La construcción plural y abierta del mundo social

Estimo que la frase que genera el título de esta entrada es básica para poder entender realmente la vida social. Cada uno de sus términos da cuenta de una de las características fundamentales de ella. Para mostrar lo anterior usaremos para cada uno de ellos una cita que creo la representa, y la glosaremos para mostrar su importancia.

Parecen concebir al hombre en la naturaleza como un imperio en un imperio (Baruch Spinoza, Ética, Prólogo 3a Parte)

Mundo social: La vida social es parte de la naturaleza y plantear su plena integración a ella es lo que nos permite analizarla, sin necesariamente perder las características específicas de ella. Es por ello que se puede intentar una ciencia universal de la vida social que al mismo tiempo reconozca el carácter histórico de ella y el carácter de sujeto de los actores; porque nada de lo anterior evita que esos características sean parte integrante de un cierto espacio en la naturaleza. La vida social es histórica y creada por agentes, pero en tanto podemos dar cuenta de los procesos que permitan que ella sea así, entonces bien podemos tener una ciencia social ‘naturalista’: Porque los procesos y rasgos que permiten que ella sea así pueden ser analizados como cualquier realidad.

En efecto, el mundo no se da (en cuanto totalidad), en ninguna intuición (Immanuel Kant, Crítica de la Razón Pura, A 519, B 547)

Abierta: La vida social tiene un carácter abierto. Los actores que generan ese mundo lo hacen a través de un cúmulo de distinciones que no pueden ellos agotar, siendo el mundo siempre más amplio que cualquier cosa que ellos hagan. La posibilidad que el mundo que generen los sorprenda y sea nuevo para ellos está siempre dada. No hay forma de listar todas las posibles acciones y alternativas de los actores, porque ellos son los que en su accionar las crean. La apertura de la vida social es una de sus características universales y lo que permite que su estudio sea irremediablemente histórico. Los actores sociales son al mismo tiempo limitados en sus capacidades y universales en su ámbito de aplicarlas (no pueden calcular sin límite, pero pueden calcular sobre todo; aprenden con limitaciones pero pueden aprender sobre cualquier cosa y así); y ello genera irremediablemente el carácter abierto del mundo social que habitan.

Todos los misterios que descarrían la teoría hacia el misticismo, encuentran su solución racional en la práctica humana y en la comprensión de esta práctica (Karl Marx, Tesis sobre Feuerbach 8)

Construcción: La vida social es una vida activa en que se hacen y producen diversos elementos. Sin entender que todo en ella es producto de una construcción permanente y real ella no se entiende. Una construcción que necesariamente es real. No sólo estamos ante un construcción social de la realidad, en la cual se observa como algo objetivo y ‘sólido’ lo que no lo es; sino que estamos ante una construcción de la realidad social (para usar el título del libro de Searle) y dar cuenta de ese trabajo de construcción qua construcción implica no reducir la realidad a un acuerdo cambiante y local sobre el significado (como lo dicen Boltanski y Thévenot en On Justification). Lo que los sujetos construyen es una construcción real de la vida social, y no sólo en su aspecto material (un edificio, un camino), sino lo que crean en sus interacciones: son también realidades que cualquier actor debe reconocer en su acción. Estos procesos de construcción son al mismo tiempo permanentes e ineludibles: Los actores no pueden evitar construir algún tipo de orden, y al mismo tiempo y por los mismos procesos mediante los cuales construyen órdenes, estos órdenes no pueden garantizar su estabilidad. No hay procesos distintos de construcción de órdenes y de desestabilización de ellos, el mismo proceso que construye un orden lo disuelve. Por cierto que el uso que hacemos de la cita de Marx es, en realidad, poco marxista: Es para entender, no para transformar, que observamos la práctica -pero, al fin, estamos citando la Tesis 8 no la Tesis 11.

Al hecho de que los hombres, no el Hombre, vivan en la Tierra y habiten el mundo (Hannah Arendt, La Condición Humana, Cap 1, §1)

Plural: Y finalmente el cuarto punto, que es de manera algo incomprensible fácilmente olvidado en las ciencias sociales, es que la vida social es intrínsecamente plural; y es ello lo que termina de asegurar el carácter abierto y real de toda construcción social. Ello porque los actores entre sí son impredecibles y, por lo tanto, incontrolables; aunque pueden intentar controlar a otros actores, en la medida que requieren que los otros actores actúen, esos intentos no se ven coronados por el éxito. Los otros actores generan posibilidades y alternativas que van más allá de lo que todo actor puede pensar, prever o controlar. La vida social es potentia no sólo potestas. Negri en la Anomalía Salvaje ha insistido, al examinar el pensamiento político de Spinoza, en la necesidad de diferenciar ambos; y una distinción similar sobre el poder, como distinto de la fuerza, siendo intrínseco a la pluralidad en La Condición Humana de Arendt (Cap 5, § 28) , y la misma idea en torno al poder como contrato mutuo en Sobre la Revolución (Cap 4: 3).

Estas cuatro características hacen que la vida social entonces sea una construcción abierta y plural de un mundo. Pensando así, entonces se puede concluir que la vida social, con sus particularidades, es parte del mundo; y luego la empresa de producir conocimiento sobre ella debiera ser tan interesante y válida como lo ha sido en otros campos.

Las dificultades de la noción de Pueblo en Arendt

Aunque toda la historia de las revoluciones del pasado demuestra sin lugar a dudas que todos los intentos realizados para resolver la cuestión social con medios políticos conducen al terror (Sobre la Revolución, Cap 2, 6: 177)

Este texto fue publicado en 1963 y escrito entre 1959 y 1962. En otras palabras, en medio de los regímenes de bienestar -que Arendt reconoce y crítica en el mismo texto. ¿Cómo se podía plantear que el intento de resolver políticamente la pobreza, la re-distribución de riqueza, terminaba en el terror cuando Europa Occidental mostraba que no era así (i.e era posible redistribuir, prácticamente eliminar la miseria, sin causar terror). Por más que se pueda criticar los regímenes de bienestar (y desde distintos puntos de vista así lo han sido), el caso es que no pueden serlo por la afirmación de Arendt.

La intención de esta columna es preguntarse cómo resultó posible para Arendt creer y escribir una frase que era claramente falsa por evidencia que era clara para el momento en que fue escrita.

Arendt distingue tres formas de vida activa: Labor, trabajo y acción. Y es la primera la que se puede asociar al mundo de la ‘clase trabajadora’, ‘el pueblo’, y por lo tanto analizarla es el primer lugar del argumento.

El labor es donde se vive la necesidad de reproducir la propia vida, es la actividad asociada a aquello que se desaparece en el acto de usarlo: El acto básico del animal laborans es el producir el alimento, y la condición básica del alimento es que una vez que se lo usa deja de existir (se consume en ambos sentidos de la palabra consumo). Todas las actividades que no generan un objeto durable, que están bajo la

Lo cual quiere decir entonces (1) Que para Arendt la labor está asociado a la esclavitud.  Para ser libre es necesario estar liberado de la necesidad que implica la labor. Es una forma de actividad que es intrínsecamente esclava:

To be free meant both not to be subject to the neccessity of life or to the command of another and not to be in command oneself. It meant neither to rule nor to be ruled (The Human Condition, II, 5: 32)

The ancients reasoned the other way around and felt it necessary to possess slaves because the slavish nature of all occupations that served the needs for the maintenance of lice (The Human Condition, III, 11: 93)

La nota a pie de página inmediatamente siguiente es decidora: ‘To be a master of slaves is the human way to master necessity and therefore not para physin, against nature; life itself demands it”.

(2) Entonces, el mundo de la libertad, y la política entonces,  requiere su separación del mundo de la necesidad. Es posible superar el pensamiento griego antiguo y pensar que quienes realizan esa actividad no necesariamente están esclavizados, y la argumentación de Arendt sobre el movimiento obrero es particularmente clara al respecto: En la unión de trabajadores era donde el espacio político aparece más claro en el mundo moderno

In other words, when the labor movement appeared in the publis scene, it was the only organization in which men acted and spoke qua men -and not qua members of society (The Human Condition, V, 30: 219)

El mundo de la política es el mundo de la acción. Ahora bien, la acción es la única de las formas de la vida activa que se basa en el hecho que se vive entre los seres humanos, y que requiere entonces la pluralidad y el habla, el discurso. A través de la acción se crea un mundo común. Esto implica, a su vez, que ese mundo común requiere generarse a través de la conversación -una actividad intrínsecamente plural entre las personas en tanto personas (en tanto seres capaces de logos)

To be political, to live in a polis, meant that everything was decided through words and persuasion and not through force and violence (The Human Condition, II, 4: 26)

La aparición del mundo de la necesidad, cuyo sujeto es el pueblo, es intrínsecamente anti-política. Labor no es tan sólo apolítica, es anti-política: Es una actividad que no requiere ni otras personas ni siquiera con el mundo, sino que se está sólo con el propio cuerpo en la necesidad de seguir estando vivo (The Human Condition, V, 30: 212). Más aún, el ideal del animal laborans  es la abundancia y el consumo

En efecto la abundancia y el consumo ilimitado son los ideales de los pobres; son el espejismo en el espejo de la miseria (Sobre la Revolución, 3, p 221)

The ideals of homo faber, the fabricator of the world, which are permanence, stability, and durability, have been sacrificed to abundance, the ideal of the animal laborans (The Human Condition, III, 16: 126)

Pero ese es un ideal que no requiere el mundo libre de la polis, donde las personas se relacionan qua personas. Y bien pueden transformarse, al eliminar y devaluar la necesidad de esa libertad y de ese espacio, convertirse en enemigos de la libertad pública, al no permitirle un espacio. El pathos específico de Sobre la Revolución, lo que cruza todo su capítulo final del tesoro perdido, es que la revolución -espacio en que se vive la libertad pública- no ha sido capaz (ni siquiera en la versión de EE.UU, la más exitosa en la descripción de Arendt) de mantener y sostener un espacio para la libertad y la felicidad pública, de virtud pública, de mantener el espacio que -de hecho- las hacen posible.

