Teoría de Chile (II)

A veces uno justo lee los textos precisos después de escribir lo que uno quería escribir:

‘En el nuevo mercado de todos contra todos -promovido por la ideología dominante-no es sorprendente que algunos de los miembros de la sociedad menos favorecidos busquen justicia dejando de lado el marco normativo existente’ (Alejandro Portes y Kelly Hoffman, Las estructuras de clase en América Latina, página 585, en Estratificación y movilidad social en América Latina, Franco, León y Atria (coordinadores), LOM: 2007).

El caso es que el mercado de todos contra todos no es promovido por la ideología dominante. La ideología del modelo (es cosa de leer a Hayek o a Friedmann) no se basa en la idea de todos contra todos.

El todos contra todos es cómo la izquierda lee el modelo, no cómo el modelo se ve a sí mismo.

Si, como creo, es la interpretación de izquierda del modelo la que es común en la sociedad, aun cuando el modelo de izquierda ya no representa una alternativa para esa misma sociedad, esto se debería a las razones esbozadas en el post anterior sobre teoría de Chile:

  1. Que el modelo neoliberal derrotó negativamente a las ideologías izquierdizantes: O sea, en el debate ideológico, las razones a favor de las ideologías de izquierda resultaron todas poco creíbles para la sociedad.
  2. Pero que el modelo neoliberal no derrotó positivamente a las ideologías izquierdiszantes: O sea, en el debate ideológico, no se impusieron las razones a favor del modelo.

Y, por tanto, tendríamos una sociedad que tiene un modelo que ve como posible, pero que lo observa desde otro modelo distinto.

Teoría de Chile

Una de mis ideas más viejas -que a estas alturas ya debe tener sus buenos 7 u 8 años- es que el principal dispositivo de mantenimiento del orden social en Chile es el siguiente: La gente detesta el sistema y como reacción se centra en su familia. Para poder centrarse en la familia, entonces procede a consumir como condenado (porque así se expresan nuestras relaciones sociales más importantes, a través de bienes), y para ello hay que trabajar como condenado. Y por lo tanto, la personas terminan haciendo lo que la sociedad demanda de ellos. En resumen, el disgusto hacia la sociedad es la forma específica que la sociedad chilena tiene para garantizar su reproducción.

Por otra parte, otra de mis ideas más viejas -bueno, debe tener unos 4 o 5 años en realidad- es que hay distintas formas de coordinación (y de hecho tengo un post al respecto). Distinguía entre coordinaciones basadas en el manejo de recursos -poder e intercambio- y aquellas basadas en el manejo de nuestros intereses (o creencias en general). Ahora, la diferencia entre poder e intercambio, es que en el intercambio se nos ofrece un aliciente (algo que obtendremos) para hacer una determinada acción, y en el caso del poder se nos ofrece una amenaza (algo que nos quitarán) para hacer una determinada acción.

Pero en el caso de la conversación -hacer cosas porque nos convencen que es lo adecuado- no usaba la diferencia entre obtener algo y que nos quiten algo. Pero creo que la diferencia es importante, y explica parte importante de cómo opera el dispositivo de orden social que planteaba para Chile.

En otras palabras, una cosa es que nos ofrezcan una nueva razón para que hagamos X y otra cosa es que nos quiten todas nuestras razones para que no hagamos X. Porque lo que pasó en Chile durante los ’90 fue lo segundo y no lo primero. Es cierto que el modelo neo-liberal no convenció a la población, no ofreció razones para seguirlo; pero lo que hizo fue quitar todas las razones para oponerse a él. En ese sentido, sí operó en el ámbito de las creencias, pero sólo lo hizo negativamente.

El hecho que operara sólo negativamente con las creencias tiene varias consecuencias. Dado que no ofreció ningún otro relato de reemplazo, entonces la gente interpreta el modelo de acuerdo a sus viejos relatos. Por decirlo de algún modo simple, si bien se acabaron las razones para creen en lo que los modelos ‘izquierdistas’ ofrecían, no se cambió el hecho que ese modelo era el único que se tenía para interpretar el mundo.

