Una de mis ideas más viejas -que a estas alturas ya debe tener sus buenos 7 u 8 años- es que el principal dispositivo de mantenimiento del orden social en Chile es el siguiente: La gente detesta el sistema y como reacción se centra en su familia. Para poder centrarse en la familia, entonces procede a consumir como condenado (porque así se expresan nuestras relaciones sociales más importantes, a través de bienes), y para ello hay que trabajar como condenado. Y por lo tanto, la personas terminan haciendo lo que la sociedad demanda de ellos. En resumen, el disgusto hacia la sociedad es la forma específica que la sociedad chilena tiene para garantizar su reproducción.
Por otra parte, otra de mis ideas más viejas -bueno, debe tener unos 4 o 5 años en realidad- es que hay distintas formas de coordinación (y de hecho tengo un post al respecto). Distinguía entre coordinaciones basadas en el manejo de recursos -poder e intercambio- y aquellas basadas en el manejo de nuestros intereses (o creencias en general). Ahora, la diferencia entre poder e intercambio, es que en el intercambio se nos ofrece un aliciente (algo que obtendremos) para hacer una determinada acción, y en el caso del poder se nos ofrece una amenaza (algo que nos quitarán) para hacer una determinada acción.
Pero en el caso de la conversación -hacer cosas porque nos convencen que es lo adecuado- no usaba la diferencia entre obtener algo y que nos quiten algo. Pero creo que la diferencia es importante, y explica parte importante de cómo opera el dispositivo de orden social que planteaba para Chile.
En otras palabras, una cosa es que nos ofrezcan una nueva razón para que hagamos X y otra cosa es que nos quiten todas nuestras razones para que no hagamos X. Porque lo que pasó en Chile durante los ’90 fue lo segundo y no lo primero. Es cierto que el modelo neo-liberal no convenció a la población, no ofreció razones para seguirlo; pero lo que hizo fue quitar todas las razones para oponerse a él. En ese sentido, sí operó en el ámbito de las creencias, pero sólo lo hizo negativamente.
El hecho que operara sólo negativamente con las creencias tiene varias consecuencias. Dado que no ofreció ningún otro relato de reemplazo, entonces la gente interpreta el modelo de acuerdo a sus viejos relatos. Por decirlo de algún modo simple, si bien se acabaron las razones para creen en lo que los modelos ‘izquierdistas’ ofrecían, no se cambió el hecho que ese modelo era el único que se tenía para interpretar el mundo.
Y por lo tanto, el modelo fue interpretado de acuerdo a ese modelo izquierdizante. Lo que la gente cree de ese modelo, de cómo funciona es como lo describiría una persona de talante de izquierda: No un modelo de libertad o de derechos individuales o de ’emprendimiento’ o lo que fuera, sino un modelo de todos-contra-todos, de cada quién se rasca con sus propias uñas, un modelo que no nos deja ser humanos etc. En otras palabras, el modelo ha de verse como una forma de egoísmo moral, porque así lo veía el anterior modelo de mundo que era común en la sociedad chilena -y no se ha ofrecido ninguna nueva forma de mirar, sólo se planteó que ese modelo no funcionaba. Y esto tiene como consecuencia, entonces, que los chilenos tienen cada vez menos razones para no operar con la lógica de lo único que importa es el beneficio personal / familiar.
Por lo tanto, hay que refugiarse en la familia -único lugar que queda fuera de un mundo que no queda más que ver como negativo. La única posibilidad de vida relativamente agradable es allí.
Ahora, la forma y necesidades que cumple el refugio en la familia tienen consecuencias para la familia. Porque esto implica que la familia ha de verse como refugio afectivo. Por lo tanto, la familia no puede -en el Chile de hoy- funcionar como agencia de socialización o de acuerdo a las funciones ‘tradicionales’ de la familia. Lo único que les importa a los Chilenos con respecto a sus familias es que funcionen afectivamente (Que, además, por lo tanto exacerba el tema del consumo al respecto -aumenta la importancia de demostrar práctica y materialmente el afecto, de no negarla nada a los seres queridos).
No es que las anteriores ideas sean muy complejas, pero no está de más que haya podido, finalmente, avanzar un poco en ellas, y además -aun más importante- mezclar un poco mis pocas ideas teóricas con mis pocas ideas empíricas (y mejorar, creo, ambas en el camino). Ahora, si estos avances fueran más regulares, y no uno cada un par de años, sería perfecto.
Hace un tiempo comentaba con alguien sobre cómo la Concertación y la izquierda parecían copar casi por completo el mundo de la producción cultural, salvo los diarios (y aún así Longueira alegaba hace un tiempo que “todos los periodistas son de izquierda”). Puede tener que ver con lo que dices acá: a quienes uno presume como más activamente interesados en la reproducción del capitalismo, la derecha, no parece hacerle mucha falta persuadir, crear relatos positivos para lograr ese objetivo. Para que el capitalismo siga funcionando basta con la “amenaza del hambre” (el que no trabaja no educa a los hijos, no come, no paga los dividendos, no tiene previsión, no le alcanza para el metro, etc.)
Ahora bien, si quisieran ganar una elección presidencial, ahí cambia la cosa. Pero a la luz de tanto fracaso también uno podría preguntarse si de verdad les interesa tener un presidente o si les basta con una representación alta en el Congreso (antes con el voto campesino, hoy con el binominal). En verdad uno podría anticipar casi sin temor a equivocarse que la Concertación va a seguir ganando elecciones presidenciales, porque han sido magistrales en el arte de ser capitalistas en la práctica sin confesarlo abiertamente en el discurso, o sea, ser neoliberal pero con una interpretación de acuerdo a los “viejos relatos”.
Pero si requerian tener relatos negativos (que lo otro no funciona). Al parecer, la función de crear el relato negativo también lo hicieron los otros.
En cualquier caso, creo que se requiere más que la amenaza del hambre: Porque se requiere que las personas tengan altos niveles de consumo, y la forma en que se genera ese deseo es a través de la familia creo. La pura amenaza, sin lo otro, no necesariamente genera el nivel de trabajo requerido.