El gozo de la felicidad pública y las responsabilidades por los asuntos públicos serían compartidos entonces por aquellos pocos hombres de todas las clases sociales que tienen el gusto por la libertad pública y no pueden sentirse «felices» sin ella (Sobre la Revolución, 6, 4: 463)

Hasta aquí Arendt. Ahora bien, ¿tiene sentido esa argumentación? Recordemos que el punto de partida es que esa argumentación requiere de insistir en una consecuencia que era inmediatamente falsa.

Un primer punto es en torno a la condición de la categoría de acción. En Arendt la acción es un tipo distinto de vida activa, más alto que la labor y el trabajo. Pero se puede negar las bases de esa afirmación: (a) Que se requiere superar la labor y el trabajo con la acción y que (b) la acción sea un tipo distinto de vida activa en vez de una dimensión

Con relación a lo primero cabe mencionar que labor y trabajo forman un ciclo. Arendt enfatiza, en cada una de esas actividades, que son ‘incompletas’. Ya explicamos que es la labor, y entonces lo que requiere la labor es que se le facilite su actividad y disminuir el dolor que ahí radica. El trabajo (The Human Condition, IV) es la actividad que genera un producto permanente, y por ello se caracteriza por su carácter discontinuo, por el hecho que se fabrica en torno a algo pensado anteriormente, tiene y crea un mundo de objetos; y entonces se caracteriza por ver todo el mundo en términos de la cadena medios-fines. Sin embargo, esa actividad se enfrenta al problema del sin-sentido, si todo es cadena de medios-fines, ¿qué permite ordenar todo?

This perplexity [la falta de permanencia de los fines, siempre transformados en medios para otra cosa], inherent in all consistent utiliarinism, the philosophy of homo faber par excellence, can be diagnosed theoretically as an innate incapacity to understand the distinction between utility and meaningfulness, which we express linguistically by distinguishing ‘in order to’ and ‘for the sake of’ (The Human Condition, IV, 21: 154)

Ahora bien, el trabajo ‘soluciona’ la incompletitud de la labor. al entregarle objetos que facilitan esa actividad lo que hace es que el carácter ‘esclavo’ de ella quede ocultado. Ahora bien, ese ocultamiento -que Arendt ve como olvido- es al mismo tiempo esa realidad. En el mundo de objetos generado por el trabajo, la labor efectivamente pierde su carácter de maldición.

But, in distinction from slave society, where the “curse” of necessity remained a vivid reality because the life of a slave testified daily to the fact that “life is slavery”, this condition is no longer fully manifest and its lack of appearance has made it much more difficult to notice and remember (The Human Condition, III, 16: 121)

Al mismo tiempo, la labor también puede ‘solucionar’ la incompletitud del trabajo: Si la reproducción de la vida se transforma en el fin que no puede ser instrumentalizado, en la significación, entonces el carácter vacío del trabajo puede resolverse a través de la labor.

Esto es interesante porque, en Arendt, es la acción la que resuelve el problema del significado, de salir de esa completa instrumentalización. Y, al mismo tiempo, la acción requiere del trabajo:

If the animal laborans needs the help of homo faber to ease his labor and remove his pain, and if mortals need his help to erect a home on earth, acting and speaking men need the help of homo faber in his highest capacity, that is, the help of the artist, of poets and historiographers, of monument-builders or writers, because without them the only product of their activity, the story they enact and tell, would not survive at all (The Human Condition, IV, 23: 173)

Todo ello rompe con la idea de una jerarquía de las formas de la vida activa. Hay dos posibles ciclos: Labor entrega significado a trabajo, que entrega objetos para eliminar la maldición de la necesidad. Acción entrega significado a trabajo, que entrega permanencia a la acción. Si ello es así, y más aún recordamos que labor es insuperable -porque no se puede superar el hecho de estar vivo- entonces la acción aparece como superflua. En última instancia, si el animal laborans es la condición de la vida humana, y el homo faber es el que construye el hogar que permite que esa vida sea humana (The Human Condition, III, 17:135), entre ambos cierran el círculo.

Pero, y con ello pasamos al segundo punto, aparece como superflua sólo si consideramos a la acción como un tipo distinto de vida activa, no como una dimensión de ella. La labor puede ser aislada, pero en principio puede realizarse con otros -y al hacerlo recupera todas las dimensiones de la acción (el generar un mundo común, el generar un mundo común que cree una ‘realidad’, un ‘mundo’ etc.). En el caso del trabajo ello es incluso más claro, porque éste genera un mundo público particular (el mercado, el espacio público de los objetos).

Una de las características de la acción que Arendt destaca es que ella no puede ser ‘fabricada’: Alguien puede empezar,  pero al crearse entre muchos no puede ser pre-definida: El mundo político no es el mundo del homo faber donde alguien crea algo. Es un mundo impredecible (y además irreversible, una vez hecho algo no hay forma de des-hacerlo). Puede pensarse que ahí están las diferencias claves. Pero se puede decir que una vez que tanto labor como trabajo adquieren una dimensión de acción -en tanto son realizadas con otros y se genera un mundo común real- adquieren esas características. No tan sólo el producto no salió como se esperaba, sino que su recepción fue distinta. Nuevamente, el mundo de la acción no requiere ser pensado como una forma distinta de vida activa, sino puede ser pensado como una dimensión de cualquier forma de vida activa.

Esto es relevante porque si se piensa a la acción como algo separado, como una forma distinta de vida activa, en realidad la acción aparece como vacía. Ello no en el sentido que no sea útil (la crítica que el homo faber hace de la acción), sino por que no queda claro en qué consiste.

Aquí es importante destacar otro aspecto de la acción que Arendt destaca: En la acción el agente se presenta (disclose), en ella el agente se expresa y se muestra. Más aún, a través de la acción el agente muestra lo que esencialmente es (no en términos de su naturaleza sino que el agente es su historia, y su historia se constituye a través de la acción). La acción es un espacio de presentación pública. Ahora bien, es importante destacar que esta característica de la acción es distinta y no es requerida por los otros elementos mencionados por Arendt (generar un mundo común, irreversibilidad). Pero es aquí donde efectivamente aparece algo diferente de la labor y el trabajo: Without the disclosure of the agent in the act, action loses its specific character and becomes one form de achievement among others (The Human Condition, V, 24: 180). Mirada de esa forma el criterio de la acción es la grandeza. Una grandeza que es específicamente compleja porque es frágil, al ocurrir a través de la acción y sin generar un objeto, al agotarse el acto en él mismo, y no requerir nada más.

El poder mostrar que la acción no es vacía es mostrar espacios donde esa voluntad de presentación del agente, de responder ‘quién soy yo’ de forma pública, se presente. Ahora bien, para Arendt la respuesta es que eso es el espacio de la política. Lo que vamos a continuación a hacer es criticar ello. Decir que (a) hay un espacio para la acción completa que no es la política y que (b) reducida la política a la pura acción de la grandeza, ella se transforma en pura voluntad de dominación.

Lo primero es relativamente sencillo. ¿Qué otra actividad muestra esa voluntad de mostrar al individuo? ¿Qué otra voluntad tiene esa pura agonalidad, de mostrar ser el mejor, y se cierra completamente en sí? El deporte y la ejecución artística (no la obra artística: no la obra de teatro, la obra musical, sino hacer teatro, tocar la partitura). Son igualmente frágiles, públicas, que requieren otros (porque requieren, en última instancia, representarse). Y son también lugares de grandeza, donde se realizan hazañas que pueden incorporarse en historias (y que sí inscritas por otros se transforman en elementos de nuestro pasado común).

