Una nota sobre la separación de política del país

A propósito de la muerte de R. Claro, me acordé -de hecho, fue el tema en la reunión que estaba en ese día- del más famoso uso de una Kyoto que tenga memoria.

Ahora, el tema de esa Kyoto fueron dos candidatos -Piñera y Matthei. No sé si ya estábamos en el gobierno de, o eran los tiempos de su candidatura, Frei. Todos ellos candidatos o pre-candidatos en la actualidad.

En otras palabras, estamos en lo que respecta a la política como hace 15 años. Pero si algo es claro es que el país no está en la situación de hace 15 años. Me imagino que como ilustración de la separación entre política y país la anécdota tiene su utilidad.

A lo más, se podría plantear que tenemos una gran diferencia: Que ahora el candidato de la derecha tiene las mejores oportunidades para salir. Pero tomando en cuenta los resultados de la elección de concejales, yo diría que la situación más bien la produce los problemas de los candidatos de la Concertación que las bondades de Piñera. En otras palabras, la Concertación no tiene un candidato que convoque a toda su votación.

Las reglas del método: Toda acción tiene consecuencias

El que las acciones tienen consecuencias (y además requerimientos) es del tipo de cosas que una vez mencionadas suenan relativamente obvias. De hecho, no parecieran merecer siquiera el esfuerzo de puntualizarlas. Pero, como muchas otras cosas igualmente obvias, no deja de ser relevante decirlas. Porque usualmente las olvidamos.

El ejemplo más claro quizás esté en lo que se refiere a reproducción de prácticas sociales. Si pensamos en que las acciones no tienen consecuencias o requerimientos entonces es fácil caer en la idea que si una determinada práctica logra conseguir que las personas la sigan tal cual, entonces su reproducción queda asegurada. La idea queda sucintamente expresada en la siguiente cita:

The problem, as these critics have argued, is this: If the habitus were determined by objective conditions, ensuring appropiate action for the social position in which any individual was situated, and the habitus were unconsciously internalized dispositions and categories, then social change would be impossible. Individuals would act according to the objective structural conditions in which they found themselves, and they would consequently simply reproduce those objective conditions by repeating the same practices (Anthony King, 2000, Thinking with Bourdieu against Bourdieu, Sociological Theory 18, 3: 417-433, página 427)

Pero claramente eso resulta insuficiente. Eso es pensar que las únicas consecuencias de una práctica son las acciones que la constituyen. Para colocar el ejemplo más claro. Por más que los pascuenses fueran ultra-eficientes en lograr que todos siguieran al pie de la letra sus reglas culturales, no podían seguir con la práctica de construir moais una vez que se quedaron sin árboles. La práctica tenía una consecuencia, un nivel de uso del recurso arbol, que eventualmente sería exterminado por el éxito de la práctica en su reproducción. O para usar otro ejemplo, por más que las sociedades mesopotámicas pudieran reproducir sus prácticas, el hecho es que la salinización de los suelos volvió imposible el cultivo de cereales en ciertos territorios (si bien la hipótesis de la salinización para explicar el abandono de las ciudades del sur de Mesopotamia ha sido discutido, lo que nadie ha negado es que es una hipótesis plausible. No se discute que la salinización podía tener esos efectos, sino el hecho de si hubo o no salinización).

El ejemplo anterior es relativamente obvio, pero la importancia de las consecuencias de la acción no se limitan a ese tipo de resultado (i.e recursos ecológicos o una práctica que elimina las condiciones de su existencia). La importancia de las consecuencias no se limita al tema de la reproducción de esa práctica.

Pensemos en otro ejemplo, que también es conocido. El desarrollo de las prácticas económicas de la sociedad moderna conlleva un aumento de los requerimientos de educación de los trabajadores. Esto implica el desarrollo de la educación (básica al menos). Esto lleva a que los niños tienen que quedarse en las salas de clases en vez de participar en la fuerza de trabajo. Que a su vez lleva al aumento del costo de los niños. Que a su vez tiene como consecuencia una disminución del número de hijos. Que a su vez….

