La seudo-sociología de la seudo-complejidad

A pesar de todos mis intentos, definitivamente tengo que declarar que no puedo con Luhmann. Durante algún tiempo, pensé que podía ser un asunto más de reacción negativa al estilo más que a los contenidos.

Así que traté de leer La Ciencia de la Sociedad. Puede que lo que me parece esteríl en términos generales, se muestre interesante en lo más específico. Y no resultó. Las mismas grandiosas declaraciones, los mismos anuncios sobre la gigantesca complejidad del pensamiento que terminan con aplicaciones banales, la misma capacidad para discutir fundamentalmente lo que se dice de un tema más que del tema mismo (i.e el análisis social de la ciencia es fundamentalmente un análisis de la auto-comprensión de la ciencia, escasas son las referencias y análisis del proceso social en que opera la ciencia a decir verdad).

De hecho, encontré que el problema de Luhmann -y de toda su teoría de sistemas- es que efectivamente trabaja sólo en el marco de la auto-comprensión. No que es deje de ser relevante, pero las operaciones de los sistemas, si se quiere, no son sus auto-comprensiones: el sistema económico no opera como la economía se ve. En uno de sus textos, Luhmann -frente a toda la evidencia de la importancia de los lazos y las redes en las economías modernas- no puede más que verlos como resabios de otros elementos, como ‘problemas’ (su discusión los trata como equivalentes a la corrupción). En otras palabras, ve la auto-imagen de la operación del mercado como efectivamente la operación del mercado. Y así no se puede.

Lo que nos lleva, en realidad, al problema más crucial -y al título de esta entrada- que en realidad, por todo lo que Luhmann habla de la complejidad de los sistemas, y de cómo los sistemas sociales operan con, limitan a la complejidad; Luhmann no tiene elementos analíticos para trabajar con la complejidad. Tiene muchas palabras para hablar de ella, y muchas formas de decir cuan relevantes son, pero instrumental para trabajar con sistemas complejos no tiene. Es cosa de comparar con, para decir cualquier cosa, el instrumental que se usa en Santa Fe para trabajar con complejidad en sistemas (de todo tipo, incluyendo sociales), para ver que Luhmann sólo posee un concepto de complejidad, no una analítica de la complejidad. Su instrumental analítico no es para trabajar la complejidad, sino para trabajar el sujeto (no es por nada que cita constantemente a Husserl) y lo que hace es trasladar ese instrumental a los ‘sistemas’: El sistema en Luhmann es un sujeto, sólo que abstraído de su base inicial y la gran innovación es decir que todas las cosas que decíamos de los sujetos las podemos decir de otras cosas.

En otras palabras, tiene una seudo-sociología (limitada a hablar de lo que en términos antiguos se llamaba ideología, y que a Luhmann le gusta re-denominar como semántica) de la seudo-complejdad (dado que no tiene herramientas teóricas, conceptuales o empíricas para trabajar efectivamente con las operaciones de sistemas complejos). Pero en fin, hay cosas peores en la disciplina para el caso.

Sociología como categoría de software

Ahora, buena parte de esos programas (hacer click en el título del post para ver el vínculo) no son de sociología (sino relacionados con aspectos sociales -programas para genealogías o software colaborativo). Lo importante e interesantes es que para eso se usa el nombre de nuestra vieja disciplina.

La sociología aparece en lugares muy extraños de cuando en cuando

De los costos de la guerra en la Europa de la modernidad temprana

Take, by way of example, the interesting study of Myron Gutman, concerning the economy of the Lower Maasland in early modern times. The author offers much seemingly convincing evidence that, from 1620 until 1749, the depredations of armies, large and small, did not cause the demographic or economic collapse of the area: both population and production showed remarkable resilience. However, had Gutman also included the records for the period 1570 -1600, most of that resilience would have disappeared.
Geoffrey Parker. New Light on an Old Theme: Spain and the Netherlands 1550 – 1650. European History Quarterly. Vol. 15 ( 1985), 219 – 37, p 225

Hace un tiempo hice una nota sobre el olvido del hecho que la idea de ‘la guerra no debiera afectar civiles’ no había sido sólo una idea de la sociedad europea, había sido una práctica (ahora ya olvidada y que parece ‘absurda’, que limitar las cosas es estupidez total). La cita muestra claramente anterior: Para que la ‘population and production showed remarkable resilience’ lo que se requiere es que las depredaciones, en primer lugar, no sean tan graves. En otras palabras, que la regla ‘la guerra no es cosa de civiles’ deba ponerse en práctica.