La conclusión anterior es claramente anti-arendtiana (supongo que sería anatema equiparar la tan augusta acción con el deporte), el siguiente argumento puede ser incluso más radical: La política, el lugar de la acción, es si se reduce a la acción como distinción al final se reduce a la dominación. La polis es el lugar de la conversación, no de la fuerza; pero de lo que se discutía era sobre la aplicación de la fuerza hacia otros (Polibio ya criticaba como bajo y falto de grandeza a políticos dedicados a generar prosperidad y buena vida entre sus ciudadanos, en vez de dedicarse a lo que realmente era grandioso que es la conquista y la riqueza, y él encuentro que la época más gloriosa de la historia griega es lo que nosotros consideramos su decadencia, la época de las guerras intestinas). La grandeza, en los griegos, se manifestaba en la capacidad de dominar a otros: La Ilíada era, según Weil, el poema de la fuerza -o sea, de lo que convierte a otros en cosas; y la Ilíada es el poema de la acción y la grandeza: donde se es el ‘doer of great deeds and the speaker of great words’ (The Human Condition, II, 4: 25). Pero el great deed por antonomasia es la conquista y el despojo.

The modern age, much more markedly than Christianity, has brought about -together with his glorification of labor- a tremendous degradation in the estimation of these arts [las artes de la violencia, de la guerra, la piratería etc.] (The Human Condition, III, 17: 129)

Un poco antes, en el mismo párrafo, Arendt menciona que ninguna violencia ejercida por el nombre (excepto por la tortura) puede equivaler a la fuerza natural de la necesidad. Para lograr la libertad de la acción resulta necesario, entonces, disminuir la esclavitud de la labor. Y ello implica en los griegos, a los que coherencia no se les puede negar, subyugar a los otros. Eso es la acción contemplada en sí misma en el ámbito político.

De lo cual, en realidad, es posible obtener otra conclusión: Que es la política como persuasión-entre-iguales y dominación-sobre-otros la que reduce a la labor a la esclavitud. La imagen de la labor como fuerza necesaria y esclava (la intuición que está detrás de la idea que nada es menos libre que la fuerza de la necesidad) es producida por la acción del dominador que crea al esclavo: Que lo crea en el momento que después de su grandiosa victoria lo reduce a la pregunta ¿estás dispuesto a ser mi esclavo o mueres?

Fuera de ello es otra la imagen de la labor, una que de hecho Arendt menciona. La labor, en su fertilidad, y en su carácter de relación natural con el mundo natural, la que produce otra sensación:

The reward of toil and trouble lies in nature’s fertility, in the quiet confidence that he who in “toil and trouble” has done its part, remains a part of nature in the future of his children and his children’s children (The Human Condition, III, 14: 107)

La labor puede entonces generar contento y satisfacción (en el puro ser parte del quehacer y reproducir de la naturaleza), y la fuerza de los placeres básicos asociados (y en el consumo y uso de lo que produce) permite experimentar the sheer bliss of being alive (The Human Condition III, 14: 106).

Más aún, alejado del mundo de la dominación desaparece también la idea de una labor sin propósito (mera incesante reproducción de la necesidad). Arendt comenta sobre la imagen de los patriarcas del Antiguo testamento, inmediatamente después de la cita que hemos hecho, y como -alejados de la preocupación por la inmortalidad de mis actos que es parte de la preocupación de la acción como despliegue de sí- precisamente no percibía a la labor como algo malo o negativo. La maldición del trabajo les era ajena, precisamente porque les era ajena la acción reducida a una forma de presentación de sí.

Lo cual vuelve al punto de inicia y los problemas que Arendt percibe en una política orientada a resolver los problemas de la vida y la cuestión social. Llegar a reconocer que una política de ese modo no termina en el terror, es reconocer que la política entendida en sí misma sólo puede ser dominación y violencia hacia otros. Y es eso lo que Arendt está resuelta a no ver.

Algo que, de hecho, no le permite detectar algo muy fundamental. Una de las características básicas de la acción es la natalidad, que con la acción algo se inicia (The Human Condition, V, 34: 246-247). Ello es algo básico ya sea que entendamos la acción como una dimensión de la vida activa o como un tipo específico de la vida activa. Pero pensada así alguna relación puede tener con la labor, en su fertilidad intrínseca:

the nature of labor, which, according to the Hebrew as well as the classical tradition, was as intimately bound up with life as giving birth (The Human Condition, III, 14: 106)

Recuperar la labor implica rescatarla de la maldición de la necesidad, y ello implica no olvidar que la política entendida como pura acción separada no puede ser más que la pura aplicación de la violencia. La Condición Humana nace, en parte, de un examen de la obra de Marx. Y quizás del mismo modo que Marx invirtió a Hegel, resulte necesario invertir a Arendt para efectivamente no terminar glorificando la pura violencia.

(Cito The Human Condition de la 2a edición de la University of Chicago Press y Sobre la Revolución a partir de la edición de Alianza)

Agamben sobre Auschwitz. El terror de la extinción de lo humano.

Algunos de los momentos más significativos en un texto es cuando la cadena de argumentación experimenta un quiebre, no llega a donde uno pudiera esperar que se dirige. Es allí donde se revela un texto.

El quiebre de la argumentación: Lo que no podemos aceptar como posible.

Al leer el magnífico texto de Giorgio Agamben sobre Auschwitz –Homo Sacer III, Lo que queda de Auschwitz: El archivo y el testigo (original en italiano de 1999, edición española de 2002- hay dos momentos, que además reproducen la misma tensión, en que Agamben evita seguir un determinado argumento por una consideración moral. Esto es relevante porque, en otros textos (en la serie del Homo Sacer) Agamben se caracteriza precisamente por dejar que sus argumentos lo llevan a cualquier parte, por más complejos que puedan ser desde un punto de vista de la ‘moral normal’. Será ilustrativo examinar esos momentos porque nos pueden ayudar a alumbrar el terror específico de Auschwitz.

Las citas entonces:

El musulmán ha penetrado hacia una región de lo humano -puesto que negarle simplemente la humanidad significaría aceptar el veredicto de la SS, repetir su gesto- donde, a la vez que la ayuda, la dignidad y el respeto de sí se han hecho inservibles (2.13, página 63)

Pero si conjugando lo que tiene de único y lo que tiene de indecible, hacen de Auschwitz una realidad absolutamente separada del lenguaje, si cancelan, en el musulmán, la relación entre imposibilidad y posibilidad de decir que constituye el testimonio, están repitiendo sin darse cuenta el gesto de los nazis, se están mostrando secretamente solidarios con el arcanum imperii. (4.9, página 154)

Dos veces el mismo gesto: Se prohíbe cierta posición porque de darla por verdadera implicaría que el nazismo hubiera tenido razón. Como ya dije es un tipo de argumento claramente no-Agambiano, que precisamente en textos anteriores no había tenido problemas en plantear una conclusión por más compleja que pudiera pensar para las mentes bienpensantes.

La situación del ‘musulmán’.

En ambos casos no sólo es el mismo gesto, la misma pulsión, es el mismo tema: La situación del ‘musulmán’. Esa palabra era usada por los prisioneros de los campos a algunos de ellos que parecían haber perdido toda voluntad, todo desear, habiendo quedado reducidos a algo que ni siquiera se podría decir animal porque precisamente habían perdido incluso lo que ellos conservan. Las referencias a muertos vivientes son comunes en los textos de sobrevivientes que reseña Agamben (en particular, los de Primo Levi, en algún sentido el texto de Agamben es una continua reflexión sobre la trilogía de Auschwitz del autor ya mencionado). La sensación que tras el musulmán no hay nada, que representa la pérdida de todo lo que en condiciones normales los seres humanos dado por valioso es recurrente, y no por nada el título del texto en que Levi atestigua de Auschwitz se llama Si esto es un hombre. Agamben recuerda que, en contraposición con los horrores de los muertos, el musulmán no es siquiera algo que se pueda ver (2.5).

Citemos algunas de las expresiones de los testimonios que cita Agamben:

‘No poseía ya un estado de conocimiento que le permitiera comparar entre bien y mal, nobleza y bajeza, espiritualidad y no espiritualidad- Era un cadáver ambulante, un haz de funciones físicas ya en agonía (Améry)

Ese ser idiotizado y sin voluntad (Ryn y Klodzinski)

Apagados en ellos el brillo divino, demasiados vacíos ya para sufrir verdaderamente (Levi)

Su disponibilidad para la muerte no era, empero, algo similar a un acto de voluntad, sino una destrucción de voluntad (Kogon)

Frente a este ser sin voluntad, que está más allá del habla y casi de la experiencia (al menos cómo los testigos lo plantean, veremos al final que esto tiene su relevancia), la pregunta es simple, ¿se puede considerar al musulmán humano o está más allá de la condición humana?