En este caso las consecuencias no son desestabilizadoras para las prácticas económicas iniciales -aunque de todas formas lo afectan, al cambiar quienes pueden ser parte de la fuerza laboral-. Pero el caso es que no debiéramos olvidar que una determinada acción tiene una serie de consecuencias, para sí misma o en otras acciones.

No podemos pensar como si lo único que existiera en una práctica fueran las acciones e interacciones que la conforman, ajenas a todo otro elemento. Esas acciones o interacciones requieren, usan y generan recursos que pueden afectar a cualquier otra acción o interacción. En última instancia, toda interacción usa cierto nivel de recursos -en el limite, usa tiempo- que no quedan disponibles para otras interacciones. En ese nivel, todas las prácticas estan ligadas.

Que toda acción tiene consecuencias tiene a su vez una consecuencia de importancia. Las consecuencias de una práctica son múltiples y diversas. Y muchas de ellas van más allá de lo que esa práctica puede controlar, afecta interacciones que no son parte de esa práctica. Y por lo mismo, entonces ninguna práctica puede garantizar -en última instancia- las condiciones de su propia reproducción. Porque esos efectos que no pueden controlarse, entonces pueden afectar los recursos y requerimientos de una práctica de maneras imprevisibles.

Esto nos enfatiza que ninguna práctica puede analizarse por separado. Tiene requerimientos que pueden verse afectados por muchas otras prácticas (que son independientes de la inicial) y tiene consecuencias que pueden afectar muchas otras prácticas (y que una práctica no siempre puede controlar). El circulo que las consecuencias de una acción son el contexto de la siguiente que planteaba Giddens no es un círculo que pueda verse a través de una práctica de manera aislada.

Finalmente lo que hemos discutido se basa en otra idea que me parece relevante (y que quizás también debiera ponerse como una regla del método). Aunque lo social pueda ser constituido solamente por interacciones (o comunicaciones u otro elemento), en otras palabras, constituido solamente por elementos sociales; no puede analizarse separadamente de su ‘materialidad’. La estructura social, si se quiere, no son solamente ciertos patrones de acciones, son también los edificios asociados, los bienes que se usan en sus acciones o la energía que se usa en las interacciones.

>Pensar que todas las acciones tienen consecuencias implica darse cuenta que las prácticas no pueden analizarse aisladamente, porque -en última instancia- las prácticas sociales no sólo son sobre las interacciones que las constituyen.

Consumo y crecimiento pre-industrial

Todo partio con la siguiente cita (sobre comunidades rurales en la Italia de inicios del Imperio en Roma)

This conspicuous consumption stimulated market production. The installation of mosaic floors and painted walls cost money. Arretine ceramics, lamps, glass, and even utilitarian pots were purchased goods. These were added to the cost of rent, animals, farm labor and equipment. Considerable amounts of cash or cahs equivalents had to be raised by the sale of farm products (Stephen Dyson, 1992, Community and Society in Roman Italy, Cambridge University Press: 141)

Que me acordó del argumento de De Vries sobre la revolución industriosa en la Europa de la Modernidad Temprana: que el desarrollo de diversos productos adquiribles en el mercado, hace que las familias aumenten su producción, y en particular pasen de la producción de sustentancia a la producción para el mercado. Esto hace que las familias, por eso lo de industriosa, aumenten su input, y De Vries enfatiza como eso implicaba la incorporación de la mujer y de los hijos a la producción.

Hay una cierta hipótesis sobre la importancia del consumo para la revolución industrial, que la revolución industrial fue acompañada (o hecha posible) por una revolución del consumo. Y que, bueno, era parte de las deficiencias y las limitaciones de los estudiosos no darse cuenta de la importancia del consumo. Otra muestra más de sesgo productivista.

Pero sí los ejemplos anteriores son correctos, entonces efectivamente el consumo no habría sido importante para la revolución industrial. Porque lo que nos dirían es que el consumo puede ser de hecho un aliciente para el crecimiento pero de ahí no se obtiene la conclusión buscada. En ambos casos, el consumo produciría crecimiento y mayor producción, el deseo por obtener bienes de consumo sería motivación suficiente, pero en ninguno de esos casos se obtuvo como resultado la revolución industrial.

