Aunque en general no es mucho lo que un sociólogo sabe de historia, tiene una imagen bastante clara de sus principales características. Primero, que el suceso básico de la historia es el paso de las sociedades tradicionales a las modernas (con discusión si ahora no estamos viviendo otro suceso tan básico como el anterior). Segundo, y aunque su relación con la afirmación anterior no siempre es clara o coherente, que la historia no puede analizarse como evolución, y menos como un cambio lineal hacia el presente. En cualquier caso, los eventos más importantes de toda la historia de las sociedades son recientes, y de hecho no mucho más antiguos que la sociología misma, y para quienes la modernidad nace en el siglo XIX de hecho tan antiguo como la disciplina.
No deja de ser interesante que esta imagen, tan difundida al interior de la disciplina, sea tan distinta a lo que ocurre en antropología. En ese campo es más usual (al menos tradicionalmente) distinguir entre bandas, tribus, jefaturas y estados como los pasos centrales de la evolución social. Aquí, como podemos observar, los eventos importantes son antiguos -el nacimiento del Estado es alrededor de 5 milenios en el pasado. Y hay menos problemas con el tema de la evolución como tal.
No deja de ser interesante que la evolución en ciencias sociales sea muchas veces pensada como algo lineal y con un telos -que se dirige a un lugar determinado. A más de un siglo que escribiera Darwin, y por lo tanto de un pensamiento en que la evolución no tiene telos ni es lineal no deja de ser curioso, y una buena muestra de la independencia y aislamiento de las disciplinas de las ciencias sociales del resto del mundo.
Un aislamiento que se muestra además, como hemos visto, en el hecho de esta coexistencia de visiones tan distintas sobre la historia social. Aunque, en última instancia, hay que reconocer que al menos los antropólogos no sufren del sesgo de lo reciente.