Por “acción” debe entenderse una conducta humana (bien consista en un hacer externo o interno, ya en un omitir o permitir) siempre que el sujeto o los sujetos enlacen a ello un sentido subjetivo. La acción “social”, por tanto, es una acción en donde el sentido mentado por su sujeto o sujetos está referido a la conducta de otros, orientándose por ésta en su desarrollo (Economía y Sociedad, Capítulo I, § 1)
En la anotación anterior abordamos la primera parte de la § 1 al inicio de Economía y Sociedad. Ahora abordaremos la segunda parte de ese número. Y lo primero es despejar algunas posibles críticas inmediatas.
Weber deja en claro que hay diversos aspectos que quedan fuera de la definición de acción social que siguen siendo relevantes para la sociología. La definición pone el lugar que es el centro de atención de la disciplina, y lo que se intenta comprender y explicar; pero no agota las dimensiones que son causalmente relevantes para comprenderla ‘Los procesos y objetos ajenos al sentido entran en el ámbito de las ciencias de la acción como ocasión, resultado, estímulo u obstáculo de la acción humana’ (Economía y Sociedad, Capítulo I, § 1, I, 4). Más allá de que los objetos pueden ser asociados a un sentido, el hecho es que los elementos aparte del sentido tienen influencia de todas formas, ‘son datos con los cuales hay que contar’ (§ 1, I, 4). Más en general, el hecho que la sociología no tome en consideración determinada dimensión, esto no quita que ella tenga relevancia para otros propósitos.
La definición de Weber, en este sentido, se contrapone a la durkheimiana no sólo en su contenido, sino además metodológicamente. Si Dukheim buscaba delimitar una arena que causalmente es autónoma, Weber sólo quiere identificar un punto de vista para analizar lo social.
El segundo elemento que vale la pena despejar como posible crítica es lo relativo a la situación de las agencias colectivas. Lo que no hace Weber es declararlas meros errores de concepto, sino que pensarlas en términos de su operación en la vida social
Para la interpretación comprensiva de la sociología, por el contrario, esas formaciones no son otra cosa que desarrollos y entrelazamientos de acciones específicas de personas individuales, ya que tan sólo éstas pueden ser sujetos de una acción orientada por su sentido. A pesar de esto, la sociología no puede ignorar, aun para sus propios fines, aquellas estructuras conceptuales de naturaleza colectiva que son instrumentos de otras maneras para enfrentarse con la realidad (Economía y Sociedad, Capítulo I, § 1, I, 9)
La idea del Estado, entendido aparte de las acciones de los individuos, es algo que existe en la medida que orienta efectivamente las acciones de las personas (más adelante en el mismo número citado). En ese sentido, es algo que está en la vida social (no es un error de observación pensar su existencia). Si bien Weber no reconoce la existencia de nada que no se puede resolver a nivel individual, lo que hace es determinar cómo el aspecto colectivo de ese tipo de agentes puede reconocerse en una perspectiva tan radicalmente individualista.
Incluso Weber intenta pensar lo que en perspectivas colectivistas es lo funcional desde una perspectiva individual. Así, declara por una parte que resultan útiles como orientaciones provisionales y para destacar qué acción puede ser relevante de encontrar su interpretación. Pero quedarse con una mera orientación funcional cuando tenemos acceso a una evidencia interna a la acción (su sentido) resulta insuficiente, de menor rendimiento (§ 1, I, 9)
Despejados esos temas se puede pasar a un par de comentarios propiamente dichos.
El primero es que los conceptos weberianos, al revés que la teoría del actor racional o aproximaciones de agentes, representan una aproximación de la acción, no una de actor. Weber no se preocupa mayormente de determinar las características del actor que realiza la acción -quedan tácitamente asumidas como que tiene la capacidad de hacer las cosas que se requieren en las diferentes definiciones. Lo que importa es establecer un tipo de acción, y a partir de ello ir estableciendo las diversas categorías.