En ese sentido, podemos observar que en ambos casos -y en las explicaciones de la importancia del consumo para la revolución industrial- se suele dar gran importancia a consumos suntuarios. Pero la revolución industrial fue sobre consumos básicos. La distinción entre suntuario y básico es socialmente construida, pero el caso es que los consumos de la revolución industrial fueron en categorías que esa misma sociedad pensaba como básico. Y la característica central de un consumo básico es que el aumento de su consumo no resulta extraño ni requiere explicación. En otras palabras, el deseo por tener mejores camisas no parece ser tan central como la capacidad de producir muchas camisas. Cuando se habla de ‘las sirenas del consumo’ (la frase la tomo de Hans-Joaquim Voth) para hablar de la importancia del consumo en la revolución industrial, se toma que los procesos relevantes ocurrieron en el nivel del consumo -en el nivel de generación de deseos por productos. Pero el tipo de productos de la revolución industrial no tiene su parte ‘interesante’ en esos deseos (que la propia sociedad da por sentados).

En otras palabras, la revolución industrial sigue estando al parecer en el mundo de la producción. Cuando requeriríamos consumo sería para explicar otros crecimientos. En particular, el crecimiento pre-industrial. Una cosa que tienen en común los dos casos citados al inicio de esta nota es que el consumo es el aliciente para que granjeros y agricultores salgan de la producción de subsistencia hacia el mercado. Es para romper con la autarquía, y generar una economía monetaria, que el consumo aparece como útil. De hecho otras teorías (por ejemplo, sobre el papel de impuestos en dinero) también se centran en el hecho de cómo quebrar con la autarquía de las unidades agrarias para formar una economía monetarizada. En otras palabras, el consumo sería relevante para explicar el crecimiento antes de la industrialización.

De las limitaciones de pensar la explicación social en términos de varianza explicada

Una de las formas normales en que uno puede evaluar la corrección e interés de modelos explicativos es usando la idea de varianza explicada. Un buen modelo es aquel que explica más la varianza. A lo más, si se hace la observación que un modelo que explica más varianza poniendo millones de variables no es mucho lo que sirve, uno podría decir que el mejor modelo es aquel que explica más varianza usando menos variables. Pero la idea sigue siendo evaluar explicaciones desde el punto de la varianza.

Y eso resulta insuficiente. La razón es muy sencilla: Una explicación de la varianza deja todavía el nivel absoluto fuera totalmente de la explicación. Y en varios casos lo que nos puede interesar, más que cuanto varía un parámetro determinado, es el nivel en el que se encuentra.

Pensemos en el siguiente ejemplo. Supongamos que cuando Becker planteaba que el delito se explica por factores racionales (en particular, por el costo asociado) tiene razón. Supongamos que cuando uno retruca que el delito no se puede explicar sólo por lo anterior -porque, digamos, independiente de los costos y beneficios mucha gente sencillamente no cometería un determinado delito (digamos, no se le ocurriría asesinar a alguien), también se tiene razón.

Uno bien podría decir que la cantidad de la población que puede cometer delitos se establece por factores sociales y culturales. Y para el resto de la población, la decisión de cometer o no cometer un delito se toma en función de los costos y beneficios. En este modelo, es importante hacer notar que prácticamente toda la variación se puede explicar a la Becker, pero la explicación seguiría siendo incompleta.

No tengo la menor idea de si la idea anterior es correcta empíricamente -aunque resulta algo plausible. Pero si nos muestra que un modelo de explicación basado en sólo explicar la varianza resulta insuficiente. Eso sí, es más fácil, nos basta establecer que tales variables están asociadas en sus movimientos para pensar que hemos explicado todo lo que hay que explicar.

