Mínima alma mía, tierna y flotante, huésped y compañera de mi cuerpo, descenderás a esos parajes pálidos, rígidos y desnudos, donde habrás de renunciar a los juegos de antaño. Todavía un instante miremos juntos las riberas familiares, los objetos que sin duda no volveremos a ver… Tratemos de entrar en la muerte con los ojos abiertos.
Animula, Vagula, Blandula son las palabras iniciales de las Memorias de Adriano, el incipit de un poema atribuido al emperador, que parafrasea el último párrafo del libro, que citamos al inicio de este post.
¿A qué viene la cita, aparte de recordar que Yourcenar escribió uno de los mejores libros posibles (*)? A recordarme una de las notas de la misma Yourcenar sobre el libro, una frase de Proust si mal no me acuerdo: Que entre la muerte de los dioses y el nacimiento del cristianismo hubo un período en que sólo estuvo el hombre. Y que la intención al escribir el libro fue mostrar ese momento.
Y entonces determiné cuál debiera ser la primera parte a escribir del proyecto (que lento y todo avanza) de historia de las sociedades debiera ser una historia de ese período. Dado que el proyecto es todo lo sin mesura que se puede, y luego se puede ser todo lo pretencioso que se quiera, ubicarme entre Tácito y Gibbon: O sea, contar la historia de Roma entre el final de los relatos de Tácito (desde Vespasiano o Nerva dependiendo de si cuento desde lo que Tácito escribió o lo que sobrevivió) hasta Marco Aurelio. Y quizás, para marcar mejor la intención -ya dije que no tenía ninguna mesura, proporción o humildad-, contar una historia narrativa. Digo, para seguir en los pasos de los autores citados (**)
(*) ¿Exageración? Y claro que lo es, pero toda forma de admiración es, si uno quisiera ver las cosas objetivamente, una forma de exageración. No por ello habría que abandonar la admiración.
(**) En todo caso, Amiano Marcelino ya fue todo lo desmesurado y pretencioso al escribir su historia a partir de lo que dejó Tácito. Y claro está, a pesar que -como claramente será mi suerte- quedar debajo del modelo, de todas formas dejó una de las mejores historias sobre el Bajo Imperio que tenemos en nuestras manos. La última historia pagana, heredera del espíritu del que hablamos, escrita en Roma.