Es interesante, por eso los hemos destacado, que el lenguaje de varios de los testimonios haga referencia a una pérdida de los criterios éticos normales (‘brillo divino’, ‘bien y mal’, ‘nobleza y bajeza’). Uno de los puntos más fuertes del argumento de Agamben es que ninguna de las éticas que disponemos, nada del lenguaje ético tradicional (ninguna idea y experiencia de dignidad, de bien, de valor, de culpa) tiene sentido en el caso de Auschwitz. La crítica de Agamben a la ética comunicativa de Apel es, en ese sentido, devastadora. El problema no es que frente al Kapo de la SS sea imposible comunicar:

La objeción decisiva es otra. Es, una vez más, el musulmán. Imaginemos por un instante que, gracias a una prodigiosa máquina del tiempo, nos fuera introducir en un campo al profesor Apel y llevarle ante un musulmán, con el ruego de que también tratara de verificar en él su ética de la comunicación. Creo que más vale, desde cualquier punto de vista, apagar en este momento nuestra máquina del tiempo y no proseguir el experimento (2.14, página 65)

Frente a la tiranía tradicional siempre subsistió la idea que, pudiendo derrotar al ‘cuerpo’, siempre era posible mantener el propio valor: Que existe un fondo de resistencia que, en principio, uno puede mantener; y que en ello consiste la propia victoria. Podrán enviarme a los leones, pero podré testimoniar mi fe; y en ello puedo mostrar y defender mi valía. Agamben muestra que todo esa visión se vuelve imposible mantener en Auschwitz: Que frente al musulmán todo intento de mantener la propia decencia aparece como radicalmente indecente.

Ahora bien, de la falta de las éticas normales en Auschwitz Agamben concluye que están equivocadas. Toda ética debiera pasar esa prueba, y la prueba es que sean aplicables al musulmán. De no ser aplicables a éste último, entonces sucede que aceptamos el dictum del Kapo y lo expulsamos de la humanidad. Y ello no puede ser.

La capacidad de testimoniar. El argumento agambiano sobre la humanidad en Auschwitz.

En Agamben hay una pulsión, pero no sólo hay una pulsión. El argumento que desarrolla al respecto es el del testigo. Es un argumento complejo y aquí nos limitaremos a sus líneas generales -y a una crítica, también, general.

El punto de partida es, nuevamente, Levi: El verdadero testigo de los campos es el musulmán -aquellos que escriben memorias nunca llegaron, de verdad, al fondo de lo que pasaba allí. Pero el musulmán está más allá de la palabra, y luego no puede testimoniar. ¿Cómo resolver esa paradoja? En cierto sentido, lo que argumenta Agamben es que la diferencia entre el viviente y el hablante es constituyente de la condición humana: En los seres humanos el habla nunca puede coincidir cabalmente con la vida, o llega antes o llega después (y sólo por instantes, no necesariamente experimentados positivamente, como la epilepsia puede ser intra festum, ver 3.20).

Entonces, sí puede haber testimonio en Auschwitz -y al haber testimonio, entonces, no cabe eliminar completamente la humanidad: La figura que siempre es desdoblada, aquí lo es más radicalmente: El testigo es quien habla, y el musulmán queda sólo como viviente. A través de esa escisión es que se manifiesta lo humano, y luego el musulmán no puede ser excluido de lo humano:

La paradoja, en este punto, es que si el que testimonia verdaderamente de lo humano es aquel cuya humanidad ha sido destruida, eso significa que la identidad entre hombre y no-hombre no es nunca perfecta, que no es posible destruir íntegramente lo humano, que siempre resta algo. El testigo es ese resto (3.23, página 133)

Sin embargo, hay dos hebras que, creo, socavan el argumento -en precisamente el punto que siempre resta algo. El primero es que la diferencia entre hablante y viviente no opera ‘normalmente’ en la relación entre testigo-musulmán. Porque el testigo, Levi, vive él la misma escisión entre hablante y viviente que viven todos los seres humanos. Y esto nos muestra que el hecho mismo de dividir esos roles en dos cuerpos distintos quiebra lo que es universalmente humano: ‘Yo’ no soy esa habla que digo, pero eso lo vivo y experimento; del mismo modo que la vivencia ajena es siempre experimentada como vivencia ajena. El musulmán sería, precisamente, donde esa tensión entre hablante y viviente se pierde, y requeriría a otro para que ello se reprodujera, pero ya no sería una escisión vivida. Lo cual nos lleva la segundo punto, que es que, al parecer, los testigos no testimoniaron la experiencia del musulmán. Al final del texto de Agamben hay una serie de testimonios de los propios musulmanes (en años posteriores). Lo que ellos nos testimonian es muy diferente a lo que nos dicen los otros testigos, en particular la radical cosificación que describen esos otros desaparece. Ahora bien, si ello es así entonces la parecer la figura del testigo tal como la plantea Agamben no operó. Pero, entonces cabe la duda sobre ¿habla el musulmán a través de quién lo fue pero ahora puede testimoniar? ¿Se está testimoniando? Queda la sospecha que quienes pudieron ‘volver’ fueron también personas anómalas, y quizás el musulmán está más allá de ello. Porque el musulmán puede ser testimoniado desde afuera y después, pero no cerca a la vivencia. Recordemos: la vivencia no es decible en sí misma, pero se puede testimoniar a partir de la experiencia de esa diferencia. La pregunta queda todavía abierta, y la posibilidad negada por Agamben -que sí, es posible eliminar sin resto a lo humano- todavía no es eliminada.

Más allá del testimonio. El horror de la extinción de lo humano.

Ahora, y ¿si siguiéramos otro camino? Creo que con ello es que podemos adentrarnos más en el horror particular de Auschwitz. Supongamos que lo siguiente es cierto: Que en Auschwitz fue descubierta, y practicada, una acción que permite despojar a una persona de todo lo que damos por valioso en el ser, y dejarlo fuera de toda ética. No es que las éticas fallen en Auschwitz y por ello estén equivocadas, es que la posibilidad misma de una conducta ética es la que queda eliminada ahí. Los seres humanos somos, efectivamente, capaces de destruir toda la humanidad de alguien y dejarlo efectivamente convertido en algo que no nos queda más que verlo como objeto. El terror de eliminar lo humano (algo más profundo que simplemente asesinarlo), el horror de lo que plantea el Kapo, es precisamente que es posible.

Si uno examina algunos textos escritos en la inmediata posguerra podemos observar que lo que une a pensadores tan distintos como Orwell (en 1984) o Arendt (en Los Orígenes del Totalitarismo) es que resultaría posible una sociedad como esa, donde eternamente se produjeran musulmanes. De alguna manera, al insistir en que no es posible aceptar que en el musulmán se haya extinguido lo humano, Agamben está resistiéndose al horror específico que corresponde a los campos.

Vivir en una sociedad donde es posible tener una vida humana -en el sentido más básico de la palabra, una donde tiene sentido pensar preocuparse de la dignidad, de la decencia, de la verdad- es algo que tenemos que construir. Pero no es necesario que ello suceda, bien podemos construir lo contrario. Más aún, y he allí el terror específico, queda la pregunta de si podemos construir esa anti-humanidad sin que exista salida alguna.

La supervivencia del pequeño comercio en el Centro de Santiago

Una de las tendencias de una sociedad mercantilizada y ahora globalizada, se supone, es el reemplazo del pequeño comercio por el gran retail: Los almacenes dan paso a los supermercados. Así, por ejemplo, Ruiz y Boccardo en Los Chilenos bajo el Neoliberalismo (2014) nos recuerdan la:

‘abrupta disminución del peso de los comerciantes detallistas dentro de esta categoría responde a su lento crecimiento absoluto, cuya recuperación se dificulta cada vez más, dados los escasos intersticios que para tales formas de “emprendimiento” dejan los importantes grados de concentración predominantes en estos rubros económicos’ (p 127)

Sin embargo, de hecho no disminuyen absolutamente (que es lo que también dice la cita). Difícil y todo parece que es posible mantenerse como comerciante detallista, si bien parece que no puede expandirse como peso el nicho todavía existe. Allí entonces, hay una pregunta a hacer: ¿cómo resulta ello posible?

Mi experiencia es que, al menos en Santiago, existen diferencias muy amplias por sector en torno a la preponderancia y pervivibilidad de estos comercios. Hay comunas (el barrio alto en particular) donde este tipo de comercio es poco común, pero hay otros sectores donde ellos todavía tienen buena salud. En particular, hablaré a continuación de la situación en un barrio residencial de la Comuna de Santiago (al sur de la Alameda).

Si me ubico en la esquina donde vivo y camino sólo una cuadra por cada una de las cuatro direcciones me puedo encontrar con 20 negocios pequeños: 9 almacenes, 4 restaurantes, 2 panaderías, 1 botillería, 1 verdulería, 1 minisuper, 1 tienda de productos médicos alternativas, 1 cyber-café (más un OK Market que, siendo parte de una cadena, no lo cuento).  Esto en un barrio que, si bien está repleto de edificios (que pueden llegar a tener 500 departamentos cada uno), al mismo tiempo está a 3 cuadras de la Alameda y tiene 5 supermercados en las cercanías. Entonces, ¿por qué no todas esas personas simplemente compran en los supermercados? ¿Para qué van a los almacenes y similares? (que son, al final, más caros).