Y por lo tanto, el modelo fue interpretado de acuerdo a ese modelo izquierdizante. Lo que la gente cree de ese modelo, de cómo funciona es como lo describiría una persona de talante de izquierda: No un modelo de libertad o de derechos individuales o de ’emprendimiento’ o lo que fuera, sino un modelo de todos-contra-todos, de cada quién se rasca con sus propias uñas, un modelo que no nos deja ser humanos etc. En otras palabras, el modelo ha de verse como una forma de egoísmo moral, porque así lo veía el anterior modelo de mundo que era común en la sociedad chilena -y no se ha ofrecido ninguna nueva forma de mirar, sólo se planteó que ese modelo no funcionaba. Y esto tiene como consecuencia, entonces, que los chilenos tienen cada vez menos razones para no operar con la lógica de lo único que importa es el beneficio personal / familiar.

Por lo tanto, hay que refugiarse en la familia -único lugar que queda fuera de un mundo que no queda más que ver como negativo. La única posibilidad de vida relativamente agradable es allí.

Ahora, la forma y necesidades que cumple el refugio en la familia tienen consecuencias para la familia. Porque esto implica que la familia ha de verse como refugio afectivo. Por lo tanto, la familia no puede -en el Chile de hoy- funcionar como agencia de socialización o de acuerdo a las funciones ‘tradicionales’ de la familia. Lo único que les importa a los Chilenos con respecto a sus familias es que funcionen afectivamente (Que, además, por lo tanto exacerba el tema del consumo al respecto -aumenta la importancia de demostrar práctica y materialmente el afecto, de no negarla nada a los seres queridos).

No es que las anteriores ideas sean muy complejas, pero no está de más que haya podido, finalmente, avanzar un poco en ellas, y además -aun más importante- mezclar un poco mis pocas ideas teóricas con mis pocas ideas empíricas (y mejorar, creo, ambas en el camino). Ahora, si estos avances fueran más regulares, y no uno cada un par de años, sería perfecto.

Tatareando a Schönberg

Alguna vez leí, vaya uno a saber donde, que Webern deseaba que sus obras fueran tatareadas por, digamos, los carteros. El autor de la nota planteaba que el pobre Webern no podía estar más equivocado: Lo que los carteros querían tatarear eran melodías, “tunes”, y las composiciones dodecafónicas no funcionaban para eso.

Lo anterior es sólo para hacer notar mi incredulidad cuando me encontré el otro día (en la micro, que es donde siempre me pasan estas cosas) tatareando a Schönberg, más precisamente el tema inicial del Cuarteto de Cuerdas No. 4. En otras palabras, al parecer, la secunda escuela de Viena si se puede usar para tatarear.

En cualquier caso, para una obra que no debiera ser tatareada, entre las cosas más impresionantes que Schönberg escribió: Un sobreviviente de Varsovia, Op 47, cortesía de Youtube y de Horst Stein, la Sinfónica de Bamberg y Hermann Prey como narrador:

Crítica a la noción de consumismo

Para analizar la idea de consumismo hay que distinguir dos elementos.

El primero es el consumismo como idea que existe en la sociedad. La crítica al consumismo no es una crítica de sujetos externos (o perífericos) de la sociedad, digamos una crítica de ‘intelectuales’. Es una crítica que la propia sociedad se hace a sí misma. Tanto en el sentido que unos grupos ven el consumo de otros y lo critican como consumista (el sentido común de la clase media al referirse a sectores populares por ejemplo), pero -más interesante- es una crítica que las personas pueden (y de hecho creo que hacen) critican sus propias conductas (‘he caido en el consumismo’). En cualquier caso, la tarea del analista en relación a esta parte de la idea de consumismo es examinar las causas que hacen que ciertos grupos tengan esas percepciones, ver que consecuencias tienen, examinar en detalla que quiere significar y a que se asocia esta idea etc. Digamos, reconocer que el consumismo es parte del sistema de significados que usa la sociedad chilena y hacer un análisis de ello. Lo que hay que tener en cuenta es que esta forma de analizar el consumismo no está analizando las prácticas de consumo, está analizando las percepciones sobre ella.

Pero la mayor parte de quienes están interesados en el consumismo no están interesados en analizar los significados sociales de la noción, como usarlos como lo usan los actores -para criticar y denominar a las prácticas de consumo de la sociedad.

La segunda noción entonces, es el consumismo como descripción de las prácticas sociales de consumo. Esta es una noción que, por definición, tiene ribetes críticos y, de hecho, morales. Ahora, los sociólogos, como cualquier ciudadano, tienen plena libertad para tomar cualquier posición sobre la sociedad, el hecho es que cuando lo hacen están actuando como ciudadanos. Cómo sociólogos, pueden aportar a su posición aportando información, refutando críticas, aclarando puntos, pero su posición no se deriva del análisis sociológico.