También nos muestra que este fue un proceso del siglo XVII. Las guerras anteriores si producían esos efectos. Y en particular, la guerra de los 30 años si produjo una disrupción (para no usar palabras más directas) gigantesca en Alemania. Los europeos no sólo aprendieron una forma diferente de relación entre los estados a partir de esa guerra, sino se las arreglaron para desarrollar una forma de conflicto armado que no implicaba la destrucción masiva de la sociedad.

Por supuesto, eso fue algo que inventaron en la modernidad temprana y que duró un poco en la modernidad, pero que los estados modernos del siglo XX se encargaron de destruir.

Unas notas sobre absolutismo y burocracia y la República de las Provincias Unidas

Those who supported the Grand Pensionary — known as Republicans — would eventually champion the notion of the estates’ absolutist sovereignty. The Stadhouder’s followers — called Orangists — adhered to regimen mixtum theory. They admitted that sovereignty rested with the estates, but were of the opinion that Holland was a mixed polity, in which the Stadhouder provided the monarchic element. They almost never defended pure monarchy (Geyl, 1971; Van de Klashorst, 1986: 93–136; Kossmann, 1987a: 211–33; 1987b: 17–126). If we want to explore the question of the existence of protobureaucratic thought in the Dutch Republic, Republican writings seem the logical place to look. Their authors, after all, were the only true absolutists in the Holland polity.
Studying the stillborn: the ideology of the estates’ absolutism and proto-bureaucratic thought in the 17th century Dutch Republic. Pieter Wagenaar. International Review of Administrative Sciences. Vol. 68 (2002), 95–112, p 102.

Lo interesante de la cita es mostrar que absolutismo no es equivalente a monarquismo ilimitado. Es igual a poder ilimitado (sea cual sea el lugar de ese poder).

Y también muestra que en ese sentido, absolutismo si está relacionado con el pensamiento burocrático. Fueron (algunos) defensores de los Estados (los republicanos(*)) los que terminaron defendiendo ideas proto-burocráticas: la separación de la administración de la política, que los administradores deben ser servidores de los decisores políticos (van Berkhout cerca de los 1670′ por ejemplo).

Y también muestra uno de mis puntos que más me agradan: Las Provincias Unidas es donde debiéramos buscar buena parte de los procesos iniciales de la modernidad. Cuando hablamos de la modernidad (y de la modernidad temprana) tendemos a hablar de Inglaterra, Francia, Alemania, y nos olvidamos que las Provincias Unidas no sólo eran uno de los grandes poderes, sino uno de los países más imitados (¿donde fue Pedro el Grande cuando estaba intentando modernizar a Rusia?) y más modernos en estructura social de la época. No podemos, no debiéramos, escribir del nacimiento de la modernidad sin hacer que los países bajos sean el centro de nuestro relato.

(*) No hay que olvidar que los republicanos eran oligarquicos. Eran los partidarios del Príncipe de Orange los que más defendían los derechos del pueblo, y el pueblo -hasta los 1770’s- cuando se involucraba en política y quería cambiar a la oligarquía dominante, siempre estuvo en contra del partido de los Estados. La oposición república / monarquía; representación popular / rey; pueblo / rey es una de las novedades del siglo XVIII de hecho.

Cómo no hacer sociología histórica.

