desaprobar más el gobierno de Bachelet, a creer que el país está progresando, que la situación económica del país es buena y muy buena. Lo cual refrenda lo anterior: El rechazo a la reforma no es sólo la inversión de la aceptación, es una actitud distinta, y que está más concentrado en ciertas posiciones e ideas.

 

NOTA: No ponemos en cuadro algunas relaciones que son relativamente ‘evidentes’ y que no tienen, como en el caso de educación, al menos la relevancia de mostrar la validez del constructo: Quienes apoyan la reforma educacional tienden a ser menos de derecha, o ser de estratos más bajos etc.

Las visiones sobre la Educación (o de cómo analizar encuestas intencionadas como la CEP)

Dado que el Centro de Estudios Públicos tuvo a bien liberar la base de datos (aquí el link) y bueno es reconocer dicha práctica, entonces también corresponde revisar los resultados. Ahora bien, que el cuestionario tenga direccionalidad no implica que no se pueda usar, sólo que es necesario tener esa dirección en cuenta (como argüimos en una entrada anterior).

Si nos centramos en las discutidas preguntas sobre educación, y en particular aquellos que dicen relación con la Reforma, se pueden hacer algunas cosas sencillas para comprender las distintas visiones sobre educación. Lo primero es seleccionar las preguntas a usar. Para este análisis usaremos las siguientes:

  1. ¿Cree Ud. que es bueno que los padres puedan complementar el subsidio educacional que otorga el Estado a través de un copago (pagando matricula y/o colegiatura) para mejorar la educación de sus hijos, o Ud. cree que esto debiera estar prohibido?
  2. ¿Qué le parece que los colegios particulares subvencionados, además de entregar educación, generen ganancias a sus dueños?
  3. ¿Está usted de acuerdo o en desacuerdo con que los colegios religiosos tengan un proceso de admisión que verifique si las familias están comprometidas con el proyecto educativo y los valores del colegio?
  4. ¿Está usted de acuerdo o en desacuerdo con que los liceos de excelencia del país, como el Instituto Nacional, seleccionen a sus alumnos a través de pruebas de admisión?

Con estas preguntas, puedo contar el número de veces en que las personas responden la alternativa que es pro-reforma (no al copago, no al lucro, no a la selección), con ello creo un índice Pro-Reforma. Y puedo además repetir el ejercicio para el número de veces en que las personas responden la alternativa que es anti-reforma (sí al lucro, sí al lucro, sí a la selección) y con ello se crea un índice Anti-Reforma. Esto da dos indices con puntajes de 0 a 4. Como las personas pueden no responder preguntas estos índices no son simples inversiones (i.e es posible tener 0 en un índice y no tener 4 en el otro por ejemplo).

Al analizar los resultados, sabiendo que las preguntas tienen dirección, habrá que darle más peso a la dirección pro-Reforma: Es muy duro a favor de la reforma, por ejemplo, responder siempre a favor de ella. Y es menos duro en contra de la reforma responder siempre en contra de ello. Tomando en cuenta ello agruparemos en el índice pro-reforma a quienes respondieron a favor de ella en 3 o 4 ocasiones (como núcleo duro a favor), a quienes respondieron a favor de ella en 1 o 2 ocasiones (como grupo mixto, que le gustan algunas pero no todas las propuestas), y a quienes respondieron a favor de ella en 0 ocasiones (como  grupo que no esta a favor de la reforma). Al mismo tiempo en el indice anti-reforma agruparemos a quienes respondieron en contra de ella en 0 o 1 ocasiones (como grupo que no la rechaza), a quienes respondieron en contra 2 o 3 ocasiones (como grupo mixto, que rechaza algunas pero no todas las propuestas) y a quienes respondieron en contra 4 ocasiones (como núcleo duro en contra). Al agrupar sistemáticamente en el extremo a favor 2 posiciones pero no hacerlo en el extremo en contra se puede controlar algo el efecto del sesgo de las preguntas.

Los resultados de lo anterior en la siguiente tabla (en las filas cada una de los índices, en las columnas los grupos en cada escala dividido en un lado a favor, un sector mixto y un lado contra la reforma).

Visiones sobre Educación

Índice A favor Reforma Mixto Contra Reforma
Pro-reforma 29,0 48,7 22,3
Anti-reforma 38,7 47,4 14,0

Entonces un 29% de la población se puede caracterizar como núcleo duro a favor de la reforma (responde en 3 o 4 ocasiones a favor de ella), lo que sube a un 39% si se piensa como grupo abierto a la reforma (responde en 0 o 1 ocasiones en contra de ella). El grupo mixto es de un 49% en el índice pro-reforma y de un 47% en el índice anti-reforma. Finalmente, un 14% se puede definir como núcleo duro anti-reforma (responde en 4 ocasiones en contra de ella) y un 22% puede definirse como grupo más bien cerrado a la reforma (responde en 0 ocasiones a favor de ella).

La tabla no sólo nos muestra que hay diversas visiones sobre la reforma (que es un elemento dado) sino que si bien la reforma claramente no tiene mayoría, el núcleo a favor de ella es más importante numéricamente que el núcleo en contra de ella:  La aceptación sistemática (29%) es mayor que el rechazo sistemático (14%) a la reforma. Además podemos también plantear que la apertura (39%) es mayor que el cierre total (22%)

Ahora bien esto es algo de lo cual el análisis univariado de la CEP ya algo daba indicios: la pregunta sobre si prefería sólo educación estatal o muchos colegios para elegir mostraba un 41% a favor de sólo educación estatal que es una afirmación muy dura a favor de cambios, lo cual daba muestra de la fuerza de quienes quieren reformas muy radicales.

Por cierto que, aunque no son idénticas, ambas clasificaciones no les queda más que estar muy asociadas (el V de Cramer es de ,779), y esto nos permite hacer una clasificación combinada:

  1. El núcleo duro pro-reforma (29%): Quienes declaran sistemáticamente estar a favor de ella (y luego sistemáticamente no declaran en contra)
  2. El grupo mixto (42%): Quienes en ambas escalas están con puntajes intermedios.
  3. El núcleo duro anti-reforma (14%): Quienes declaran sistemáticamente estar en contra de ella (y luego sistemáticamente no declaran a favor)
  4. El grupo más bien abierto a la reforma (6%): Que declara intermedio a favor de la reforma pero no declara en contra de ella.
  5. El grupo más bien cerrado a la reforma (5%): Que declara intermedio en contra de la reforma pero no declara a favor de ella
  6. El grupo indeciso (3%): Que no declara a favor reforma ni en contra de ella.

Si quisiera reducirlo todo a 3 grupos (pro, intermedio o anti) entonces quedaríamos en 35% con disposición más bien positiva a la reforma (suma de 1 y 4), 46% intermedio (suma de 2 y 6), y 19% con disposición más bien negativa (suma de 3 y 5). Pero eso sería más bien sobre-simplificar las cosas.

Por supuesto la mitad del interés de hacer estas clasificaciones está en hacer cruces con ellas (para el análisis descriptivo creo que con la comparación de índices ya tiene interés). Dejemos ello para la siguiente entrada.

