Siguiendo con esta serie de textos del estudio sobre territorios que estuve trabajando en el PNUD años ha, ahora toca lo de la encuesta. La encuesta es de 2016 así que claramente no se puede esperar que los resultados se mantengan en el mismo lugar, por otro lado los temas que preguntaba era más bien generales (no era una encuesta política de opinión pública) así que varias de las cosas todavía tendrán algo de utilidad.
El análisis de la relación subjetiva con el territorio cubría bastante más allá que la mera encuesta, pero como se mencionó en la entrada anterior lo que se trabajó en grupos de discusión ya lo he publicado y las entrevistas no las trabaje.
Esto tiene una consecuencia perversa: Uno de los resultados más interesantes no aparece en el texto porque era un resultado de la comparación de los diversos análisis. Aprovecharé aquí para contarlo: Básicamente, mientras la encuesta (y secundariamente los grupos, aunque ahí era más matizado) entregaba una visión más bien positiva del lugar que se habitaba, en las entrevistas el lugar con el cual la persona se identificaba aparecía en términos negativos. ¿Cómo se puede comprender esa contraposición?
Una posibilidad es negar que sean contradictorios. Para las personas que migran su actual lugar de residencia es distinto del lugar donde se identifican y por lo tanto lo positivo y lo negativo aplican a lugares distintos (y una parte importante de la muestra de entrevistas era a migrantes). Sin embargo, ello no era suficiente, dado que la mirada negativa también aplicaba a quienes vivían en los lugares con los cuales se identificaban (y en particular no habían migrado). La contraposición era real.
Así que existía una contraposición que era real. En particular, los territorios no metropolitanos aparecían como buenos lugares en la encuesta y en las entrevistas eran mirados de manera negativa. La hipótesis que defendí en el día, que en cualquier caso no convenció a todo el equipo, era que la encuesta (y los grupos) operaban al nivel de la vida cotidiana. Incluso cuando se preguntaba por proyectos, estos eran más bien del orden de lo cotidiano (digamos, mejorar la casa para poner un ejemplo). Y en la vida, el lugar aparecía usualmente de manera positiva. Mientras que las entrevistas, al ser historias de vida, ponían en juego los sueños y los proyectos de vida de largo plazo -y ahí entonces el territorio aparecía como lugar sin futuro. La diferencia de evaluaciones se basaba en una diferencia en el punto de vista de la evaluación.
No sé si dicha hipótesis es convincente, como dije no terminó de convencer a varios en el equipo, el caso es que la contraposición que intentaba explicar era uno de los resultados centrales.
Ahora, entonces, la descripción de los resultados de la encuesta, incluyendo hacia el final una muy bonita, en mi poca imparcial opinión, tipología de formas de relacionarse con el territorio. El link aquí.