Hoy, por un motivo que no viene al caso contar, asistí a una actividad en que se distribuía un texto compuesto de entrevistas diversas.
Al final de uno de esos testimonios uno puede leer lo siguiente
Cuando el sol se pone en el horizonte y como un crisol incandescente ofrece los últimos respiros del día, Ruth se apresta a soñar despierta. Mientras, un gallo de cuello y cresta rojo profundo canta los sueños que la vida dibuja en el rostro de Ruth y su sonrisa inacabable.
No tiene mucho de extraño el que muchas veces intentemos superar el estilo seco de los informes oficiales; e intentemos agregar un poco de retórica -que siempre esperamos sea elocuente y no altisonante-. Uno piensa que, por ejemplo, los sueños de las personas merecen algo más elevado que el tono de un informe de resultados.
Pero también habrá que reconocer que el ejercicio de estilo habría que dejárselo a quienes se manejan en él. Para poner un ejemplo cualquiera (bueno, no tan cualquiera)
Murieron otros, pero ello aconteció en el pasadoqué es la estación (nadie lo ignora) más propicia a la muerte(J. L. Borges, Cuarteta)
Que independiente de lo que uno opine del pensamiento expresado, está -creo- bien expresado.
Lo cual, en particular, debiera hacerme recordar que debiera controlar con más fuerza el intento de usar la retórica en aquello que escriba. Porque algo me dice que mis intentos de tener algo de estilo se parecen,a mi pesar, más al primero que al segundo de los ejemplos citados.