Duesenberry planteaba, hace tiempo, que la economía era la ciencia de como las personas tomaban decisiones; y la sociología era la ciencia de cómo las personas no tenían decisiones que tomar. La dicotomía entre el actor libre y la coacción social es una antigua en las ciencias sociales. Varias de las discusiones en ciencias sociales dicen relación con cómo nos ubicamos frente a ella. Y así tenemos a quienes, dado que siempre existe de algún modo alguna alternativa, plantean que no existe finalmente la decisión forzada o la dominación (i.e nadie me puede obligar dado que siempre tengo alternativa), que todas las decisiones son libres y tomadas por el actor; y a quienes, dado que siempre existen condicionantes y contexto, el actor no es libre (i.e el actor nunca puede haber sencillamente lo que quiere).
Planteado a ese nivel la dicotomía no parece tener mucho sentido: Uno bien estaría tentado de decir que es claro que es cierto a la vez que siempre hay alternativas y que siempre hay un contexto para ellas (que establece las alternativas, sus requerimientos y sus consecuencias), y dado que estas dos aseveraciones no se contradicen y son verdaderas al mismo tiempo, la contraposición de ambos elementos no es más que un error.
Y sin embargo, bien podríamos decir que en nuestra experiencia cotidiana si sentimos esa diferencia. ¿Podemos explicarla, reconociendo al mismo tiempo la validez de lo dicho en el párrafo anterior?
Una posibilidad sería decir que la diferencia tendria que ver con el número de alternativas. Cuando existen muchas alternativas sentimos que nuestra decisión es libre, y cuando son pocas sentimos que es obligada. Pero en realidad eso no da cuenta de la experiencia: si tenemos varias alternativas y todas ellas son malas, no sentimos por ello que nuestra decisión sea más libre.
Otra posibilidad sería decir que la diferencia tiene que ver con el carácter de esas alternativas: Cuando se podría haber tomado otra decisión, cuando no es evidente la alternativa a tomar. Así por ejemplo si nos dan a elegir entre ser asesinados y entregar nuestros bienes, si existen una alternativa (y algunos incluso lo tomarían) pero en general es tan evidente que una alternativa es superior a la otra que nuestra decisión sería forzada. Pero en realidad eso tampoco da cuenta de la experiencia: cuando elegimos una opción, una de ellas puede ser para nosotros tan evidentemente superior a la otra que no cabría para nosotros tomar las otras alternativas, y todavía la decisión podría ser libre: Nadie me obligó a ser sociólogo, y en ese sentido la decisión fue libre, aunque para mí claramente no existía ninguna otra alternativa que se acercara a ello.
Yo diría que las diferencias vienen por otro lado. Decimos que una decisión es libre cuando el sentido de la obligación es ‘personal’ (el individuo X no podría haber tomado otra decisión, pero eso es algo de él). Reconocemos la acción como libre porque la necesidad que está en juego solamente involucra al actor que tomna la decisión. Decimos que una decisión es necesaria cuando el sentido de la obligación es común (cualquier individuo hubiera tomado esa decisión). Aquí no está en juego el carácter particular del actor, sino que la necesidad expresa lo que todo actor haría.
Al mismo tiempo, sentimos que nuestra decisión es libre cuando además una de las alternativas no sólo es superior a las otras, que es un dado porque fue elegida, sino que la considero una consecuencia positiva, beneficiosa: No sólo he elegido un mal menor sino que ha mejorado mi situación. Sentimos que una decisión es obligada cuando la alternativa elegida, en realidad, es sólo un mal menor, y sólo la elegí porque no había nada mejor, pero no porque hubiera sido algo que alguna vez hubiera deseado.
Si combinamos lo anterior entonces tenemos varias situaciones. La situación paradigmáticamente libre es cuando lo que elijo es algo que considero beneficioso, y además ese carácter de beneficioso es algo idiosincrático, personal. La situación paradigmáticamente obligada es cuando elijo algo que es un mal menor, y esa elección es además la que cualquiera hubiera tomado. En la bolsa o la vida, elegir la vida es sólo elegir un mal menor (de hecho estoy peor que si jamás se hubiera planteado la disyuntiva, y todos hubieran tomado esa decisión). Entre ambas se dan situaciones cuando los criterios no están en sintonía: Tomo una elección que me beneficia, pero no se podría haber hecho otra cosa, era una decisión necesaria. O tomo una decisión que sólo es un mal menor, pero es una decisión idiosincrática, otros podrían haber tomado otras decisiones, así que no era necesaria en ese sentido. Pero en ambos casos puede sentir que estaba hablando de una elección limitada, y en ninguno de los casos he terminado de expresarme a mí mismo en esa decisión.
Para usar un caso específico para ilustrar la anterior discusión, que me es caro porque es el tema de mi tesis de doctorado: Algunos sujetos piensan que su decisión de ser independientes fue su decisión, fue libre; otros que fue una obligación. Esta sensación se puede dar incluso cuando los sujetos dan la misma razón (compatibilidad con la vida familiar) o se encuentran en la misma situación (dificultad para encontrar empleo asalariado). La diferencia no es una en que el sujeto libre estima que tiene varias alternativas que eran posibles y que el sujeto obligado piensa que no (aunque así lo puedan plantear). El sujeto que siente que decide muchas veces tiene una opinión tan negativa del trabajo asalariado que claramente ninguna otra decisión era posible. Por otra parte, el sujeto que se siente obligado de hecho tiene alternativas -podría quedarse fuera del mercado laboral- pero claramente para él esas otras alternativas son tan inferiores y tan inviables que no vale la pena siquiera pensarlas. En ambos casos entonces puede suceder que una alternativa es claramente superior a las otras, pero en un caso el sujeto se siente libre y en otro forzado.
La diferencia tiene que ver con los temas que hemos enunciado. El sujeto que se siente libre al tomar esa decisión lo hace porque para él esa elección tiene una valencia positiva (es algo bueno) y además siendo una preferencia específica de ese actor -no todos tienen esos problemas con el trabajo asalariado- le reconocemos su carácter de libre. El sujeto que se siente forzado tiene esa sensación porque para él esa elección tiene una valencia negativa (es algo menos malo que otras cosas) y además siendo una preferencia general para todos -todos preferirían estar trabajando a no estarlo, en particular si son jefes de hogar pensemos- claramente la pensamos como obligada, bajo el signo de la necesidad.
Las afirmaciones que hemos establecido bien pueden estar equivocadas, pero creemos que es en ese tipo de distinciones que podemos escapar de las distinciones iniciales que planteábamos: Escapar de la afirmación -que aparece muchas veces entre economistas- que como siempre hay alternativas, entonces no existe tal cosa como la obligación; o del juicio -común entre sociólogos- que en toda situación en que el actor no se le planta su alternativa preferida no es libre, porque está obligado a elegir otra cosa. Y también escapar de la afirmación, algo trivial, que en toda acción hay elementos libres y coaccionados. Los criterios que hemos planteado permiten un juego más interesante entre esas alternativas.