Ponencia sobre Trabajadores Independientes

Habiendo hecho una ponencia sobre la situación de trabajadores independientes para el VI Congreso de Sociología, no estaría nada de más publicarle en este blog (link aquí)

Y he aquí el resumen:

El trabajo contemporáneo se describe muchas veces como inestable, y caracterizado por la ‘des-estructuración’ de las trayectorias. La construcción de proyectos de futuro sería entonces más difícil. Los trabajadores independientes, más inestables, son un segmento interesante en este tema.

El contexto de los independientes nos permite entender las bases sobre las cuales podrían(o no) construir futuro. En primer lugar, tienen una alta diversidad, y esto implica a su vez que no todos son particularmente precarios. Su cultura económica –valorando su autonomía (no el emprendimiento) y sus resquemores frente a la inestabilidad también afecta su posibilidad de pensar el futuro.

Esto implica una relación con el futuro que no sigue la tónica supuesta: Un futuro familiar (no individual), con expectativa de trabajo continuo (sin jubilación). Su percepción del futuro se basa en la idea que si se ordenan y ahorran, algo que depende de ellos, pueden obtener un futuro positivo.

Entonces, los independientes pueden planificar el futuro: Hay incertidumbre sobre si cumplirán con la regla, pero no con la regla como tal. Perciben inestabilidad, pero no cambio estructural. Construir futuro (individual y familiar) se basa en la repetición del presente (social).

Y descubrí que soy Parsoniano

Sin nunca haber estudiado profundamente a Parsons en realidad.

En otras entradas en este blog (la última: Cuatro modalidades de coordinación) había desarrollado una de mis pocas ideas teóricas: que uno podía dividir la coordinación en cuatro grupos de acuerdo a si uno actuaba sobre los intereses/representaciones o los recursos de alter; y si uno entregaba o uno quitaba a alter. La idea se me había ocurrido leyendo a Coleman (sobre los temas de control y de recursos) e intentando buscar formas que distinguieran claramente, y al nivel de coordinación elemental, entre sus diversas modalidades (pensando que muchas teorías tienden a ser univocas al respecto).

Bueno, he aquí que unos meses más tarde -volviendo a leer el viejo texto de Habermas sobre la Teoría de la Acción Comunicativa- me encuentro con lo siguiente (cuando comenta a Parsons)

Si sólo se permite elegir entre sanciones positivas y negativas y solo se dejan abiertos dos canales de influjo, el influjo sobre las opiniones y deberes del otro o el influjo sobre su situación de acción, resultan cuatro estrategias o formas de llevar a efecto ese condicionamiento. Parsons las llama modo de interacción y pone  cada una de ellas en relación con uno de los medios (Habermas, Teoría de la Acción Comunicativa,  Vol 2, página 396)

Ahora, los términos de Parsons se pueden traducir a la idea que se me había ocurrido: positiva (agregar) o negativa (quitar), influjo opiniones o deberes (representaciones), influjo sobre situación de acción (recursos). De hecho, la crítica de Habermas -que esto olvida que no se puede aplicar el esquema de sanciones a las opiniones / deberes (la idea de sanción no aplica a las ‘posturas de afirmación o de negación frente a pretensiones de validez susceptibles de crítica’ (página 397)- no se aplica a la visión que había desarrollado que hablan directamente, finalmente, de afirmación o negación. En un caso das razones para que alter haga algo; en otro quitas las objeciones para que alter haga algo.

En resumen, sin darme cuenta, había elaborado (y refinado, creo) un argumento de Parsons. De hecho, lo peor es otra cosa: Este es un argumento que Parsons a su vez usa para fundamentar y desarrollar la idea de medios de comunicación simbólicamente generalizados. Y todos sabemos quién ha sido desarrollado posteriormente más estas ideas. Sí, el malvado de Luhmann. Con lo que, sin darme cuenta, ya había empezado a entrar en ese horrible camino.

De la Justificación de todo (Heiliger Dankgesang)

No será quizás el más decente de todos los sentimientos, pero invariablemente cuando escucho el movimiento lento del Cuarteto en La Menor -la Sagrada Canción de Gracias- de Beethoven termino pensando que, realmente, todas las cosas que hacen los seres humanos se justifican sólo para que alguien componga eso.

