Observemos el siguiente argumento:
La medición tradicional mide magnitudes (digamos, distancias). En las ciencias sociales, hay muy pocas cosas que se puede medir de esa forma. Asi que si queremos investigar, y no simplemente quedarnos detenidos, entonces tenemos que usar otro modo de medición. Aquí la idea es sencillamente poner números con reglas sistemáticas y usando nuestros queridos niveles de medición. Si a esto le sumamos la idea de medir con indicadores lo que no es evidente (los constructos latentes), bingo, podemos usar lo cuantitativo en casi cualquier cosa.
Hay varios problemas con ese argumento y me gustaría con poner atención en la idea explícita que da origen al argumento: Que hay pocas cosas que se pueden medir en ciencias sociales mediante la idea clásica de medición. Pero de hecho, existen una gran cantidad de elementos en la vida social que pueden ser contados y medidos como magnitudes: Tiempo de duración en un trabajo, horas dedicadas a ver televisión al día, número de trabajos desde inicio vida laboral, citas en artículos científicos, número de amistades. Aunque casi todas ellas descansan en comprensiones de significado (¿qué es un amigo? ¿qué se considera trabajo remunerado? etc.), en una sociedad en que esos significados están más o menos establecidos, puedo dedicarme efectivamente a contar. Y eso que no estamos contando esferas completas donde es parte del proceso social real el que se cuenten magnitudes (dinero y votos por ejemplo).
Muchas cosas se pueden contar, y muchas cosas que de hecho son relevantes para la vida social. Allí contar no representa ninguna violencia, si se quiere, hacia las características de lo que uno quiere investigar. Al fin y al cabo, mientras la relación entre un indicador y un constructo (entre la escala sobre agresión y la agresión) es siempre una de distancia (el fenómeno va más allá de la escala); no ocurre lo mismo cuando estamos hablando de cosas que se pueden medir con magnitudes: El número de horas es el número de horas.
Ahora, no todo se puede contar con ello. Pero tampoco es cierto que tengamos que ponernos de brazos cruzados. Para las otras cosas bien podemos estudiarlas cualitativamente. Y para estudiarlas cualitativamente no necesitamos inventar constructos latentes, ni nada: Los significados inscritos en las prácticas sociales son parte de esas prácticas, y en ese sentido específico son ‘manifiestas’: aparecen en las comunicaciones que son parte del proceso social.
En otras palabras, todo el esfuerzo metodológico para desarrollar escalas de medición para cosas que no se pueden medir magnitudes es parte de una operación que no toma en cuenta lo cualitativo. De hecho, esta renegación de lo cualitativo es más profunda. Porque, en principio, el modo cuantitativo bien podría haber pensado que los aspectos ‘objetivos’, medibles en sus magnitudes, eran las cosas relevantes (de hecho, es la estrategia de Durkheim: contar leyes, contar suicidios). Sin embargo se acepto el argumento conceptual de la importancia de lo subjetivo, y en vez de aceptar las limitaciones se intentó que con lo cuantitativo se cubriera todo, incluso cuando no tiene mucho sentido, ni resulta necesario.
¿Qué es lo que se puede sacar en limpio después de todo eso? Algo muy simple.
Si quieres analizar magnitudes de cosas, bien puedo usar lo cuantitativo. Y vuelvo a decir, esas magnitudes son relevantes: Uno puede contar actividades (o sus registros), medir duraciones, o contar cuando la sociedad es la que transforma en magnitud -dinero y votos. El hecho que, por poner un ejemplo, dediquemos 4 horas a ver televisión es un hecho relevante para entender las sociedades contemporáneas (como es un hecho relevante si eso disminuye o no). De hecho, mejor ser cuantitativo cuando lo cuantitativo se acomoda a lo que quiero investigar.
Si quiero analizar significados y subjetividades, entonces en vez de inventar constructos latentes y actitudes (y en vez de crear escalas que por definición nunca dan cuenta del concepto), me dedico a usar herramientas que dan cuenta de la naturaleza de los significados y las subjetividades. O sea, herramientas cualitativas.
Uno siempre puede usar una herramienta para todo (la vieja idea de cuando uno tiene un martillo todo parecen clavos), es claro que hay herramientas que son mejores que otras para una situación dada. Y toda le medición de escalas de actitudes es un esfuerzo de aplicar una herramienta donde no corresponde.