A canonical theory of origins and development of social complexity.
Claudio Cioffi-Revilla, Journal of Mathematical Sociology, 29: 133-153 (2005)

El autor presenta una teoría de porque surgen el estado. Básicamente propone 2 procesos:
Uno rápido: Que consiste en como una comunidad tiene que pasar por varias ‘decisiones’ para llegar a una estructura política más compleja (sucede un cambio situacional, se reconoce una necesidad de acción colectiva, se emprende dicha acción colectiva, se mantiene el cambio, la acción colectiva es exitosa). Este proceso puede ‘fallar’ en varias de estos momentos por lo que el estado final es poco probable.
Uno lento: Pero que ante un evento se logre una situación política compleja no constituye Estado. Al fin y al cabo, después de solucionar el problema se puede volver a la situación anterior por ejemplo. El tema es que repetidas varias veces el proceso ‘rápido’, cada vez que de nuevo hay que enfrentarse a él se partirá con mayores posibilidades de lograr una estructura política compleja (hay aprendizaje colectivo al respecto, recursos acumulados etc.)

O sea, la iteración del proceso (que cada vez que se repite se tiene la base del proceso anterior, es por eso que el autor llama canónica a la teoría) produce finalmente un Estado.

La teoría es más bien sencilla, y se centra en los aspectos políticos de la construcción del Estado. Que para el autor es una falta grave de otras teorías, aunque para mí el proceso político es la parte menos interesante y son los cambios situacionales los más, pero que una explicación de los procesos estrictamente políticos debiera ser parte de la explicación general es algo que se acepta. Así que la crítica del título de este post no se refiere a la teoría.

Sino a lo siguiente: ‘Empirically, the theory is testable with the datasets on polities developed by the Long-range Analysis of War (LORANOW) Project now at GMU’ (pp 149).

Esa no es la forma de discutir empíricamente teorías de sociología histórica. Es atendible que no se puedan realizar investigaciones primarias en estos casos: si mi teoría es comparativa probablemente tendré que usar lo que otros investigadores dicen como mi material de trabajo. Pero lo que no se puede hacer es dejar el proceso de examinación de evidencia en manos de otros. Es algo que, aunque sea secundariamente, el investigador tiene que hacer. Porque lo otro es quedar en manos de lo que decida esa ‘base de datos’ cuando se sabe que el campo histórico está lleno de discusiones, de polémicas y de nuevos desarrollos. Usar una base de datos implica que uno, que se supone está interesado en desarrollar una teoría sobre este proceso, no se involucra en ese aspecto -que es el central.

Ahora, se puede retrucar pero uno ha revisado el proyecto en cuestión y la base de datos es de buena calidad. Sea. Pero uno no puede obviar el paso de revisar la información histórica directamente. Si mi investigación es con datos secundarios, lo mínimo es que mis fuentes sean de investigación primaria (o al menos, las fuentes de investigación primaria sean una parte relevante de mis fuentes, usar otras fuentes que usan datos secundarios puede ser útil también, pero no puede ser lo único).

Y el Journal of Mathematical Sociology parece ser bien interesante. El instrumental matemático (más bien el instrumental formal, de hecho el artículo presentado no debiera tener problemas de lectura incluso para el más verbal de los sociólogos) tiene una ventaja clara: Quizás no sea muy buena aproximación para entender los fenómenos sociales, pero al menos exige eliminar la charlatanería.

De la falta de Poiesis en la Teoria de Luhmann

Algo ya habíamos dicho en un post anterior, pero la cita de ahora es bastante clara creo al respecto:

‘De acuerdo con ello, la ciencia es un sistema estructuralmente determinado de un tipo particular. Pero aparte de esto ¿es también un sistema autopoiético, es decir, un sistema que produce él mismo, por medio del entramado de elementos que le dan consistencia, los elementos que lo conforman?

