‘As it apparent to all that a prince is constituted by God to be ruler of a people, to defend them from oppression and violence as the shepherd his sheep; and whereas God did not create the people slaves to their prince, to obey his commands, whether right or wrong, but rather the prince for the sake of the subjects (without which he could be no prince), to govern them according to equity, tolove and support them as a father his children or a shephered his flock, and even at the hazar of life to defend and preserve them. And when he does not behave thus, but, on the contrary, oppresses them, seeking opportunities to infringe their ancient customs and privileges, exacting from them slavish compliance, then he is no longer a prince,but a tyrant, and the subjects are to consider him in no other view. And particularly when this is done deliberately, unauthorized by the states, they may not only disallow his authority, but legally procedd to the choice of another prince for their defense’ (El texto en el Modern History Sourcebook en este link)
El texto transcrito (en traducción al inglés) es la declaración de independencia de los holandeses en 1581 de España. Y creo que resulta interesante compararla con otra declaración mucho más famosa, hecha un poco menos de dos siglos después. Por una parte, el objetivo del documento y la base del argumento son relativamente similares: Se desea legitimar el movimiento y en ambos casos la idea base que fundamenta el abandono del antiguo príncipe es que este no cumple su parte del contrato. Al fin y al cabo, el argumento central -que el príncipe se debe a sus sujetos en el lenguaje de 1581- es bastante viejo en la tradición occidental, y existen modalidades de él desde la edad media (Lo específicamente ‘nuevo’ quizás de 1581 es su uso no como parte de discusiones conceptuales de intelectuales sino en un documento político de gran importancia práctica).
Pero entre ambos documentos hay muchas diferencias y esas marcan, uno podría decir, cual que pasó en 200 años. No por cierto en la doctrina de que los poderes políticos emanan del pueblo, pero si en:
1. El cambio de una referencia comunitaria: La declaración holandesa habla desde la comunidad (que es la que tiene sus derechos y privilegios por ejemplo). La declaración norteamericana habla desde el individuo (que es el que tiene los derechos a la libertad, a la búsqueda de la felicidad etc.)
2. La declaración norteamericana es mucho más abstracta. Los holandeses hablan del príncipe y de la comunidad, y la imagen de sus relaciones es bastante concreta (pastor y sus ovejas). Los derechos a defender son específicos y particulares: los derechos y privilegios de este lugar, no de todos los lugares. El estilo, el vocabulario y el eje de la declaración norteamericana son bastante diferentes. Después del preámbulo, se procede en términos muy generales y abstractos (se inicia con ‘we hold there truths to be self-evident’). Aunque en ambos casos el cuerpo central es una larga exposición de los hechos específicos que fundamentan el carácter tiránico y despótico del gobierno a abandonar, el estilo de la justificación inicial es mucho más generico y universalista que en la declaración de 1581. (Aunque en términos de carácteres generícos la declaración chilena puede pensarse como un extremo, ni siquiera cree necesario nombrar los abusos del gobierno español)
Ninguno de estos comentarios -el carácter más individualista y el nivel de generalización mayor del documento más ‘moderno’- es muy sorpresivo per se. Pero de todas formas, parece interesante usar estos documentos para mostrar el movimiento. Y por cierto para mostrar que algunos de los elementos no son nuevos -la defensa en la ‘opinión pública’ del movimiento, el uso político efectivo de la idea que los poderes del gobierno nacen de sus gobernados-. Que en esas cosas ya había antecedentes de larga data para los movimientos del siglo XVIII, lo que diferencia a estos últimos son otros elementos.