Maravilla de maravilla: De liberación en el curso de metodología

A veces los alumnos son enervantes. Sólo hoy se les ocurrió decirme que las cosas que estábamos viendo en metodología ya las habían visto y porqué no nos centrábamos en diseño de instrumentos.

Y entonces la reacción: ¡Viva! ¡Maravilla de maravillas!

En un solo acto, se solucionan todos mis problemas con el curso. No paso nada de las cosas estándar de metodología, ‘el libro’, que son las cosas que no me parecen relevantes, en las que no creo y que sólo estaba pasando porque creo que alguna vez se tiene que pasar el libro. Pero el libro ya había sido pasado.

Así que la idea es dedicarse a las cosas que son de interés, cómo efectivamente se construye un cuestionario, donde claramente el libro no es mucho lo que aporta y lo que interesa es la práctica efectiva.

Las cosas de diseño o de muestra se pueden reducir, entonces, a repasar lo mínimo y aprovechar de pasar los énfasis que me interesan. Por ejemplo, no dedicarse a perder tiempo en muestra aleatoria, estratificada, cálculo de error muestra. Pero dedicarse a los problemas reales de cómo se extrae la muestra, cómo consigo aleatoriedad en muestras telefónicas, temas reales de ponderación etc.

No habiendo sido esta una semana muy agradable en general, al menos eso estuvo bien.

¿Qué debería saber un sociólogo?

El otro día conversando con un amigo discutimos el tema de qué es lo que un sociólogo debiera saber. Y en principio defendí la idea que establecer un corpus de conocimiento era hacer violencia a la disciplina. Los sociólogos están de acuerdo en ninguna afirmación y en términos de quehaceres hacen cosas muy distintas que no comparten muchos conocimientos. En otras palabras, conozco personas que se dedican a la sociología, que saben y hacen muy pocas cosas en común -si algo-, y que realizan un trabajo más bien digno.

De hecho, las únicas afirmaciones que casi todos los sociólogos comparten son muy básicas y muy poco positivas -en el sentido de plantear cosas específicas sobre el mundo. Compartimos en general un rechazo al utilitarismo y la idea que en casi cualquier cosa es importante reconocer la influencia de la sociedad. No es mucho para establecer un corpus de conocimiento mínimo.

Pero asumiendo que se da esa violencia, entonces lo único que se me ocurre que podría ocupar un lugar mínimo de conocimiento y de práctica es la encuesta. Esto hay que entenderlo bien: Primero, que no es uno el que decide de por sí esos conocimientos mínimos, la sociedad tiene una cierta idea del sociólogo -de lo que debiera poder hacer- y está en relación con la encuesta. Segundo, lo anterior no implica que los sociólogos efectivamente deban trabajar en encuestas o que las encuestas sean más centrales en la disciplina. Del mismo modo que uno supone que un abogado debiera saber algo de civil y penal, aun cuando nunca trabaje en esos ámbitos, y haya mucha práctica del derecho que no tiene nada que ver con lo anterior.

Pero que todo sociólogo debiera ser capaz de diseñar un proyecto de encuesta, una muestra y un cuestionario y hacer un informe de los resultados parece ser algo que efectivamente podría exigirsele a un sociólogo.

Al menos a mí, no se me ocurre ninguna otra cosa que pueda resultar razonable como exigencia.

Sobre una asimetría básica en la interacción

Por otro motivo, al final es siempre por otro motivo, estaba releyendo Structures of Social Action (1984, Cambridge University Press), y en particular un artículo sobre el aplauso (Public Speaking and Audience Response, J. Maxwell Atkinson) que me acordó de otro artículo que había leído sobre el abucheo (Booing: The Anatomy of a Disaffiliative Response, en el American Sociological Review, 1993), que me volvió a hacer pensar en el tema de la diferencia entre apoyar y criticar en la interacción. En el mismo libro, un artículo de Anita Pomerantx (Agreeing and disagreeing with assesments) hacía el mismo punto.

En última instancia, el tema es que en la interacción uno puede encontrar siempre una distinción entre modalidades preferidas / no preferidas. ‘Preferred activities are normally performed directly and with little delay. Dispreferred activities, by contrast, are usually performed with delay between turns, are commonly delayed within turns, and are variously softened and made indirect’ (como lo resumen los editores del libro en la página 53).