Podemos dar una respuesta positiva a esta pregunta, con al que veamos la comunicación científica como un elemento que afirma la verdad y excluye la falsedad (o viceversa, que excluye aquélla y afirma ésta). Tan pronto como el carácter simbólico de la verdad como medio da origen a una cualidad especial dentro de la comunicación social general -que solamente puede ser obtenida en una conexión recursiva con otras comunicaciones anteriores y futuras del mismo sistema -surge un sistema autopoiético que genera estos elementos precisamente por medio de estos elementos mismos, delimitándose con ello del entorno de otra comunicación’ (Luhmann, La Ciencia de la Sociedad, p 203, U Iberoamericana 1996, original 1990).

No creo que se requiera una prueba más clara que para Luhmann la autopoeisis es un tema de conexión. Lo que muestra en la cita es precisamente el carácter de conexión recursiva, pero no tiene nada con respecto a lo propiamente poiético: Que las comunicaciones científicas no sólo se comunican con comunicaciones científicas (y están cerradas con respecto a otras), sino que las comunicaciones científicas producen otras nuevas comunicaciones. Y conste que en el caso de la ciencia no sería tan extraño defender la idea que los ‘papers’ producen ‘papers’.

En la siguiente página, luego de recoger algunas dudas de Maturana, Luhmann dice que le parecen esas dudas limitar el poder y el alcance del concepto. Pero creo que la concepción amplia de autopoiesis en Luhmann, que lo hace equivalente a auto-referencia finalmente, lo que hace es quitarle potencia al concepto: Había una idea específica que decía varias cosas, ahora tenemos una idea difusa que no dice mucho.

Y baste con esto de criticar a Luhmann por ahora.

De la inutilidad de Giddens

A propósito de una conversación de días anteriores, Giddens debe ser el autor más influencial que no es usado de verdad. Porque si bien los textos programáticos de Giddens (Las Nuevas Reglas por ejemplo y los capítulos iniciales de La Constitución de la Sociedad) han sido influyentes -la idea de estos actores hábiles y conocedores, su idea de la dualidad de la estructura y ese tipo de cosas- sus propuestas teóricas específicas no han tenido mucha gloria. Los innumerables esquemas que La Constitución de la Sociedad tiene no creo haberlos vistos mucho (*). En ese sentido, aparte del programa no parece ser mucho lo que existe.

Giddens como intérprete de la modernidad ha tenido algo más de éxito. En parte porque en la última década la sociología más que dedicarse a la teoría general (como hizo en los ’80 por ejemplo), parece haber vuelto a sus orígenes: a intentar comprender el cambio social contemporáneo (en eso están, a fin de cuentas, los autores de más prestigio en la actualidad: los Bauman, los Beck etc.). Pero si bien Giddens podrá ser útil como analista de la modernidad (o mejor dicho, lo fue), como teórico la influencia no pasó mucho a menores.

En ese sentido, su denostado Parsons tuvo mejor suerte. El funcionalismo, independiente de sus méritos como teoría, si fue usado -y mucho- para investigar.

* El lector avisado podrá decir: Bah, obvio; las grandes investigaciones que Giddens influenció no están entre tus lecturas. Y eso puede ser cierto, pero para ser uno de nuestros supuestos grandes teóricos no parece ser tan complejo pasarse la vida sin toparse con investigaciones influenciadas por el susodicho.

Otra nota sobre el consumismo en Chile

La tesis es bien sencilla: Las percepciones sobre consumismo en Chile están basadas en un mismatch entre las realidades actuales del país y expectativas basadas en una realidad muy diferente.

Y esto se basa en una tesis aún más sencilla: El Chile de los ’80 ( y antes) como país era derechamente pobre. El país de los ’90 (y posterior) ya no lo es. Para decirlo de otra forma: El equipamiento audiovisual en 10 años subió un quintil completo. El quintil V de más bajos ingresos tiene mejor equipamiento que el quintil IV de hace 10 años, y lo mismo para los otros quintiles. Lo mismo en, por ejemplo, educación superior (la cobertura del quintil V es mayor que lo que era anteriormente el quintil IV). En otras palabras, el grupo D actual vive como hace 15-20 años lo hacía la clase media.

