Dado que estoy haciendo un curso de consumo, estuve releyendo A Theory of Shopping de Daniel Miller y entonces me encontré con las siguientes frases:
‘Here, as is often the case, there is no evident resentment at being identified unambiguously with housewifery. On the other hand, there is a considerable desire that this should be appreciated by the family members, and to taken for granted’ (p 21) Y no mucho después, discutiendo sobre los estudios feministas sobre el trabajo doméstico: ‘This degree of exploitation and the asymmetry of power was reinforced rather than redressed in consumption, where housewives were found to give the best of their labour in meals and comforts to others while ofter denying themselves the pleasure they strove to create for others’ (p 22).
Miller se centra en el punto que las dueñas de casa -inmersas en una cultura de ‘amor hacia la familia’- no ven como explotación lo que las críticas feministas -inmersas en una cultura reflexiva de igualdad (*). Pero lo que me parece interesante es otra cosa.
Es lo cercano que parece el trabajo doméstico al remunerado moderno. Iguales en el hecho que el fruto del trabajo no es propiedad del trabajador, iguales en su demanda de reconocimiento (el gusto y la demanda por el trabajo bien hecho, por la buena obra, que en ambos contextos no es reconocido), e iguales en el hecho que estas características se dan por sentadas y no producen mayor problema (al fin y al cabo, los trabajadores nunca han reclamado por el hecho que el fruto de sus esfuerzos sea para otros). De hecho, aparte de la existencia de una ideología y una cultura que le da más sentido al trabajo doméstico (**) (orientado a lo que sigue siendo el centro ostensible de la vida de las personas -la familia) y de la recepción de dinero en el remunerado, mantienen las mismas características básicas.
(*) Lo que muestra que la cultura de las sociedades occidentales modernas -el trabajo de Miller es sobre hogares ingleses en un suburbio londinense- sigue siendo tan irreflexiva, tan poco racionalizada, como toda cultura siempre lo ha sido. Pero ahondar en este punto sería empezar a criticar a un montón de sociólogos en sus disquisiciones sobre la modernidad.
(**) Aparte del feminismo clásico, ¿quién pudiera pensar, especialmente si pensamos en el tipo de trabajos que la mayor parte de la población realiza, que el trabajo es una fuente de realización personal?