El Ingreso de Independientes y Asalariados en la CASEN 2013. O de la importancia de cambiar de Mediciones

Cada vez que salen los datos de la CASEN hemos repetido en este blog el mismo ejercicio: Comparar el ingreso de trabajadores independientes y asalariados, controlando por nivel educacional. En todas las ocasiones hasta ahora había dado el mismo resultado: los cuenta propia (o sea sin empleadores) obtenían mayores ingresos que los asalariados (reuniendo asalariados sector público y privado, y excluyendo trabajadores domésticos y FF.AA). La diferencia además era relativamente relevante (alrededor del 50%).

Luego la idea era realizar la comparación de nuevo con la CASEN 2013. Sin embargo en esta ocasión había una diferencia de interés: La CASEN 2013 al revés que en ocasiones anteriores no realizó una corrección por cuentas nacionales; y los trabajadores independientes era uno de los grupos que más se veía afectado por esa corrección. La CASEN 2013 se basa en las respuestas de las personas a las preguntas de ingresos sin mayor corrección.

Esa diferencia en los métodos produce, entonces, una diferencia radical en los resultados. Veamos:

Ingresos Promedio Ocupación Principal por Categoría Ocupacional y Nivel Educacional

Independientes Asalariados Diferencia % Diferencia % CASEN 2011
Sin Educación Formal 142.206 212.223 -33% 1%
Básica incompleta 171.215 228.275 -25% 32%
Básica Completa 205.951 249.033 -17% 44%
Media Humanista incompleta 216.205 263.060 -18% 59%
Media T-P incompleta 200.520 316.515 -37% 30%
Media Humanista Completa 268.758 317.515 -15% 81%
Media T-P Completa 274.388 332.852 -18% 46%
Superior incompleta 355.817 409.832 -13% 103%
Superior Completa 742.002 808.807 -8% 55%

El año 2013 las diferencias son todas a favor de los asalariados, mientras que el 2011 eran siempre a favor de los cuenta propia (como siempre habíamos dado las diferencias en positivo, cuando beneficiaban a cuenta propia, en el cuadro presentamos las diferencias CASEN 2013 en negativo, al ser inversas).

De hecho, los ingresos de la ocupación principal disminuyen para trabajadores por cuenta propia entre CASEN 2011 y 2013 (a partir de media completa de manera bastante fuerte, los ingresos nominales disminuyen alrededor de un 50% en varios casos).

Lo que nos indican los datos es que claramente no se puede comparar directamente los resultados de la CASEN 2013 en ingresos con CASEN anteriores -dado que ha cambiado la metodología. Dado que la metodología de la CASEN 2013 implicó dejar de hacer ajustes anteriores, en principio se podrían hacer comparables de nuevo si se usan los datos brutos de CASEN anteriores (y si mal no me equivoco, las bases están disponibles).

La pregunta que cabe hacerse, es ¿qué dato representa mejor la realidad? Hay algunas consideraciones que se pueden plantear en torno a que realizar ajustes tiene sentido, en particular para trabajadores por cuenta propia: Primero, que son ingresos más difíciles de estimar (al ser inherentemente variables), y una estrategia de respuesta puede ser dar el una estimación mínima (‘menos que eso no gano’). Segundo, hay algunos estudios -pero realizados para EE.UU- que indican que las personas pueden responder a las encuestas de ingresos como si fueran formularios de impuestos y reducir el ingreso reportado, operación que es más sencilla para los asalariados (ver Are Household Surveys Like Tax Forms? Evidence from Income Underreporting of the Self-Employed, Hurst, Li y Pugsley, The Review of Economics and Statistics, 2014, 96: 19-33, y originalmente era un paper del NBER publicado el 2010). Por otro lado, la decisión de no realizar ajustes dice relación con que normalmente no se hacen en otros países, y por lo tanto por comparabilidad tiene sentido no hacerlo. Es necesario decir que, dado que había hecho el ejercicio varias veces estoy algo comprometido con la idea que era más adecuado realizar ajustes, así que la opinión puede no ser completamente imparcial -pero creo que la corrección tenía sentido.

En cualquier caso, nos encontramos con lo que debiera ser conocido: los resultados no son independientes de los métodos. Un resultado que era estable en la CASEN, al menos había ocurrido en todas las que había revisado, al cambiar la forma de medir ingresos se revierte.

¿Consejo? Lea, aunque le parezcan aburridas, las secciones metodológicas de los textos que le interesan, porque los resultados dependen de ellos.

La disminución de la Pobreza en Chile (2006-2013)

El hecho que los resultados de la última CASEN hayan presentado tres cifras ‘oficiales’ de pobreza (7,7% usando pobreza de ingresos ‘tradicional’, 14,4% usando pobreza de ingresos medida con nueva metodología y canasta, 20,4% usando pobreza multidimensional) debiera, espero, tener una consecuencia: La de eliminar el fetichismo de ‘la’ cifra de pobreza. Como casi cualquier fenómeno que no es fácil de medir, hay variadas alternativas de medición -cada una con sus fortalezas, problemas  y usos.

De hecho, en otros aspectos de la vida social se está más acostumbrado a tener varias cifras al mismo tiempo. Están las conocidas M1 a M6 para medir masa monetaria, para medir desempleo el Bureau of Labor Statistics de Estados Unidos también usa U1 a U6 (link aquí). En el caso de pobreza tener una cifra para medir pobreza de ingresos y otra para medir pobreza multidimensional parece razonable, dado que ambos se refieren a aspectos que son diferentes en la realidad (y por lo tanto que no quedan cubiertos al mismo tiempo con ninguna cifra particular).

De las distintas cifras presentadas

Dicho lo anterior, procedamos entonces (en base al documento del MDS) a realizar algunas observaciones sobre las modificaciones.

La cifra tradicional, como ya ha quedado claro en la discusión pública, es distinta a lo que se había dicho anteriormente por parte del MDS el 2011 y el 2013. La raíz de ese asunto, que también fue discutida en su época, dice relación con una modificación que realizó la CEPAL a la medición de pobreza en América Latina en esos años, que fue producto a su vez del comportamiento de inflación. CEPAL decidió diferenciar la cifra de inflación de alimentos de la cifra de inflación de otros bienes al calcular el valor de las respectivas canastas, porque en esos años se observó un aumento importante del precio de los alimentos, que fue mayor al obtenido en otros bienes. Por lo tanto, simplemente multiplicar por dos no parecía adecuado. Este año, el MDS decidió usar ese tipo de correcciones de la CEPAL. En principio, ese tipo de correcciones parece razonable, pero el criterio se podría aplicar retroactivamente en todo caso (no debe ser la primera vez que la inflación de alimentos y de otros bienes es muy diferente); y genera otra serie de consideraciones que veremos más adelante.

La nueva cifra de pobreza de ingresos no es sólo una adecuación de canasta. Algo que, por cierto, venía siendo pedido por muchos años dado que en realidad la canasta usada (basada en la Encuesta de Presupuestos Familiares de 1987) ya no tenía sentido. El ejemplo más usado era del de aceite en bolsa, cuya variación ya no dice mucho de lo que pasa con las familias en Chile. Durante mucho tiempo se defendió su continuidad por el tema de comparación, pero eso dependía -finalmente- de que sólo se usara una cifra. La decisión de usar más de una cifra elimina ese problema: Si queremos comparar ‘lo mismo’ podemos usar esa cifra hacia atrás, si queremos una cifra que mejor dé cuente de las realidades de consumo actual tenemos otra cifra.

