Se me hizo notar el otro día que había un problema con mi comentario sobre el PNUD y su olvido de la vocación proyectiva de los sectores bajos: Que el proyecto de los grupos bajos (educar a sus hijos) no parece tan ‘proyecto’. Al fin y al cabo, los sectores medios también lo hacen. Y si es por ‘subjetividad’. ¿no sería el proyecto de los indigentes el conseguir dinero para el día? Básicamente, que el argumento usado lo que hace es quitar a la idea de proyecto toda utilidad.
Ahora, creo que el argumento no es suficiente. Porque el tema es que para los grupos bajos el educar a sus hijos (el darles la mejor educación) es un proyecto porque es algo difícil, que requiere planificar y programarse, que si no se planifica lo más probable es que no resulte. O sea, es algo posible que requiere esfuerzo. Para los sectores medios, la educación de los hijos no es proyecto porque, finalmente, no es un tema, no es algo que se ponga en duda. Por algo en los grupos medios, al preguntarsele por proyectos el tema de educación no aparece. Lo que constituye proyecto (algo complejo que depende de una buena organización para que pueda suceder) depende de las circunstancias. Para mí varias cosas son proyectos que para alguien en una situación económica más acomodada (digamos Piñera) no requiere de proyecto, es algo cuya factibilidad sería obvia.
Y esa es la diferencia entre los grupos bajos y medios. Los sectores medios se moverían entre lo que se da por descontado y lo imposible. No hay lugar para un proyecto, y menos para proyectos que logren orientar la propia vida. Los grupos bajos tienen, aparte de lo que se da por descontado (i.e que no se morirán de hambre) y lo imposible, el espacio de los proyectos: lo que s es posible de lograr si uno se planifica para ello. Y eso sería lo que habría olvidado el PNUD.