La idea de reificación, resumida a sus aspectos más fundamentales, es sencillamente que ciertos patrones sociales, una vez establecidos, son percibidos por los actores como algo natural y dejan de ser percibidos como algo producto de un proceso social. Por lo tanto, esto favorece la legitimación de ese patrón: es como son las cosas, no podría ser de otra forma. Que la dinámica como tal es algo que ocurre no es lo que discutiremos aquí.
Lo que nos preguntaremos es la relación entre esa dinámica y la legitimación. La idea que ser visto como algo natural legitima se basa en la idea que entonces es la única alternativa posible. Ahora, ¿es cierto que percibir otras posibilidades deslegitima? Porque creo que esa última situación no se da. Las personas no pierden confianza en sus propias creencias cuando saben que hay personas que tienen otras creencias (los católicos españoles de la Reconquista no perdieron intensidad en sus creencias por observar que otros tenían creencias distintas y así hay muchos ejemplos). La mera aparición de alternativas no cambia la legitimidad de la propia práctica.
Para afectar la legitimidad se requieren otros factores que hacen que esas otras prácticas puedan presentarse como alternativas viables. Al fin y al cabo, el concepto de realidad es lo suficientemente dúctil para que las personas se digan que la propia práctica está en consonancia con la realidad (con la naturaleza humana) y que las otras prácticas no lo son (y por eso mismo están destinadas a desaparecer o a no tener relevancia). En última instancia, ‘nosotros estamos en lo correcto y ellos están equivocados’ no es algo muy difícil de creer.
Lo cual quiere decir, en suma, que para entender la relación entre la reificación y la legitimidad tenemos que entender con mayor profundidad las dinámicas que hacen que una práctica diferente a la propia se traduzca efectivamente en una práctica alternativa.