En alguna ocasión los proyectos de largo plazo deben comenzar a realizarse. Desde hace un buen tiempo me interesa escribir una historia de las sociedades humanas. En realidad, no de las sociedades; sino, como dice el título, de las tecnologías sociales. En esta entrada intentaré mostrar un poco la idea y así iniciar una serie de entradas sobre el proyecto. Cada entrada corresponderá a la idea y esquema de cada capítulo -en este momento, tengo el esqueleto general decidido con cierta claridad, pero no los detalles. Pero como los textos se escriben a medida que se escriben, mejor partir con el torso y de ahí se irán agregando las diversas capas.
De alguna forma la vida social humana se las arreglado para subsistir, para reproducir y para cambiar a lo largo del tiempo. Ahora bien, hacer lo anterior implica hacer uso de ciertas prácticas, de ciertas formas de hacer y de pensar de los seres humanos. Y en particular, implica el desarrollo de formas de interactuar. Describir la variedad histórica y analizar las trayectorias de esas formas de interacción es el objeto del texto. ¿Por qué llamar a eso ‘tecnologías sociales’? Porque llamar, por ejemplo, al desarrollo de esa forma de habitar que es la ciudad o de esa forma de coordinar actividades que llamamos corporación o esa forma de registro a distancia que llamamos escrituras, de esa forma? Al fin y al cabo, se puede decir que nada de eso fue creado o ‘inventado’ para lograr un fin determinado (del modo que crear una herramienta determinada si busca un fin, si bien puede ser usado para muchas otras cosas). Ello es claro, pero de todas maneras esas formas de interactuar (1) han sido creadas, muchas veces no de forma consciente pero no estaban ahí simplemente disponibles y (2) tienen efectos funcionales, generan consecuencias en torno a la subsistencia y evolución de la vida social. Es cierto que nadie creó la ciudad para que pudiera resolver un problema de la convivencia social, pero sí es cierto que fueron creadas y generaron consecuencias sobre la vida social posible. Enfatizar esas características es el propósito de nombrar a la historia una de tecnologías sociales.
Lo cual tiene implicancias estructurales. Los dramatis personae del texto no es que no sean individuos, sino ni siquiera lo que llamamos sociedades: No el Imperio Romano, la China de los Tang, el Imperio Otomano o México. Los objetos que analizaremos y de los que observaremos su evolución son cosas como el nacimiento de la vida urbana, el desarrollo de las universidades, la generación de la codificación legal o la evolución de los medios de comunicación de masas. Los elementos -las formas para coordinar e interactuar- que forman la base de la vida social, y su evolución -de eso intentará tratar el texto.
Dos precauciones previas, de alguna utilidad al pensar escribir una historia de las tecnologías sociales.
(1) La vida social, como la vida general, no orienta su evolución en busca de un objetivo. No tiene un estado final, ni un criterio que va en una trayectoria constante. No hay tal cosa como una filosofía de la historia; pero tampoco se requiere para escribir una historia general. Pero del mismo modo que escribir una historia de la vida en nuestro planeta no implica pensar que los miles de millones de años de ella han tenido como objetivo la evolución del ser humano o pueden entenderse como una trayectoria única (de mejor adaptación de la vida por ejemplo); escribir la historia de la vida social tampoco lo requiere. Hablar de una historia implica reconocer que, por un lado, hay conexión espacial y temporal en su desarrollo, y además que -en particular en los últimos cinco siglos- dichas conexiones han crecido lo suficiente como para tratar la historia como un solo conjunto.
(2) Es relevante tratar de evitar la trampa de lo reciente. Si uno revisa muchas historias se dará cuenta que el relato es más detallado mientras más cercano al tiempo presente. Ello tiene sentido: Hay más datos, el interés por lo que está más cercano a lo que más nos importa que es nuestro tiempo es entendible, y dado el crecimiento de la población de hecho hay más actividad y desarrollo. Pero tiene defectos graves: El hacer pasar largos períodos como si nada hubiera pasado y la pérdida de la conciencia que un siglo, por ejemplo, es el mismo lapso no importa cuando suceda. Para nosotros hablar, por ejemplo, del Principado en Roma (y quien habla así ya está reconociendo cambios y no sólo una uniforme Roma) puede sentirse como ‘lo mismo’, pero entre Marco Aurelio y Tiberio hay 150 años -la distancia entre nosotros aquí el 2019 y la Comuna de París, por ejemplo. Un sentido de la distancia que, por ejemplo, cualquier lector de las Meditaciones del emperador romano puede recordar. Aunque cierto sesgo reciente es imposible de evitar, se intentará en estas páginas tratar de mostrar la profunda diversidad existente en el pasado y darle peso a los lapsos de los cuales hablaremos.
(3) Una historia de instituciones, como tantas otras, tiene que evitar el ídolo de los orígenes, usando la expresión de Marc Bloch: Tanto la búsqueda del ‘primer’ evento como la idea que todo se explica al conocer su inicio. Es importante diferenciar la primera aparición del despliegue de un fenómeno: Buscar cuál fue la primera ciudad es diferente a analizar lo que sucede cuando el fenómeno urbano resulta crucial para comprender una sociedad. Determinar cuál fue la primera ocasión en la cual se realizó una investigación ‘científica’ es diferente a determinar cuando aparece y se despliega una comunidad científica y cuando ella impacta en el resto de la vida social. Y comprender el impacto de estos despliegues no es equivalente a suponer que la forma en que se desarrolla posteriormente la vida social o esa institución siempre sigue esos lineamientos.