Algunas posibles dinámicas:

  1. Que dada la combinación de niveles de ingreso medios y medios-bajos (C2 y C3 para usar la nomenclatura usual) con departamentos relativamente pequeños no resulta viable realizar compra sólo semanalmente
  2. Que esto es aún mayor dado ciertos productos: Por ejemplo, no tiene sentido comprar el pan por la semana (y algunos de los productos para el pan tampoco, pensemos en la tan común palta)
  3. Que para la compra diaria, y dado el lugar, el almacén puede tener ventajas sobre el supermercado: Es más rápido, en particular porque varios supermercados cercanos o no tienen o tienen estacionamientos pequeños; y en más de alguna ocasión el producto no está en ese supermercado (los del centro suelen ser relativamente pequeños); o de hecho, precisamente para esos productos perecibles, el producto del supermercado es de peor calidad.
  4. Que dado el tamaño de los hogares en varios casos (muchos hogares unipersonales por ejemplo) esas ventajas se pueden acrecentar.
  5. Que incluso si esas ventajas de un pequeño negocio sobre un supermercado sólo son reales para un pequeño subgrupo de quienes viven en las cercanías, o incluso si sólo son reales para un pequeño subgrupo de las compras de quienes viven ahí; el mero tamaño de la población de las cercanías lo permite (población que además probablemente crecerá en los siguientes años, ya están construyendo un nuevo edificio de dimensiones similares a las mencionadas anteriormente en un espacio que antes estaba ocupado por casas de un piso y por estacionamientos).

En cualquier caso, que para ese modo de vida la compra en almacén puede ser algo relativamente estable, es una conclusión que parecen haber alcanzado incluso los arquitectos de la zona. Hay varios edificios que, de hecho, tienen ya incluido el espacio para negocios en su estructura.

¿A que viene esta larga descripción de lo que no son ni siquiera cuatro cuadras completas? A una lección que, de hecho, es metodológica: La cita inicial de Boccardo y Ruiz, que es producto de una macro-mirada, no da cuenta de todos los procesos. Para entender la subsistencia de estos negocios tengo que ver los procesos concretos que los permiten, y que a su vez podrían usarse para intentar explicar porqué hay sectores repletos de estos comercios y otros no (i.e el barrio alto con estructuras completamente diferentes de ingresos, de densidad, de ordenamiento para el automóvil etc.). Es a ese nivel que se producen los procesos que terminan produciendo el resultado global.

Y para mostrar de qué negocios (y de qué diversidad estamos hablando) algunas fotos:IMG_20151212_190515649IMG_20151212_190459438IMG_20151212_190449364_HDRIMG_20151212_190045369IMG_20151212_190015750

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A propósito del cuidado a uno mismo

En diversas ocasiones cuando he requerido consejos de mis amigos, me he encontrado con una declaración común de la necesidad de cuidarse a uno mismo. Y he de reconocer que nunca tal admonición me ha terminado de convencer. No estará de más exponer las razones de ello.

Que se reducen a algo muy simple: Más que en el cuidado de sí, creo en el cuidado de otros y ser cuidado por otros. Aunque en principio el cuidado de sí es perfectamente compatible con preocuparse de los demás, y así se me lo ha mencionado (sólo puede cuidar de otros quien primero cuida de sí); no dejo de pensar que en la práctica es fácil caer en la trampa de sólo preocuparse de sí (es la orientación más natural al fin y al cabo).

Ahora bien, ¿dejar el cuidado de uno mismo en manos de otros -que es finalmente lo que estaría defendiendo- no es caer en la vulnerabilidad y la dependencia? Pero, dado que no vivimos aislados, siempre vivimos en cierta dependencia. Podemos hacer elecciones sobre nuestras dependencias de otros, podemos tomar recaudos de no depender de alguna persona en particular si se quiere; pero no podemos obviar el hecho de depender de otros, y bien podemos usar ello para eliminar los peligros que pudieran provenir de ello (por ejemplo, a través de múltiples dependencias).

Sin embargo, lo más crucial es otra cosa, ¿pero porque pensar en el depender de otros como un problema y un peligro? No deja de ser notorio que ello es parte importancia de la tradición de pensamiento occidental. Está en Sartre (el infierno son los otros en la frase más conocida), está en el puritanismo (como nos recuerda Weber en la Ética Protestante). Releyendo las Meditaciones de Marco Aurelio es notorio como la tradición estoica es profundamente negativa del otro: En más de una ocasión Marco Aurelio termina renegando de la vida con otros y sólo por un asunto de deber plantea que es necesario mantener una relación amable con los otros que sólo traen negatividad hacia el alma propia.   Pero creo que ello finalmente, es equivocado: Es con otros que hacemos y logramos mayor plenitud que cualquier cosa que intentemos aisladamente. No creo ser la única persona que, al fin y al cabo y sí quiero ser veraz a mi experiencia, tendrá que reconocer que la mayoría de las personas que he conocido han sido buenas personas. Depender de los otros no es una carga sino una posibilidad, y -creo haberlo dicho en palabras muy similares en otras entradas- ensimismarse es una forma de empobrecer el espíritu.

Pero, ¿y si ningún otro cuida de uno? Pues bien, si tan mal uno ha manejado sus propios asuntos que a nadie le interese lo que a uno le pase, en realidad no se tiene a otra persona que culpar a uno mismo. Lo cual, por cierto, tiene la innegable ventaja que, entonces, sólo depende de uno cambiar dicha situación. Pero si te haz manejado con los otros de forma mínimamente aceptable, entonces sí no debiera ser raro que algunos otros se preocupen de ti. Y quizás esa sea la forma más feliz de lograr el cuidado de uno mismo.

En defensa del rol del Tribunal Constitucional

Supongo que esta entrada no me hará muy popular entre mis amigos, pero en fin si uno cree que sus amigos están equivocados lo que corresponde es decirlo supongo.

A propósito de la última decisión del Tribunal Constitucional, sus tres decisiones en su fallo sobre la glosa de gratuidad de educación superior en la Ley de Presupuestos, han surgido una gran cantidad de críticas. Algunas de ellas orientadas a la decisión como tal y otras, más bien, orientadas a criticar el rol y la existencia misma de un Tribunal Constitucional. La lógica es sencilla: Si un tribunal puede anular la voluntad de las autoridades electas (Congreso más Presidencia), ¿de qué democracia estamos hablando entonces?

Creo que detrás de ese argumento hay una profunda incomprensión de lo qué significa un gobierno republicano (para los propósitos de esta discusión, democracia la entendemos como un subconjunto de gobiernos republicanos). Para ello dos consideraciones.

La primera es en torno a la naturaleza de la Constitución. Si vamos a tener una Constitución, entonces hay un orden de prioridad, la Constitución es más basal que las leyes (que a su vez son más basales que los decretos y así). Esto requiere entonces que una ley no puede pasar por encima de la Constitución. Si ello pasa, entonces simplemente no hay Constitución.

Ahora bien, ¿porqué esta consideración es importante? Porque se supone que estamos discutiendo sobre una nueva Constitución, pero toda esa discusión deja de ser relevante si se asume por principio que una ley aprobada por el Congreso no pasa por control de constitucionalidad. Supongamos, para poner un ejemplo al gusto de muchos que han criticado la última decisión del TC, que se instaura en una nueva Constitución una norma que indique que, por ejemplo, se garantiza educación pública y se prohíbe el lucro en educación. Pero dado que un TC no puede pasar por encima de lo que decide el Congreso, si éste aprueba una ley en que, por ejemplo, se permite el lucro; entonces ella sería válida. En otras palabras, toda la discusión sobre la Constitución sería inútil.

Si se cree en la prioridad de la Constitución sobre la ley, se requiere un control de la Constitucionalidad (del mismo modo que Contraloría controla, precisamente, que los actos administrativos se ajusten a la ley, o sea la misma operación pero en un nivel más bajo).

Una democracia no requiere para operar la distinción entre Constitución y ley, entiendo que en el Reino Unido todas las cosas están al mismo nivel (son Actas del Parlamento); pero sí vamos a mantener esa distinción, entonces algún control de constitucionalidad se requiere.

 

La segunda consideración creo es más profunda (y problemática). La democracia no es el gobierno en el cual la mayoría hace lo que quiere. Límites a las decisiones de la mayoría es la razón por la cual en general las Constituciones tienen un capítulo de derechos, o que se intenta dividir los poderes.

Para dejarlo más en claro, volvamos a poner un ejemplo favorable a quienes criticaron la decisión. Supongamos que se logra introducir en la Constitución un reconocimiento al carácter plurinacional de Chile, y que las leyes deben hacer tal y tal cosa para aplicar ese reconocimiento. Y entonces después de alguna elección, el Congreso aprueba una ley que declara que en la educación formal sólo serán válidas clases en castellano, prohibiéndose otras lenguas. Sería una decisión mayoritaria e inconstitucional (y por lo tanto, iría en contra de lo que como ‘pueblo soberano’ se decidió implementar con especial salvaguarda). O una ley que le quitara derechos políticos a tal y cual persona (digamos, una Ley de Defensa de la Democracia, que fue aprobada por una mayoría del Congreso). Si creemos efectivamente en cosas como derechos fundamentales, al mismo  tiempo estimaremos que ellos no pueden ser pasados por alto por cualquier mayoría.

Al revés que la anterior, esta consideración es general. Poner límites al ejercicio de las decisiones de la mayoría es parte de lo que constituye una democracia. Un gobierno sin límites es lo que desde hace mucho tiempo constituye la tiranía.

