Aunque mirados desde la distancia pudiera parecer siempre igual, mera sucesión de dinastía tras dinastía; si se observa con más detención es posible observar cambios importantes en la historia del Medio Oriente Antiguo. Uno puede comparar dos períodos -no tan lejanos entre sí, al menos en los parámetros de esa historia, que cubre alrededor de 3 milenios, de esa historia y encuentra diferencias interesantes. Uno puede comparar lo que actualmente se denomina Bronce Medio (alrededor del 1750 AC), y en particular el período paleobabilonio, la época del Hammurabi con el período del Bronce Tardío (1500-1200 AC), de los ‘estados territoriales’ en la terminología de van der Mieroop para encontrar diferencias de interés. Aunque hay un hiato entre ambos períodos, un período de poca documentación, corresponden a dos etapas relativamente secuenciales.
Ahora, en el primer período, ¿qué es lo que encontramos? Uno puede observar una ideología y una práctica estatal orientada al tema de la justicia, y una justicia entendida de una forma específica: los gobernantes de cuando en cuando emiten edictos de condonación de deudas, No de todas las deudas, dado que las puramente comerciales quedan fuera de ellos; sino de aquellas que dicen relación con la situación de los pequeños propietarios de tierras, que se endeudaban y perdían sus tierras. Evitar la desaparición de ese estamento libre es parte de las preocupaciones del Estado. El hecho que estos edictos se repitieran es una marca que no eran completamente efectivos, pero si nos da una indicación de las prioridades. De hecho uno puede hacer notar que el destinatario de los mensajes estatales es muchas veces la ‘población general’, o al menos no están destinados a la élite dirigente. La introducción del famoso Código de Hammurabi indica que está pensado para que el babilonio lea la estela y ella le muestra (explique) su caso y así pueda defenderse. La ideología (que se muestra de algún modo en la práctica) es la de un rey como protector.
Cuando uno pasa al segundo período la situación es distinta. La práctica de la condonación de deudas es abandonada, y de hecho podemos observar que el Estado mismo se hace partícipe de las prácticas de entregar préstamos a los pequeños propietarios que termina con la pérdida de tierra por parte de ellos (y que pasan al Estado). Uno puede observar que en los diversos tratados que las potencias de la época firmaban con reyezuelos de menor importancia se enfatiza el hecho de devolver a los fugitivos. O sea, quienes intentan huir de malas condiciones han de ser devueltos. La preocupación por la población libre desaparece, y el Estado aparece directamente interesado en el control y dominio sobre una población servil. De hecho, en general uno puede observar que las comunicaciones entre los Estados se orientan centralmente a la élite dirigente (y a otros Estados).
Creo que parte importante de esta diferencia se debe a un cambio en la tecnología militar. Entre ambos períodos, y probablemente en la epóca intermedia ‘oscura’ se introduce el carro tirado por caballos como el arma decisiva. Los ejércitos anteriores son ejércitos de infantería -masas de infantes peleando-. En otras palabras, el arma central son las masas, y por lo tanto -finalmente- eso incluye los pequeños propietarios. En esa situación, preocuparse (y aparecer preocupado) de esos grupos es relevante: su lealtad y apoyo es necesario, finalmente, en la competencia militar entre los estados. Pero en el Bronce Tardío no necesito ese apoyo: es la aristocracia de quienes combaten en los carros la que es el grupo decisivo en esa competencia, y por lo tanto es el apoyo de ese grupo el que se convierte en relevante. Dado lo anterior, no es extraño que entre ambos períodos ocurra un cambio en las preocupaciones del Estado.
En última instancia, la estructura del poder militar es relevante para un Estado. De él ha dependido, en buena parte de la historia, la sobrevivencia de éste
Fuentes consultadas. En la elaboración de esta entrada use los siguientes textos:
2007. Marc van der Mieroop. A History of the Ancient Near East. Blasckwell
1992. Jean Bottéro. Mesopotamia. Writing, reasoning and the Gods. Chicago University Press
1992. J. N. Postgate. Ancient Mesopotamia. Routledge
1991. Mario Liverani, El Oriente Antiguo. Crítica.