1a parte

2a parte

El titulo completo del movimiento es Sagrada Canción de Gracias de un Convaleciente a la Deidad. Y si bien, pace Spandrell, el personaje de Huxley, el movimiento no prueba la existencia de Dios, si creo que valdría la pena que existiera para pudiera recibir ese agradecimiento. Es caso como si ese agradecimiento creara un Dios finalmente.

Y este es como la tercera alabanza al dichoso movimiento que hago en este Blog, Pero, por otro lado, se encuentra entre mi música favorita

Sólo para que no se me olvide. Dante, Beatriz, Ponto Vecchio y la 2a Guerra Mundial

Vía Ionarts y Bookslut

Six hundred fifty years later, during World War II, the Americans were chasing the German army up the Italian “boot.” The Germans were blowing up everything of aid to the progression of the American army, including the bridges across the Arno River. But no one wanted to blow up the Ponte Vecchio, because Beatrice had stood on it and Dante had written about her. So the German army made radio contact with the Americans and, in plain language, said they would leave the Ponte Vecchio intact if the Americans would promise not to use it. The promise was held. The bridge was not blown up, and not one American soldier or piece of equipment went across it. We’re such hard bitten people that we need hard bitten proof of things, and this is the most hard bitten fact I know to present to you. The bridge was spared, in a modern, ruthless war, because Beatrice had stood upon it

Robert Johnson
“The Figure of Beatrice in Dante’s Divine Comedy”

Una definición funcional y subjetiva de clase media

A propósito de que estaba leyendo una entrevista a un taxista (sobre el tema de previsión social, en el que trabajo) y hacía su declaración que ‘uno se la juega para que no sea así’ (que sus hijos sean taxistas). De ello se sigue una definición de clase media, a saber:

Es de clase media una persona que si su hijo repitiera su experiencia (trabajara en lo mismo) estaría de lo más feliz. En otras palabras, que no se la juega para que sus hijos eviten su propia vida.

El extraño caso de la influencia de Luhmann en la sociología chilena

¿Por qué Luhmann se transformó en Chile en uno de los principales teóricos? (es cosa de revisar programas, por ejemplo, los de doctorado, para observar su influencia). Al fin y al cabo, no es cierto que sea extremadamente influyente de manera universal.

Lo que vuelve aun más extraño el tema es que su teoría no tiene, que yo sepa, ningún ‘éxito’ explicativo o descriptivo relevante. De casi todos los otros teóricos se puede decir que iluminaron un aspecto de la vida social o que entregaron una respuesta interesante sobre un problema -que permitió avanzar nuestra comprensión de lo social.

Del funcionalismo, bien podemos decir que -equivocadas y todo- las ideas de Merton sobre anomia o sobre sociología de ciencia permitieron comprender mejor ciertos aspectos de la vida social. Incluso de Habermas se puede plantear que sus disquisiciones permitieron avanzar en la comprensión de la esfera pública. En el caso de Bourdieu, incluso cuando se lo declara obsoleto, sería difícil negar que La Distinción representó un aporte a todo el campo de la sociología de la cultura y la del consumo. Y así uno podría seguir con otros teóricos y tradiciones.

Pero en el caso luhmanniano, ¿que parte del análisis vida social ha recibido un aporte sustancial de esa teoría? A veces tengo la impresión que el asunto se reduce a una simple (bueno, compleja) redescripción de temáticas y dimensiones.

La interacción social como unidad social elemental (II) Disolviendo el problema agente-estructura

A continuación observaremos que la elección de la interacción como unidad básica permite además disolver algunas disyuntivas clásicas de la sociología. En particular, nos permite resolver el problema de la relación actor y estructura. Tradicionalmente hemos tenido teorías que enfatizan o al actor o a la estructura, llegando a plantear en el extremo que, por ejemplo, sólo los individuos existen (y que las estructuras no tienen capacidad causal aparte). La búsqueda de una forma de superar la dicotomía, y entender que la vida social es al mismo tiempo un producto de la acción de los actores, pero donde existen estructuras establecidas ha sido una constante en la teoría social en las últimas décadas (Giddens, 1984; Alexander, 1988; Bourdieu, 1990; Archer, 1995).