Pero como ya se dijo no es sólo una adecuación de canasta. Se usan medidas de equivalencia, para dar cuenta del hecho que existen ciertas ‘economías de escala’ (un hogar de dos personas no necesita doblar su gasto en relación a un hogar de una persona para alcanzar el mismo estándar de vida). Se amplía el valor de vivienda inputada (el ahorro que implica que no pagas arriendo cuando eres propietario), a viviendas cedidas por ejemplo (que también tienen ese ahorro aun cuando no sean propietarios). Finalmente, no se ajusta a cuentas nacionales -como se hacía con anterioridad. Esto sigue la práctica de los países de la OCDE pero a decir verdad a mi personalmente me produce algo de resquemor: Los datos auto-reportados de ingreso, que son los que usa la CASEN, por más cuidadoso que sea en el cuestionario, siempre tienen problemas de validez y confiabilidad. En todo caso, en general son cambios que seguían las recomendaciones de las múltiples instancias para discutir posibles cambios de la CASEN.

Finalmente, tenemos pobreza multidimensional que incluye además otras dimensiones que afectan el bienestar, aparte del ingreso. A saber: Educación, Salud, Trabajo y Seguridad Social, y Vivienda. También esto era algo que se venía discutiendo desde hace tiempo. No sé si me convence la aplicación específica realizada (darle la misma importancia a todos no deja de ser un juicio por más que parezca ‘imparcial’). Pero bueno, ya tener un dato de este tipo es relevante.

 

De los resultados de las distintas cifras

Ahora bien, los resultados siguen todos la misma tendencia no importando la medida de pobreza que se use. Sea cual sea la forma de medir se observa una importante disminución a lo largo de los años en cuestión. Las diferentes formas de medir producen importantes diferencias en la magnitud de la pobreza (se doble o casi triplica el nivel) pero en todos los casos sigue la misma tendencia a lo largo del tiempo.

Evolución de Pobreza en Chile 2006-2013 (fuente: MDS)

evolucion_pobreza

La robustez de los resultados hace que, entonces, uno se pueda sentir más o menos confiado de las conclusiones: Efectivamente ha disminuido la pobreza en los últimos 8 años (siguiendo la tendencia general). Cuando aparecen las cifras de pobreza casi siempre se genera una discusión sobre la medición como tal -que la pobreza está mal medida y todo eso. El caso es que el mero hecho de producir un abanico de formas de medición nos muestra que, sí la condición de pobreza depende de cómo se la mida, pero hay ciertos hechos que son robustos a esas modificaciones.

 

Del hecho de medir pobreza.

Por cierto, las formas de medir pobreza no se reducen a lo que se ha presentado con la CASEN 2013. Las hay desde las muy básicas (la de 1 dólar por día por ejemplo) hasta algunas que son más exigentes (pobreza relativa por ejemplo) que las usadas por el MDS. Lo cual lleva, indefectiblemente, a preguntarse, ¿qué implica medir pobreza?

Un tema que creo crucial es darse cuenta que, al final, se es pobre en relación a algún estándar. Lo cual es obvio pero lo inmediatamente relevante es observar que ese estándar es, en última instancia, casi siempre relativo: está asociado al nivel de vida que permite insertarse en la propia sociedad sin demasiados problemas. Esa es la razón por la cual a una persona pobre en la actualidad no tiene sentido decirle que tiene un nivel de vida más alto que el de buena parte de la humanidad a lo largo de la historia, el tema es que en relación con su sociedad su estándar de vida no le permite hacer cosas que para su sociedad son normales.

La medición de pobreza por ingresos que durante mucho tiempo ha sido tratada como una medida absoluta de pobreza (y es parte de la razón para la resistencia en relación al cambio de canasta) es también finalmente una medición que implica un estándar relativo: Pobre es quién debe gastar un 50% de su ingreso en alimentos (la línea de pobreza es un ingreso 2 veces el de la canasta básica de alimentos). Esa es una situación que para toda la población Chile tenía hasta hace un poco más de 30 años. Ahora bien, en Chile en la III EPF (1976-1977) para toda la población de Chile el gasto en alimentos representaba un  41,9% (y sólo en el quintil IV estaba bajo el 50%, ver link aquí). Uno podría plantear que usando el mismo criterio el nivel de pobreza estaba cerca del 60% de la población, y quizás el criterio se podría discutir. Por otro lado, en la medida en que la mayoría de la población supera ese estándar, lo que se considera pobre también varíe, y el porcentaje de ingreso ‘disponible’ -descontando no sólo alimentación, sino otros gastos- supere cierto umbral.

El caso es que no importa qué tipo de medición se haga, ella depende de ciertos juicios de estándar de vida, de lo que se considera aceptable. Y esos son juicios que, inescapablemente, varían a lo largo del tiempo. Lo cual implica, a final de cuentas, que también deban hacerlo las formas de medir el fenómeno: Cuando la realidad cambia, también debe hacerlo la forma de medirla.

Es un tema de estructura productiva. La evolución de los oficios en Chile 2000-2011

Usando la Casen, a veces resulta útil recordarlo, se puede analizar la evolución de diversos asuntos en nuestra sociedad. En particular, y es lo que haremos en esta entrada, observar cómo ha evolucionado la estructura laboral de Chile. ¿Qué porcentajes de vendedores? ¿De técnicos? ¿De personal no calificado? Los resultados son muy instructivos para determinar, si se quiere, el ‘nivel de desarrollo’ de Chile.

Tipo Oficio 2000 2003 2006 2009 2011
Gerentes, Ejecutivos 6,7 6,3 4,5 2,7 5,1
Profesionales 9,8 9,5 8,6 10,8 11,5
Técnicos (nivel medio) 8,0 8,3 7,8 9,7 7,6
Empleados Oficina 9,2 9,1 8,7 7,7 8,0
Vendedores 14,2 13,7 15,4 17,6 15,7
Trabajadores agricolas 6,1 6,5 5,4 4,0 4,9
Oficiales, operarios y artesanos 14,6 15,6 16,1 14,0 13,9
Operadores y Montadores de Maquinaria 9,3 9,3 9,6 9,2 8,9
Trabajadores no calificados 21,6 21,0 23,2 23,7 24,7
Total 100 100 100 100 100

Lo que quizás es más notorio es que la categoría más común durante todo el período, y de hecho ha incluso aumentado, es la de trabajadores no calificados: No ha bajado del 20% y el 2011 incluso llega a un 25%. En otras palabras, uno de cada cuatro o cinco empleos es de baja calificación. La idea de un país que se acerca al desarrollo, tan querida en ciertos círculos, no parece muy compatible con esa estructura de trabajos.

Por otro lado, los empleos de alta calificación (si incluimos en ellos las tres primeras columnas) ha oscilado en torno al 24% en toda la serie desde el 2000 hasta el 2011. Lo cual nos dice que de hecho no hay mayor movimiento, aunque hay un ligero y sostenido aumento de la categoría de empleos profesionales. O sea, por cada empleo de alta calificación hay un empleo de ninguna calificación. Mas aún, ello se logra sólo considerando como alta calificación los empleos técnicos (que se podría defender son de mediana calificación), y habría que recordar que bajo gerentes y ejecutivos se incluyen los dueños de negocio, que en Chile incluyen muchos dueños de pequeñas empresas (los que también se podría defender son del mismo tenor). En todo caso, dado que en la actualidad cerca del 40% de los jóvenes en la edad correspondiente tienen estudios de educación superior, ¿da cabida esa estructura de empleos a esa estructura de niveles de educación?

