Entre las cosas que sabemos de la sociedad chilena es que la gran mayoría de los chilenos se autodefine como clase media. Por otro lado, sabemos que esa clase media es bastante vulnerable económicamente, y por lo tanto si uno usa cualquier medición ‘económica’, objetiva, de clase media no tiene como ser tan mayoritaria.
Uno puede explicarse esto usando alguna versión de falsa conciencia o similar. Sin embargo, me parece más interesante hacer otra observación.
Recordemos que Chile ha experimentado, y que las personas han experimentado, un aumento de su estándar de vida: Los ingresos han aumentado -y esto ha ocurrido también en deciles bajos de ingreso, la alta desigualdad de ingresos ha ocurrido al mismo tiempo que los ingresos en general han aumentado-, y quizás más notorio, los niveles de consumo lo han hecho y el equipamiento de los hogares. Cualquier revisión de las tasas de propiedad de bienes en la CASEN muestra eso con claridad.
En no pocos indicadores esto ha implicado un ‘cambio’ de quintil: Las personas de un quintil determinado han adquirido el nivel de consumo de las personas en el quintil superior hace años atrás. Y esto ha ocurrido durante la vida de las personas, así que es parte de su experiencia.
Ahora, ¿cómo pueden hablar de ese cambio? Porque lo que no pueden hacer es decirse a sí mismos: ‘Sigo siendo pobre’ cuando su experiencia es una de mejoramiento de sus condiciones de vida. Pero, en el vocabulario habitual de la sociedad chilena lo que existe arriba de pobre es la clase media. Y por lo tanto, si dejé de ser pobre entonces, automáticamente, soy clase media.
Al fin y al cabo, cuando personas empiezan a tener los bienes y tipos de consumo que hasta hace relativamente poco indicaban pertenencia a clase media, ¿qué otra cosa pueden decirse a sí mismos? No es que las personas anden en la cabeza con el modelo de ‘porcentaje en torno a la mediana de ingresos’ para autoclasificarse.
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