Y lo que es notorio es que el acuerdo con el hablante es siempre la versión preferida. El desacuerdo (ya sea no estar de acuerdo con la posición, no aceptar una oferta de acción,no mantener el estado emocional que nos requiere el hablante) ocupa la versión no preferida. En otras palabras, hay una asimetría básica en la interacción, que está diseñada -por decirlo de alguna forma- para producir acuerdos. De hecho, en el artículo del abuceho se hacía notar que mientras el abucheo requería coordinación entre actores, el aplauso no (el aplauso resulta inmediato cuando hay señales que este es un punto para aplaudir): La producción de aplauso, mostrar acuerdo, era fácil de realizar; mientras que la producción de abucheo, mostrar desacuerdo, requería un monitoreo de otros.

Podemos resumir esa asimetría en la siguiente formulación:

El acuerdo no requiere explicación. El desacuerdo requiere justificación.

Y esto tiene que ver con un tema que ya Goffman había insistido: Que la vida social se basa en que los participantes mantienen una orientación cooperativa. Y por lo tanto, cuando aceptamos lo que dice otro actor sencillamente continuamos la interacción; mientras que el desacuerdo es tematizado y trabajado -hasta que quede claro que el desacuerdo no implica salirse de la orientación cooperativa. Y así por ejemplo, nuestras disculpas usualmente son del tipo ‘no puedo hacer lo que tu me planteas’ más que del ‘no quiero’. La mantención de la interacción requiere entonces de mantener la idea de un trabajo cooperativo conjunto.

Luhmann ha enfatizado en varias ocasiones la idea que el acuerdo no es central en la vida social (criticando a Habermas). Hace notar que el desacuerdo es parte de la interacción, que una de las alternativas es siempre ‘No’, y que de hecho la interacción puede continuar después de eso. Ahora, el punto es formal, y como todo punto formal ajeno a toda investigación real (*).

Porque aunque efectivamente la interacción continua tanto tras el acuerdo como con el desacuerdo, lo hace de forma distinta. Y en esa distinción se muestra una asimetría entre el mostrar acuerdo -que es la modalidad preferida de continuación- y el desacuerdo -que no lo es. La asimetría entre acuerdo y desacuerdo es una de las características fundamentales de la vida social.

(*) Que, lamentablemente, creo que Luhmann y la teoría de sistemas tiene la tendencia a hacer. 

De la perfección

Aunque los seres humanos somos, usualmente, bastante desastrosos, en algunas ocasiones nos acercamos a la perfección y a la plenitud. Cada quién sabrá en qué ocasiones tiene esas experiencias, pero yo al menos la tengo usualmente escuchando música. De las siguientes obras, que no sé si serán las mejores, o las que más me gustan, o las que escucho más recurrentemente, sí creo que muestran el espíritu humano, si se me permite una expresión tan cursi, en su mejor faceta..

Y después de expresiones algo ridículas sobre el asunto, pasemos a los que nos interesa (aunque continuemos con el tono beatífico). El listado de obras de manifiesta perfección y ostensible plenitud.

  • Byrd. In Nomine a 5. No 5. Son dos minutos solamente, pero entre los mejores 2 minutos posibles.
  • Bach. La Ofrenda Musical.
  • Bach. El Arte de la Fuga
  • Haydn. Las 7 Ultimas Palabras de Nuestro Señor en la Cruz.
  • Beethoven. El Cuarteto en La Menor, Op 132 -en particular, la Heilige Dankgesang. Acabándola de escuchar, no se si será el día o que, pero nunca deja de afectarme.
  • Beethoven. Cuarteto en Do sostenido Menor, Op 131
  • Beethoven. La Grosse Fuge.

La siguiente pieza no es, al revés que las anteriores, una declaración de perfección y plenitud, sino casi todo lo contrario. Pero, al mismo tiempo, resulta una manifestación tan precisa del desgarro que creo está al mismo nivel.