Pero no se puede plantear que estos esfuerzos hayan sido un éxito. En el caso de Giddens y Bourdieu se puede observar que aunque sus orientaciones son muy similares, se les acusa de los problemas contrarios (Van den Berg, 1998). En ambos casos tenemos la idea que los actores generan acciones usando una estructura, que al mismo tiempo permite y limita sus acciones. Pero en el caso de Giddens se lo critica porque ‘elimina’ la estructura al establecer que las reglas están en las personas. Y en el caso de Bourdieu la critica es que ‘elimina’ el actor que sólo reproduciría su habitus (King, 2000). Más allá de lo útil o certero de las críticas, el caso es que no logran superar la dicotomía, al ser fácilmente reducibles a una perspectiva.

En el caso de Alexander (1988) la situación es incluso más sencilla: La solución del problema se reduce a reconocer que existe agencia y que existe estructura. Pero una teoría debiera especificar las formas de su relación.

Archer (1995) enfatiza la necesidad de separar la estructura y los actores, para poder así entender su relación. La estructura es algo que existe antes de los actores, es un efecto de las acciones de actores pasadas, pero que afecta la situación presente, por ejemplo la estructura demográfica. Pero si esto es cierto, entonces estamos convirtiendo en un gran problema conceptual algo que, si bien implica cadenas causales largas, no implica ningún misterio o problema conceptual al respecto (Healy, 1998): actores tomaron una acción X que tuvo consecuencias Y que afecta otras acciones X’. Siendo cíclico, de hecho podemos plantear la relación como hay una situación Y donde actores hicieron X que generó una situación Y’. La estructura tendría una capacidad causal separada, pero al mismo tiempo alguien podría decir que es sólo el agregado de decisiones de actores individuales, y el hecho que sean actores pasados no es relevante, sólo quiere decir que las consecuencias de las acciones.

En otras palabras, podemos observar que cuando partimos del actor o de la estructura, tendemos a crear un problema conceptual misterioso, difícil de resolver. Cuando partimos de la interacción el problema sencillamente desaparece. Supongamos el caso más simple de una diada. En este caso, es claro que hay actores y que toman decisiones. Del mismo modo, para cada actor es cierto también que no puede tomar cualquier determinación: alter representa un límite. Y recordemos que la intuición más básica de la estructura, que ya proviene de Durkheim, es precisamente la de un actor que se encuentra con límites puestos por otros actores. En otras palabras, en la situación de interacción tenemos –al mismo tiempo- agencia y estructura.

Más aún, todas las otras interacciones en que el actor no participa constituyen y crean una estructura que afecta mis decisiones (siendo al mismo tiempo resultado de decisiones de actores). Cómo se relacionan los actores afecta, por ejemplo, la posibilidad de difusión de innovaciones, y ese es un efecto estrictamente estructural, que proviene de una característica de la estructura de interacciones; pero que al mismo tiempo es generada por las distintas interacciones. ‘The main point is that we do not need dualism (and some form of reification) to explain that actors face real people and other environmental features they did not choose and design’ (Dépelteau, 2008, pág. 65). Pensar en actor y estructura mistifica una situación que cuando pensamos en las interacciones aparece como algo muy sencillo y que no representa mayor problema.

Si pensar la interacción como el hecho social básico nos permite superar el problema de la agencia y la estructura, eso representa una ventaja suficiente de ese enfoque.

La interacción social como unidad social elemental (I)

Una de los primeros temas de una teoría social, independiente de cuál es su elección de pregunta, es ¿cuál es la unidad básica de la vida social? Aunque no se plantee de manera explícita, siempre se elige alguna unidad de análisis a partir de la cual se construye la teoría.