Dentro de la variopinta gama de empleos de calificación media -o sea todos aquellos que requiere algún nivel de capacitación aunque no necesariamente títulos formales- se puede observar que siempre han estado cerca del 50%. Hay ciertas variaciones internas (disminuyen algo los empleados de oficina, aumentan los vendedores etc.), pero la impresión sigue siendo más bien la de estabilidad.

En general, entonces, los datos nos muestran algo muy claro: La estructura laboral en Chile tiene un alto peso de empleos de baja calificación. Lo que implica ello en términos, por ejemplo, de productividad y de potencial de crecimiento, finalmente para el por algunos soñado salto al desarrollo, debiera ser relativamente claro.

NOTA. Dentro de las categorías laborales, ¿donde se concentra el empleo de menor calificación? Obviamente en empleadores es bajo y en trabajo doméstico extremadamente alto. Pero comparando las otras categorías, donde la relación no es tan clara, aparece un orden claro: Usando cifras del 2011 aparece que en asalariados públicos son un 15,5%, en trabajadores por cuenta propia un 16,7% y en asalariados privados un 24,3% son trabajadores de empleos sin calificación. El resultado es lo bastante decidor para que sea necesario comentarlo

¿Que debiera leer un sociólogo chileno de Sociología chilena?

¿Nos leemos los sociólogos chilenos a nosotros mismos? ¿Construimos de alguna forma tradición? Al fin y al cabo, ya hay varias décadas de producción (y varias generaciones de sociólogos). Pero, ¿se lee lo que escribieron las generaciones anteriores? Al fin y al cabo, en relación a la sociología en general sí lo hacemos -y promoción tras promoción de sociólogos lee los textos de los que llamamos padres fundadores. En eso bien podemos reconocernos. Pero ¿hay algo de reconocimiento de la producción nacional?

Pensemos en la formación de sociólogos: ¿Cuanto de producción nacional o latinoamericana es parte de nuestros programas de pregrado? En particular, ¿aparte de los cursos dedicados específicamente al pensamiento de América Latina cuanto aparecen? ¿Cuanto se lee y se pone en bibliografías obligatorias en cursos de Introducción a la Sociología? ¿O en cursos de teoría? Y así.

Pensando en que hay diversos textos que, independiente de sí uno está de acuerdo con ellos, representan aportes al pensamiento social que han sido producidos por estos lares, a continuación una breve respuesta a la pregunta que inicia la entrada.

morande1. Cultura y Modernización en América Latina. Pedro Morandé. 1984.

Uno podrá decir muchas cosas acerca de las tesis de Morandé y su modernidad barroca y sobre la identidad católica. Lo que sí es claro es que representa una propuesta teórica bien argumentada y desarrollada, y que alguna tradición desarrolló al interior de la disciplina (Politización y Monetarización en América Latina de Cousiño y Valenzuela que es de 1994) Lo cual nos lleva entonces al punto, ¿y por qué no se enseña, digamos, en los cursos de teoría a la par que, digamos, Touraine? (espero que así suceda al menos en los cursos de la PUC) ¿Que no es general y no habla para todo el mundo? Bueno, la mitad de las teorías que se pasan en cursos de teoría no pasan de ser provincianismos europeos al fin y al cabo, no veo entonces el problema.


Lechner_842. La Conflictiva y nunca Acabada Construcción del Orden Deseado. Norbert Lechner. 1984.

Alguna entrada sobre el texto hicimos con anterioridad en este blog, así que no desarrollaré mayormente mis impresiones, pero claramente tenemos otro texto de índole teórica que representa un aporte conceptual relevante (y completo se lo puede encontrar aquí). Y en este caso, al mismo tiempo anclado en las preocupaciones del tiempo y del lugar y desarrollando argumentos generales (por ejemplo, lo asociado a la minoría consistente o las reflexiones sobre la relación entre información y política). Un texto que, digamos, bien se constituye en uno de los ‘clásicos’ de nuestro propio desarrollo disciplinar.

 

informe3. El Informe sobre la Decencia. Javier Martínez y Margarita Palacios. 1996.

Los anteriores eran argumentos teóricos, el Informe sobre la Decencia es, creo, una de las mejores investigaciones que se han hecho en Chile (y está disponible completo aquí). Si alguien quisiera mostrar como se hace investigación cualitativa bien podría usar ese texto como modelo. Más aún, varios de sus resultados (acerca de la diferencia en la cultura popular que produce la idea de decencia, acerca de la real posición que ocupa la religión en la moralidad popular etc.) son todavía pertinentes a la realidad nacional. Y en los casos en que, probablemente, las características culturales que aparecen en ese texto ya no representen la realidad presente (por ejemplo, probablemente en lo que dice relación con los contenidos específicos que constituyen la categoría de decencia) el estudio es relevante para, precisamente, poder detectar esas diferencias. Pero en última instancia, sigue siendo un modelo de investigación, algo que uno puede mostrar y decir ‘he ahí una investigación bien hecha, ruega a los dioses que hagas una de esa calidad’.

 

Supongo que hay otros textos posibles. En particular, pienso en el artículo de Florencia Torche “Unequal but Fluid” publicado en el American Sociological Review el 2005 es también brillante (link aquí), pero quizás demasiado específico como tema -y más de alguien podría decir que publicándose en el ASR y siendo la adscripción organizacional de Torche CUNY y Columbia no valdría como sociología chilena.  En cualquier caso, si se puede plantear que estos textos bien pueden considerarse como parte de los clásicos locales de nuestra disciplina.

Comparando Encuestas. CEP (Julio 2014) y UDP (Sept-Oct 2014) en Educación.

Una de las consecuencias positivas de que existan varias encuestas es la posibilidad de comparar sus resultados. Y como el tema de educación se ha tomado buena parte de la agenda pública en los últimos meses, algo de utilidad tendrá el ejercicio de comparar resultados en torno a esas preguntas.

Hace algunos meses atrás el CEP publicó resultados de preguntas de educación que fueron bastante discutidos por sesgados, y que también tratamos en este blog (link aquí y aquí). Recientemente el ICSO de la UDP publicó su encuesta regular de opinión pública, que también trataba el tema. Ahora bien, los resultados de la CEP daban la impresión de un fuerte rechazo a las reformas de educación, mientras que lo que mostraría la encuesta de UDP sería, en principio, lo contrario a ello. ¿Son las impresiones de disparidad ciertas? De serlo, ¿que nos indican sobre las encuestas y sobre lo que se puede interpretar de ellas?

Partamos con los datos generales de cada encuesta (resumidos en la siguiente tabla). En el caso de la CEP se ha mezclado elementos de la pregunta y de la respuesta para poder resumir la información -dado que en ella ambos elementos son significativos. La encuesta UDP, en general, tiene formas simples de respuesta (acuerdo o desacuerdo) con lo que la simple presentación de la pregunta es suficiente.