El problema no es, por lo tanto, el hecho que se usa la noción críticamente, sino que -muchas veces- en el apuro de la crítica no se realizan las tareas analíticas que sí son propias de un sociólogo (y que, si se realizan bien, pueden ser un aporte más interesante para la propia posición)

Al fin y al cabo, decir que tal persona o grupo están siendo consumistas, ¿qué quiere decir? Muchas cosas y veamos cada una de ellas a continuación.

En un primer nivel, que están realizando consumos que no nos gustan, o que reflejan prioridades que no nos parecen, o se consumen cosas ‘superfluas’ en vez de ‘necesarias’. Ahora, antes de realizar esos juicios, hay que tener cuidado, porque lo que se define como superfluo o como necesario es socialmente determinado, no proviene de ninguna necesidad. En el curso que realizo sobre consumo, hay varios alumnos que -por ejemplo- declaran consumista el que las personas de menores ingresos gasten más en vestimente que en salud, indicando que vestirse no es tan básico como salud (aunque de hecho, es posible vivir sin gastar en salud pero no sin gastar en vestuario, y esos sectores tienen su gasto en salud subsidiado). U otros que declararon, tan campantes, que su gasto en transporte era muy alto y era muestra de consumismo (aunque el gasto en transporte colectivo es una necesidad para quienes trabajan). Y así. Es muy fácil aplicar la propia idea de lo que es sensato consumir y que prioridades se debieran tener.

Más aún, en realidad la noción proviene de un elemento social que resulta clave: Siempre tenemos una noción de lo que es ‘consumo normal’, un nivel dado de consumo que permite tener una vida ‘digna’ (o con el cual se puede ser feliz o lo que sea). Y consumista es todo consumo que se eleva por sobre ese nivel, porque no nos parece necesario -al fin y al cabo, antes no lo teníamos y no era tan terrible. Y así ha sido en toda ocasión en que el consumo ha aumentado, el que los trabajadores ingleses compraran relojes o más camisas era muestra de su consumismo para sus críticos en el siglo XVIII.

Ahora, en una sociedad que continuamente aumenta cambia, nos va a parecer consumista siempre, porque siempre se está quebrando el nivel que se pensaba como normal. Uno puede plantear que lo consumista es lo del aumento continuo (¿porque tener más consumo, porque siempre tener más consumo?), pero, claro está, el nivel que nos parece ‘normal’ ahora -y que sería muestra de privaciones si no se tiene- era el nivel consumista de hace 50 o 100 años. Lo que es ‘esencial’ ahora, no lo era antes; lo que nos parece ‘superfluo’ ahora, será esencial en el futuro.

Hay otra forma de hablar de consumismo que resulta analíticamente más interesante. Uno puede plantear consumista es un nivel de consumo tal que no es puede ser estable, y en ese sentido es un consumo ‘irracional’. No es el hecho que las personas consuman más lo que las transforma en consumista, sino el hecho que al hacerlo se endeudan y obtienen niveles de endeudamiento que los llevan a la quiebra en el futuro. Y eso parece inmediatamente irracional.

Lo primero que hay que notar es que comprar cosas por endeudamiento en sí implica irracionalidad. Al fin y al cabo, uno puede esperar a ahorrar para comprar X o comprar endeudandose X -con un mayor costo. Por otro lado, la compra a crédito tiene la ventaja de tener el producto ahora (ese mayor costo es el ‘valor’ de tener ese producto antes, por todo el tiempo que no se tendría si uno esperar a ahorrar). Lo que lo transformaría en irracional sería el no poder mantener ese ritmo de gasto.

Por lo tanto, el elemento crítico es la estabilidad. Porque un patrón cíclico que se repite es estable (un ciclo de alto consumo y endeudamiento que lleva posteriormente a un quiebre, y una vez que uno sale de ese quiebre vuelve a repetirlo). Y la preferencia por un ciclo parejo -que elimine los ciclos- es una preferencia, pero bien uno puede tener la otra. De hecho, pensemos que los campesinos medievales consumían de acuerdo a ese patrón cíclico (bajo consumo todo el año, pero en Carnaval, en la ‘fiesta’, alto consumo), y hay varias razones que vuelven ese cíclo razonable: Era la única forma, dadas las limitaciones generales, de -al menos- en algún momento salir de la simple reproducción y disfrutar algo. En sí, el estar dispuesto a un patrón cíclico que se repite no implica irracionalidad per se.

