A meses de las elecciones ya estamos empezando nuevamente a estar llenos de encuestas políticas y electorales. En relación a ellas creo que vale la siguiente admonición: Una encuesta para ser mínimamente atendible en las presentes circunstancias debe tener preguntas / modelo de intención de voto real.
En otras palabras usar el mismo tipo de preguntas que se usaba normalmente en encuestas políticas previo a las elecciones voluntarias no tiene el menor sentido. Uno podría suponer que lo que sucedió en las elecciones municipales debiera haber sido suficiente, pero al parecer no.
Ahora es perfectamente posible que las encuestas que han salido recientemente en prensa no presenten esos datos porque para los objetivos comunicacionales de dichos estudios no tienen sentido -digamos, dado que quieren instalar un hecho político entonces este tipo de cosas no tiene mucha relevancia.
Pero si uno quiere entender que es lo que está sucediendo diferenciar la mera adhesión de la intención real de votar adquiere alguna importancia. Pensemos en los datos que entrega la última encuesta Adimark en torno a las primarias (disponible aquí)
Adhesión Política | % Población | % del grupo seguramente votara en primarias | % en relación a población que votara en primarias | |
---|---|---|---|---|
Gobierno | 27 | 36 | 10 | |
Oposición | 43 | 44 | 19 | |
Ninguno / otros | (30) | 19 | 6 |
La disposición a votar en primarias no es la disposición a votar en la elección, pero si ella es un proxy del comportamiento electoral, y además las proporciones se mantienen (lo que son suposiciones con algún grado de plausibilidad) entonces podemos observar nuevamente la relevancia de tomar en cuenta estos factores.
De hecho nos muestra algo que puede ser relevante a la hora de la elección en noviembre: Que el grupo más desinteresado en la política, que muchas veces se ha constituido en el votante móvil que los candidatos buscaban (y decidían las elecciones); puede, por esas mismas características, quedarse en su casa y no votar, y perder relevancia. Que un ciudadano que está lejos de la política y cree que todos los políticos, sin excepción, son un desastre, bien puede quedarse en la casa; o terminar votando por un candidato que es completamente outsider.