Ítem Porcentaje
Aprobación a que los padres puedan complementar el subsidio educacional que otorga el Estado a través de un copago (pagando matricula y/o colegiatura) para mejorar la educación de sus hijos? (CEP Julio) 52
Aprobación los colegios particulares subvencionados, además de entregar educación, generen ganancias a sus dueños siempre y cuando tengan un buen nivel y los padres estén informados (CEP Julio) 49
Aprobación que los colegios religiosos tengan un proceso de admisión que verifique si las familias están comprometidas con el proyecto educativo y los valores del colegio (CEP Julio) 37
Aprobación que los liceos de excelencia del país, como el Instituto Nacional, seleccionen a sus alumnos a través de pruebas de admisión (CEP Julio) 54
Aprobación que la Educación sea entregada por el Estado solamente, para que todos reciban la misma educación (CEP Julio) 41
Importancia terminar con el lucro en educación escolar, escala 1-7 (UDP Septiembre-Octubre) 5,94
Importancia terminar con el copago en educación escolar, escala 1-7 (UDP Septiembre-Octubre) 5,63
Importancia terminar con la selección de estudiantes en educación media, escala 1-7 (UDP Septiembre-Octubre) 5,55
Los colegios particular-subvencionados debieran pasar a ser del Estado (UDP Septiembre-Octubre) 57
No debiera haber colegios particulares pagados, sino que sólo colegios públicos (UDP Septiembre-Octubre) 49
Todas las universidades privadas debieran pasar a ser del Estado (UDP Septiembre-Octubre) 60

Lo primero es que en realidad no hay demasiada diferencia. Las preguntas donde se manifestaba opinión anti-reforma en la CEP no son las que hace el UDP. La pregunta de importancia de la UDP no es una pregunta de adhesión finalmente (‘es muy importante y es muy mala’ no es una respuesta contradictoria). Lo único que ambas preguntan es sobre el tema del rol del Estado y aunque hay diferencias, ambas básicamente dicen lo mismo: Un porcentaje muy alto de la población plantea que el Estado debiera hacerse cargo de toda la educación. Una cifra muy alta para un país que tiene provisión mixta de hace más de un siglo y donde ese tema, de hecho, no está entre lo que las reformas proponen.

¿Qué es lo que pasa?

Por un lado es posible insistir en el tema del sesgo. La comparación entre las preguntas UDP (que son más sencillas) y las CEP (que son más complejas, integran más de una consideración) es, en general, favorable a la UDP. Por lo menos son más simples de interpretar. Sin embargo, como ya hicimos mención en su oportunidad, lo del sesgo no es un tema tan central -el dato de todas formas es usable si se lo interpreta adecuadamente.

Lo que nos gustaría insistir es más bien otra cosa. Una persona tiene sobre un determinado tema múltiples consideraciones (piensa varias cosas). Cuando ellas están alineadas y se refuerzan el efecto de una pregunta es más débil en general (i.e si uno es consistentemente anti-X, no importa como se haga la pregunta uno responderá anti-X). Pero sí estas consideraciones no están tan alineadas, y hay algunas que impelen a pensar de determinada forma y otras que impelen a pensar de otra forma, entonces sí se producen efectos de preguntas (i.e si la pregunta me hace pensar en A, entonces respondo pro-X; si la pregunta me hace pensar en B, entonces respondo anti-X). Ahora bien, no hay pregunta que pueda evitar hacer pensar en alguna consideración y no hay pregunta que pueda hacer pensar en todas las consideraciones (Todo esto resumiendo algunas ideas que están en Tourangeau et al, The Psychology of Survey Response, que es un libro algo viejo -es del 2000- pero creo todavía es interesante y útil).

Pensemos, entonces, en nuestro caso. Podemos decir lo siguiente: Hablar que el Estado se haga cargo de colegios puede hacer pensar en las personas (es una hipótesis pero creo razonable explorarla) en la vieja educación fiscal, que tengo la impresión es relativamente bien vista. Luego, si se me hace pensar en ello, tenderé a estar de acuerdo con cambios ‘estatalizantes’. Hablar sobre copago para mejorar me hace pensar en las razones por las cuales pago ese copago (o me gustaría hacerlo si pudiera) y por lo tanto me hace pensar en oponerse a esos cambios. Lo importante es enfatizar que, si estamos en lo correcto, estas diferencias no son formas de falsear la realidad, corresponden a lo que ocurre en la realidad.

Reflejarían que en relación a la Educación, los chilenos y chilenas tienen múltiples ideas, que todavía no terminan de cristalizar. En otras palabras, que están pensando en ello. Esto puede ser un problema para quienes nos dedicamos a investigar y encuestar dicha opinión, pero no deja de ser algo positivo en términos de deliberación pública.

Lucro, Educación y Datos

Ayer en La Tercera apareció un interesante contrapunto de posiciones sobre el tema del lucro en Educación. Por un lado Sylvia Eyzaguirre defendió el lucro diciendo que éste no afecta la calidad en educación (basándose, entre otras cosas en estudios de Elacqua). Por otro lado, el mismo Elacqua criticó el lucro en educación mostrando que estos establecimientos no producen mayor calidad. No deja de mostrar con claridad el debate real el hecho que el mismo dato -el hecho que un colegio tenga fines de lucro no tiene relación alguna con la calidad de la educación que imparte- se interprete en términos de consecuencias para política pública de modos tan distintos. Claramente se parte de creencias básicas previas (si no afectan, ¿por qué no?; si no afectan, ¿por qué sí?), y nos muestra que este es finalmente un debate ideológico. Lo cual no es una crítica, cuando los debates sobre asuntos políticos se llevan al fondo, siempre muestran ser debates ideológicos.

Lo que, en todo caso, es una forma deshonesta de debatir es la de mostrarse incólume a la evidencia. Años ha, al defender el lucro efectivamente se decía (y entre quienes no conocen la evidencia todavía se dice) que estos colegios promovían mejor educación. Pero eso era antes de la evidencia. Luego de la evidencia, que muestra que ello es falso, se nos dice ahora que como no afectan no hay problema en su existencia. O sea, no importa lo que pase en el mundo mantengo mi posición, y si hay que dar vuelta los argumentos que así sea. Por cierto que esto es común, pero no debiera titulase las columnas con ‘un respaldo en la evidencia’.

Ahora, de lo anterior surge otra pregunta: ¿Qué compran los apoderados cuando compran colegios con lucro? Es claro que no están comprando calidad. Ahora bien, uno puede interpretar entonces que los apoderado creen que lo están hacieno y, luego, que están equivocado. Yo prefiero otra interpretación: Que los apoderados no compran calidad, compran segregación.

De alguna forma, el nivel de gasto educacional de muchas familias puede observarse como una inversión en posición social (en alejarse de los peligroso, en reunirse con los similares que no representan peligro). Y si ello es así, entonces es, quizás, uno de los mejores indicadores de clasismo en nuestra sociedad.

 

 

Cultivar nuestro Jardín. La reacción de los Chilenos al ‘Modelo’

En estricto rigor, la tesis que se desarrolla en esta entrada tiene, creo, cierto carácter histórico: el diagnóstico sobre las visiones existentes en Chile sobre el modelo económico creo que se aplican mejor  hasta la primera década de este siglo. Además es necesario plantear que el tipo de evidencia que está detrás de ella es más bien de reflexión sobre varios estudios (cualitativos y cuantitativos), y corresponden más bien a hipótesis de trabajo -para usar ese eufemismo- que a ideas manifiestamente bien pensadas y fundamentadas. Dichas estas precauciones procedamos a la idea central.

Si uno examina lo que ha sido el debate sobre la sociedad chilena en los últimos años, en particular sobre la profundidad de las críticas al ‘modelo’, ‘sistema’ observaremos que resulta relativamente común la impresión que se había dado una transformación cultural en Chile que implicaba que éste había sido aceptado o se estaba en camino de aceptarlo. Y entonces algunos plantearán que esa aceptación se encuentra ahora en tela de juicio o que, por el contrario, no está en tela de juicio, y que el modelo sigue siendo aceptado. La intención de esta entrada es más bien discutir esa posición, y ubicarse más bien de parte de quienes han dudado de la aceptación del homo neoliberal (por ejemplo Araujo y Martuccelli) en la sociedad chilena.