 

Tengo la impresión que detrás de la crítica hay dos tentaciones que son comunes, pero que en particular lo son entre quienes se piensan a sí como progresistas: (a) Una despreocupación por lo formal en función de lo material: Si el objeto de tal decisión es justo, las formalidades dan lo mismo. Pero en una mirada de largo plazo, lo formal importa -en parte, es a través de ello que se crean instituciones fuertes que son capaces de tomar decisiones. (b) La sensación que la mayoría siempre está con uno. Los ejemplos dados no ocurrirían, como el progresismo representa la opinión del ‘pueblo’ entonces las situaciones negativas, desde el punto de vista progresista, mencionadas anteriormente, no se darían. Pero basar las evaluaciones institucionales en la idea que uno siempre gana es a la vez injusto e ingenuo.

En última instancia,  se requiere un control de constitucionalidad. Que la forma actual en que el TC ejerce ese control puede criticarse, claro está; pero el rol como tal es difícil de eliminar. Para ver su importancia un ejemplo histórico, y volvamos a un tipo de democracia muy distinta de las actuales -la democracia ateniense que era directa.

Enfrentados frente al tema que una decisión de la Asamblea podía ser ilegal (los atenienses planteaban la diferencia ley / decreto; no la diferencia constitución / ley, en ese sentido de manera similar a lo dicho con respecto al Reino Unido) ¿que inventaron? Lo que se llama el graphe paranomon. Este era un procedimiento mediante el cual un ciudadano acusaba al promotor de un decreto aprobado por la Asamblea que éste era ilegal ante los tribunales populares. Luego, un tribunal de 501 ciudadanos atenienses decidía. Si declaraba que el decreto era ilegal, éste dejaba de ser válido y además se le imponía una multa al promotor del decreto (que podía llevarlo a la pérdida de sus derechos políticos). Cómo se puede observar las penas eran bastante más altas. Ahora bien, si bien el procedimiento era muy diferente (y siendo  coherente con sus prácticas directas bastante más participativo que los nuestros actuales), el caso es que de todas formas se había ya observado la necesidad de contar con un control de las decisiones que tomaba la mayoría.

La democracia, en general las repúblicas, implicaban el reemplazo del gobierno de los hombres por el gobierno de la ley (la expresión inglesa rule of law es explícita en ella, pero también es clara cuando decimos Estado de Derecho). Y esto requiere entonces tener un procedimiento que indique que las normas no sean pasadas por alto.

 

Por cierto, todo lo anterior no es -para nada- una defensa de la decisión específica del TC; ni tampoco de la conformación y potestades concretas que tiene el TC. Ni siquiera es una defensa del TC como tal -esas funciones las cumple la Corte Suprema en Estados Unidos por ejemplo. Pero del mismo modo que la democracia es la aceptación de la derrota, que entre las cosas legítimas que ocurren está que la propia opinión no es la que se transforma en la decisión colectiva; lo mismo con el control constitucional, aceptar su necesidad implica aceptar que esas decisiones pueden ir en contra de la propia opinión sin que por ello dejen de ser legítimas. Lo que pretende esta entrada es simplemente defender la idea misma de un nivel de control de constitucionalidad de la ley.

 

¿Se puede decir que la teoría social avanza?

El que la teoría social no avanza como tal, que no acumula conocimiento, es parte del sentido común de ese propio debate. Entre quienes participan más activamente en él suele declararse como crítica -tanto Luhmann como Coleman, para usar nombres muy distintos- lamentan el hecho que la teoría se convierta en exégesis de autores clásicos. En ocasiones es visto como una característica de nuestras disciplinas, y que no debiera aplicársele  a nuestra área, que tiene otros cánones. Pero más allá de la distinta evaluación, el diagnóstico que la teoría social no funciona por acumulación de conocimiento parece relativamente estable.

El diagnóstico, en todo caso, a primera vista no parece mal encaminado. Los debates suelen repetirse, ¿cuantas veces no se ha discutido sobre la acción racional? Y no puede decirse que, pensando en un tema que ha dominado en cierto sentido las discusiones recientes, la discusión sobre la relación entre acción y estructura se haya solucionado. Si se usa como baremo de resoluciones de discusiones la existencia de teorías consensuadas y la ausencia de pluralismo, entonces claramente no existiría resolución alguna ni puede esperarse (y bien puede negarse su deseabilidad) alguna resolución.

Esa conclusión y ese argumento se basan en una perspectiva que creo está equivocada. Es la idea que pluralismo teórico y construcción común de conocimiento están en oposición. Si hay tradiciones teóricas separadas (y que no puede esperarse que sean ‘derrotadas’ y abandonadas) entonces no hay forma de tener una construcción común de acervo. Lo que intentaré mostrar en esta entrada es que existe una forma de construir conocimiento común a través de discusiones plurales; y que es esa posibilidad la que nos permite entender el estado del debate sociológico actual. No pensar de esa forma es lo que nos hace pensar que no hay avance y que sólo se repiten discusiones; y no nos permite observar los movimientos reconstruibles racionalmente que se observan en la teoría.

En otras palabras, si bien cierto que se repiten los debates y los oponentes, al mismo tiempo hay un movimiento reconstruible racionalmente y que a través de éste se acumula un acervo de conocimiento.

En relación con las perspectivas en torno a la discusión de la relación entre acción y estructura se puede observar que existe (a)  una apuesta general de la teoría social en los últimos decenios –el intento de superar la mera oposición simple entre acción y estructura; y que (b) es posible detectar movimientos y trayectorias al interior de estos intentos de solución, donde cada nueva postura responde a insuficiencias detectadas en otras. Así por ejemplo, Archer desarrolla su argumentación sobre la base de las insuficiencias de los intentos de Giddens; las perspectivas relacionales más recientes aunque no sea explícito, intenta dar cuenta de una relación entre actor y estructura sin conflaciones ni con dualismos analíticos, y por lo tanto no recaiga en los problemas de otras alternativas.

Estos movimientos teóricos no implican superaciones o abandonos: No sólo cada perspectiva analizada ha entregado ciertos aportes al acervo común, sino que además han seguido produciendo conocimiento. Pensemos en el caso del rational choice. Las razones por las cuales éste es insuficiente han sido claras desde casi su desarrollo inicial, y sin embargo posterior a que esas críticas válidas se desarrollaran, realizó aportes importantes -por ejemplo, la teoría de juegos o todo lo que generó la pregunta de Olson sobre cómo es posible acción colectiva entre actores regionales. La perspectiva se puede decir ya había sido superada, pero siguió produciendo resultados que son de interés. Del mismo modo, podemos plantear que las ideas de habitus y de campo de Bourdieu no resuelven satisfactoriamente la relación entre acción y estructura, y criticarlas por que no tienen claridad alguna u otras razones, pero ¿sería posible negar lo útil que han sido para generar investigación y conocimiento?

Las diferentes perspectivas no son superables, creo, porque hay intuiciones fuertes e importantes en cada perspectiva que siempre ejercen atracción, y que siempre pueden generar conocimiento; y en cada movimiento hay quienes reaccionan a su posible pérdida con una ‘vuelta’, a plantear de nuevo y con  radicalidad dicha intuición básica. Ello puede parecer un diálogo de sordos (i.e de nuevo viene a decir que la acción es importante o que no se puede analizar como si la estructura no existiera); pero sin embargo a través de estos debates plurales en que cada perspectiva se desarrolla y dice lo que le interesa, se genera conocimiento: Se produce el concepto de habitus, de expertise tácito, los efectos de las acciones pasadas, de construcción de relaciones etc. Y esas producciones representan un avance, podemos analizar mejor las prácticas sociales cuando tenemos conceptos como habitus y campo que cuando no los tenemos; podemos investigar mejor acción colectiva cuando nos damos cuenta que no es evidente que personas de intereses similares actuaran mancomunadamente etc.

En algún sentido, el habitus teórico de, al encontrar una insuficiencia de una teoría, pasar a desecharla completamente, como si nada hubiera aportado, no es mucho lo que ha beneficiado a la sociología.  No observamos la acumulación porque se piensa que sólo bajo una perspectiva unificadora se construye conocimiento común, pero ello resulta insuficiente para dar cuenta de un debate que, sin generar consensos unificados, sí tiene trayectoria y producción de acervo.

Si salimos de esa trampa, y pensamos en términos de construcciones plurales de conocimiento, de finalmente que las críticas a una perspectiva no eliminan lo valioso que una perspectiva ha aportado (y puede seguir aportando) entonces el debate teórico no ha sido estéril. Bajo una perspectiva de agregación de componentes útiles para dar cuenta de aspectos de la vida social claramente (la acumulación de tuercas y tornillos à la Elster) se cuenta con un instrumental teórico más poderoso que antes de estas exploraciones, y la trayectoria de construcción de esa acumulación es, para usar una vieja frase de Lakatos, susceptible de reconstrucción racional.

¿Que esa acumulación no implica una teoría unificada? ¿Qué esa acumulación ha producido ideas teóricas relativamente débiles, sin tanta capacidad de predicción y de sistematización? Sí, todo ello es cierto. Quizás se podrían lograr avances de otra forma, y alguien quizás podría decir mayores y mejores avances, pero el caso es que entremedio el debate teórico se mueve y genera conocimiento.