Del sesgo de la encuesta CEP y de cómo analizar datos sesgados

Que la reciente encuesta CEP (ver aquí resultados) tiene sesgo en sus preguntas, y en particular en las de educación, es tan evidente que en menos de un día desde su presentación ha quedado, en cierta medida, establecido como un hecho.

El sesgo de las preguntas.

Y si alguien quisiera que esa percepción de sesgo se argumentara, bastaría con hacer notar que no es procedente hacer preguntas dónde a una opción se le da en la forma de pregunta una razón para elegirla y a la otra no. Es la forma más obvia de sesgo. Tampoco corresponde, en general, hacer preguntas cuyas alternativas no cubren todas las posibles respuestas.

Dados esos lineamientos generales preguntas y alternativas como las siguientes claramente no resultan preguntas aceptables (para decirlo de forma clara: son el tipo de preguntas que si las presentara un alumno en un curso de metodología harían que su trabajo fuera reprobado)

¿Qué le parece que los colegios particulares subvencionados, además de entregar educación, generen ganancias a sus dueños? Alternativas:

  1. Le parece mal que se obtengan ganancias y debiera estar prohibido por completo
  2. Le parece bien, siempre y cuando tengan un nivel educacional bueno y los padres estén informados

¿Cree Ud. que es bueno que los padres puedan complementar el subsidio educacional que otorga el Estado a través de un copago (pagando matricula y/o colegiatura) para mejorar la educación de sus hijos, o Ud. cree que esto debiera estar prohibido? Alternativas:

  1. Es bueno que  los padres puedan complementar el subsidio
  2. Debiera estar prohibido que los padres puedan complementar el subsidio

A los sesgos de las preguntas hay que sumar los sesgos de la interpretación. Por ejemplo,  ayer 14 La Segunda tuvo como titular que el 63% apoyaba que el Gobierno negociara con la oposición. Lo que la población respondió fue: Me gustaría que se tratara de llegar a acuerdos entre las coaliciones políticas antes de la votación en el Congreso. Ahora bien, ¿es la oposición equivalente a lo anterior? (¿es la oposición, léase Alianza, la única coalición con la que hay que discutir?) Más aún, pensando en posibles interpretaciones políticas, eso no es necesariamente un apoyo a democracia de los acuerdos. Más aún, eligió en un 63% esa respuesta frente a la alternativa de ‘Me gustaría que se impusiera el programa de gobierno sin consideración de la minoría en el Congreso’.

O pensemos en preguntas específicas. Por ejemplo la pregunta sobre selección académica: ¿Está usted de acuerdo o en desacuerdo con que los liceos de excelencia del país, como el Instituto Nacional, seleccionen a sus alumnos a través de pruebas de admisión? Ahora bien el 54% está de acuerdo con ello. De eso no se sigue que en general estén de acuerdo con la selección académica -la pregunta ex profeso fue sobre liceos de excelencia. O la pregunta sobre si las universidades deben ser gratuitas para todos o sólo para estudiantes de menos recursos. Un 57% declaró que las universidades debieran ser gratuitas para quienes tienen menos recursos. Ahora bien, ¿quienes son, para la población, los estudiantes de menos recursos? No es claro que esa frase les diga lo mismo a quienes respondieron la encuesta que a la élite que lo interprete.

Quizás lo más central es lo siguiente: El rechazo a la reforma como presentada, y a sus principios, no es igual a la aceptación del status quo (o incluso, de preferir sólo cambios leves). Las personas pueden desear cambios muy importantes a pesar que no les convenza la reforma actual y sus parámetros.

 

¿Cómo se puede usar los datos del CEP?

Una vez establecido que las preguntas son sesgadas, ¿se sigue de ello que la información que entrega la encuesta no es usable? Creo que la respuesta a lo anterior es negativa, y que la información de la encuesta puede usarse con provecho.

Primero porque las respuestas a una pregunta de encuesta son, indefectiblemente, respuestas a una pregunta de encuesta. No hay tal cosa como la expresión de la opinión real de las personas a través de estas preguntas. Las personas siempre eligen entre alternativas ya dadas a una pregunta ya dada. Tampoco es que ello ‘distorsione’ la opinión, porque eso implicaría que hay tal cosa como una actitud establecida distinta del hecho de responder a cuestiones en una conversación. Si preguntadas de tal forma responden X y preguntadas de esta otra forma responden Y, ambos son datos importantes para entender el proceso social. Al fin y al cabo, en la vida social sucede que se nos plantean preguntas dadas con alternativas pre-existentes, y no por estar dadas dejan de tener efectos sociales reales. Luego, si bien las preguntas están mal planteadas representan un hecho real: Es lo que la gente piensa cuando se le presentan alternativas tan sesgadas como esas.

Segundo porque si uno tiene conciencia de lo anterior, entonces es posible interpretar mejor los resultados y efectivamente encontrar un mejor uso de ellos. En otras palabras, si en vez de hacer una lectura inmediata tomo en cuenta que estamos ante respuestas específicas dadas en una situación concreta los datos me permiten entender algo de lo que sucede en Chile. Los resultados de las preguntas son resultados ‘exactos’ a condición que los analicemos en lo que son exactos (como respuestas a esa pregunta), al salirnos de ello pierden esa ‘exactitud’.

Una vez dicho lo anterior, entonces ¿que nos dice la encuesta?

  • Es un hecho real de la sociedad chilena que, presentadas alternativas sesgadas como lo hizo la encuesta, la mayoría de los chilenos rechaza eliminar la selección y el copago. Para todo aquél que le interese influenciar los términos del debate, eso es una información muy relevante.
  • Es un hecho también que frente a alternativas y preguntas sesgadas entre un 35% y un 40% de la población responde en cada pregunta a favor de un cambio radical: Por ejemplo un 37% piensa que el copago debiera estar prohibido incluso sí se le dice que es para mejorar la educación de sus hijos. Ese es un núcleo duro.
  • Es un hecho, anómalo en el contexto de la encuesta y en el contexto histórico de Chile, que un 41% de la población declare que ‘Es bueno que la educación sea entregada por el Estado solamente, para que todos reciban la misma educación’. Va en la misma lógica de un núcleo duro importante a favor de cambios muy radicales (de hecho, más radicales de lo que cualquiera ha planteado)
  • Es un hecho que la respuesta de las persona varía de acuerdo a las consideraciones que se pongan explícitas. La situación de las dos preguntas de selección es interesante. El CEP (y esto es un acierto de la encuesta, reconozcamos lo que está bien hecho) diferenció la selección por proyecto educativo y la selección académica y encontró resultados dispares. La selección académica, si es que además se plantea en relación a liceos de excelencia, es aceptada (54%) pero en relación a proyecto educativo no es aceptada (55% en desacuerdo). Si la CEP hubiera hecho un juego similar en otras preguntas hubiera sido de interés.
  • Es un hecho que las personas prefieren colegios de estatus socioeconómico similar: Prefiero que mis hijos vayan a colegios con sus ‘iguales’ a qué estén en colegios con ‘distintos’. Una posible interpretación es que el miedo a juntarse con ‘los de más abajo’ es mayor que la posibilidad de ‘mejora’ por compartir con ‘los de más arriba’. En una sociedad altamente segregada en general no es raro que eso se siga valorando en el colegio. Ahora bien, la pregunta es comparada (se realizó también el 2006, por lo que no es un problema de este cuestionario) y nos muestra una disminución leve de esa preferencia. Sí se quiere, ese es el núcleo duro contra la reforma (del mismo modo que ya vimos algo del núcleo duro a favor de cambios).