Estimo que detrás de la idea de la aceptación del modelo aparecen varias confusiones que cabe diferenciar. O al menos se puede plantear como hipótesis que se confunden con aceptación cosas que empíricamente resultan (o al menos resultaban) distintas, y que nos permiten dudar de esa presunta aceptación de la lógica cultural del así llamado modelo económico.

La primera son reduccionismos en torno a cómo se leen las reacciones y posiciones de las personas. Así, si las personas valoran la competencia, o aceptan ciertos niveles de desigualdad, entonces se sigue que aceptan en general el modelo chileno (identificado así, simplificadamente, a éste con el capitalismo o el Mercado a secas) o incluso se plantea que oponerse al modelo es oponerse al capitalismo (o a la iniciativa privada o al consumo etc.). Para entender la realidad de las opiniones de los chilenos hay que salir de observaciones monolíticas. Hay diversos datos que muestran aceptación de algunos elementos de una postura pro-mercado, que enfatizan el esfuerzo individual, pero esto no obsta para que tengan una fuerte demanda por una mayor participación -desde formas de regulación a propiedad- del Estado en la vida social. Y esto sin contar que, de hecho, algunos aspectos de aceptación de las ideas del modelo pueden traducirse en una crítica y molestia incluso más acerba del modelo en su aplicación real -que no está a la altura de su promesa: Que precisamente porque la competencia es algo positivo es que el modelo chileno real es criticable porque no es competitivo (lo mismo con la idea del mérito).

Una segunda confusión es en torno a la naturaleza de la ‘aceptación’. En otras palabras, es relevante no confundir naturalización del modelo (i.e ‘así es el mundo’) con una aceptación de la situación (i.e ‘que bueno es que así sea el mundo’). Es claro que procesos de naturalización del modelo han ocurrido en la sociedad chilena, como ha sido un argumento ya tradicional del PNUD en varios Informes de Desarrollo Humano, y que en diversos espacios se difundió la idea que no había otra forma posible de hacer las cosas, o que era la única forma que funcionaba (toda alternativa termina necesariamente en un desastre aún mayor). De ahí a concluir que eso es además positivo hay un paso, y esto fue algo que al parecer una parte no menor de la población se resistió a dar.

Una tercera confusión dice relación con la confusión entre resignación con aceptación. Dado que no hay alternativa a la realidad actual, entonces no queda más que realizar conductas adaptativas. ‘Es lo que hay’ para usar una expresión común en nuestra sociedad. Pero de lo anterior no se sigue que esos comportamientos ni esas elecciones sean ‘buenas’ elecciones desde el punto de vista de quienes lo realizan. Pero dado que entre medio hay que vivir, se toman las decisiones más prácticas al interior de ese estado de cosas, pero ellas son vividas no como buenas decisiones sino de forma crítica. Así sucede en muchos casos con decisiones sobre educación de los hijos (quienes quieren educación pública, gratuita y de calidad pero que envían a sus hijos a colegios privados de alto costo; quienes critican el consumismo pero se integran en esas acciones). Ello puede ser leído como simple hipocresía, pero detrás de ello hay una adaptación a una realidad que se evalúa negativa pero que se juzga difícil de cambiar–y ello tiene una significación bien distinta..

Si la lectura de esta entrada es correcta, entonces podemos concluir que frente al modelo los Chilenos nunca fueron unos panglossianos, que creían que vivían en el mejor de los mundos posibles. Lo que sí se puede plantear es que, al igual que el protagonista de Cándido de Voltaire, frente a los problemas del mundo, concluyeron que lo mejor era retirarse a cultivar su jardín. Pero ese retiro, que no cambiaba  activamente el mundo, nunca fue una aceptación de éste.

Modos de Colonización. Algunas Notas Preliminares.

La entrada no es sobre todas las formas posibles de colonización, sino simplemente comparar en líneas muy generales los modos usados por los Europeos en la modernidad temprana (en particular en América, pero no en exclusiva)

Una forma (modo 1) es el de ‘expulsemos a los habitantes y nos hacemos con el terreno’, la así llamada colonia de poblamiento. En última instancia, usada por los Ingleses en territorios de clima templado (o sea, relativamente cercanos a Inglaterra), con habitantes originales relativamente débiles y definitivamente sin Estados organizados. En América, los franceses ocuparon ello en Quebec.

Otra alternativa (modo 2) es el de ‘subyuguemos a los habitantes y nos convertimos en señores del territorio’, que es el caso normal de los españoles. Aunque esa era su modo estándar, en particular fue más intenso en aquellas regiones en que existían poblaciones organizadas en Estados y con niveles altos de población. Lo último tiene su importancia porque el modo español exige que las poblaciones indígenas sigan existiendo: la idea es explotarlos, no eliminarlos. Luego, tomando en cuenta la debacle poblacional de los pueblos indígenas tras 1492, sólo podía funcionar en poblaciones que incluso después de una fuerte disminución eran relativamente numerosas para sostener a una clase dominante de españoles.

Finalmente tenemos la modalidad (modo 3) de ‘explotemos a los habitantes a través de comercio’ que aunque no fue el único método usado por ellos, era relativamente común entre portugueses y holandeses. Ya sea porque los territorios resultaban imposibles de conquistar por la relativa fuerza de los habitantes (la situación típica en la India en el siglo XVI-XVII para todos) o por la orientación comercial en general de la economía colonizadora (por ejemplo los holandeses en América del Norte) o por las características del territorio (Bahía del Hudson o como los franceses operaron en el Mississippi si no me equivoco), se estimaba que la forma más lucrativa de relacionarse con esos territorios era a través del comercio.

Uno de los temas relevantes es que sólo los dos primeros resultaron, al menos en América, duraderos. Y eso se debe, en parte, a las dinámicas poblacionales. La colonia de poblamiento genera mayor población que la colonia de subyugación, y ambas claramente mayores poblaciones que la comercial. Lo cual implica, por ejemplo, que las colonias comerciales fueron más fácilmente tomadas por otros poderes (Nueva Holanda a manos de los ingleses en 1665 por ejemplo) mientras que eso no sucede en los dos primeros casos. Pensemos que, de hecho, la única colonia de poblamiento conquistada subsecuentemente fue Quebec, y todavía ella cuenta con una cultura francófona a más de 2 siglos de su conquista por el Reino Unido.

Veamos algunos datos y estimaciones de población. En la década de 1660-1670 la población en Nueva Inglaterra paso de 32.600 a 52.200 (Heines y Steckel 2000: 150), mientras que la población de Nueva Holanda para 1665, su conquista, se calcula en alrededor de 7.000-8.000 (Jacobs 2005: 95, y esa estimación es relativamente alta, existiendo varias que la calculan en alrededor de la mitad). En el caso de las colonias españolas, podemos usar el ejemplo chileno que es una de las menos pobladas. A su vez, los datos para el territorio de Santiago (que podemos usar como equivalente a Nueva Inglaterra o Nueva Holanda) nos indican que para 1644 entre Choapa y el Maule alrededor de 3.000 vecinos, o sea, españoles (De Ramón 2007: 79), pero a eso hay que sumar la población indígena y población negra. Al parecer, todo Chile tendría cerca 22.500 indios encomendados  y 2.000 esclavos negros (Zapater 1997: 492 usando estimaciones contemporáneas de la Real Audiencia), pero si consideramos la mitad de esa población para el territorio de Santiago alcanzaríamos alrededor de 15.000 personas para ese territorio. La población de la potencia colonizadora es menor que en el caso de Nueva Holanda (aunque recordemos, estamos hablando de una colonia pobre dentro del Imperio Español y usando una estimación alta para Nueva Holanda), pero la población total de la colonia resulta claramente mayor.