En 1937 Parsons iniciaba la Estructura de la Acción Social citando a otro autor en torno a que nadie leía a Spencer, y con ello indicando la bancarrota del utilitarismo y del evolucionismo. Podemos decir que tanto el utilitarismo como el evolucionismo experimentaron renaceres posteriores (al menos el rational choice resurgió y representa precisamente el tipo de teoría que Parsons declaraba ya muerto). Por otro lado, es cierto que ya no se puede volver propiamente a Spencer; y que las nuevas versiones de las viejas perspectivas sí introducen modificaciones y aportes. Quizás los contendientes del debate se mantienen, pero el estado del debate se mueve en una dirección que produce nuevo conocimiento.

Una brevísima relación de la Sociología Analítica

Que las aproximaciones sociológicas suelen, al final, dividirse entre versiones de teorías de acción y de estructura, por más que se intente superar (de diversas formas esa distinción). Ahora bien, dentro de las diversas formas que adquiere la preocupación por la acción una vertiente que ha adquirido fuerza en los últimos años, que tiene interés intrínseco y que además sus movimientos como tales son ilustrativos de las trayectorias de la teoría social en general es lo que se ha llamado sociología analítica  (Hedstrom 2005, Hedstrom 2009, Manzo 2010). La sociología analítica es tanto una propuesta teórica como una propuesta metodológica y trataremos ambas por separado aquí.

La sociología analítica como teoría

En lo que concierne a sus declaraciones teóricas podemos observar que tiene una clara raigambre accionalista:  ‘Through their actions actors make society ‘tick’, and without their actions social processes would come to a halt. Theories of action are therefore of fundamental importance for explanatory sociological theories’  (Hedstrom 2005: 5). Todo análisis requiere una micro-fundación (o sea, una explicación al nivel de los actores) robusta, sin ello no hay propiamente análisis -dado que lo que se niega, junto a toda la tradición accionalista, la existencia de mecanismos causales directos macro-a-macro (toda afirmación requiere pasar por el nivel del actor).

¿Qué modelo de actor? Claramente se tiende a rechazar la idea del rational choice, o al menos declararla insuficiente, Así Manzo plantea que esa teoría se debate entre una fuerte formalización que resulta empíricamente equivocada y entre versiones más débiles que no están tan equivocadas pero que predicen poco (Manzo 2013: 362). Y que existen modelos de actor que no tienen esas limitaciones. En esto se parece bastante a Raymond Boudon, que colaboró con un capítulo (1998)  en el libro de Social Mechanisms, que en cierta manera es el origen de esta perspectiva (y que estuvo en cercanía al esta vertiente por un buen tiempo). Ahora bien, de todas formas existe una preferencia compartida por la formalización; y lo que interesa es la  posibilidad de desarrollar una aproximación más formal, y con predicciones importantes, pero que no siga la tradición del rational choice.

Para ello se piensa que la acción intencional es la base de toda buena explicación, pero ello no requiere modelos racionalistas. El modelo DBO de Hedstrom (2005: 38-42), o  ver también Fehr y Gintis 2007) es una forma sencilla de modelo alternativo: La acción se comprende como el resultado de los deseos (D), las creencias (B, por beliefs) y las oportunidades (O). Este modelo sencillo se nos plantea ya es útil para explicar; Hëdstrom reconoce que es ‘sicología popular’, pero al mismo tiempo el hecho que en la vida cotidiana usemos un modelo de este tipo que sirve para predecir acciones de los otros basados en nuestras creencias sobre sus estados mentales, nos muestra que en algún nivel efectivamente funciona. Y dado que la ciencia social no tiene como objetivo explicar los estados individuales, sino usarlos como base para otras explicaciones, entonces quizás baste entonces con esa sicología popular.

Ahora bien esta perspectiva, si bien tiene una raíz claramente en las teorías de la acción y en perspectivas individualistas transita hacia una incorporación de una visión interaccional, reconociendo las estructuras. Luego de la cita de Hedstrom del párrafo anterior nos plantea que la estructura de interacciones tiene una importancia propia para la explicación. Recientemente, Manzo (2014: 17-21) ha enfatizado que la sociología analítica usa un individualismo estructural (también ver Hedstrom 2009, Manzo 2012), reconociendo que los actores están inscritos en una red de relaciones y en contextos. Que se requieren, para usar el subtítulo de un texto reciente en que se presenta esta perspectiva, ‘Acciones y Redes‘ para comprender la vida social implica un alejamiento de una perspectiva puramente accionalista.

En algún sentido, se puede plantear que el movimiento de la sociología analítica muestra los límites y posibilidades de la aproximación de la acción. Por un lado, (a) reconoce la necesidad de una visión más compleja del actor y (b) para explicar mediante acciones son necesarios parámetros estructurales (i.e las redes). Lo cual no deja de ser interesante porque replica un paso anterior de la teoría social. Esa es precisamente la solución de Parsons en la Estructura de la Acción Social (1949): complejizar la visión del actor, ingresar parámetros estructurales, todo en nombre de reconocer intencionalidad (voluntarismo en el lenguaje del primer Parsons). De alguna forma, la resolución de los problemas de las teorías accionalistas se resuelven en una dirección que envía hacia fuera de ella. Pero esta pareciera ser una lección olvidada porque, digamos, es un proceso que hay que hacer una y otra vez. Por otro lado, y ello tampoco debiera olvidarse, sí hay cierta evolución: El parámetro estructural que en Parsons era normas y valores es reemplazado por otro parámetro, que está constituido por otros actores. Y uno diría que, sí, ello constituye un avance teórico de alguna significación.

 

La sociología analítica como metodología.

La aproximación metodológica de la sociología analítica nace de una mirada muy crítica al estado de la sociología: la teoría social no es más que un conjunto de textos poco claros que nombran pero no explican -y no es extraño encontrar en estos autores referencias bastante caústicas sobre la definición de habitus de Bourdieu por ejemplo (usando la idea de ‘estructuras estructuradas predispuestas a funcionar como estructuras estructurantes’ como modelo de la falta de claridad). Se crítica que el modelo cognitivo de la ciencia, o sea la búsqueda de explicaciones la vida social, ha perdido importancia en función de otras formas de hacer sociología, que pueden ser legítimas pero que son secundarias (Boudon 2001).

Los principios básicos de objetividad, anti-relativismo, unidad de las ciencias y en particular la exigencia de claridad, enmarcan las preocupaciones de la sociología analítica. Lo cual comparten con otras perspectivas, lo que la diferencia es una fuerte explicación vía mecanismos (Hedstrom 2005, Hedstrom 2009, Noguera 2006, Manzo 2010):  Es importante superar las explicaciones de variables, que al final son ‘cajas negras’. La idea central es que explicar un fenómeno es generarlo (Manzo 2010: 210).

En este sentido, se puede plantear que es una perspectiva cierto sentido anti-hempeliana: la noción de ley de cobertura resulta insuficiente; como forma de superar la explicación solamente a través de variables. La idea de leyes de cobertura no es suficiente porque, precisamente, entrega regularidades sin mecanismos que expliquen cómo se genera esa regularidad.

Entonces, lo que hay que hacer es explicar vía mecanismos. donde podemos observar cómo se generan los procesos desde niveles más bajos (Hedstrom y Swedberg 1998}; y para un listado virtuosístico de mecanismos se puede leer a Elster (2007). Hay múltiples definiciones de mecanismos. Así Hedstrom (2010: 50-52) plantea que: (a) éstos se identifican por el efecto que causan, son siempre mecanismos de algo; (b) es una noción causal irreductible, se refiere a las entidades que causan el efecto; (c) tiene una estructura, hace visible como las entidades que lo forman producen el efecto; y (d) forman una jerarquía, lo que en cierto estudio se puede dar como un mecanismo dado se espera que a su vez este sea producido por mecanismos de menor nivel. Otra definición es la de Elster que tiene la ventaja de mostrar su naturaleza  alegal: ‘Roughly speaking, mechanisms are frequently occurring and easily recognizable causal patterns that are triggered under generally unknown conditions or with indeterminate consequences. They allow us to explain, but not to predict’ (Elster 2007: 36). No sólo los mecanismos claramente no son semejantes a leyes, sino que tampoco pueden pensarse como aquello que permite entender una ley -explicar sin predecir sería casi un anatema bajo la idea de explicación de cobertura.

En cualquier caso, no deja de ser curiosa esta fuerte defensa de la idea que una explicación para ser científica debe ser a través de mecanismos, y que es casi un oscurantismo plantear que se explica sin tener un mecanismo. Porque en la mecánica clásica ya encontramos ese mismo problema y la solución fue efectivamente declarar que no es necesario tener un mecanismo causal para tener una buena teoría científica: no hay mecanismo causal que explique la gravedad en Newton, y es esa falta la que originó la frase de hypothesis non fingo: No es necesario tener un mecanismo que explique la ley de gravitación para tener una muy adecuada ley de gravitación que nos permite comprender el mundo. En otras palabras, la filosofía de análisis que está detrás de este movimiento es tan exigente que elimina parte importante de las ciencias duras. Por cierto que, finalmente, a veces se reconoce que efectivamente resulta inviable tener explicaciones por mecanismos, pero no deja de ser algo extraña esta insistencia.

