La idea de proyecto moderno en sociología(*) está asociada a la idea que la modernidad tiene que ver con la libertad (Wagner, si mal no me equivoco, las relaciona intímamente), o con la racionalidad (para que acordarse de Weber). Y así en general pensamos que se refiere el proyecto moderno.
Pero, no estará de más recordar que -por ejemplo- el lema más moderno de todos era sobre ‘libertad, igualdad y fraternidad’.
Que por un lado no dice nada sobre la racionalidad. Lo que tiene sentido si pensamos que la razón era un medio más que un fin (un medio para lograr la adultez, para abandonar la infancia, una cosa sumamente importante si se quiere, y la única forma para lograr ese fin), y que el ilustrado siglo XVIII es un siglo altamente sentimental. La idea de la modernidad como fría razón no era parte del proyecto, sino de como los rechazadores del proyecto -la versión conservadora del romanticismo- veía a la modernidad.
Que por otro lado nos recuerda que la imagen de la buena sociedad de los ilustrados no era algo solamente relacionado con la libertad -por más que la libertad fuera esencial. La igualdad era algo central también, al fin y al cabo libertad sin igualdad no resulta posible. Y esto ni siquiera en los sentidos ‘socialistas’ de que nada sirve la libertad si no se tiene que comer, sino en el sentido básico que con desigualdades en los derechos no resulta posible la libertad (si ciertas personas tienen privilegios exclusivos…).
Pero en última instancia, lo de la igualdad es conocido. Y bien podríamos hablar de la modernidad como dialéctica entre libertad e igualdad. Pero además el lema -y el otro sobre la búsqueda de la felicidad- nos envían a otra cosa.
¿Por qué olvidamos la fraternidad? Que era parte del proyecto al fin y al cabo. Veamos primero el olvido intelectualmente y, finalmente, veamos el olvido socialmente (como algo que le paso a la sociedad no sólo a los que hablan sobre ella).
Intelectualmente olvidar la fraternidad implica olvidar que la modernidad tiene una visión específica sobre cómo son las buenas relaciones primarias. No es casual que, entre todas las opciones de relaciones familiares importantes, sea la fraternidad la elegida: La relación de hermanos es en principio no jerárquica y está alejada del mundo de las órdenes. Lo que nos plantea es que pueden existir relaciones cercanas, ‘cálidas’, permanentes y toda la imaginería que tenemos sobre las relaciones primarias que son coherentes con los otros ideales de la modernidad. En otras palabras, que las relaciones primarias básicas no son solo algo de las comunidades tradicionales.<
Ahora, resulta obligatorio olvidar eso si uno se basa en una distinción entre comunidad y sociedad. En que toda lo primario de las relaciones se ubica en la comunidad, y la sociedad (lo moderno) tiene sólo relaciones secundarias -impersonales, racionalizadas, endebles etc. La búsqueda de la comunidad tradicional -y con ella la autoridad que hay en ella- es una forma no tan sólo de rechazar la modernidad, sino olvidar que la modernidad tenía su propio modelo de relaciones primarias.
Lo que nos envía al segundo tema: El olvido social. Porque no es solamente un problema intelectual el olvido de la fraternidad, también es algo que influencia en general a la sociedad.
En principio, las razones para olvidar la fraternidad parecen obvias. ¿Son las sociedades modernas más libres? No parece difícil pensar en ellas de esa forma. ¿Han aumentado la igualdad? Con todas las desigualdades existentes, al menos los privilegios legales han disminuido. Pero, ¿la fraternidad? ¿No es una característica, acaso, de las sociedades modernas el que todas las relaciones se resquebrajan? Puede que la modernidad haya tenido en su proyecto una visión de como funcionan las relaciones primarias, pero el desarrollo real de la modernidad ha implicado que ningún desarrollo de la fraternidad ha existido.
Y sin embargo… Por una parte, aunque en las ‘sociedades tradicionales’ se estuviera pleno de relaciones primarias, difícil sería plantear que ellas eran particularmente fraternas. Por otro lado, buena parte del debilitamiento de relaciones primarias (por ejemplo, padres-hijos) se ha dado en relaciones que precisamente no estaban basadas en el signo de la fraternidad. Y podemos pensar que la fraternidad como ideal se ha extendido a esferas donde bien se puede plantear que no tiene demasiado sentido (la ya mencionada relación padres-hijos). Bien pudiera ser la menos desarrollada de los ideales iniciales, pero bien podría estudiarse cuanto efectivamente se ha modificado.
En cualquier caso, la reducción del proyecto moderno a la racionalidad, no deja de ser una forma de distorsionarlo. Hemos usado, finalmente, el relato sobre la modernidad de sus adversarios. No estaría de más pensar que quizás no sea la forma más adecuada de pensarla.
(*) La segunda parte de este díptico sobre la modernidad se dedica a criticar la idea del proyecto moderno. Pero eso es para la segunda parte