Para calibrar los datos sería bueno disponer de las bases (el CEP no las ha liberado al momento de escribir estas líneas) y quizás sería excelente poder disponer de una encuesta con el sesgo contrario: Que buscara respuestas pro-reforma. Al tener los efectos de dos sesgos distintos podemos calibrar la variación de las respuestas de acuerdo a las consideraciones que cada pregunta instala.

La Razón Populista de Laclau

LaclauTendré que reconocer que estaba plenamente equivocado en relación a Laclau. El 2012 tuve que leer y exponer, como parte de un curso en el Doctorado tomado con Manuel Antonio Garretón, La Razón Populista del recientemente fallecido Ernesto Laclau. En la lectura de ese entonces no es mucho lo que me gustó el texto, y además las lecturas que usan el psicoanálisis y el post-estructuralismo no es mucho lo que me gustan y la defensa del populismo hecha en el texto no me dejaba de parecer un truco. Pero como análisis de lo que está detrás del populismo, y para evitar su reducción en la idea que consiste en un mero agregado de demandas insostenibles (la idea del populismo como pan para hoy y hambre para mañana), en pura irracionalidad. creo que es fundamental. Y de eso sólo me he dado cuenta estas últimas semanas.

Primero, entonces el examen de cómo Laclau analiza el populismo. Luego, porque ese examen ilustra los procesos políticos actuales (creo), y cómo a partir de las diferencias y similitudes con el análisis de Laclau se puede entender algo mejor lo que sucede en el Chile de hoy.

El elemento central, creo, es la idea que el pueblo es una parte que juega el papel del todo en el imaginario del populismo. El pueblo es una parte de todos, pero es la parte en la que se juega el todo -y quienes se oponen al pueblo quedan, en el mismo movimiento, fuera del todo. Las diferentes demandas particulares son hechas equivalentes y puestas en el mismo grupo, y al mismo tiempo (siendo demandas) se oponen y excluyen a lo que impide que ellas se realicen.

A fin de concebir al “pueblo” del populismo necesitamos algo más: necesitamos una plebs que reclame ser el único populus legítimo -es decir, una parcialidad que quiera funcionar como la totalidad de la comunidad (“Todo el poder a los Soviets”, o su equivalente en otros discursos, sería un reclamo estrictamente populista)-. (Cap 4, p 108)

Uno de los aspectos que Laclau enfatiza en su análisis del populismo es el hecho que ese juego (esa reducción del todo a la parte) es consustancial a toda propuesta política -que lo que hace es entenderse como representación del conjunto social. El populismo, en este sentido, es un momento inherente a todos los movimientos políticos; y los movimientos más claramente populistas lo que hacen es presentar esa situación de forma más clara y más pura. En última instancia, las tensiones entre la lógica de la equivalencia y de la diferencia opera en todos los regímenes, y si bien el populismo enfatiza la equivalencia y por lo tanto en el sujeto (el pueblo) que produce la equivalencia de las demandas; ambas dimensiones son parte de cualquier régimen.

El segundo punto es la siguiente reducción: Del todo por la parte (que algunos son el verdadero pueblo), y de ese todo-parte por un individuo (el líder populista). Dejemos hablar a Laclau:

Pero la forma extrema de singularidad es una individualidad. De esta manera casi imperceptible, la lógica de la equivalencia conduce a la singularidad, y ésta a la identificación de la unidad del grupo con el nombre del líder (Cap 4, p 130)

Para que opere la unidad del populismo, y se genere la cadena de las equivalencias, un vínculo ha de condensar esa cadena: esa formación de la unidad del pueblo requiere un elemento singular que lo forme. Y si bien ello podría ser colectivo, su forma más pura y clara es la persona de un líder.

El pueblo no puede representarse a sí mismo directamente requiere una concreción y una mediación (en parte, porque no hay sujeto constituido previo y ha de constituirse, y en ello la representación y el líder juegan un papel, ver las páginas 199-207), y eso implica entonces que ha de representarse a través de su concreción en un líder.

 

Tras este resumen, muy burdo como cualquier resumen, entonces la utilidad: Porque en relación a la situación en Chile tengo la impresión que la primera equivalencia, pero no la segunda, están en operación. En otras palabras la oposición entre (buen) pueblo / (malvada) élite estaría en juego: lo que evita que se llegue a solucionar los problemas que aquejan al país es, precisamente su élite, tanto económica como política; mientras que el buen pueblo, si lo dejaran gobernar, sería equivalente al gobierno para la nación. Pero la segunda no está en juego: La manifiesta desconfianza en los líderes, y por lo tanto en ese presunto representante del pueblo, aborta la segunda equivalencia. Cualquier líder está bajo la perpetua sospecha que se separará y traicionará al pueblo. Luego, bajo esas circunstancias, lo que resulta razonable hacer es buscar formas de acción que no pasen por líderes o insistir en el control de ellos.

En ese sentido, podemos plantear que efectivamente la constitución de un pueblo que se afirma como un conjunto que da cuenta de la totalidad (el pueblo que se opone a los poderosos) sí se ha dado en Chile; mientras que la singularización en un líder populista es algo que, debido a las desconfianzas basales, no termina de realizarse.

La rebelión de 1598. Un olvido en la memoria de Chile

Guerra_de_Arauco_-_Ger+¦nimo_de_BibarEl evento más trascendental de la historia de los territorios que ahora son Chile que es menos conocido en la memoria común es la rebelión de 1598. La Batalla de Curalaba, donde muere el gobernador García Oñez de Loyola el 21 de diciembre de ese año, es el momento inicial de una rebelión que, cuando finaliza, termina entre 1599 y 1604 con la destrucción de todos los asentamientos españoles al sur del Bío-Bío (con la excepción de Chiloé): Santa Cruz, Valdivia, La Imperial, Villarrica, Osorno, Angol y Cañete. Y entre medio tanto Chillán como Concepción sufrieron ataques importantes. No sólo eso sino que además los españoles no vuelven después al sur del Bío-Bío. En particular, no vuelven a asentarse en esa zona. Si bien los gobernadores durante el siglo XVII hacen múltiples campañas al sur del río, y de hecho hay algunos intentos (Fuerte de Boroa por ejemplo) y el Fuerte de Arauco sí se instala como presencia al sur, en general la frontera queda instalada en dicho río.