La explicación por mecanismos se aproxima a perspectivas de agentes, lo que se asocia al carácter accionalista de la perspectiva en términos teóricos: la idea de explicar el macro-resultado a través de elementos menores se traduce fácilmente a la idea que esos micro procesos son individuales. Los fenómenos agregados no se explican al nivel agregado: ‘Macro-level outcomes and relationships tell us very little about why we observe the macro-level outcomes and relationships we observe’ (Hedstrom 2009: 340). Al mismo tiempo, se critica la idea que esta asea una aproximación reduccionista, dado que el fenómeno agregado no es una simple ‘suma’ de lo que sucede con los actores, sino que depende de las formas en que ellos interactúan.

La formulación de Manzo es quizás una de las más claras en ubicar las diversas formas metodológicas que permiten explicar los fenómenos sociales: ‘wherein variable analysis describes, mechanism modeling (where mechanisms are built in non-reductionist methodological individualism terms) explains, and simulation activates and runs (as well as tests) the mechanisms assumed to be the basis for observed statistical relations’ (Manzo 2007: 37). Una síntesis de mecanismos con simulación, en todo caso, pareciera ser el núcleo de uno de los programas más relevantes de sociología científica en la actualidad.

 

La sociología analítica tiene varias de las ventajas y problemas de los programas de investigación que se originan polémicamente, en contra de otros: Tiene la fuerza y el entusiasmo de quienes quieren hacer un giro en una disciplina que ven con problemas y que se requiere recuperar o tomar por primera vez algo que es relevante y que puede ser pasado por alto; pero al mismo tiempo resultan algo monotemáticos y exagerados (por ejemplo, en su rechazo a explicaciones no mecanicistas). Ahora bien, por cierto que en la medida que esta tradición se desarrolla algunos de sus rasgos más unilaterales se difuminan (y así, es un accionalismo que incorpora parámetros estructurales).  En cualquier caso, es una trayectoria que otros programas de investigación han tenido, desde la teoría del actor racional a aproximaciones relacionales; y pareciera ser que es así, a punta de entusiasmos unilaterales, que la reflexión teórica y metodológica de la disciplina, con todo, realiza producción de algún valor.

 

Referencias Bibliográficas.

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Noguera, J. A. (2006). Introduction : Why We Need an Analytical Sociological Theory. Papers 80, 7–28.

Parsons, T. (1949). The Structure of Social Action. Glencoe, Il: The Free Press.

Algunas notas sobre los ingresos de los trabajadores por cuenta propia en Chile, CASEN 2013

Algo largo el título. El tema de los ingresos de los cuenta propia ha tenido alguna presencia en este blog por un tiempo. En los tiempos previos a la CASEN 2013 un dato recurrente era que -a igual nivel educacional- los cuenta propia tenían mayores ingresos que los asalariados. En la CASEN 2013, debido al cambio en metodología, ese resultado cambió, y pasaban a tener una fuerte desventaja

Ahora bien, una cosa era dejar esto en el tema de ‘ve que importa la metodología de medición’. Sin embargo, estimando que la cosa no podía quedar en ello, y dado que era parte del trabajo para la tesis, me dediqué a explorar en mayor profundidad el tema. O sea tomar en cuenta que (a) sí, los independientes pueden tener sesgos a la baja al estimar ingresos, (b) hay un tema con la cantidad de horas de trabajo, (c) algo habíamos dicho sobre la dispersión de los ingresos (que es mayor entre los cuenta propia). Lo que, finalmente, termina por dar que si se toma todo lo que hay que tomar en consideración, el ingreso de los cuenta propia no es inferior, controlando por educación, al de los asalariados (en particular, de los privados); y que, por otro lado, tiene un piso inferior y un techo superior lo que lo convierte en una alternativa de mayor riesgo: Buscado quizás por quienes se sienten mejor que el promedio (ilusión que no deja de ser común), rechazado por quienes no se sienten seguros de ello.

En cualquier caso, lo que muestra es algo que me interesa defender en la tesis: Que la simple distinción entre cuenta propia precarios (de menor productividad, ingresos, educación) y cuenta propia por elección (de mayor productividad, ingresos y educación) no resulta suficiente. En todos los niveles de calificación se da la misma dinámica (promedios no muy lejanos, pero mayor dispersión) y eso cruza entre esos dos polos. Claro está que los cuenta propia de menor calificación tienen menores ingresos que los de alta calificación, pero ello no es algo específico de ellos, es común a los asalariados también; y centrarse en ello no nos permite observar situaciones que son comunes a ese estado cruzando esos distintos niveles.

En todo caso, volviendo al tema metodológico inicial. Si pensamos que distintas decisiones metodológicas producen resultados distintos, pero si en tanto cada una de ellas da cuenta de parte de la realidad, entonces cuando los resultados divergen en vez de simplemente optar por uno o por otro hay que indagar en mayor profundidad. Y al hacerlo salen más cosas (por ejemplo,  el dato que no había tomado antes en consideración pero que en sí mismo es muy importante que hay una buena cantidad de trabajadores por cuenta propia con un número muy bajo de horas de trabajo); que permiten finalmente tener una mejor idea de lo que sucede.

En todo caso, sin mayor preámbulo, el link al paper.

Del simplicismo de la diferencia interno y externo. A propósito de la expansión Europea

Entre los innumerables seudo-debates que reinan en las ciencias sociales se encuentra uno sobre las causas de la expansión europea a partir del siglo XV. ¿Es un fenómeno cuyas causas son internas? Y entonces las causas debiéramos encontrarlos en sus actitudes sobre la economía, en sus procesos políticos, en su estructura de clases, en los intercambios comerciales en su interior etc. ¿O es un fenómeno externo? Y entonces las causas están en su dominación de otras sociedades, en el colonialismo etc. Estos argumentos, como suele suceder en Ciencias Sociales, terminan siendo finalmente discusiones con tintes políticos: ¿la expansión europea se debió a su mayor capacidad, y por lo tanto es merecida y muestra de su superioridad como civilización, o se debió al hecho que explotara a otros, y por lo tanto no es merecida ni muestra ninguna superioridad?

Ahora bien, puestas así las cosas es casi evidente que no tiene sentido la distinción. No se domina a otro por casualidad. Si Europa fue capaz de dominar otras sociedades fue debido a una serie de capacidades. Todas las condiciones que permitieron la dominación externa dicen y nos hablan de las estructuras internas; esas condiciones internas a su vez dicen relación con esas dominaciones externas.

Si el triunfo de la expansión europea se debió a los cañones, bueno entonces se debió a sociedades que, por ejemplo, fueron capaces de (a) poner una fuerte artillería en (b) barcos capaces de cruzar el mundo (c) usados para apoyar compañías de las Indias como la VOC o la EIC. Y todas esas son herramientas para la dominación que al mismo tiempo dependen de las capacidades internas europeas. O pensando en el Imperio Español  el tener las instituciones organizativas que permiten el control a larga distancia de un territorio gigantesco (en comparación con España, o en realidad, Castilla) no es cosa menor tampoco.  Por cierto, es la combinación de herramientas las que permite a Europa hacer ciertas cosas, la mayoría de ellas no era algo específico a Europa por sí sola: No era exclusivo de ellos la artillería o los barcos de alta mar, pero sí la combinación de cuantiosa artillería en barcos para ultramar. Y si bien en técnicas comerciales no eran lo suficientemente mejores para desplazar a los comerciantes indios en el Índico, el hecho de unir los cañones al comercio sí era algo distinto (nada parecido al estatus semi-oficial de las compañías de las Indias, ni a la defensa del comercio a través del poder político y militar pasado Cabo).

Por el otro lado,  argumentos del estilo que el monto (y las ganancias) del comercio local europeo eran mucho mayores que las de ultramar y, por lo tanto, lo externo no fue muy importante, olvida todas las formas en que las relaciones de ultramar afectaron la situación interna. Hay instituciones completas (por ejemplo, la ‘chartered company’, y el desarrollo de las bolsas) que dependieron de ella. Y, al fin y al cabo, aunque fuera menor bien pudiera ser el diferencial que permitió a Europa generar la acumulación base del despegue productivo de la Revolución Industrial. Al fin y al cabo, los sectores de la revolución industrial también fueron relativamente pequeños en un inicio, lo cual no quita que fueran los claves. Los recursos americanos que estuvieron disponibles para los Europeos pueden haber sido menores que los que generaba Europa internamente, pero sin ellos quizás Europa no podría haber realizado los desarrollos de esa producción interna (pensemos, para no usar el ejemplo obvio de los metales preciosos, en todas las hectáreas de madera y de bosques americanos usados en Europa, que de otro modo tuvieran que haber sido producidos en Europa).

Quizás la mejor forma de decir estas cosas sea recordar que las relaciones con lo externo no son algo separado de lo interno, son parte de ese mismo ser.