En la teoría social existen múltiples alternativas al respecto. Una unidad muy tradicional es la de acción social, esto a su vez se relaciona con la idea que las personas son el elemento básico de la vida social (Weber, 1964 [1920]; Parsons, 1949; Schutz & Luckmann, 1977 [1973]) . Otra unidad es una interacción, la relación entre ego y alter (Parsons, 1951; Coleman, 1990), dentro de esta lógica también podemos incluir la comunicación como unidad básica (Luhmann, 1995 [1984]). Otros teóricos prefieren partir de una unidad social ya constituida, ya sea esta una práctica o una comunidad concreta (Bourdieu, 1990; Giddens, 1984; White, 2008)

Cómo se puede observar de la anterior revisión la elección de unidad básica y las soluciones teóricas no tienen una relación necesaria. La teoría de James Coleman (1990) basa su teoría es una perspectiva de acción racional comprometido con el individualismo metodológico, pero la unidad básica que intenta explicar son interacciones: intercambios, negociaciones etc. De hecho, la discusión inicial de derechos está pensada para entender intercambios y traspasos de derechos entre actores. Se usa un modelo de explicación individual, pero la unidad básica a explicar es una interacción.

La segunda observación es que, a pesar de todas las diferencias, en realidad la interacción es la propuesta más común de unidad básica de la vida social. En el resto de la sección defenderemos que las otras alternativas propuestas –acción o una estructura social ya constituida- resultan insuficientes.

Luhmann (1995 [1984]) ha desarrollado algunos de los argumentos más claros para criticar la idea que la acción pueda ser la unidad básica de la vida social. Del mismo modo, se ha criticado la idea que la persona o el individuo tenga una primacía como unidad analítica (Burt, 1992, págs. 181-194)y que representan una modalidad de elemento más básico de la vida social (White, 2008).

Pero quizás sea más efectivo hacer notar que los objetivos teóricos de hacer esa elección se pueden lograr del mismo modo usando la interacción como unidad básica. Si defendemos la acción como unidad básica porque el actor es previo a la sociedad, o defendemos alguna versión de individualismo metodológico, el ejemplo de Coleman es suficiente para mostrar que todas esas decisiones son compatibles con usar interacción como elemento básico. Por otro lado, la interacción no tiene los problemas que usar la acción como unidad básica tiene.

En relación a la elección de una estructura social ya dada, parte importante del impulso de estas ideas es evitar los problemas que trae pensar en un actor constituido no socialmente, y que todos los seres humanos siempre aparecen en comunidades ya existentes. Bajo esta perspectiva, una preocupación por una unidad básica aparece como similar a la tradición del contrato social en su intento de explicar un presunto y mítico nacimiento de lo social a partir de una situación pre-social Se argumenta que la situación pre-social no ha existido nunca y es en principio impensable. Más aún, se defiende la idea que hay diferentes niveles en la vida social y que esos niveles no son reducibles unos a otros –por lo tanto la interacción no puede tener prioridad como explicación, las explicaciones no son solo de abajo hacia arriba, y bien pueden explicarse por procesos recursivos en su propio nivel. Además, lo que parece realmente interesante de explicar son los patrones de esas estructuras: ‘Hence, the task of sociology can be seen as that of analyzing the logic and consequences of social rule systems’(Klüver, 2000, pág. 1)

En este punto, uno puede recordar nuevamente que elegir la interacción resulta compatible con esas preocupaciones teóricas y conceptuales. Parsons explica la solución de la doble contingencia a través de un elemento social previo –el compartir valores-, y por lo tanto, independiente de lo que se opine de su solución, nos muestra que elegir interacción como unidad elemental no implica una visión individual o reduccionista de lo social. El caso de Luhmann también nos muestra que elegir una interacción (la comunicación) como elemento básico no obsta para dedicarse a hablar de sistemas sociales, y que elegir interacción no es elegir necesariamente lo que sucede en ‘grupos pequeños’[1]. En otras palabras, uno puede elegir la interacción como elemento básico y todavía mantenerse dentro de explicaciones de orden sistémico o de niveles superiores.