Pero, ¿y cuando el patrón cíclico no se puede repetir? En otras palabras, si no se puede volver de la ‘quiebra’. Una cosa es pensar que un ciclo que se repite es estable, pero si no se repite no hay estabilidad posible. Y aquí podríamos llegar a la siguiente noción analítica de consumismo: Un nivel de consumo tal que vuelve altamente probable una crisis de la cual no es posible recuperarse.

Aquí ya no estamos hablando de niveles de consumo ‘mayores de lo que se debieran, de consumos ‘superfluos’ -que son todos ellos juicios válidos, pero que no son juicios de análisis-. Con respecto a esas percepciones, lo que es interesante es explorar lo que indican sobre la cultura económica de los chilenos, en otras palabras son afirmaciones que debieran ser objeto de estudio.

Pero me imagino que la crítica del consumismo está demasiado enraizada, es una parte demasiado clara de nuestro sentido común, para que estas reflexiones afecten en algo, siquiera, la forma en que los sociólogos hablan del tema.

Sobre la investigación de mercado

La paradoja central de los estudios de mercado es que una industria que ofrece a sus clientes cómo aumentar el valor de sus ofertas a sus consumidores, de hecho hace ofertas de muy poco valor a sus clientes (Y, por lo tanto, ¿cómo ofrecen que pueden aportar en generar valor a los consumidores de sus clientes?). Por qué si hay algo que es claro en los estudios de mercado es que todos encuentran que el nivel es bajo -tanto clientes como ofertantes.

Ahora, el tema es que la industria -por razones diversas- se encuentra atrapada en un ciclo de bajo valor. Dado que es un círculo, el punto de partida de su exposición es completamente arbitrario: Las empresas -que creen que los estudios nunca entregan nada muy valioso y que son demasiado simples sin análisis e insights de interés- piden entonces estudios al nivel que suponen las empresas pueden dar -o sea, estudios simples, de bajo costo, muy rápidos, sin mucho análisis. Las empresas de investigación a su vez -que creen que las empresas no están dispuestas al tiempo y el valor que requiere un estudio que entregue datos más valiosos, y que nunca confían mucho en la capacidad de las empresas para entender datos que vayan más allá de las salidas simples de poco valor- entregan entonces informes simples sin demasiado análisis. Por lo que las expectativas de ambos actores quedan plenamente validadas.

Y todos terminan, por ende, haciendo estudios en los que todos están de acuerdo que no representan un gran aporte.

Ahora, claro está, como cualquier círculo, representa un problema salir: Para las empresas, ¿cómo arriesgarse a los valores y tiempos que requiere un estudio de mayor calidad e interés cuando no es claro que las empresas de investigación puedan hacerlo? Y, ¿cómo confiar en análisis más complejos -ya sea cuantitativos multivariados o cualitativos- cuando a duras penas se confía en lo básico? Para las empresas de investigación de mercado, ¿cómo dedicarse a hacer un informe completo e interesante cuando no hay tiempo para eso ni se ha pagado por ello? ¿Y cómo dedicarse a hacer análisis complejos cuando de todas formas hay que gastar (el poco) tiempo y energía disponibles en las cosas simples?

Lo bonito de los círculos, aunque sean de poco valor, es que no es fácil salir de ellos.

De un olvido en el debate sobre educación

El lucro es una lacra. Ahora, ¿cual es el problema del lucro? No que aquellos que estén bajo sus colegios sean explotados, sino que -de hecho- los que no pueden acceder a los colegios del lucro tienen mala educación. Mejor dicho, peor educación.

Porque el centro del asunto no es la calidad de educación, sino la diferencia. Si todos los colegios de Chile doblaran su calidad (y todos entregaran buena educación) de todas formas sería una lacra un lucro. Y esto se debe a que el tema de la educación es centralmente el acceso a la universidad, y el acceso a la universidad (y a las buenas carreras en las buenas universidades) se produce por un sistema de ranking. Por lo tanto, la calidad absoluta de tu educación es completamente irrelevante, sino sólo tu posición. Si obtuvieras 750 puntos en la PSU de todas formas quedarías fuera de Medicina en la PUC si 40 personas con más de 750 puntos postularan ahí.

