Leído en El Mercurio el domingo 9:
‘En nueve meses no sólo logro renegociar los contratos, sino también aumentar el número de buses de 5.000 a casi 6.400, incorporando más de 300 nuevos recorridos, poner en marcha viajes intercomunales (algo que no estaba en el diseño original) y disminuir los tiempos de espera, que, según cifras de la Universidad Católica, cayeron a la mitad. Pero nada ha bastado.
Estoy frustrado, ha dicho Cortázar a sus cercanos en los últimos días.
Es que como buen ingeniero, el ministro sabía que los cambios demorarían en notarse, pero no calculó que la herida en las personas era tan profunda’
En realidad, no hay demasiado misterio. Sea que un servicio desmejora abrupta y súbitamente. Sea que la mejoría es lenta y gradual. No creo que sea demasiado sorpresivo decir que nadie notará la mejoría pero que todos recordarán la caída.
Al fin y al cabo, el fenómeno en la dirección contraria es bien conocido (una rana saltara de agua hirviendo, pero si se sube gradualmente el agua la pobre se quedará hasta bueno, ¿no será necesario contar el triste final?).