¿Cuál es la importancia de todo esto? Que las potencias europeas disponían de un abanico de posibilidades cuando decidían dominar un territorio. Un abanico que dependía de factores asociados al territorio dominado (las características de su población) y de la sociedad dominadora (Nueva Holanda pasó del modo 3 al 2 al cambiar de potencia colonial). Y que esos modos tienen consecuencias relevantes para la historia posterior. Aquí nos hemos dedicado a mencionar sólo las demográficas -porque ellas claramente influencian historias posteriores.

De hecho, es posible mostrar que esas evoluciones demográficas afectan el comportamiento de los salarios y las economías (Arroyo Abad et al 2012 y Allen et al 2012) Aunque ambos tienen más bien conclusiones distintas en torno a la situación de las economías de las colonias españolas, sigue el tema general: Que esas estrategias de colonización fueron relevantes en producir situaciones históricas diferentes.

Referencias Bibliográficas.

Allen, Robert, Murphy, Tommy y Schneider, Eric (2012) The Colonial Origins of the Divergence in the Americas. The Journal of Economic History 72: 863-894
Arroyo Abad, Leticia, Davies, Elwyin y van Zanden, Jan Luiten (2012) Between Conquest and Independence: Real wages and demographic change in Spanish America, 1530-1820. Explorations in Economic History 49: 149-166
Haines, Michael y Steckel, Richard (2000) A Population History of North America. Cambridge: Cambridge University Press.
Jacops, Jaap (2005) New Netherland: A Dutch Colony in Seventeenth Century America. Leiden: Brill.
de Ramón, Armando (2007) Santiago de Chile, Historia de una Sociedad Urbana. Santiago: Catalonia
Zapater, Horacio (1997) Huincas y Mapuches. Historia 30: 441-504

Trayectorias de Trabajadores por Cuenta Propia, Chile 1999-2008

Analizar datos es, que se le va a hacer, una de las cosas más agradables del mundo en mi humilde parecer. Y habiendo, entonces, empezado a realizar tan placentera tarea con los datos de mi tesis, no estará de más -aunque sea de forma muy preliminar- mostrar algunos de los primeros resultados.

Datos y Metodología.

El lector bien puede saltarse esta sección si quiere ir directo a los resultados. Pero hay que describir de donde salen estas cosas: La fuente de los datos es la Encuesta de Protección Social, que permite trabajar con historias laborales (en principio desde 1980). Ahora bien como las historias laborales en la EPS son recogidas por memoria, y bien sabemos que de la memoria de los entrevistados no cabe exigir demasiado, hemos pensado que 1999 (a 3 años de la primera ola, realizada el 2002) puede ser un buen punto de inicio. Se finaliza el 2008 de forma de tener una década completa -que permite que ‘sucedan’ diversas cosas en la historia laboral-, y porque es el último año del cual se tiene información completa en la EPS (la EPS 2009, la última publicada, no tiene datos de todos los casos para todos los meses 2009).

Se usaron solo casos con información completa (i.e sin brechas y que respondieran todas las olas), y se usaron -dado que nos interesan trabajadores por cuenta propia- casos de personas que tuvieran al menos una de sus situaciones laborales como trabajador de este tipo. Esto arroja un total de 3.282 casos para análisis.

El análisis realizado fue análisis de secuencias (se usó en particular el paquete TraMineR para R –aquí el manual en línea-). Las secuencias fueron generadas mediante combinación de condición laboral (trabaja, desocupado e inactivo) y de categoría laboral (empleador, cuenta propia, asalariado, otros -por ejemplo, Familiar No Remunerado). Ellas fueron simplificadas para el análisis a 4:

  1. Empleador
  2. Cuenta Propia
  3. Dependiente (incluye asalariado y otros)
  4. Sin Trabajo (desocupado e inactivo).

Otros tenía menos de 1 mes promedio por persona por lo cual en general resultaba mejor -para simplificar el análisis- reunirlo con asalariados (todos los otros eran, de una forma u otra, dependientes). Y aunque la diferencia entre desocupado e inactivos es muy importantes, para nuestros propósitos lo más crucial es sencillamente que ninguno de ellos trabaja).

Para generar segmentos -que es uno de los usos comunes de este tipo de análisis- se usó como medida de distancia Optimal Matching (hay otras alternativas, pero OM tiene más tiempo y algo mejor lo conozco, aún cuando se ha discutido bastante sus limitaciones en la literatura), y los grupos fueron generados mediante un cluster jerárquico (usando Ward como mecanismos de aglutinación).

Y ahora a los datos.

 

Resultados Generales.

Antes de describir los segmentos, resulta de interés -en todo caso- determinar algunas características generales de las historias: ¿Cuanto tiempo pasan nuestras personas en cada estado? ¿Por cuantas situaciones laborales pasan las personas? ¿Que tipo de secuencias de estados son las más comunes?

Los resultados de todas estas preguntas llevan a una conclusión clara: los trabajadores por cuenta propia no son, finalmente, un conjunto de personas aparte y claramente separado del resto.

En primer lugar, porque entre quienes han tenido esa experiencia, el porcentaje de tiempo (en una década completa) que están como trabajadores por cuenta propia es menos del 50%. Específicamente, un 46,2%.

Tabla 1. Tiempos Medios por Estado.

Variable Empresario Cuenta Propia Dependiente Sin Trabajo
N° Meses (en 10 años) 5,5 55,4 29,8 29,3
Porcentaje 4,6% 46,2% 24,8% 24,4%

En segundo lugar, y claramente asociado a lo anterior, porque sólo tener como experiencia ser cuenta propia es algo relativamente escaso entre estos trabajadores: Sólo un 11% de las trayectorias son de trayectorias de personas que sólo han sido trabajadores por cuenta propia. El gráfico muestra además que en nuestros datos existe una gran variedad de secuencias (las 10 primeras suman sólo un 44.2% de ellas)

Gráfico 1. 10 Tipos de Secuencias más Frecuentes (en Porcentaje)

Gr+ífico_1_-Secuencias_m+ís_frecuentes

Esta diversidad de secuencias (y estamos observando sólo en términos de pasos en ellas, no tomando en cuenta la duración) hace entonces preguntarse también, ¿cuantas situaciones pasa alguien que ha sido trabajador por cuenta propia en una década? Los números al respecto son bastante claros, en promedio son 3,98 situaciones (o sea, la duración por situación es de alrededor 2,5 años en promedio). La mediana es 3, y el cuartil 1 ocurre en 2 situaciones y el cuartil 3 tiene 5 situaciones (o sea, el 50% de los casos tiene entre 2 y 5 situaciones distintas en 10 años). El máximo en la muestra es de 28 situaciones distintas (que es casi 3 por año). Si tomamos en cuenta que la medida de cambio de situación es sólo el cambio de categoría laboral y no incluye, por ejemplo, cambiar de trabajo siendo en ambos asalariado, podemos observar la inestabilidad de estas trayectorias.

La diversidad de trayectorias envía de inmediato a la siguiente pregunta: ¿Qué tipos de trayectorias existen?

3 tipos de trayectorias entre trabajadores por cuenta propia.

