Entre las innumerables distinciones que nunca he sido completamente capaz de entender es toda la discusión sobre la importancia de lo cultural o social en contra de lo natural o biológico: Que tal conducta se explica por los genes o por la cultura es una de las formas algo habituales en los últimos años.
El caso es que la cultura es parte de la dotación biológica de los seres humanos: Sucede que somos una especie con capacidad para la comunicación simbólica y muchas otras cosas que nos permite tener culturas más o menos desarrolladas, y eso es parte de nuestra naturaleza biológica. En ese sentido, ¿cómo se puede hablar de oposición?
Para poner un ejemplo que creo es relativamente claro en torno a esta discusión pensemos en la alimentación. Por un lado, ¿qué más natural que la alimentación? Necesitamos tantas calorías, tantas proteínas, si no conseguimos vitamina C de nuestros alimentos nos da escorbuto y así con múltiples otras cosas. Por otro lado, ¿qué más cultural que la alimentación? Y no me refiero solamente a que distintas culturas tengan distintas cocinas, sino a cosas más básicas: Al fin y al cabo, en general comemos alimentos que han sido preparados con fuego. Preparar alimentos es una actividad profundamente cultural. En ese sentido, lo cultural y lo natural no se oponen, sino que están imbricados.
Otro ejemplo de imbricación: la capacidad de digerir leche como adultos. Eso corresponde a un cambio genético. Pero este cambio está asociado a un cambio cultural, social: la domesticación de los animales, que hizo que una mutación que permitiera la digestión de la leche fuera muy beneficiosa en las poblaciones que domesticaron ganado (y de hecho, surgió en poblaciones distintas).
En última instancia, el tema es que las consecuencias que tienen las características biológicas depende del contexto, del medio en que una población vive. Y en el caso de los seres humanos (y de hecho en otras especies) ese medio es social y cultural.
Por lo tanto, oponer lo biológico y lo social es algo que no tiene mucho sentido.