Esto es crucial porque eso sólo emerge como resultado de esa rebelión. Las rebeliones anteriores no tuvieron ese efecto. Después de la rebelión de Lautaro, que además es geográficamente más extensa, recordemos que Lautaro muerte en el río Mataquito, los españoles vuelven a la zona en cuestión. Las campañas y batallas de García Hurtado de Mendoza representa, finalmente, una reconquista de la zona. Y todos los alzamientos posteriores no hacen que los españoles abandonen la zona.

Luego, es la rebelión de 1598 la que establece una de las características esenciales de la historia posterior: La existencia de una frontera, de un ejército permanente, y con el real situado incluso del impulso a la economía monetaria y el cambio de eje geográfico del dominio español a la zona del norte del Bío-Bío. Eso desde el punto de vista ‘español’.

curalabaDesde el punto de vista mapuche es más sencillo: representa la constitución de un espacio mapuche libre e independiente. Para decirlo de otra forma y exagerando algo, desde el punto de vista mapuche la rebelión de 1598 y Curalaba son el equivalente, para la sociedad chilena, del Cruce de los Andes, de Chacabuco y de Maipú: el momento en que ganan su independencia (i.e no hay autoridades españoles en la zona luego de la rebelión, no hay encomenderos ni pago de tributos). Por cierto esto no implica olvidar que los españoles siguieron realizando juegos de dominación en la zona (esclavizando mapuches y llevándolos a la zona donde ejercían la colonización), recordemos que campañas militares seguían operando, pero el caso es que no era un espacio de dominio español directo: Al operar al sur del Bío-Bío operaban fuera de su espacio, estaban en expedición.

Ahora, ¿quien se acuerda -entre los chilenos, no entraré a discutir cómo se recuerda entre mapuches, que es otra pregunta- de esa rebelión? ¿Por qué Pelantaro, el líder de la rebelión y vencedor de Curalaba no es conocido, mientras que Lautaro sí es reconocido?

Mi impresión es que Lautaro es ‘apropriable’ por el discurso chileno que tiende a incorporar al mapuche como parte de lo chileno. Recordemos la idea de la raza chilena de Palacios donde el chileno es hijo del español y del mapuche. Lautaro, líder de una rebelión que no separa los espacios de la colonización y del mapuche, puede ser usado en ese discurso. El chileno puede sentirse descendiente de Lautaro (y recordemos los usos de su nombre en la independencia, como parte de la misma lucha contra el español).

Pero con Pelantaro no. El éxito de Pelantaro, finalmente, consiste en separar los espacios, en dejar una zona de dominación española separada de la zona mapuche. Y lo que nos dice eso es que, entonces, Chile se forma al norte del Bío-Bío, no al sur. Producto de la rebelión de 1598 es que se crea el espacio donde se generará el Chile tradicional, la zona donde se genera y crea la sociedad chilena, digamos el territorio entre Copiapó y Concepción (zona donde, por cierto, hay presencia indígena; pero allí lo que no hay es mapuches independientes). Por lo tanto, nos recuerda que cuando el ejército chileno, en ocasiones, hace nacer su linaje en el ejército permanente creado tras la rebelión está siendo exacto: Porque es heredero de esas tradiciones y de esos tercios, no de los que se oponían a esos tercios. Al fin y al cabo, Santiago o en Concepción son ciudades que los mapuches intentaron destruir y quemar. Llamar zona de dominación española a la zona del norte del Bío-Bío es engañoso al final: es la zona chilena.

En otras palabras, la rebelión de 1598 y Pelantaro lo que muestran es la diferencia entre chilenos y mapuches, que en otras palabras Pelantaro no es parte del ‘pueblo chileno’, y que Chile es heredero de quienes lucharon contra Pelantaro.  Santiago fue fundado en 1541 mientras que Temuco lo fue en 1881, y esos siglos de diferencia son producto de esa rebelión. Siglos que implican sociedades y grupos distintos.  Luego, para el relato unificador no es una figura muy grata.

La Voluntad de Segregar. Unas notas a propósito de los debates en Educación

Fernando Atria hace unos pocos días envío una carta al Mercurio (link aquí) en que planteaba, en torno a la Reforma, que los críticos -escudándose en la libertad de educación- más bien defendían la libertad de los colegios para segregar que la voluntad de los padres de elegir colegio.

Cuando la derecha dice proteger la libertad, entonces, no le interesa la libertad de los padres de elegir, sino la de los establecimientos de excluir

La Tercera, en columna editorial de hoy 31 de mayo (link aquí), nos dice que la libertad de selección del colegio es parte de la libertad de los padres. Veamos el argumento:

En esta opción y en la propuesta de suprimir la selección de los alumnos subyace la noción equivocada de que las familias que han optado masivamente por trasladar a sus hijos desde la educación municipal a la particular lo habrían hecho “engañados” y no por razones de calidad. El problema es que al eliminarse la selección, lo que se suprime también es la libertad de los padres por escoger el establecimiento y el proyecto educativo que mejor satisfacen la educación que quieren dar a sus hijos. En esa decisión no sólo está presente el rendimiento académico, sino que múltiples factores que los padres tienen en cuenta y que van desde el orden, la seguridad y la ausencia de paros, hasta aspectos más de fondo, como opciones religiosas, culturales o de otro tipo.

En el argumento, entonces la selección es parte de la libertad de los padres. Aunque el inicio hace mención del tema de calidad -que es lo que la investigación ha mostrado no es el caso, la diferencia se sabe la produce la diferencia de nivel socioeconómico-, lo central viene después. Lo que el artículo dice explícitamente es que los colegios se eligen por múltiples cosas y que por ello sería necesario selección. Pero eso no tiene mucho sentido en el nivel explícito: ¿Por que si los colegios no pueden seleccionar no pueden preocuparse del orden o tener opciones religiosas? (i.e el colegio bien puede seguir dando contenidos religiosos a sus clases y actividades extraprogramáticas, aún cuando no pueda seleccionar).

Lo que está implícito, y que es lo que le otorga sentido es lo siguiente: Que los padres cuando eligen colegio no sólo eligen colegio (y sus formas y prioridades) eligen compañeros de curso y eligen otros apoderados. Y que la selección no es que les permita  elegir opciones de sus colegios (que eso sigue estando) lo que les permite es que queden fuera de los colegios de sus hijos los posibles compañeros o apoderados que son indeseables.

En otras palabras, una hipótesis a explorar, pero que al menos a mí me parece más que plausible, los padres desean segregar y la selección es parte de lo que permite lo que ellos desean: Separarse de otros. Los colegios de nombre inglés que el Ministro Eyzaguirre se burlaba hace poco no cumplen opciones de calidad, lo que cumplen es una opción de diferencia y segregación (i.e en este colegio no estarán los realmente desafortunados, que es precisamente lo que deseo).

Esto es, de hecho, algo que habíamos planteado en este blog hace mucho tiempo. En una entrada del año 2008 planteábamos (De un Olvido en el Debate sobre Educación):

En otras palabras, la desigualdad en la educación es un resultado buscado y deseado por esos padres. Que es lo que hace que el lucro (y la diferencia que produce) no sea un problema de unos malvados que ganan dinero con la educación -al final de cuentas, no muchos reclaman por los malvados que ganan dinero con la alimentación. Es un problema de una voluntad de todo un segmento social para asegurarles a sus hijos una posición por sobre otros hijos.

