Entre las muy diversas críticas al capitalismo un tema común es que el capitalismo necesariamente está asociado a tal y tal cosa. Y creo que eso olvida un hecho clave: Que en el capitalismo, ya lo dijo Marx en frase célebre y sugerente, ‘todo lo sólido se desvanece en el aire’. La misma idea que, en boca ya no de un crítico sino de un defensor, llamaría Schumpeter lo de la destrucción creadora.
El capitalismo no es ninguna de las innumerables prácticas y estructuras que lo han conformado a lo largo de su historia (no es ninguna forma de compañía, de formas de crédito, de régimen de trabajo etc.). Incluso llevaría el argumento más allá: No corresponde a ninguna forma específica de relación de producción. En otras palabras, no requiere el trabajo asalariado (y bien se las ha arreglado, al menos en sus periferias, para operar con la esclavitud y la servidumbre).
Ahora bien, si queremos llamar con capitalismo a un objeto específico y no a algo universal (digamos, identificar capitalismo con mercado) necesitamos darle una definición algo específica. El uso genérico (volvamos, capitalismo igual a mercado) puede tener sus usos, pero tiene sentido darle un nombre específico a los procesos económicos de la modernidad. Al fin y al cabo, si bien intercambios los hay donde quiera que hay seres humanos, y se pueden observar mercados en múltiples contextos diferentes, también es cierto que lo que sucede en las sociedades modernas con ellos se distingue en diversas formas.
Y entonces ¿cómo se distingue? Habiendo rechazado, por declaración inicial, que sea cualquiera de sus estructuras. Creo que lo más sensato es seguir las ideas de Wallerstein: Que el capitalismo es una dinámica de acumulación. Lo que lo define es la búsqueda incesante (e inclemente) por la acumulación y la re-inversión de riqueza, en otras palabras la búsqueda de capital. Que esa dinámica es la esencial, y que toda estructura no es más que la forma que en algún presente toma esa dinámica; y que puede ser reemplazada por cualquier otra que aparezca como una forma de continuar con esa acumulación.
Y como acumular es reunir fuerza y potencia es una dinámica que todo lo sobrepasa, y que se refuerza a sí misma. Como lo hicieron notar Marx y Weber es una dinámica que no requiere de la creencia ni de la voluntad de quienes están insertos en ella, el propio proceso se encarga de eliminar a quienes no se sojuzgan a sus requerimientos y a ensalzar a quienes lo hacen operar (la jaula de hierro no se refiere en Weber a la burocracia sino aparece en la Ética Protestante para referirse al capitalismo).
Lo cual nos vuelve a un punto inicial: Muchos de los críticos al augurar crisis del capitalismo (y crisis terminales) o nudos que no puede resolver, olvidan que el capitalismo ha sido siempre una gran máquina de cambio de estructuras. La dinámica de acumulación es una de las máquinas sociales más poderosas que han creado los seres humanos en sus asociaciones. Y su recambio, la esperanza de todo crítico, requiere la edificación de una máquina que tenga, si se quiere, incluso más potencia. Ese es el nudo de toda crítica.