Ahora, el hecho que el centro de la educación en Chile sea el acceso a la Universidad no es una irracionalidad producto de ‘problemas culturales’. Dado que aquellos con educación universitaria tienen ingresos muy superiores al resto de la población, y que el resto de la población no tiene sueldos razonables, la desesperación por quedar fuera es un tema racional: es quedar fuera de la mejor opción para obtener un ingreso decente.

Y aquí viene el olvido básico: Que el sistema educacional funciona por ranking, y que el tema central es lograr una mejor ubicación que los otros es algo sabido. Conocido por las familias, que ajustan todas sus estrategias a lo anterior. Lo que desean los padres no es buena educación, ni siquiera mejor educación, es que su hijo tenga mejor educación que los hijos del vecino.

Los colegios subvencionados, que para los críticos son sólo una forma que los sostenedores tengan dinero, cumplen una función central para las familias: Asegurar a los hijos de la clase media que tendrán mejor educación que los hijos de los pobres. No necesariamente por diferencias en las materias, sino -por último- por salvarse de las malas influencias. Estar en un colegio subvencionado es estar en un colegio en que, por último, están hijos de familias preocupadas por la educación (porque sólo los padres despreocupados o que son tan pobres -y por tanto, tan malas influencias- que no están en condiciones de pagar un sólo peso, dejan a sus hijos en colegios municipales).

En otras palabras, la desigualdad en la educación es un resultado buscado y deseado por esos padres. Que es lo que hace que el lucro (y la diferencia que produce) no sea un problema de unos malvados que ganan dinero con la educación -al final de cuentas, no muchos reclaman por los malvados que ganan dinero con la alimentación. Es un problema de una voluntad de todo un segmento social para asegurarles a sus hijos una posición por sobre otros hijos.

Pero, claro, eso no se puede decir.

Teoría del Grupo D

Y para que no se me olviden las cosas.

La idea, como todas las ideas, es más bien sencilla: Podemos decir que hay 3 lógicas económicas en el grupo D. Lógica económica no es más que un nombre breve para referirnos a las motivaciones, justificaciones de las prácticas económicas de una persona o grupo.

La primera es más bien tradicional (y con tradicional digo que es tradicional en sociedades modernas, algo similar se puede observar en la Inglaterra Victoriana con sus clases obreras). La lógica de la dignidad y la decencia (que aquí Martínez investigo en el que debiera ser celebérrimo libro Informe sobre la Decencia, publicado años ha por Sur). O sea, ‘seremos pobres, pero decentes’ (o sea, respetables en la lógica victoriana). Dado que no dejaremos de ser pobres, al menos podremos ser dignos. Y eso tiene varias consecuencias -el desarrollo de una disposición más bien ascética, de gastos limitados, de buscar la regularidad, el orgullo en el manejo respetable y responsable de los gastos (y rechazo al endeudamiento), de búsqueda de evitar ‘caer’ (una caída siempre que indica un problema en la condición moral).

La segunda es también tradicional (y tradicional de sociedades tradicionales) -que es, de hecho, directamente contraria a la lógica de la decencia: Una lógica de disfrute en el gasto. Aprovechemos el dinero para pasarlo bien (en la comunidad, de hecho no es un disfrute individual). Una lógica que, entonces, y por el mismo motivo de disfrute, rechaza toda dependencia y busca trabajos independientes, que permitan que uno se mande a sí mismo. Al igual que para los griegos, el hombre sólo es libre cuando no tiene patrón. La búsqueda de independencia no tiene nada de emprendimiento, sino de búsqueda de autonomía: La ventaja de tener un propio negocio es tener dinero todos los días (para poder gastarlos con los amigos), de que uno decide cómo y cuando trabaja etc. El gasto aquí siempre es comunitario, aquél que ahorra para sí (y usa una lógica de emprendimiento) es una amenaza para la solidaridad grupal -es alguien que no quiere estar y disfrutar con los amigos. Una lógica que aparecía entre lso artesanos de Pomaire cuando me tocó investigar.