En la medida que eso se vea amenazado no sólo debieramos observar una mayor resistencia a los aspectos de la reforma que puedan afectarlo (porque el tema del copago a nadie molesta, pero la selección si ha generado resistencias), sino que esa voluntad, algo oculta en el debate, deba aparecer cada día con mayor claridad -aunque no sé si llegue a declararse en toda su brutalidad.

Tironi y los Tecnócratas.

El oficio de Eugenio Tironi es presentarse como auscultador de la realidad nacional. Como en los últimos años sus bonos no estaban de lo más bien -en última instancia, como en general a buena parte de quienes se dedicaban a ello, lo que ha sucedido en los últimos años produjo más desconcierto que otra cosa-, ha decidido reubicarse en su posición. La entrevista en el número más reciente de Qué Pasa es parte de ese esfuerzo (link aquí).

Lo increíble de ese esfuerzo, al que todos tienen derecho al fin y al cabo, es la estrategia discursiva usada. Sabiendo que tecnocracia es una mala palabra, y en particular en esta época, intenta entonces usarla contra sus adversarios, dejándose él fuera de ella, o al menos casi fuera. La contraposición es ente tecnocracia de ahora (y de la Dictadura) = soberbia de la certeza; tecnocracia de los ’90 = aceptación de la incertidumbre.

No, no es lo mismo que la tecnocracia a lo Foxley, porque él era un personaje con experiencia y bagaje político. Lo mismo Andrés Velasco, que también viene de Cieplan. O Boeninger. Son personas formadas en mirar las externalidades, abiertos a la incertidumbre, a los efectos secundarios. No es la misma matriz que la tecnocracia de los Chicago, de los marxistas o la que se ve circular por estos días

Insistiendo en esa distinción, en el problema de la actual tecnocracia nos dice que:

Es supersaludable tener a esta generación con ideas nuevas, formada afuera, sin conservadurismo, pero eso hay que compensarlo con personas que tengan calle, que tengan experiencia de vida.

Que no deja de ser notable por la inversión de una cierta crítica común que está puesto ahí. Una afirmación muchas veces escuchada es que las anteriores élites dirigentes estaban aisladas de la calle (que pedía cambios), pero esas élites al parecer sí tenían contacto con la sociedad (tenían esa experiencia y ese bagaje político). Los nuevos olvidan que las instituciones de la dictadura ya son parte de la ‘cultura de la calle’.

Los argumentos de Tironi son perfectos sofismas:

(a)  Los problemas de la incertidumbre afectan a todas las opciones. Tironi usa esa circunstancia para decir que:

Sí, hay que hacer reformas, pero con un grado de flexibilidad, con la posibilidad de revertir si la experiencia muestra que lo que se esperaba no se está cumpliendo. Las reformas no pueden pasar por encima del conocimiento acumulado, que está en la sociedad.

Ahora bien, la posibilidad de revertir siempre está dada, y todas las acciones tienen consecuencias irreversibles (incluso no hacer nada). El pragmatismo de limitar las reformas tiene, por el mero hecho de ser una acción, también sus posibilidades de problemas no previstos. Al fin y al cabo, bien podemos decir que el pragmatismo de la anterior conducción es la que  -imprevistamente- produce la situación actual, donde ese pragmatismo se encuentra en crisis. La incertidumbre no es un asunto de ciertas opciones, lo es de todas las opciones.

(b) Tironi dice defender la incertidumbre pero declara certezas. Hay conocimiento acumulado, sólo que no entre los tecnócratas, sino ‘en la sociedad’. Por un lado, está cierto que el pragmatismo es más adecuado, que hay ciertas formas mejores de hacer las reformas (que no sería la que se hace ahora), pero ¿como saberlo? ¿como estar cierto de ello? Si hay incertidumbre, hay incertidumbre. Los presuntos tecnócratas distintos, abiertos a la incertidumbre, en realidad estaban ciertos de que lo que estaban haciendo era la forma correcta de hacer las cosas -y que otras formas estaban equivocadas. En ello seguían siendo tan tecnócratas como todos.

Además, hay cosas que no se pueden hacer porque, supuestamente, irían contra la cultura de la sociedad (digamos, las instituciones de Pinochet). Pero, ¿cómo sabemos cuál es esa cultura? ¿Y esas exigencias? En la pretensión que es posible conocer ello sin problemas, y de hecho que ya lo sabemos es donde vuelve a aparecer la certeza. Si la incertidumbre es parte inherente de las acciones políticas entonces también aparece en relación al conocimiento de esa cultura: No sabemos como se reaccionará a ciertas decisiones y no es posible tener garantías de un conocimiento correcto al respecto.

(c) Y ahora llegamos a una contradicción bastante flagrante, Tironi dice que las instituciones de la dictadura son parte del escenario actual y no pueden ser retiradas por retroexcavadora, que hacer eso sería no dar cuenta de como es la sociedad.

Pero en relación a los cambios de la dictadura nos dice que fueron retroexcavadora:

Yo creo que sí. Fue un quiebre gigantesco, con pocos precedentes en la historia de la humanidad. Chile tenía una identidad basada en los derechos sociales, en el Estado, y todo esto lo destruye el neoliberalismo

Y con respecto a esas mismas transformaciones nos dice que, respondiendo a una pregunta sobre legitimidad:

Primero, la dictadura no fue obra de marcianos. No fue una invasión de extraterrestres. No fue la ocupación de un ejército enemigo. Fue una obra de los chilenos que perduró porque los chilenos estuvimos dispuestos a soportarla, o no estuvimos en condiciones de expulsarla

Si las afirmaciones anteriores son correctas -y en realidad creo que lo son- entonces se sigue que hacer cambios radicales (retroexcavadora) y ser parte de la cultura nacional no están en contradicción. Se pueden hacer quiebres gigantescos que no fueron ‘obra de marcianos’, o sea que son parte de nuestro ser.

(d) Y ahora llegamos al punto final: Tironi critica a otros como tecnócratas en el mismo momento en que se reubica como tecnócrata: Crítica el valor del conocimiento de otros (de los expertos que no dan cuenta de la calle) al mismo tipo que se reivindica a él mismo (porque él es el experto que da cuenta de la calle). Ahora bien, usualmente los tecnócratas se critican unos a otros negando al otro el carácter de técnico: Yo tengo el conocimiento técnico válido y tú no. Tironi hace lo mismo pero le otorga a el adversario el carácter de tecnócrata. Que demuestra, eso sí, una lectura mínima de los tiempos.

Al menos como retórica no deja de ser una buena forma, sólo si el resto de la argumentación estuviera a la altura de dicha invención.

