La semana pasada, menester no resulta decir el motivo, asistí a una misa; por lo cual tuve que escuchar las canciones que eran parte del rito. No pude dejar de pensar en la fuerte caída en la calidad musical. La Iglesia Católica es depositaria, finalmente, de una muy larga tradición musical; y que para ser sinceros, representa una de las glorias de nuestra especie.
El objetivo de esta entrada no es discutir sobre las causas de este fenómeno, ni defender con palabras la superioridad de ese legado, sino más bien mostrarlo; que para eso se vive en épocas de Youtube.
Una revisión de la música eclesiástica occidental puede partir del canto gregoriano y de muchas otras grandiosidades medievales, pero dado que aquí seguimos nuestro propio gusto, que podrá ser convencional pero sigue siendo el nuestro, y nos centraremos a la polifonía del renacimiento -había pensado inicialmente hacer una transversal más amplia; pero dado que esa música está entre las pocas cosas que justifican a la humanidad, quizás sea suficiente con esa música para dar testimonio de la grandeza de la tradición de la cual estamos hablando.
Spem in alium de Tallis. Motete a 40 voces.
Qui habitat de Josquin.
Inviolata, integra et casta es Maria del mismo Josquin.
Finalicemos con Lassus, las Lamentaciones de Jeremías