La tercera es la del proyecto educacional de los hijos: Yo no dejaré de ser pobre, pero al menos mis hijos sí (o mis hijos serán más que yo). Los esfuerzos de trabajo y de consumo se asocian a cómo lograr ese proyecto educacional. Es importante hacer notar que los esfuerzos de consumo asociados no son sólo educacionales. Como Catalán lo ha hecho notar, es parte del proyecto de superación educacional el, por ejemplo, comprar TV plana o conexión a satélite. ¿Por qué? Porque es una forma de evitar que los hijos ‘caigan’ en la droga. Hay aquí también una amenaza pensada como caída, pero es pensada de una forma diferente. Mientras en la lógica de la decencia es una caída moral (el drogadicto como perdido por ejemplo), aquí es una caída instrumental (el dorgadicto nunca se va a superar). Cuando participé en los estudios de grupos para el informe PNUD del 2004 (sobre el poder), la relevancia y potencia del proyecto educacional en los sectores bajos saltaba a la vista.

Como toda lógica cultural relevante, esto tiene efectos en diversos ámbitos. De hecho, y como pura hipótesis, he llegado a pensar que buena parte del cambio en la aceptación del embarazo adolescente tiene que ver con los cambios en esas lógicas. En la lógica de la decencia, el embarazo adolescente implica que la mujer en cuestión es una perdida, una indecente y lo que hay que hacer -para mantener el honor y decencia del hogar- es expulsarla. En la lógica del proyecto, el embarazo adolescente implica el peligro de tirar por la borda todo la larga inversión, y lo que hay que hacer -para mantener el proyecto- es asegurar que continue con los estudios.

Una cosa interesante de estas lógicas es que no se pueden reducir a un tema de ‘modernidad’. O sea, la lógica más nueva -la de proyecto- no es una lógica moderna frente a lógicas tradicionales. De hecho, al fin y al cabo, es una lógica fundamentalmente familiar -y en ese sentido, existe por la fuerza de opciones tradicionales en la cultura chilena. La cultura más independiente no es una cultura de emprendimiento, sino (por el contrario) del disfrute. Y la más ‘tradicional’ de las culturas, la de la dignidad y la decencia, es una tradición moderna -no por nada hice la conexión con la idea de trabajadores respetables de los victorianos.

En otras palabras, como siempre, cuando se intenta mirar la realidad uno encuentra que las dicotomías sociológicas usuales no es mucho lo que sirven. Lamentablemente, nunca dejamos de usarlas.

Una nota sobre antigüedad y modernidad

A veces puede tener sentido revisar un poco lo que uno hace. Y al hacer eso, noté que entre mis posts de historia hay sólo dos temas que en realidad se repiten: Antigüedad y sociedades modernas.

Ahora, para un sociólogo puede no resultar extraño que su interés por la historia se centre en momentos de cambio social, y en particular en cambios de ‘tipo de sociedad’. Nos encanta pensar que la modernidad implica un nuevo tipo de sociedad y no debieran existir muchas dudas que el desarrollo de las ‘primeras civilizaciones’ es el proceso de desarrollo de un nuevo tipo de sociedad -digamos, las primeras a las que podemos aplicar el nombre de sociedades complejas sin demasiados problemas. or lo tanto, transformaciones en el nivel más básico de las sociedades. Un sociólogo bien podría interesarse en ello.

Más aún, Giddens dixit, la sociología es el análisis de las sociedades modernas. Y si uno adscribe a esa posición, entonces nada más natural que entender una de las transformaciones básicas que han experimentado las sociedades mediante un examen de otras de las transformaciones básicas de esas sociedades. O sea, usar el nacimiento de las ‘civilizaciones’ para entender el nacimiento de la modernidad.

El problema es que ninguno de esos argumentos sirve de mucho.

Lo primero es que la naturaleza de estos ‘tipos de sociedad’ no necesariamente se entiende usando sus procesos de nacimiento. El tipo de sociedad compleja pre-moderna que surge cuando nacen las ‘civilizaciones’ no agota sus posibilidades estructurales en sus primeros siglos. Lo que es, lo que puede hacer, entonces, una sociedad de ese tipo requiere un análisis de todas sus formaciones.

Lo segundo es más crucial, y tiene que ver con las desviaciones que un sociólogo tiende a hacer cuando se interesa por la historia, es que no se puede reducir el devenir a dos transformaciones de tipo de sociedad (primero, estuvieron las sociedades simples, luego las civilizaciones y luego las modernas(*)). Si, en un nivel muy general, puede tener sentido hablar así, pero sólo en ese nivel. Y la mitad de las cosas de interés, la mitad de lo que aporta para entender la vida social el examen de las sociedades históricas, ocurre en niveles mucho más específicos. Si, puede decirse que Sumeria, la China de los Tang, los bizantinos y los aztecas eran sociedades complejas pre-modernas, y ni siquiera es demasiado incorrecto. Pero hay mucho más que decir.