Plebeyos y Patricios. A propósito de la obra de Gabriel Salazar

En el ya lejano 1984 Gabriel Salazar publicaba Labradores, Peones y Proletarios, su examen de la experiencia de las clases populares chilenas a lo largo del siglo XIX; y el año 2009 publica Mercaderes, empresarios y capitalistas, que es su análisis de las élites (el patriciado que, por alguna razón, parece ser la forma en que los historiadores se refieren a ella ahora -Jocelyn-Holt hace lo mismo). Aunque probablemente vaya en contra de la lógica salazariana, procederemos primero a comentar el texto sobre los patricios y luego el de los plebeyos. Si las élites son élites, finalmente, es porque efectivamente han podido dominar y dirigir un conjunto social dado.

Una idea central del texto es que la élite chilena ha sido, fundamentalmente, un patriciado comercial. En ese sentido, el comercio no la hacienda ha sido el núcleo a partir del cual se ha construido la sociedad chilena: ‘el patriciado no reconocía la hacienda como la célula madre de la sociedad chilena, sino el comercio’ (MEC, p 562)

Un elemento que Salazar enfatiza continuamente a partir de lo anterior es que estamos ante una élite que no se genera en el proceso productivo, sino en su dominio del proceso de circulación. Y que buena parte de las fallas de esa élite -al menos miradas desde el barómetro de conducir al país al desarrollo económico, que es su objetivo histórico durante las últimas décadas- se deben a esa separación del proceso productivo. Su análisis de la situación de la moneda o del crédito (de toda la defensa del bimetalismo en contra de la expansión del papel moneda o del banco, que en última forma se podían pensar como formas de expandir la economía monetaria interna) se basa en la idea en que a través de esos mecanismos se defendía una situación monopolista que le permitía acumular para su uso y consumo. La contraposición entre su defensa del metalismo externo y del uso interno de la ficha (en una economía que internamente tenía un problema de baja existencia de metálico precisamente porque se exportaba el metal) es una muestra de ello. Que, en úiltima instancia, su acumulación se basa en obtención de créditos baratos para realizar prestamos con alto interés (MEC, p 526-527).

Que la élite no era productora se muestra en una discusión que Salazar cita que se realiza en el Parlamento Inglés. Una comisión investiga la situación de Chile y entrevista a un empresario inglés que trabajaba en Chile, y entre medio de la discusión el comisionado pregunta: Pero ¿cómo separa usted al productor chileno de los chilenos? (MEC, p 783). a separación de los ‘productores’ de los ‘chilenos’ que asombra al interlocutor británico -para quién ello no tiene el menor sentido, pero claro ésta ese interlocutor habla desde una élite industrial- es una muestra cabal del carácter de esa élite.

El hecho que sea entonces responsabilidad de la élite la falta de desarrollo hace que algunas críticas realizadas a Salazar (léase Jocelyn-Holt en este link) sobre que esta obra sólo sería una nueva declaración de dependentismo (‘la culpa sería de los malvados extranjeros y del sistema mundial’) serían infundadas, o por decir lo mínimo sumamente parciales. De hecho, Salazar suele ser bastante más positivo en torno a la influencia de productores extranjeros que sobre la élite nacional (el tema no es la influencia externa, sino la diferencia élite productiva y no productiva). Pero claro esta, un historiador finalmente defensor de la élite no puede observar que el libro es una impugnación de la labor de ese grupo. El caso es que la acción de la élite la que evita el desarrollo: ‘En suma la orientación mercantil del patriciado mercantil frenó la modernización estructural de Chile’ (MEC, p 590; refiriéndose al atraso en la aparición de un sistema bancario, la aparición de legislación social y la consolidación de un empresariado industrial)

¿Quienes han sido los representantes de la producción entonces? Pues los plebeyos. En el libro mencionado uno de sus capítulos es sobre la represión de la iniciativa plebeya por parte de los patricios. Y en cierta medida el examen de las formas en que el sujeto popular ha intentado rehuir los caminos que le ofrece el patriciado es uno de los ejes centrales del texto inicial -el ya mencionado Labradores, Peones y Proletarios.

El examen de la campesinización en Chile es una muestra de ello: Del intento de los sujetos populares de producir de forma autónoma y a partir de sus propias capacidades, de constituirse alejados de la dominación de la élite. Es por ese continuo intento de no quedar bajo el dominio que Salazar critica también la idea de la centralidad de la hacienda (y del inquilinaje como sujeto dominado en la hacienda), nunca fue tan común como lo piensa el relato usual.  El despliegue y expansión de este esfuerzo se encuentran entre los elementos que Salazar más enfatiza; como también su decadencia histórica: Como ese proyecto no puede, finalmente, construir un sujeto autónomo. Pero, como el mismo Salazar enfatiza, una parte importante de este cierre es debido a las limitaciones de la economía que fueron instauradas por esa élite (i.e no por una limitación del propio sujeto popular). Al mismo tiempo, nos muestra como el sujeto popular, frente a esa situación, sigue insistiendo en buscar caminos autónomos que le permitan instaurarse de manera separada a las élites (en donde, estos procesos se terminan produciendo de nuevo). Una resistencia continuada, que se manifiesta por ejemplo en la lealtad del consumidor popular a los productos de esa economía popular -y es finalmente el término de esa lealtad la que produce su caída.

Lo que Salazar muestra en esos dos textos -en el conjunto de los dos textos- es el infanticidio, si se quiere, de una economía y de un sujeto productivo. La oposición entre los sujetos populares productivos y en búsqueda de autonomía contra una élite puramente mercantil que evita el despliegue del proceso productivo anterior es una de las constantes del pensamiento de Salazar. Lo cual, de hecho, hace a Salazar algo más bien disruptivo en relación a ciertas ideas circulantes en nuestras ciencias sociales y en nuestra sociedad: Es el sujeto popular donde hay empresarialidad, no en la élite; el sujeto popular ha buscado su propia autonomía, no transformarse en proletarios asalariados. En última instancia, podría decirse que para Salazar el bajo pueblo es más ‘capitalista’ que la élite mercantil.

No deja de ser un conjunto de tesis relevantes sobre nuestra sociedad. Y uno bien puede recordar que lo anterior se puede decir un buen número de trabajos de historiadores (en la otra orilla está el Ensayo de Góngora por ejemplo, para nombrar sólo uno de los más conocidos). Para un sociólogo menester es recordar que, de hecho, no tenemos muchos textos de ese nivel -que tengan tesis relevantes y que al mismo tiempo representan un trabajo de investigación de calidad-. Lo último, en todo caso, sólo nos muestra lo que no sería necesario mostrar: La superioridad evidente e incontrarrestable de la historia sobre cualquier otra disciplina en el estudio de Chile.