Esta aproximación dice conexión con lo que Weber está haciendo en el capítulo de las categorías fundamentales: No es una teoría, sino un definición de categorías. Para ello, entonces, resulta claramente adecuado no tener una teoría del actor, que limitaría el alcance de las definiciones. Ahora bien, esta aproximación tiene consecuencias posteriores que es necesario no olvidar. Pensemos en la dominación burocrática. Uno de los temas que se le ha criticado posteriormente a Weber es qué no discutió las reacciones de los actores al interior de las burocracias (y luego, que realicen acciones que están fuera de cumplir los mandatos burocráticos). Esa consideración sobre reacciones es muy natural en una teoría del actor, pero ya vimos que no es eso lo que está haciendo Weber. Más aún, la crítica -al operar desde una concepción del actor y no de la acción- olvida qué es lo que hace Weber. Éste ha distinguido tres tipos de dominación legítima, y luego establece las características de las acciones que son parte de ese actuar legítimo. Si las reacciones de los actores no son legítimas, entonces quedan fuera de ese tipo ideal de dominación legítima. No son parte del fenómeno que se está investigando. De llegar a ser legítimas, entonces estaríamos hablando de un tipo de dominación legítima distinta. Y no habría que olvidar, a la vez, que Weber jamás pensó que los tipos ideales existen tal cual en la realidad -son idealizaciones para observar, donde se lleva al límite y se ven puramente ciertos elementos. En todo caso, más allá de lo anterior, y volviendo al punto inicial. resulta necesario no olvidar que en Weber estamos ante un conjunto de definiciones sobre acciones, no ante una teoría del actor.
La acción social se define por que un actor determinado se orienta por otros, pero no requiere de la participación de otros (para ello hay que esperar al § 3 en que se habla de relación social). Esto tiene la ventaja de la flexibilidad (en particular si recordamos que esta referencia a otro puede ser general) porque incluye bajo el campo de estudio una amplia gama de situaciones (en particular, cuando A se orienta por B sin que B lo sepa).
La acción social (incluyendo tolerancia u omisión) se orienta por las acciones de otros, las cuales pueden ser pasadas, presentes o esperada como futuras (venganza por previos ataques, réplica a ataques presentes, medidas de defensa frente a ataques futuros). Los “otros” pueden ser individualizados y conocidos o una pluralidad de individuos indeterminados y completamente desconocidos (el “dinero”, por ejemplo, significa un bien -de cambio- que el agente admite en el tráfico porque su acción está orientada por la expectativa de que otros muchos, ahora indeterminados y desconocidos, estarán dispuestos a aceptarlo también) (Economía y Sociedad, Capítulo I, § 1, II, 1)
Ahora bien, de todas formas el núcleo de los problemas y temas de la sociología dice relación con cuando la orientación es recíproca (ya sea en términos diádicos -A se orienta por B, y B se orienta por A- o más genéricos -A y B se orientan por un conjunto al cual pertenecen). De hecho, es lo que el mismo Weber reconoce, porque todo el edificio construido en los Conceptos Fundamentales es una sucesiva construcción sobre relaciones.
Sin embargo, quedan elementos truncos en esa elaboración. Pensemos en toda la atención que Weber le dedica a clasificar y ordenar los tipos de acción, pero no tenemos nada parecido a tipos de relación. ¿Qué? ¿No son todos los números posteriores una definición de tipos de relación? Sí, pero representan una serie sucesiva de delimitaciones internas, sin buscar una tipología general que cubra todo el campo (es sólo en relación con la dimensión de validez que Weber hace ello), como sí se hace con relación a los tipos de acción.
Esto implica, a su vez, que Weber no trata mayormente los problemas conceptuales que emergen cuando las relaciones sociales son el centro de nuestro interés. No hay una discusión sobre la coordinación (pensemos en lo que en otros autores se transformó en la doble contingencia o comunicación o emergencia de cooperación). Weber pone la posibilidad de ello, de generar órdenes, pero no aparecen las herramientas conceptuales para trabajar estos temas. Nuevamente, no es que esté en falta una teoría al respecto -dado que elaborar una teoría está fuera del objetivo del texto-; es que para desarrollar una teoría necesitaría otras herramientas conceptuales que las que están en el texto.
Este rasgo no se debe en sí mismo a la definición de acción social que hace Weber, con esa misma definición se podrían desarrollar esas herramientas. Es más bien debido al hecho de la orientación que lo llevó a generar esa definición. Al ser plenamente individual, el mundo que está más allá de lo que sucede cuando hay un sólo actor, cuando efectivamente hay más de un actor, es visto siempre desde la perspectiva de una acción monádica; y luego las complejidades que emergen cuando son múltiples los actores se vislumbran atenuada y parcialmente. La sociología, hay que decirlo, siempre ha tenido dificultades con la pluralidad de actores.