En resumen, podemos ver que todos los objetivos analíticos que están detrás de las restantes elecciones pueden ser logrados al interior de la elección de la interacción como elemento básico de la vida social. En este sentido, la interacción representa la más flexible de las posiciones, y la que menos presuposiciones compromete. Si bien lo anterior puede verse como una ventaja, también permite observaciones críticas: Puede que la interacción resulte compatible con todas las perspectivas teóricas sencillamente porque no aporta demasiado, y no resuelve ninguna de las preguntas y dilemas básicos (que es lo que haremos en el siguiente post)

[1] En la terminología de Luhmann(1995 [1984]), de hecho interacción es usada como sinónimo de interacciones en grupos pequeños, pero aquí preferimos usar interacción de manera más general y como atribuible a cualquier nivel de actor y a cualquier modalidad de interacción. Luhmann usa comunicación para referirse a la forma más general, y por lo tanto resulta útil distinguir interacción para referirse a una modalidad concreta. Pero esa solución a su vez eso implica limitar las interacciones a mediaciones de sentido –un tema en el cual todavía no queremos entrar. En este sentido, sería útil contar con una palabra distinta que interacción que se refiriera a la modalidad más general y abstracta

Un concepto de aprendizaje de utilidad para el análisis social

Siguiendo con la locura que ya mencione en un post pasado (sobre crear una teoría axiomática), y habiendo puesto que una de las capacidades básicas de los actores cubiertos por dicha teoría es que pueden aprender, se colige entonces que es necesario desarrollar un concepto de aprendizaje. Entonces, he aquí el concepto.

Aprendizaje: La capacidad de un actor para desarrollar asociaciones, y todo aprendizaje al mismo tiempo tiene elementos cognitivos y prácticos

Comentario 
La definición explícitamente no plantea el aprendizaje como una adquisición de asociaciones o creencias ‘correctos’. Y esto por el hecho simple que no podemos determinar cuál es el conocimiento ‘correcto’: lo que sabemos en un momento determinado puede mostrarse como incorrecto posteriormente.

Lo que nos interesa más bien es que es lo que hace alguien que aprende: Y lo que logra es ordenar el mundo al establecer asociaciones: Asociaciones en el comportamiento (i.e si hago X pasa Y) o asociaciones entre las distinciones del mundo (i.e los objetos X tienen Y cualidad). Esto es una ordenamiento porque, entonces, no todo puede pasar (si hago X pasa Y y no Z). Lo que hace el aprendizaje es permitirme pasar de un mundo informe y sin distinciones a uno con distinciones. El hecho de crear distinciones y establecer asociaciones entre esas distinciones es el hecho crucial del aprendizaje. Por decirlo de otra forma, el aprendizaje es una forma de ‘crear’ (descubrir) orden a partir del caos.

Estas asociaciones no deben pensarse como reglas claramente definidas ni que puedan traducirse en una formula sencilla. La regla de si hago X pasa Y es una forma breve de referirse a la asociación, pero es compatible con excepciones y ambigüedades. En tanto permita orientar al actor que en general si hago X pasa Y usando distinciones que en general funcionan para delimitar X e Y, ya es suficiente para el actor.

El aprendizaje, en este sentido, tiene una relación muy clara con las nociones de complejidad informacional, con la idea de la complejidad de Kolmogorov. Recordemos que una cadena de máxima complejidad es uno que sólo puede ser descrito por una cadena de igual extensión. Una cadena más sencilla es una que puede ser descrito por una cadena mucho menor (es comprimible sin perder información). El aprendizaje es, precisamente, el proceso de descubrimiento de esa cadena de menor extensión.

Hay una cierta paradoja, en todo caso, en lo anterior. Esta simplificación para el actor se puede presentar como una complicación. Esto porque objetos aleatorios en la visión tradicional son máximamente complejos, pero un sistema completamente estocástico puede describirse de manera estadística de manera reducida: No puede replicar igualmente la cadena, pero sí una muy similar. En este sentido, no es estructuralmente complejo (Crutchfield, 1994). El agregar reglas, y por lo tanto posibilidad de compresión, implica complejizar esa descripción sucinta. El aprendizaje, entonces me permite pasar de un mundo sin distinciones y complejo informacionalmente, pero estructuralmente simple en un mundo con distinciones, más simple informacionalmente pero más complejo estructuralmente (i.e un mundo cuya descripción óptima es más larga). Es pasar de un mundo que no puedo describir en detalle y sólo en general a un mundo que puedo describir (y actuar) de manera específica usando las reglas que descubro.