Una clasificación jerárquica tiene la ventaja que permite, al observar el dendrograma completo, determinar visualmente el mejor número de grupos, y además permite establecer cómo ellos se relacionan entre sí. El dendrograma generado para este análisis muestra que 3 es el número más adecuado para clasificar (como lo muestra con claridad el gráfico 2). De hecho, realice algunos análisis con otro número de grupos (6 que correspondía el punto en que cada uno de los principales se dividía), pero no arrojaba mayores diferencias. También nos muestra el dendrograma que dentro de estos 3 grupos centrales hay dos que están más cercanos entre sí (el grupo de la derecha es el primero que se diferencia). En los gráficos y tablas que se presentan a continuación entonces los Grupos 1 y 3 son más cercanos entre sí que lo que lo son en relación al Grupo 2.

Gráfico 2. Dendrograma de Historias Laborales de Categoría.

 

dendograma_4_condcat

Una primera forma de determinar en qué consisten estos segmentos consiste en observar la evolución de los estados a lo largo del tiempo, que es lo que muestra el siguiente gráfico (la escala es mes, por lo que y229 se refiere al mes 229 desde el inicio del período de la EPS, que es Enero de 1980, para publicación serán corregidos estos problemas)

 Gráfico 3. Evolución de Estados Laborales entre Segmentos

 

seqdplot_4_condcat_3_grupos

Los resultados nos muestran que:

  • El G1 (40,2% de la población) es claramente un grupo de alta predominancia de trabajadores por cuenta propia (aun cuando esta es algo más baja posteriormente)
  • El G2 (36,1%) es un grupo de trabajadores asalariados que convive con períodos de independencia (y de estar sin trabajo)
  • Y finalmente el G3 (23,7) es un segmento de personas que no tienen trabajo pero que cuando lo hacen son trabajadores por cuenta propia.

Uno de los segmentos que aparecía en el análisis con 6 grupos era uno que combinaba ser empleador y luego pasaba a ser trabajador por cuenta propia (y era el único que tenía una personalidad propia al desglosarse en mayor detalle los grupos), este grupo queda subsumido en el G1 en la actual clasificación.

Estos resultados se muestran también con claridad cuando se examina el tiempo promedio de cada grupo en cada uno de los estados como se hace en la siguiente tabla:

Tabla 2. Tiempos Medios por Estado en cada Segmento (Porcentaje)

Estado G1 G2 G3
Empresario 7,7% 3,1% 1,7%
Cuenta Propia 76,5% 24,6% 27,7%
Dependiente 6,4% 57,1% 6,8%
Sin trabajo 9,3% 15,2% 63,8%

Efectivamente el G1 es un grupo centralmente de trabajadores por cuenta propia. Ahora bien, ni siquiera en ellos la mayoría sólo ha sido trabajador por cuenta propia: un 27% del segmento tiene ese tipo de trayectoria. Es además el grupo que tiene mayor presencia de situaciones empresariales (de hecho es tan común como ser dependiente para ellos).

El G2 es un grupo de asalariados que además tiene experiencias de cuenta propia: 57% del tiempo como asalariado y 25% como cuenta propia. Es interesante que este grupo tiene mayor permanencia sin trabajo que el G1 (15,2% contra 9.3%). Es además un grupo muy diverso en sus tipos de trayectorias: las 10 más comunes suman un 35,8% del total del grupo.

El G3 se define por el hecho de ser inactivo (64%), y que cuando trabaja tiende a ser cuenta propia (28%), más que dependiente. De hecho, las 4 secuencias más comunes del grupo son solo movimientos entre ser cuenta propia y estar sin trabajo.

Las referencias a la diversidad de trayectorias también nos hace preguntarnos sobre el número de situaciones laborales. Es relevante mencionar que sólo en el G1 es posible tener un solo estado (i.e el estado de ser sólo cuenta propia quedo en ese grupo, y dado que el universo tiene esa condición no es posible un sólo estado en los otros grupos). Los gráficos de Boxplot que se muestran  a continuación son una indicación, en todo caso, de la diferencia que existe entre los grupos a este respecto:

Gráfico 4. Boxplot de Número de Situaciones Laborales por Segmento

boxplot_4_condcat_3_groups

 

Los resultados nos muestran que claramente el grupo 2 es el de mayor dispersión (el único donde el rango intercuartil supera las 5 situaciones, y donde más se extiende la dispersión hacia arriba -aún cuando es el G3 el que tiene la mayor dispersión absoluta, producto de algunos outliers. Por otra parte, el G1 tiene una dispersión bastante más baja -el Cuartil 3 se ubica al nivel o debajo del nivel de Cuartil 1 de los otros segmentos. En otras palabras, a pesar que ser cuenta propia es un estado relativamente inestable, y que se tiende a combinar con otras alternativas, quienes se concentran en ser trabajadores por cuenta propia tienen mayor estabilidad (y por lo tanto menos cambios de estado).

Entre la inestabilidad y la estabilidad, la diversidad y las combinaciones de estado hay mucho que decir. Y eso que no hemos tomado en cuenta hasta ahora nada de su ubicación social (no hemos dicho quienes son), ni tampoco de sus otras características laborales (por ejemplo, que tipo de oficios o en que sectores de la economía trabajan). Pero todas esas cosas son para otras entradas sobre el tema.

A 30 años de la publicación de La Conflictiva y Nunca Acabada Construcción del Orden Deseado

Lechner_84En 1984 se publicaba a través de FLACSO La Conflictiva y nunca acabada Construcción del Orden Deseado de Norbert Lechner que, a estas alturas, cabría calificar como una de las pocas obras ‘clásicas’ de la sociología en Chile.

Cumpliéndose entonces este año 30 años de su publicación no estará de más escribir algunas reflexiones a propósito del texto. El texto de Lechner es uno de los hitos en una reflexión permanente del autor sobre el carácter de la política, y ello queda reflejado ya en el título de ella. Lo cual nos permite organizar las reflexiones. Porque las dificultades las política pueden pueden analizarse como formas bajo las cuales los actores evitan enfrentar con lo que ese título plantea: Que la política es necesariamente conflictiva, inacabada y que nos obliga a plantearnos el orden que queremos -la utopía.

 

Las tentaciones sobre la conflictiva construcción

El olvido del carácter conflictivo es el olvido que ‘la política se basa en el hecho de la pluralidad de los hombres’ (Arendt 2008: 131). La sociedad, y la política, dice relación con que existen diversas voluntades en su interior, y la construcción política ha de vérselas con el hecho que se hace con otros. Esa relación con los otros, con sus ajenas y diferentes voluntades, es lo que hace necesaria la política. Un desacuerdo, que como bien recordaba Isaiah Berlin, es sobre las finalidades y los valores, no un desacuerdo superficial: “Cuando se está de acuerdo en los fines, los únicos problemas que quedan son los de los medios, y éstos no son políticos, sino técnicos; es decir, capaces de ser resueltos por los expertos o por las máquinas” (Berlin, 1988: 187). Si la política es construcción común de la voluntad colectiva, entonces esa construcción es conflictiva debido a esa diversidad. Frente a ello hay dos tentaciones paralelas.

Una la representa la tentación de no escuchar, en otras palabras “yo soy el todo”. Al tener suficiente fuerza para implementar mi posición ya no escucho ni me esfuerzo por integrar la posición del otro. Un resultado final de esta tentación es, finalmente, la tiranía, de la cual ya decía Platón que era el modo más fácil y más rápido para hacer cambios (citado en Arendt, 2000: 501).

La otra tentación es la del bloqueo, la de insistir en que “sin mí no hay todo”. Los acuerdos o integran a todos o son acuerdos impuestos que son poco válidos. En este punto, el resultado final de dicha tentación es la ingobernabilidad: Todos los actores se transforman en actores de veto y nada se puede hacer.

