A veces, uno comete errores flagrantes. Uno de ellos lo cometí hoy al leer un texto de Luhmann (‘La modernidad de la Sociedad Moderna’ en ‘Observaciones de la Modernidad’).
Y entonces aparece la siguiente cita (en nota a pie de página)
‘Ya que Giddens rechaza una explicación sobre ‘diferenciación funcional’, vincula el concepto de sociedad al nivel del Estado nacional y probablemente tampoco diría que la ‘reflexive monitoring of action’ tiene que tener esa consecuencia por una especie de ley histórica; en realidad, sólo queda una explicación a través de la evolución de técnicas de comunicación de amplio alcance. Pero entonces la transición a la modernidad comenzaría con la invención de la escritura, y su primer resultado sería la conciencia pluriétnica surgida en el siglo II a.C en Egipto y Asia Menor’ (p. 20).
Ahora, bueno es que -extrañamente- Luhmann usa algo cercano a un argumento, pero como argumento no resulta tan bueno. Porque, ¿cuál es la razón que la transición a la modernidad no pueda comenzar con la invención de la escritura? (de hecho, es como se puede leer algunas de las tesis de Goody). Pero dar razones es, en todo caso, tan ajeno a Luhmann que bien pudiera perdonarsele que no las usara ahora.
Y sobre la falta de razones:
‘También aquí servirá de ayuda una comparación histórica para obtener distancia. A todas luces, esto ya no tiene nada que ver con la antigua ética europea, por más que hoy haya quién guste de volver a soñar con una sociedad civil ético-política. Esta tradición terminó en el siglo XVII, a más tardar en el XVIII. Al mismo tiempo termina la rivalidad comunicativa entre filosofía y retórica (o también entre historiografía y poesía), que había coaccionado el esquema verdadero/falso u por eso tenía que utilizar los problemas de comunicación para justificar por qué la retórica y la poesía tenían que trabajar con veladas o percibidas ilusiones. Mientras entonces se trataba de amplificación, arriba empleabámos para ello el concepto de absorción de la inseguridad. Sin embargo, el mundo de estas premisas de la comunicación se ha sobrevivido a sí mismo desde todos los puntos de vista. Nada de esto es hoy directamente relevante, y todo intento de reactualización está por eso bajo la sospecha de funciones compensatorias(p 166-167, Ecología de la Ignorancia, negritas JJ).
Y así es como ‘argumenta’ Luhmann: Planteando que -obviamente, como alguién pudiera siquiera pensar lo contrario- los que opinan en contra de él están claramente equivocados (pertenenciendo a tradiciones que desde hace siglos están terminadas, faltaba más). Lo único que se acerca a un argumento es el punto sobre el final de las rivalidades filosofía / retórica, historia / poesía. Y ahora, ¿cuál es la relevancia de esa observación sobre el tema en discusión?
Si así funciona la ‘teoría’ sociológica, no hay mucho que hacer con nuestra disciplina. Alrededor de 200 páginas sobre la sociedad moderna y nada -cero- empiria. Lo más cercano son discusiones sobre lo que se dice sobre la sociedad moderna, una observación sobre el golpe en Rusia el ’91 y otra observación sobre la industria de la moda.
En fin, hay autores peores uno puede pensar.
El que a Luhmann no le interese ejemplificar con hechos empíricos del tipo “fenómeno histórico” no significa que la sociología Luhmanniana o cualquier intento de “Gran teoría” (como de seguro lo llamaría Wright Mills), sean equívocos. Al parecer estableces, solapadamente, un sesgo empiricista al estilo de la grounded theory que no permite sistematizar argumentos desglosados de manera lógica en contra de posiciones del tipo Luhmanniano.
En Luhmann sí hay argumentos. Ahora bien, si se contraponen a los que tu sustentas, aquello es harina de otro costal.
Por otro lado, y sólo para que lo que sugiero sea relativizado, cualquier argumento en contra de Giddens me parece que es el mejor argumento que se pueda establecer en la historia.
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Ahora, dos cosas: Una es que el texto que comento no es de teoría general, es sobre las sociedades modernas contemporáneas. Entiendo que Luhmann prefiera hablar de teoría general sin mencionar fenómenos históricos (no que esté de acuerdo, pero ok. parte de las reglas del juego). Pero que cuando hable de la situación de la sociedad a finales del siglo XX no lo haga, bueno eso es harina de costal.
Y la otra es con respecto a las citas como tales: Los argumentos de Luhmann -tal como están en esas citas, y en general es típico de su estilo- son más bien ‘pero como es posible que se piense de otra manera’. La posición contraria es ridicula, por definición sospechosa, y ese es todo el argumento -razones para la ridiculez no abundan tanto.
Sobre lo de Giddens en todo caso, de acuerdo.