Los datos del Informe de Desarrollo Humano en Chile 2015, fundamentalmente la encuesta de Desarrollo Humano pero también los datos cualitativos, permiten aventurar algunas ideas sobre las formas en que los ciudadanos chilenos conceptualizan y evalúan el mundo de la política. A esto se lo puede llamar su ideario político, enfatizando que estamos hablando de concepciones que hablan sobre lo político, sobre las formas en que se deben tomar decisiones y las orientaciones básicas: No son concepciones acerca de qué es lo que debiera hacer el poder político, sino de cómo se conforma.
El punto de partida es una observación conocida: El rechazo fundamental de los ciudadanos a lo que ellos observan suceden en el ámbito de la política formal. Lo relevante es observar desde donde se realiza ese rechazo, y hacia donde lleva. Una de las frases de los estudios cualitativos, que está citada en el Informe, es ilustrativa de una tendencia muy arraigada en los grupos:
Yo soy del partido del sentido común, si algo está malo hay que arreglarlo. (NSE medio bajo)
El núcleo de la crítica a los políticos está en la primera parte de la frase: A los políticos les falta sentido común. Les falta sentido -es un ámbito de falsedad y superficialidad- y les falta comunidad -están separados de los ciudadanos. El núcleo de lo que debiera ser la política está en la segunda parte de la frase: Una concepción de la política como buena administración. Sabiendo cuáles son los problemas (lo que está malo) sólo queda solucionarlos, siendo los criterios de una buena solución compartidos (simplemente hay que arreglarlo). El pluralismo, que de hecho la población parece valorar, es uno de apertura ‘a las buenas ideas’: Como nadie tiene el monopolio de las ideas, bueno es entonces estar disponible a que aparezcan en cualquier parte. Pero todos podemos reconocerlo como buenas ideas (como un’arreglo’ a lo que está mal). Lo que más bien se esconde son los desacuerdos más básicos (que en realidad, no estamos tan de acuerdo en qué es un problema y en qué consiste una solución de él).
A partir de esa idea se puede, entonces, entender algo que aparece con mucha claridad en los datos del Informe de Desarrollo Humano: la combinación de una fuerte preferencia por el orden y por la participación. Se desea la participación del pueblo porque no se puede dejar el país en manos de los políticos (conste que esto implica, al menos por ahora, un rechazo implícito a la solución histórica de un ‘hombre fuerte’ que solucione los problemas); y ello sería ordenado porque lo que el pueblo desearía y tiene en común es simplemente una buena administración. Por decirlo de otra forma, es a través del pueblo que se puede construir en orden, dado que la política formal hasta ahora sólo habría creado desorden y problemas.
Para mostrar la fuerza de esta combinación de preferencias se mostrará los resultados de un análisis realizado sobre la encuesta. Se construyó una escala de preferencia por el orden y un índice de preferencias por decisiones horizontales.
En relación al primero, este fue resultado del promedio de tres sub-escalas:
- La relación con el autoritarismo y la tradición (p54a, P54c, P54d en la encuesta; agregar los otros ítemes de la P54 no producían escalas confiables). Los valores bajos de la escala indican desacuerdo con afirmaciones pro-autoridad y pro-tradición, mientras que los valores altos indican acuerdo con tales afirmaciones.
- La relación con las manifestaciones (Preguntas 52a, 52b, 52c, 52d, 52e, 52f, 52g, 52h, 52i, 52j, 52k, 52l). Las preguntas originales van de 1 a 10 y se las modificó de forma que “0” indique máxima justificación de manifestación y “1” indica mínima justificación de la manifestación
- La relación con las autoridades legítimamente establecidas (P110,P114,P115). Los valores bajos de la escala plantean una escasa disposición a obedecer decisiones emanadas de autoridades, en los casos de discrepancia con tales decisiones. Por el contrario, los valores altos evidencian una alta disposición a cumplir con ellas.
Como todas las sub-escalas van de 0 a 1, la escala de orden también oscila entre 0 y 1, donde “0” indica una baja disposición al orden y “1” una alta disposición al orden.
En cuanto a los procesos de toma de decisión, se construyó un índice que promedia la justificación de decisiones por asamblea y plebiscito (P68a y P68c), al que se le restó la preferencia por las decisiones de gobierno (p68d). Así, el índice mide la diferencia de la preferencia por decisiones horizontales de la preferencia con decisiones jerárquicas. En otras palabras, alguien que tuviera una alta preferencia por decisión horizontal y por decisión jerárquica (y esos casos existen) aparecería con un valor más bien bajo en este índice. Esto se debe a que la preferencia simple por decisiones horizontales es muy alta, y para tener un criterio más fuerte es razonable decir que quienes realmente les gustan esas decisiones lo hacen claramente por sobre otras formas. Estos resultados fueron transformados para situar los valores de la escala entre -1 y 1, donde -1 indica la mínima disposición a las decisiones horizontales y 1 la máxima disposición a las decisiones horizontales.
Los resultados del ejercicio se pueden mostrar en el siguiente gráfico:
Escala Preferencia Orden e Índice de Preferencia Decisiones Horizontales
Los resultados son claros: La mayoría de la población se ubica en el cuadrante de alta preferencia por el orden y alta preferencia por decisiones horizontales (un 63% de la población) y quienes se encuentra fuera de dicho cuadrante tienden a estar más bien cerca de él. Un 24% de la población tiene una preferencia menor por decisiones horizontales y alta preferencia por el orden; un 8% tiene una alta preferencia por las decisiones horizontales y baja por el orden. Finalmente sólo un 5% se ubica en la antípoda de la posición mayoritaria: personas con baja preferencia por el orden y por las decisiones horizontales. Además se puede recordar que por la forma de construcción del índice, hay personas con alta preferencia por decisiones horizontales que pueden haber quedado fuera del 63% (porque su diferencia con su preferencia por decisión jerárquica era baja), por lo cual este es más bien una estimación mínima de esa preferencia.
Así, pues, los resultados cualitativos y cuantitativos son coherentes entre sí y nos permiten dar cuenta de un ideario básico sobre el orden político en la población. Si se quiere, en cierta forma una utopía: La utopía que la ciudadanía toda decide en orden los temas públicos. En cierto sentido, es casi una herencia histórica de la influencia del positivismo en América Latina (orden y progreso como todavía plantea la bandera brasileña).
Estas preferencias para los chilenos y chilenas no son solamente compatibles sino hasta que se necesitan entre sí. Ahora bien, ¿es posible realizar esas preferencias al mismo tiempo? En particular, en el mundo político formal muchas veces se las piensan como opuestas -y es fácil pensar en políticos del orden y en políticos de la participación, y difícil pensar en políticos de ambas cosas. Sin embargo, la búsqueda de opciones que den cuenta de ambos deseos puede ser clave para comprender las decisiones y elecciones de los ciudadanos en el tiempo presente.