La construcción del espacio político se logra evitando ambas tentaciones: Cuando se produce una deliberación real, en que hay disposición a la escucha y al diálogo por parte de los actores, pero en la cual la decisión colectiva no se vuelve imposible. Como planteaba Lechner: “Lo que quiero sugerir es que la política trabaja sobre la diversidad social (y no la unidad), mediando la producción y reproducción de la diversidad en el Estado como forma de síntesis. Al enfocar la diversidad evitamos la falsa antinomia de conflicto o consenso” (Lechner, 2007: 227).

 

Las tentaciones sobre la nunca acabada construcción.

Cuando lo que se olvida es el carácter inacabado de la construcción política, lo que se olvida es la relación con el tiempo y la duración de la actividad política. En última instancia, si la política es creación de algo, ello requiere que lo creado se institucionalice. Al mismo tiempo, no puede pensarse que el momento de creación ocurre sólo una vez: no hay forma en que un determinado arreglo institucional de cuenta de todas las situaciones y desafíos. Construimos para el presente, no para un futuro interminable. También aquí nos encontramos con dos tentaciones paralelas

Por un lado la tentación de la creación permanente y continua, sin que nada se institucionalice. La decisión de hoy será discutida también mañana. El problema aquí es, precisamente, la irresolución de todas las situaciones, y el hecho que la decisión no se convierte nunca efectivamente en decisión vinculante.

Por otro lado está la tentación del cierre de la discusión: Esto ya fue decidido y por ello no volverá a decidirse nunca más, ya no tiene sentido conversar sobre este tema. Cualquier discusión de nuevo sería amenazar la estabilidad de las reglas del juego.

Nuevamente para construir el espacio político se requiere rechazar ambas alternativas: Saber que lo que se requiere es construir instituciones duraderas, pero al mismo tiempo saber que todo arreglo es provisorio y que puede ser cambiado.

 

Las tentaciones sobre el orden deseado

En tercer lugar, está el olvido del carácter “deseado” de la construcción política: Que lo que se intenta, pero no se termina nunca de lograr (como consecuencia de su carácter conflictivo y nunca acabado), es un orden deseado. La política es el espacio para que el mundo existente se acerque y se mueva en la dirección de lo que se valora. Pero no sólo de lo que se valora, en última instancia se trata de la utopía como concepto límite (como lo planteaba  años ha Franz Hinkelammert): como ideal regulador, como lugar de la tensión entre lo real y lo ideal. Del mismo modo que en los casos anteriores también nos encontramos con dos tentaciones a este respecto.

La primera concierne con el olvido de la tensión mediante la pretensión que la utopía es posible aquí y ahora, y que es posible realizarla sin preocuparse de eventuales  problemas u obstáculos. Lo único que vale es el ideal, y todo lo que se oponga a ello no tiene relevancia, y no hay nada en la realidad que se pueda oponer a su realización, y si lo hubiera, peor para la realidad. (Fiat iustitia et pereat mundus).

La tentación contraria es la del olvido de la tensión mediante la negación de la preocupación por lo ideal: El mundo es lo que es, y es lo único que importa. La pregunta por una realidad diferente, por los sueños, es rechazada en sí como un sin sentido. La visión ‘realista’ que frente a cualquier discusión la cierra porque lo que existe es lo único que es posible y porque no se puede esperar nada diferente (‘así son todos’, ‘así ha sido siempre’), y que presenta como pura ingenuidad pensar en términos de idealidades. La tentación del cinismo si se quiere.

Frente a la pura convicción que no se preocupa de las consecuencias y frente a la presunta responsabilidad que olvida toda dimensión ética, es necesario al mismo tiempo recuperar en la construcción política la dimensión ética -que es en torno a un estado deseado, a una utopía que se intenta esa construcción- y la dimensión de realidad -que las acciones tienen consecuencias y la utopía no es directamente alcanzable.

 

Entre la omnipotencia y la impotencia

Las tentaciones que hemos visto conforman, si se quiere, dos series: Hay por un lado tentaciones del exceso. En todas ellas lo subyacente es la idea que todo se puede, que no hay límites a la voluntad del actor: “Mi propia fuerza es suficiente para realizar mis deseos y no requiero escuchar a nadie; cambio y ejecuto mis decisiones de forma permanente; y puedo lograr mis sueños de inmediato y sin problemas. Es la ilusión de la omnipotencia.

Por otro lado, hay también y al mismo tiempo, tentaciones de la falta. En ellas aparece la idea que es un actor que -para bien  y para mal- nada puede hacer porque los límites hacen que lo único que tenga sentido siempre sea quedarse donde se está: A lo más puedo bloquear exigiendo mi incorporación; cualquier decisión tomada fue para siempre y no hay más que hacer; y la realidad es y será siempre la misma. Es la trampa (y la justificación) de la impotencia.

Ninguna de esas visiones es adecuada para construir la política. Entre la idea que no hay límites y la idea que todo es límites es necesario pensar, una y otra vez, el espacio de lo posible: Uno en que la voluntad descubre que no puede hacer cualquier cosa, pero al mismo tiempo descubre que está en ella la decisión de cómo enfrentarse frente a sus límites; y que descubre que con todas las dificultades del caso que sí hay cosas que se pueden hacer, y desfallecer ante el esfuerzo es simplemente una forma de auto-derrota.

 

La construcción del espacio político es una tarea compleja. Requiere, como hemos visto, de disposiciones por parte del sujeto que no son fáciles, porque requieren continuamente reconocer tensiones y contradicciones . Pero siendo difícil no es una tarea imposible.

Aquí quizás sea útil recordar uno de los más altos encomios que conozco dados a una comunidad política moderna, una que precisamente tuvo que enfrentarse a los problemas de crear nuevas formas y espacios políticos. Es Alexis de Tocqueville hablando sobre la creación de la Constitución de Estados Unidos, en el Capítulo 8 de la Democracia en América:

Pero lo que es nuevo en la historia de las sociedades es ver a un gran pueblo, advertido por sus legisladores de que el mecanismo del gobierno se detiene, volver sin precipitación y sin temor sus miradas hacia sí mismo, sondear la profundidad del mal, contenerse durante dos años enteros a fin de descubrir su remedio y, cuando ese remedio está indicado, someterse a él voluntariamente sin que le cueste una lágrima ni una gota de sangre a la humanidad

Siendo su construcción compleja, es menester reconocer que para hacerlo se requieren las mismas actitudes y las mismas capacidades que se para ocuparlo. En otras palabras, la única forma de poder cumplir con sus exigencias es a través del proceso de intentar cumplirlas. Porque no se puede resolver pensando en que serán otros quienes lo resuelvan, requiere de la propia acción.

Para resumir esas actitudes y visiones nada mejor que citar el texto que el propio Lechner menciona en la conversación preliminar con Moulián y que aparece en la contratapa de la 1a edición de FLACSO. Están en la Jornada de un Interventor Electoral de Italo Calvino:

En la política, como en todas las cosas de la vida, para quien no es un necio, cuentan los dos principios aquellos: no hacerse nunca demasiadas ilusiones y no dejar de creer que cualquier cosa que hagas puede ser útil

 

Referencias Bibliográficas

Arendt, Hannah (2000) The Portable Hannah Arendt. Londres: Penguin
Arendt, Hannah (2008) La Promesa de la Política. Barcelona: Paidós.
Berlin, Isaiah (1988) Cuatro ensayos sobre la Libertad. Madrid: Alianza.
Lechner, Norbert (2007) Obras Escogidas, Vol 2. Santiago: LOM