Horizontalidad y Verticalismo. O el Problema del Líder

Partamos con la cita que genera la reflexión:

“Así en mi estudio donde analicé la clase media chilena, encontré que en la cultura política de ese país tiende a existir un predominio de las relaciones horizontales sobre las verticales al interior de esta clase social y ello se refleja en sus organizaciones políticas” (Larissa Adler Lomnitz, Lo formal y lo Informal en las Sociedades Contemporáneas, pág 116)

“Los líderes resultan indispensables, y ello plantea para Chile una situación más difícil de resolver que en México, donde la horizontalidad es funcional, complementa y sostiene las jerarquías verticales. En Chile, en cambio, la jerarquía o liderazgo sería un elemento contradictorio con el ideal de horizontalidad y el crecimiento de los partidos”(Ibid, pág 117)

Si bien el libro está publicado el 2008, los artículos que recopilan son anteriores, y lo más relevante es que para Adler Lomnitz estas son características que no son recientes: se aplican a la cultura del Partido Radical. Las dificultades y problemas con el liderazgo, las preferencias por formas horizontales no serían, entonces, cosas ‘descubiertas’ por los estudiantes en años recientes, sino elementos más constantes en la cultura política chilena.

Pero entonces nos encontramos con un problema: ¿Tiene sentido hablar de la cultura chilena como horizontal? ¿No somos una sociedad altamente clasista? ¿Y nuestro autoritarismo? El caso es que Adler Lomnitz se refiere específicamente a relaciones horizontales al interior de cada clase, no entre clases. En Chile las relaciones intra-clase serían de redes horizontales pero entre-clase verticales, mientras que en México -el caso con el que contrapone usualmente la autora- todas las relaciones serían verticales. Luego, los grupos políticos, al generarse en medios homogéneos socialmente, tendrían una relación más horizontal (más basada en la amistad, en la confianza) con sus propios líderes.

Lo anterior no solamente nos permite entender mejor el sentido de la frase, sino además entonces entender porqué ese tema -la relación entre líder y sus asociados, y la dificultad para constituirse como líder- se ha vuelto particularmente relevante en la actualidad. Si es cierto que las relaciones son horizontales intra-clase y no entre-clases, entonces el hecho que buena parte de los chilenos se piense de la misma clase media facilita la expansión de esa lógica. Más aún en los espacios educacionales -Universidad, Liceos- donde ello ha ocurrido, Adler Lomnitz enfatiza que esas redes horizontales surgen a partir de redes formadas enesos años, pero quizás más importante que son espacios (y en particular en las instituciones específicas donde se originan estas lógicas) asociadas a la clase media como tal, y por lo tanto portadoras de esa lógica horizontal.

En otras palabras, lo que se vería ahora sería una forma en que una lógica permanente se hace más visible, porque se dan las condiciones para ello (Que no deja de ser una buena forma de pensar, en general, sobre cambios culturales: El cambio consiste en que algo que existía anteriormente se expresa de una forma distinta. Por cierto que al expresarse experimenta algunos otras modificaciones; pero el caso es que los cambios a nivel cultural no son apariciones súbitas de cosas que antes no existían para nada).

Voto Voluntario y Evolución de Resultados Electorales

1. Introducción

Una de las posibles consecuencias que se han discutido sobre el hecho de tener elección con voto voluntario es el sesgo socioeconómico: Que comunas con menor nivel socioeconómico tenían más abstención (por ejemplo, ver el siguiente artículo de Contreras y Morales). Lo que a su vez fue negado por otros o relativizado por otros, así Valenzuela). En todo esto me ha llamado poderosamente la atención que no exista mayor preocupación por los posibles sesgos estrictamente políticos del voto voluntario.

Aquí uno puede comparar con la atrición en encuestas (que es equivalente al hecho de abstenerse en una votación). De acuerdo con la más clásica de las distinciones hay tres procesos básicos de atrición: Uno es que sea completamente al azar (que es equivalente a proponer que la abstención es pareja para todos los segmentos). Otra es que esté asociada a otra dimensión pero no a lo que queremos medir. Digamos, quiero medir ingresos pero los hombres contestan menos que las mujeres. Ahora como el hecho del sesgo no está asociado a ingresos, entonces los hombres que contestan tienen los mismos ingresos que quienes no contestan. Esto es equivalente a suponer que el sesgo es sólo de nivel socioeconómico, pero dentro del mismo nivel socioeconómico quienes votan son iguales a quienes no votan. Es la hipótesis de quienes mantienen que si hubiera existido voto obligatorio (y luego mayores tasas de participación en comunas populares donde Bachelet ganó en primera vuelta por grandes mayorías) no hubiera existido segunda vuelta: Esos votos ‘perdidos’ se hubieran comportado igual que los que fueron a votar.

La hipótesis más compleja es el tercer tipo de atrición; Cuando el proceso que produce atrición está asociado a la variable que quiero medir: Me interesa conocer ingresos pero un grupo de ingresos tiene menor disposición a participar. Esto es equivalente al hecho que el sesgo electoral está asociado a posiciones políticas. Que es la hipótesis que intentaremos explorar aquí.

Explorar porque con datos agregados sacar conclusiones sobre personas tiene el riesgo de la falacia ecológica. Pero de todas formas sirve como primer ejercicio. Ahora, como ya existe la idea que hay un sesgo socioeconómico, entonces la idea es observar ambas dimensiones.

2. Los datos

Para ello se creó una base de datos con las 34 comunas del Gran Santiago. ¿Por qué? Porque el Gran Santiago está segregado socioeconómicamente, por lo cual una comuna de altos ingresos está compuesta en buena parte por personas de altos ingresos; y una comuna de bajos ingresos está compuesta a su vez por personas de bajos ingresos. En comunas mixtas -como lo es buena parte del resto del país (donde en la misma comuna conviven personas de altos y bajos ingresos)- las diferencias por ingresos entre comunas dividen menos entre personas de altos y bajos ingresos. Es una forma, pequeña, de limitar el riesgo de falacia ecológica.

Dado que nos interesa ver que sucede socioeconómicamente entonces necesitamos una variable para ello. Se eligió como variable el ingreso autónomo del hogar promedio por comuna tal como aparece en la CASEN 2011. Pensé en ocupar nivel de pobreza -como se hace en otros análisis- pero revisando los datos, y recordando las limitaciones de la CASEN para estimaciones en poblaciones pequeñas, los datos de ingreso daban resultados más ‘sensatos’ (por ejemplo, por nivel de pobreza Lo Barnechea no queda en las comunas de altos ingresos).

¿Y comportamiento electoral? Para medir el impacto político supongo que es adecuado observar como ha evolucionado la votación de la Concertación y la Nueva Mayoría y compararlo con la derecha. Para ello, y para comparar igual con igual, se extrajo del sitio del SERVEL los datos de las elecciones de 2a vuelta de 1999, 2005, 2009 y 2013. Y en cada elección se generó un dato para el candidato de la derecha y otro para el candidato de la Concertación.

Luego, se procedió a establecer las diferencias: La diferencia entre la votación 2013 y 2009 y, dado que 2009 no es quizás la mejor base de comparación, también la diferencia entre la votación 2013 y el promedio de la votación 2000-2009. Como esta operación se realizó para la Concertación-NM y para la Derecha es posible establecer el porcentaje de disminución de cada coalición por cada comuna.

¿Por qué no usar el dato de abstención? Primero porque entre medio está el cambio de padrón que para una comparación entre elecciones hace algo inviable -al menos para un ejercicio rápido- llegar y comparar niveles de abstención.

La base -modesta en todo caso- disponible aquí.

