Ayer en La Tercera apareció un interesante contrapunto de posiciones sobre el tema del lucro en Educación. Por un lado Sylvia Eyzaguirre defendió el lucro diciendo que éste no afecta la calidad en educación (basándose, entre otras cosas en estudios de Elacqua). Por otro lado, el mismo Elacqua criticó el lucro en educación mostrando que estos establecimientos no producen mayor calidad. No deja de mostrar con claridad el debate real el hecho que el mismo dato -el hecho que un colegio tenga fines de lucro no tiene relación alguna con la calidad de la educación que imparte- se interprete en términos de consecuencias para política pública de modos tan distintos. Claramente se parte de creencias básicas previas (si no afectan, ¿por qué no?; si no afectan, ¿por qué sí?), y nos muestra que este es finalmente un debate ideológico. Lo cual no es una crítica, cuando los debates sobre asuntos políticos se llevan al fondo, siempre muestran ser debates ideológicos.
Lo que, en todo caso, es una forma deshonesta de debatir es la de mostrarse incólume a la evidencia. Años ha, al defender el lucro efectivamente se decía (y entre quienes no conocen la evidencia todavía se dice) que estos colegios promovían mejor educación. Pero eso era antes de la evidencia. Luego de la evidencia, que muestra que ello es falso, se nos dice ahora que como no afectan no hay problema en su existencia. O sea, no importa lo que pase en el mundo mantengo mi posición, y si hay que dar vuelta los argumentos que así sea. Por cierto que esto es común, pero no debiera titulase las columnas con ‘un respaldo en la evidencia’.
Ahora, de lo anterior surge otra pregunta: ¿Qué compran los apoderados cuando compran colegios con lucro? Es claro que no están comprando calidad. Ahora bien, uno puede interpretar entonces que los apoderado creen que lo están hacieno y, luego, que están equivocado. Yo prefiero otra interpretación: Que los apoderados no compran calidad, compran segregación.
De alguna forma, el nivel de gasto educacional de muchas familias puede observarse como una inversión en posición social (en alejarse de los peligroso, en reunirse con los similares que no representan peligro). Y si ello es así, entonces es, quizás, uno de los mejores indicadores de clasismo en nuestra sociedad.