Pero nuestras imágenes y percepciones sobre que es ‘consumo normal’ o ‘sobre-consumo’ están basadas en una realidad bastante más pobre. Y por tanto, por un lado, tenemos que lo que consideramos normal ya no lo es; y que -sin nuevas expectativas sobre lo que es normal para la nueva situación, sólo sabiendo que ‘más es posible’, resulta fácil consumir más de la cuenta (Porque el tema importante del consumismo es que las gentes opinan que sus propios consumos, no sólo los del vecino, son excesivos).

Sobre la diferencia de expectativas, es cosa de fijarse en niños (de hasta 15 años, digamos la gente que nació desde que existe el Plaza Vespucio*). Lo que para ellos resulta normal, siempre será excesivo para quienes tienen la experiencia del país de los ’80 y los ’70.

* El nacimiento de la sociedad de consumo, si uno creyera en el concepto de sociedad de consumo y le gustara poner hitos en los desarrollos sociales, puede ponerse en el Plaza Vespucio: primera vez que el consumo ‘moderno’ sale fuera del barrio alto.

Poder, intercambio e ideología

Como este ha sido un día de trabajo y ya me cansé, solo voy a escribir el esqueleto de la idea -que esperemos desarrollar más adelante:

Las interacciones pueden dividirse, desde el punto de vista del ‘iniciador’ (el que reclama que alter realice una acción) en las siguientes:

  1. Dominación: Cuando amenazas con quitar recursos a alter para que realice la acción pedida (Haz X o si no…).
  2. Intercambio: Cuando ofrecer recursos a alter para que realice la acción pedida (Haz X, te ofrezco…)
  3. Conversación: Cuando cambias los intereses de alter para que realice la acción pedida (Te conviene hacer X, es bueno que hagas X)

La diferencia de recursos / intereses sacada directamente del bueno de Coleman (Foundations of Social Theory). Pero intereses se entiende de manera más amplia: el cambio de intereses tiene que ver con todo cambio en las percepciones y creencias de alter que hace que la acción requerida aparezca como la acción a seguir. Tiene la ventaja de relacionarse con las bases tradicionales de orden que usualmente ofrecemos, y entrega una razón de porque es una tríada. Tiene la ventaja de distinguir claramente entre poder e intercambio, que no siempre quedan bien distinguidas (Así por ejemplo, no falta quienes como ven que siempre las personas tienen alternativas de acción, reducen la dominación al intercambio).

Cosas a desarrollar:

  1. Los recursos están divididos en dos tipos de acciones de acuerdo a si ofrecemos o quitamos recursos a alter (intercambio / dominación); pero lo relativo a intereses no. ¿Podemos usar la diferencia ofrecer / quitar en torno a intereses también?
  2. ¿Tiene sentido la diferencia cambios cognitivos / cambios normativos en relación a esta tipología en lo que respecta a intereses? Una cosa es que cambiar los intereses debido a que cambiamos el mapa del mundo de alter (‘tu pensabas que X no era posible, si lo es; tu pensabas que X requería de esto, no lo requiere; tu pensabas que X tenía esta consecuencia, en realidad tiene esta otra’). Otra cosa es cambiar los intereses debido a que cambiamos los valores (‘tu pensabas que X era mala cosa, pero en realidad es bueno’). Si bien la diferencia entre mapas y valoraciones tiene relevancia, puede que para esto no la tenga (¿y si la tuviera podría servir para solucionar la primera pregunta?)
  3. En algún lugar tengo que poner los puntos de Schelling: alter realiza la acción porque la situación está estructurada de tal manera que lo único que cabe hacer sensatamente es X. Al fin y al cabo, la idea original eran 4 tipos de interacción, pero no termino de poner a Schelling en el esquema (Aunque tal como van las cosas, capaz que terminen siendo 5 tipos básicos)

¿Por qué la tipología podría ser útil?