Todo intento de escribir una historia es un intento de establecer momentos y situaciones cruciales (no se puede decir todo), ordenar en períodos (la historia no se divide realmente en ellos, pero son útiles para estructurarla). Desde la perspectiva de una historia de las ‘tecnologías sociales’ el núcleo no queda más que esté representado por lo que en sociología se denominan usualmente ‘sociedades complejas’, y para los cuales la palabra civilización se usa a veces. Son ellas las que tienen la variedad de instituciones para operar que da sentido a esa historia. Las sociedades ‘simples’ (no es buena palabra, y argüiremos ello en su momento) resuelve todos sus problemas usando una variedad limitada de instituciones (lo cual implica, a su vez, que cada una de sus instituciones suele ser muy compleja a su vez, ilustrando porque lo de simple no es adecuado). Pero si lo que nos interesa es analizar la evolución de las instituciones, entonces aquellas sociedades que en términos de morfología cuentan con una variedad de ellas son las que interesan.
Pero baste ya de prolegómenos y entremos en materia. Lo que haremos en esta serie será escribir una entrada -en otras palabras, las ideas básicas no su desarrollo- de cada uno de los capítulos de los que se compone (al menos, en este momento) el texto. El ejercicio de escribir, aunque sean sólo notas, servirá para el ejercicio de pensar.
Antes de cerrar, entonces la estructura -tal como la pienso actualmente. La obra se divide en tres partes (períodos): las primeras civilizaciones, su expansión y desarrollo, y el surgimiento de las sociedades modernas. En cada parte aparecen capítulos que ilustran las principales ‘innovaciones’ en términos de instituciones sociales que ocurren en él, y cada parte está enmarcada por capítulos narrativos. Además tres capítulos aparte. Uno inicial que describe la situación antes de la aparición de las sociedades complejas -o sea, la tecnología social basal si se quiere. Uno intermedio que se refiere a aquellas civilizaciones y sociedades que quedan fuera de lo que denominaré ‘corriente principal’ (que se refiere a las sociedades del viejo mundo que van en ese cinturón desde las Islas Británicas al Japón que se encontraban de una u otra forma en contacto, si no directo, si claramente indirecto) hasta antes de la emergencia, tras el siglo XVI, de los primeros flujos globales. Uno final de cierre para referirse a las condiciones actuales.
He aquí la estructura, en todo caso.
Preludio. Un Mundo de Sociedades Tribales
Parte I. La Creación de la Civilización (3000-1200 AC)
Cap. 1 Las Primeras Civilizaciones
Cap. 2 La Ciudad
Cap. 3 Escritura y Registros
Cap. 4 Élites y Subordinados
Cap. 5 El Estado y las Organizaciones
Cap. 6 La crisis del fin de la Edad del Bronce
Parte II. La Expansión de la Civilización (1200 AC-1450 DC)
Cap. 7 La ampliación y consolidación de las ecúmenes (1200 AC-500 DC)
Cap. 8 Un mundo de civilizaciones conectadas en el Viejo Mundo (500-1450 DC)
Cap. 9 Formaciones Imperiales
Cap. 10 Religiones Universales
Cap. 11 El dinero
Cap. 12 Educación Superior
Cap. 13 Albores de la Globalización y la Modernidad
Interludio. Fuera de la Corriente Principal 47
Parte III. Sociedades Modernas (1450-2000 DC)
Cap. 14 La creación de flujos globales (1450-1750 DC)
Cap. 15 Despliegue de la Modernidad (1750-2000 DC)
Cap. 16 Las Ciencias
Cap. 17 Medios de Comunicación y Esfera Pública
Cap. 18 La Corporación
Cap. 19 Monitoreo y Vigilancia
Cap. 20 La sociedad como proyecto
Cap. 21 Ecosistemas Antropogénicos
Postludio. Condiciones de Sola Modernidad
Ánimo con el proyecto. Creo que es un excelente enfoque de la historia. La sociedad ha creado tecnología y esta ha cambiado la sociedad, dando lugar a un movimiento realimentado que se ha ido acelerando al avanzar el tiempo. Quizás necesitarás un capítulo especial para incluir las tecnologías disruptivas que han aparecido desde 1980 hasta ahora, por incluir únicamente las últimas cuatro décadas.
¡Gracias! Que para estas cosas se necesita aliento.
A lo que sucede en las últimas décadas quería dedicarle el último capítulo y además entrar en el tema de como se relacionan las tecnologías ‘físicas’ (no es muy buen nombre en cualquier caso) con las ‘sociales’. Hay casos, como el desarrollo de la agricultura, que tienes un gran cambio tecnológico sin grandes cambios en la tecnología social, otros que tienen grandes cambios en las tecnologías sociales (crear la ciudad, la escritura) sin necesariamente grandes diferencias tecnológicas con las sociedades que no los tienen; ahora bien en los últimos siglos parece que hemos tenido ambas (fuertes cambios en las tecnologías físicas, desde la base energética de la vida social; y fuertes cambios en las tecnologías sociales, desarrollo de la corporación como figura organizacional o las capacidades disciplinarias). Y explorar esa relación y preguntarse por lo que sucede ahora con ello.