¿La homogeneidad de Chile? Pero, cómo, ¿acaso no es evidente lo diferente que son, por ejemplo, Arica de Temuco, y ambos de Punta Arenas? Y sí, pero no es a eso que me refiero.
La zona que resulta bastante homogénea es el viejo Chile, el que va aproximadamente del Aconcagua hasta la ribera norte del Bío-Bío, que es que aparece en la imagen satelital de GoogleMaps en la izquierda. Es lo que ha sido Chile de forma continua desde algo menos de 500 años (descontando el Norte Chico que, aunque también ha sido gobernado desde Santiago desde esos tiempos constituye efectivamente una zona distinta). Lo que, en cierto sentido, es el núcleo de Chile.
Algo que resulta claramente visible en la imagen es que este núcleo es además uno bastante lineal. La mayoría de las poblaciones importantes (las zonas grises en la imagen) se encuentran en una sola línea. No es tan sólo que estamos ante una zona muy específica donde se concentra el país, sino que al interior de esa zona también podemos observar una fuerte concentración en una sola línea de asentamientos (en particular, desde Santiago a Chillán este fenómeno es muy visible).
Ahora, el caso es que no deja de ser una zona de una extensión (y población) relativamente considerable, como lo muestra la tabla:
Región |
Superficie |
Población |
Densidad |
Valparaíso – |
11.644 |
1.803.443 |
154,9 |
Metropolitana |
15.403 |
7.314.176 |
474,9 |
O’higgins |
16.387 |
918.751 |
56,1 |
Maule |
30.269 |
1.042.989 |
34,5 |
Bio-Bio – |
31.605 |
1.809.471 |
57,3 |
Total |
105.308 |
12.888.830 |
122,4 |
Fuente: Wikipedia (sí, decidí no quebrarme la cabeza). Valparaíso sin Petorca e Isla de Pascua, Bio-Bio sin la provincia de Arauco.
100 mil kilómetros cuadrados y casi 13 millones de personas (un 71% de la población del país en un 14% de su superficie continental, cuando decimos que es el núcleo es porque es el núcleo). En otras palabras, efectivamente bien pudiera tener en su interior una heterogeneidad bastante importante, porque representa una población y una extensión nada menor, y ha alcanzado densidad en general -en particular tomando en cuenta que una parte no menor de esa extensión es alta cordillera- que resulta relativamente apreciable. Es una zona poblada y ocupada.
Pensemos en Europa. Bélgica o Cataluña tienen el tamaño del Maule. La región del Bio-Bio (incluso sin Arauco) es mayor que Bretaña o Sicilia. Entre San Felipe y San Fernando se ocupa un territorio algo mayor que Dinamarca. Toda la zona central es mayor que la República Checa o que Hungría (o que Baviera que es el estado más extenso de Alemania). Y así uno podría continuar. De hecho, la zona central tiene la extensión de Corea del Sur.
En otras palabras, al interior de la zona central tenemos en esas latitudes cambios de idiomas, arraigados particularismos políticos, y todo lo que usted quiera en términos de identidad específica. Extensiones para las que fue necesaria una larga trayectoria histórica que permitiera su unidad política y administrativa. Por dar un ejemplo cualquiera, unir administrativamente Flandes y Brabante (cada uno alrededor de 10 mil kilómetros cuadrados, o sea menos extensos que Ñuble, de acuerdo a The Promised Lands, Blockmans y Prevenier, Tabla 4) les costó a los duques de Borgoña décadas de conflictos, sitios de ciudades, revocación y re-entrega de fueros y así. Cataluña perdió sus especificidades legales y administrativas sólo en 1716 (con los Decretos de Nueva Planta). Bretaña solo en 1488 perdió su última guerra con Francia y sólo en 1532 se unió legalmente al reino francés. Y uno bien podría continuar con otros ejemplos.
De hecho, cada una de las regiones que hemos mencionado requirió también todo un proceso histórico de larga data para construirlas como regiones con cierta unidad: El condado de Flandes, el de Holanda y así sucesivamente no eran unidades, cada ciudad mantenía sus propia jurisdicción y autonomía.
En cada caso fue necesario superar importantes resistencias locales para construir una unidad administrativa. Y en cada caso las diferencias culturales son bastante relevantes (son algo más que una diferencia en ciertos alimentos y ropas), y si todavía hay diferencias culturales habrá que pensar cuan relevantes ellas eran siglos atrás.
Nada de eso sucede en el caso de Chile. Al interior del territorio que analizamos siempre ha existido unidad administrativa y cultural. Es cierto que hay diferencias (la zona más cercana al Bio-Bio está menos marcada por la cultura de la hacienda tradicional, y en cierto sentido Chillán es el centro de la cultura campesina chilena), pero resultan bastante menores en comparación con las anteriormente mencionadas. Santiago no ha tenido mayores problemas en gobernar de forma unificada toda esta extensión. Los particularismos (pensemos en Concepción a principios de la República) dicen más bien con contiendas de primacía más que defensas de autonomía.
Para tener heterogeneidad, conflictos contra el poder central, más importantes y más fuertes hay que salirse de esa zona. Desde el conflicto mapuche a las movilizaciones en Magallanes o en Tocopilla, los movimientos territoriales más relevantes ocurren fuera de esta zona. En cierto sentido, en lo que es ‘nuevo Chile’ -lo que se integra a esa unidad política entre la década de 1840 (Magallanes) y la de 1880 (el Norte, la Araucanía). Pero con respecto al Chile central, al ‘viejo Chile’, del cual estamos hablando, se puede incluso llegar a decir que toda la mitología de la unidad era real.