  1. Aparte de que reconoce, de partida, diversas formas de coordinación y le da un marco lógico a nuestras distinciones usuales. Pero, sabemos que eso no tiene mucha importancia de todas maneras.
  2. Porque tengo mi vieja idea de ‘ley’ al respecto. Que los tipos de acciones que requieren menos gasto son los con menor probabilidad de éxito. Convencer requiere poco gasto, pero las probabilidades de que la gente cambie de idea conversando son bajas (y especialmente, son bajas para coordinación de acciones, la gente cambia de ideas pero no ahora). La negociación requiere más gastos (hay que ofrecer recursos al fin y al cabo), pero es más factible que funcione. Y la amenaza requiere de todo el gasto (se requiere cierta inversión para hacerla creíble, si hay que llevarla a cabo eso si que gasta recursos), pero tiene las mayores posibilidades de éxito.
  3. Dada esa relación inversa, y asumiendo también que la relación inversión / posibilidad de éxito varía en diversos contextos, entonces podemos tener una base para pensar que modalidades de coordinación serán elegidas. O sea, ¿cuando se elige dominar? ¿cuando se elige convencer?
  4. Es una tipología que se puede aplicar a una relación simple ego-alter pero permite empezar a construir sistemas después. Por un lado, por simple concatenación y agregación (tanto puras como combinadas). Pero, más importante, porque alter a su vez puede requerir acciones y eso abre un abanico de posibilidades (poder-poder, poder-negociación y así hasta las 6 posibilidades binarias).
  5. O sea, podemos tener un vocabulario descriptivo variado para ver relaciones (y sistemas mayores) a partir de distinciones fundamentales.
  6. Ahora, por supuesto hay mucho paño que cortar: ¿que pasa cuando se responde a la amenaza con amenaza? ¿que pasa cuando se combinan amenazas (por un lado) y negociaciones (con otro). Se podría aplicar algo, se me acaba de ocurrir, de la distinción de De Certeau sobre tácticas y estrategias a este respecto.

Y baste por ahora, que este era el esqueleto del asunto.

(* Por alguna extraña razón, la música es el único arte que realmente tiene el poder de conmoverme, y más extrañamente, es el período clásico (o e pre-clásico) el único que tiene el poder de hacerlo. En fin, siempre hay cosas extrañas)

Las reglas del método: El postulado de sentido de los actores

Quizás sería bueno que continuara con esto de escribir las cosas básicas que a mi buen (o mal) entender hacen una buena explicación sociológica.

Habíamos dicho (en mayo) que un buen postulado era el de igualdad de actores. Ahora la idea es desarrollar otro, que está bien relacionado:

Una explicación de la acción social que se basa en la idea que los actores son unos idiotas no sirve de mucho. Y tenemos muchas variaciones de la idea: Que los actores son unos ingenuos que no se dan cuenta -que no pueden darse cuenta- de las brillantes visiones del analista; que son fácilmente manipulados por fuerzas externas (*); que toman acciones que no tienen mucho sentido -ni siquiera para ellos.

Veamos algunos casos. Sobre la presunta ingenuidad de los actores, mejor citemos a Hirschmann: “De entrada se advierte a los lectores que tienen muy pocas posibilidades de entender cómo funciona la sociedad, pues estamos tratando con ‘sistemas complejos y sumamente interactuantes’, con disposiciones sociales que ‘pertenecen a la clase de los llamados sitemas multiloop no lineales de realimentación y con otros arcanos sistemás dinámicos parecido que ‘la gente humana no está adaptada para interpretar’. Sólo el especialisa en computación profundamente entrenado puede desentrañar esos misterios. Y, ¿con qué revelaciones nos sale Forrester? ‘A veces los programas causan exactamente lo opuesto de los resultados deseados’ “ (Hirschman, Albert, Retóricas de la Intransigencia, pp 43-43). Hirschman puntualiza que muchas veces esas presuntas consecuencias que van más allá de la comprensión del actor son efectivamente tomadas en cuenta (obviamente no siempre, pero no es el caso que los actores necesariamente y sistemáticamente no se den cuenta del terreno que pisan).