3. Los resultados

Lo primero es lo que ya es relativamente conocido: La disminución es mucho más fuerte en la derecha y esto aplica tanto en relación al 2009 como al promedio 2000-2009. Los promedios de todas las comunas en la siguiente tabla:

Coalición Comparación 2013 con 2009 Comparación 2013 con promedio 2000-2009
Concertación-NM 0,7% -10,8%
Derecha -37,9% -35,5%

Así que, en primera instancia, podemos decir que el voto voluntario afecta a una posición más que a otra.

Pero más relevante, y más interesante, es observar la relación con el nivel socioeconómico. Al fin y al cabo, si sabemos que las comunas de mayores ingresos tienen menor abstención y son al mismo tiempo las que votan más por la derecha, hay al parecer un fenómeno interesante que explorar.

Dado que esto es un ejercicio rápido, simplemente colocaremos los R2 (y el signo) de la relación entre el Ingreso CASEN 2011 y las variaciones de la votación a nivel comunal por coalición. Primero presentamos el dato para todas las comunas:

Coalición R2 Ingresos -> Diferencia 2013 con 2009 Signo regresión R2 Ingresos -> Diferencia 2013 con promedio 2000-2009 Signo regresión
Concertación-NM 7,7% Negativa 1,3% Negativa
Derecha 72,6% Positiva 56,1% Positiva

Como podemos observar en el caso de la Concertación-NM no hay mayor relación: El porcentaje de variación no cambia mayormente de acuerdo al nivel de ingreso de la comuna. El poco impacto que existe es negativo: a mayor ingreso disminuye la votación

En el caso de la Derecha la relación es bastante fuerte (56,1% R2 entre ingreso y variación 2000-2009 contra 2013). Y la relación es positiva: En las comunas de menores ingresos la caída de la votación es mucho mayor

Pero sucede que Vitacura tiene un ingreso tanto mayor que el resto que para una regresión lineal tiene sentido hacer las mismas comparaciones sin Vitacura (*)

Coalición R2 Ingresos -> Diferencia 2013 con 2009 Signo regresión R2 Ingresos -> Diferencia 2013 con promedio 2000-2009 Signo regresión
Concertación-NM 2,5% Negativa 0,2% Positiva
Derecha 76,7% Positiva 57,0% Positiva

 

Y podemos observar que, incluso eliminando el caso outlier, las conclusiones son las mismas. De hecho, lo único que pasa es que con la Concertación-NM la relación es inexistente, mientras que en el caso de la Derecha se mantiene.

Quizás la situación de la derecha quede más clara en el siguiente gráfico (en que elegimos el análisis sin Vitacura y comparando diferencia votación 2013 con promedio 2000-2009)

variacion_votacion_derecha_ingresos

 

La disminución de la votación es claramente más fuerte en comunas de más bajos ingresos, y es en las comunas de altos ingresos se pudo observar una variación positiva (Las Condes y Lo Barnechea en las comunas que quedaron en el análisis) o de menor magnitud.

El análisis de regresión tiene diversas ventajas, pero también desventajas. Una de ellas es propugnar una relación lineal cuando no siempre quizás esa sea la mejor forma. Para simplificarnos la vida presentaremos una tabla que resumen las variaciones de las votaciones por niveles de ingreso de las comunas por grupos (por quintiles de comunas)

Quintil Comunas % cambio votación NM promedio 2000-2009 % cambio votación Derecha promedio 2000-2009
Quintil 5 VI, LC, PR, LB, ÑU, LR -13,4% -6,0%
Quintil 4 SA, LF, MA, PE, IN, HU, SM -5,4% -30,1%
Quintil 3 CE, CO, LC, SR, QU, QN, MC -12,7% -42,1%
Quintil 2 LG, LP, PC, EC, PA, PU, RE -10,3% -43,7%
Quintil 1 LP, LE, SB, EB, SJ, CR, RE -12,8% -51,1%

Como podemos observar, en las comunas de menores ingresos la caída de la derecha es de mayor magnitud (el efecto también se produce si se hace la comparación sólo con 2009 pero es de menor magnitud y divide más bien Quintil 1 / Quintil 2 / Quintil 3 a 5). Mientras que en la Concertación-NM es relativamente más parejo.

En otras palabras, no sólo parece existir un sesgo político en los cambios producidos por el voto voluntario, sino que ese sesgo parece tener alguna relación con el nivel socioeconómico: No fueron los pobres en general los que dejaron de votar, sino en particular los pobres de derecha.

En otras palabras, si esas personas hubieran ido a votar no es Bachelet quien hubiera recibido esos votos. Quién fue a votar parece ser distinto de quién no fue a votar.

4. Pequeña Discusión

El ejercicio es burdo y todo pero creo que ilustra que tiene sentido explorar otros sesgos más allá del socioeconómico. No deja de ser razonable que existan sesgos políticos como efecto del voto voluntario. Esto porque la derecha y la izquierda tienen relaciones distintas con la política.

La izquierda es, finalmente, pro-política, cree que es una actividad valiosa y que, en el mejor de los casos, puede llegar a ser noble. Es una posición que cree como solución de los problemas en la construcción colectiva pública, en otras palabras que cree que a través de la política es como se puede mejorar la vida.

La derecha, por el otro lado, es anti-política, sospecha de ella y de lo que en ella se puede hacer, y la buena sociedad es donde hay menos gobierno y actividad colectiva. En el mejor de los casos, la política puede no hacer todos los males que puede hacer, y la labor del político de derecha es la necesaria pero ingrata tarea de evitar esos problemas. Mientras menos política, mejor.

En esas condiciones no es raro que el votante de derecha vote menos cuando es voluntario hacerlo. Y menos extraño es que el votante popular de derecha -la persona que reúne las dos condiciones que hacen rehuir de la política, el menor nivel socioeconómico y su posición política- sea la persona que menos vota. Para un votante cuya visión de la política bien se puede ejemplificar con el refrán de ‘para qué votar si mañana igual tengo que ir a trabajar’  aprovechar la oportunidad de no votar es lo que tiene más sentido.

El análisis anterior es, por cierto, válido para estas elecciones. Una vez que los actores políticos internalicen estrategias adecuadas para relacionarse con el voto voluntario otras cosas sucederán. Pero al menos en estas elecciones el votante que no fue representado fue el voto popular de derecha -el de la UDI popular si se quiere buscar una imagen específica.

 

(*) Conste que en general no tiene mucho sentido eliminar para un análisis de al relación entre Nivel Socioeconómico y Votación las comunas de mayores ingresos: Porque si las eliminamos, eliminamos buena parte de las personas de mayores ingresos; y dada la concentración de ingresos es en esa parte de la distribución donde se producen las mayores diferencias. Sabido es que los deciles de menores ingresos tienen promedios similares, y es sólo en los de mayores ingresos -y en particular en el de más ingresos- donde se produce la diferencia. Eliminar las comunas de mayores ingresos es eliminar el segmento de la realidad donde se produce el efecto. Pero en este caso, al menos hacer un análisis sin Vitacura puede tener sentido.