Y el interés y el aporte de la historia está precisamente en ese mucho más que decir. Que en los detalles, en todos esos procesos específicos que lleva a que existan ciudades-estado en Grecia, que los vikingos se expandan, que el tomate haya conquistado el mundo (y que el maíz no), que los ‘bárbaros’ que conquistan China terminen convirtiéndose en chinos etc, es donde se explica y se entiende no sólo la situación de las sociedades actuales. Sino, de hecho, incluso más: Nos permite entender todas las variedades de formas en que los seres humanos pueden vivir en sociedad y todas los diversos factores y dimensiones que entran en su conformación. Es por que, finalmente, es una lección en diversidad que se requiere entrar en todo ese detalle.

(*) Contar así las cosas no requiere pensar en un meta-relato de la historia, porque no hay necesidad de pensar que se tenía que pasar de un ‘estadio’ a otro. Sólo que ciertos tipos de sociedades aparecieron antes que otras. Del mismo modo que contar la historia de la vida diciendo ‘estuvieron los procariotas, luego los eucariotas y luego los multicelulares’ no requiere una teoría de la historia biológica.

De la trinidad

No puede contarse como perdido el día en que uno se da cuenta de algunas de sus creencias más básicas. La mía es, además, bastante básica: La santísima trinidad la componen Joseph, Wolfgang y Ludwig y el único profeta es Johann Sebastian.

Todo lo cual se reduce a lo siguiente. Otros peregrinaran a la Meca, y otros -algo más cercanos y al mismo tiempo más herejes a mi credo- a Bayreuth. Yo tendré que peregrinar a Viena.

En todo caso, la comparación con asuntos religiosos no es tan sólo broma. Al fin y al cabo, no es por nada que solamente escuchando música entiendo los asuntos religiosos (y de hecho ya posteé que si alguna vez me convierto será por Haendel). Si el sentimiento religioso es la experiencia de algo que va más allá de uno, entonces yo sólo la he sentido escuchando música, y en particular esa música.

Lo cual no será tan terrible. Si no fuera por ellos, uno -un ateo común y silvestre- se hubiera perdido una parte no despreciable de la experiencia humana. Y eso sí hubiera sido lamentable.

¿Muestras? Usemos las más obvias, reproducciones de la mejor música posible -algunos movimientos de los cuartetos tardíos de Beethoven. Que ya sé he mencionado muchas veces. Por otro lado, espero que nunca llegué el día en que me canse de repetirlo.

Op 131 en Do sostenido menor, primer movimiento Adagio, ma non troppo e molto espressivo(por el Cuarteto Tákacs)

Op 132 en La menor, tercer movimiento. Heilige Dankgesang (por el Cuarteto Budapest). Lamentablemente, sólo una parte del movimiento (en otro video en Youtube está el resto).

Op 130 en Si bemol mayor, quinto movimiento. Cavatina, adagio molto espressivo (ni idea que cuarteto)

A proposito del Transantiago

Leído en El Mercurio el domingo 9:

‘En nueve meses no sólo logro renegociar los contratos, sino también aumentar el número de buses de 5.000 a casi 6.400, incorporando más de 300 nuevos recorridos, poner en marcha viajes intercomunales (algo que no estaba en el diseño original) y disminuir los tiempos de espera, que, según cifras de la Universidad Católica, cayeron a la mitad. Pero nada ha bastado.

Estoy frustrado, ha dicho Cortázar a sus cercanos en los últimos días.

Es que como buen ingeniero, el ministro sabía que los cambios demorarían en notarse, pero no calculó que la herida en las personas era tan profunda’

En realidad, no hay demasiado misterio. Sea que un servicio desmejora abrupta y súbitamente. Sea que la mejoría es lenta y gradual. No creo que sea demasiado sorpresivo decir que nadie notará la mejoría pero que todos recordarán la caída.

Al fin y al cabo, el fenómeno en la dirección contraria es bien conocido (una rana saltara de agua hirviendo, pero si se sube gradualmente el agua la pobre se quedará hasta bueno, ¿no será necesario contar el triste final?).