O pensemos en Bourdieu, uno de los autores que más enfatiza la necesidad de superar la doxa de los campos sociales para lograr el conocimiento, y así superar las visiones ingenuas inscritas en el sistema y que reproducen un sentido común necesariamente inferior a las visiones del analista -que siempre habla desde una posición por definición más correcta. Pero, pensemos en sus obras empíricas, ¿es que las dinámicas que menciona Bourdieu sobre el gusto efectivamente van más allá de la comprensión de los actores? ¿Que nadie se ha dado cuenta de los efectos sociales de marcación del gusto? ¿que hubo que esperar a Bourdieu para que las personas se dieran cuenta de los significados de sus jugadas en el mundo del gusto? ¿Que la clase media nunca se ha dado cuenta que está en la ‘buena voluntad cultural? Los actores, creo, no son ingenuos en los juegos que participan, pueden tener plena conciencia del carácter del juego. Pero, al revés que los autores, no tienen siempre la capacidad de no jugar el juego. Las personas de clase media pensada bien pueden darse cuenta de la naturaleza del juego de la buena voluntad cultural, y de su fracaso necesario, y no por ello dejar de jugarlo; pueden darse cuenta de la naturaleza de su gusto, sin que por eso dejen de gustarle las cosas que les gustan. En última instancia, tal es el poder del habitus que bien supera sin problemas todas las presuntas develaciones.

O de que hacen cosas que no tienen idea manipulados por fuerzas externas y terminan realizando las más tontas acciones: la idea del consumismo. Que los pobres, siempre son los pobres, al recibir las ofertas de todas partes, son simple reactores que terminan comprando más de lo que pueden y en una vida llena de deudas. ¿Cual es el problema con la idea? No que efectivamente la gente tenga altos niveles de endeudamiento, sino la idea que la gente hace esas acciones sin darse cuenta de lo que hace: Que el consumo es algo que se hace sin pensar. Quién se endeuda en grandes cantidades no es que no sepa qué es lo que está haciendo, y los riesgos que toma.

Lo que hay que ver es ¿que da sentido a jugadas arriesgadas? Situaciones difíciles.

El consumo no es tema menor en grupos de bajos ingresos. Pensemos en el ejemplo clásico de consumismo, de compra sin sentido producto sólo de la publicidad: el televisor de muchas pulgadas en una casa de pocos metros. ¿No es eso la muestra más evidente del consumismo? Y no. Por un lado, en sectores de bajos ingresos su unica forma de tiempo libre es el televisor (el resto de las opciones requiere de más dinero al fin y al cabo). En circunstancias de vida compleja, y atosigantes, la necesidad de poder disfrutar de algo se vuelve más cruciante. En otras palabras, al menos poder disfrutar del televisor (no es que sin el televisor esas personas se volvieran ricos y sus vidas pasaran a ser de gran tranquilidad). También está el hecho, que a Carlos Catalán le gusta enfatizar, que el televisor es una forma de seguridad: vuelve a la casa más agradable, por tanto aumenta su valor con respecto a la calle -que es uno de los miedos centrales en estos grupos (la calle es el lugar de la delincuencia, de la drogadicción, por último de la vagancia, de todas las cosas que conspiran contra el proyecto central que es el futuro mejor de los hijos).

Endeudarse bien puede ser una opción ingrata (la cultura económica popular siempre tiene el sueño de ‘no encalillarse’), pero dada la situación, parece que resulta mejor que varias otras alternativas. Para poder entender el consumo, necesitamos entender el consumo en que se da, que hacen social y culturalmente los bienes que se compran (porque siempre hacen algo en las vidas sociales de los actores, los bienes no se compran y de pronto desaparecen cuando ingresan al hogar).

En otras palabras, tener una explicación que implica que los actores son unos idiotas es un fracaso de explicación, porque sencillamente implica que nuestro analista nunca se dió el trabajo de entender a los sujetos con los que trata. No es que las acciones sean ‘racionales’, o siempre representen la ‘mejor opción’, pero si resulta suposición sensata pensar que algún sentido tienen.