  • Schonberg. El Sobreviviente de Varsovia, Op 47.

Si todo lo que los seres humanos, en toda su existencia, hubiera hecho, hubiera sido crear las obras anteriores, creo que nos justificaría en algo. En esos pocos momentos de perfección, creo que mostramos que -en algunas gloriosas ocasiones- podemos ser mejores de lo que somos, y de los que nos merecemos.

Ya sé, cursi y todo, pero no por ello menos cierto -o al menos eso creo.

De la melancolía, la felicidad y lo transitorio.

Algo extraño tiene la música para conjunto de violas: No importa que sea lo que toquen, siempre suena profundamente melancólica. Uno empieza a escuchar una pieza por Byrd or Dowland, o peor un conjunto de ellas, y la capacidad para que produzcan melancolía es asombrosa (*).

Ahora, la melancolía, creo, es de todas las emociones relacionadas con el dolor, la más cercana a la felicidad. Nace, en un buen número de ocasiones, del reconocimiento -en medio de un momento de felicidad- que éste no será duradero, que toda felicidad pasará (como tears in the rain para citar a Blade Runner).

Y claro está, es un reconocimiento que todos enfrentamos alguna vez. Un reconocimiento que vuelve la felicidad sospechosa, sólo apta para quienes viven en la ilusión y no pueden mirar la vida tal como es. Pero esa sería, creo, una falsa conclusión.

Porque eso indicaría que las cosas solo valen por su duración, que aquello que es sólo de un momento, que es efímero, no vale mucho. Que, para recordar a los griegos, no digas de nadie que es feliz hasta el último momento. Pero las cosas no dejan de ser porque pasen sólo un momento. Incluso bien pudiera uno plantear que aquello que vale la pena, es aquellos que sería valioso aún cuando sólo durara un instante, y luego se perdiera.

Medir las cosas por la vara de la eternidad no parece adecuado para los seres humanos, para quienes la eternidad y lo permanente sólo son un concepto, y que lo que viven, y lo que es valioso, es en esos momentos. Y por ello la melancolía no es tanto una condena de la felicidad, como el reconocimiento de su carácter.

(*) En Youtube no encontré mucho sobre Byrd, pero he aquí este link a un grupo amateur que toca la Fantasía a 4. Y sobre Dowland, del mismo grupo amateur tenemos las Lachrimae Antiquae:

Explicar por lo social y explicar lo social

Este fin de semana acompañé a Catalán a una clase de un Magister de Innovación que tiene la Adolfo Ibañez. En la clase la idea era trabajar los temas de los aspectos sociales del consumo como aporte para la innovación.

Entonces, para defender la idea que el consumo se ha de entender culturalmente, Catalán declaro que era la sociedad y la cultura la que establecía los significados de un vaso por ejemplo. Y que los bienes no se entendían sin la cultura. Ahora, lo que me parece interesante no es tanto lo anterior (que hay significados asociados a un objeto), sino la misma afirmación pero a la inversa: Que el vaso sirve para establecer significados en la sociedad. Que es lo que finalmente Mary Douglas plantea, que los bienes estabilizan los significados en la sociedad, no que la sociedad pone significados en los bienes.

La inversión en todo caso me parece que esto es sintomático de una tendencia más general en las ciencias sociales. Lo que siempre nos interesa defender es la idea que X se debe explicar / comprender por la sociedad. Ahora, esto es un argumento defensivo: Es la forma en que mostramos que lo que estudiamos es relevante. Pero no es la forma en que estudiamos lo que nos interesa. En otras palabras, lo que nos debiera interesar es cómo se explica / comprende la sociedad, y X como parte de eso.

Porque si no, no avanzamos nunca en el estudio de lo social. En algún sentido, nunca hemos seguido la idea de Durkheim de estudiar lo social. Centrados en discutir si los hechos sociales son cosas o no, olvidamos la otra parte de la idea: que lo que nos debiera interesar son los procesos sociales como tales, no solo como ellos afectan otras cosas.